Plaza Mayor n° 6, Soria, España

Archivos mensuales: noviembre 2010

20 11, 2010

EL GENERAL PEDRO SANTANA, PRIMER MARQUÉS DE LAS CARRERAS,Y LA IDENTIDAD DOMINICANA (II).

Por |2020-11-13T03:48:51+01:00sábado, noviembre 20, 2010|

-Segunda Parte-
EL GENERAL PEDRO SANTANA, PRIMER MARQUÉS DE LAS CARRERAS.
Pedro Santana Familia había nacido en la región fronteriza con Haití, en una comunidad llamada Hincha (hoy territorio haitiano), el 29 de junio del año 1801. Fue hijo de Pedro Santana, de origen canario, y Petronila Familia, propietarios de tierras en dicha zona. Alrededor de 1805, la familia Santana se trasladó al Cibao, y luego a El Seibo en la parte oriental del país, donde regentaron explotaciones ganaderas. Muy pronto, el futuro marqués de Las Carreras y su hermano gemelo Ramón abrazaron el noble oficio de las armas. El 14 de noviembre de 1844, tras sacudirse el yugo haitiano, Pedro Santana se convierte en el primer Presidente Constitucional de la República Dominicana.
General Pedro Santana.
Eduardo González Calleja y Antonio Fontecha Pedraza escriben en su magnífica obra “Una Cuestión de Honor” (1) , que el 8 de agosto de 1861 “tuvo lugar en la capital dominicana un acto solemne en el Palacio Nacional donde (…) Serrano otorgó a Santana la Gran Cruz de la Orden Americana de Isabel la Católica y el marquesado de Las Carreras”.
Sin duda alguna, los citados autores no corroboraron este extremo, el de la concesión del marquesado, en el Archivo Central del Ministerio de Justicia, en donde figura, en el expediente relativo al título de Marqués de Las Carreras, que tal merced se concedió con posterioridad a la fecha por ellos indicada. En efecto, no fue hasta el año siguiente, el 28 de marzo de 1862, que la Reina Isabel II otorga el marquesado de Las Carreras “al Teniente General Don Pedro Santana para sí y sus sucesores, libre del pago del impuesto especial, al que están sometidas las concesiones nobiliarias”.
De la creación de este título se dio cuenta a las Cortes el 1 de abril del mismo año, y se dispuso la toma de razón del Real Despacho por la Cancillería de Indias, resolviéndose que se ingresase la cantidad de 1314 reales con doce céntimos en la Hacienda Pública por derechos de expedición. Difícilmente, pues, el general Serrano podría haberle hecho entrega a Pedro Santana del marquesado siete meses antes de su creación. Pocos meses después del otorgamiento de la merced nobiliaria al general Santana, Isabel II concede el 24 de noviembre de 1862 a Serrano el ducado de la Torre del Homenaje de Santo Domingo por su eficaz conducta durante la anexión.



General Serrano.
 El general Santana, cuyo carácter autocrático se avenía mal con su papel de autoridad delegada y constatando el desacuerdo de España con sus métodos represivos, que incluso le habían llevado a fusilar, entre otros patriotas, al patricio Francisco del Rosario Sánchez y a la heroína María Trinidad Sánchez, ofreció su dimisión como Capitán General de Santo Domingo el 7 de enero de 1862, alegando razones de salud. La dimisión le fue aceptada el 28 de marzo siguiente, otorgándosele en ese acto, en recompensa por los servicios prestados, el marquesado de Las Carreras. Finalmente, ante lo complicada que se iba volviendo la presencia de España en la isla, dimitiría de todos sus cargos el 23 de mayo de 1864.
El marqués de Las Carreras, título por el que nunca sintió un especial apego un hombre de acción como era el general Santana, falleció repentinamente en Santo Domingo, en su residencia de la hoy calle Hostos esquina calle Luperón, en la zona colonial, el 9 de junio de 1864, casi un año antes de la retirada total de España de la República Dominicana. Fue enterrado cerca de su domicilio, en la fortaleza próxima a la Torre del Homenaje.



Gereral Gregorio Luperón,  Héroe de la Restauración.



Desde 1978 sus restos mortales reposan por decisión, muy discutida, del Presidente dominicano Joaquín Balaguer Ricardo en el Panteón Nacional, una antigua iglesia de la Compañía de Jesús en la inigualable calle de Las Damas de la Ciudad Primada de América. La Cámara de Diputados de la República Dominicana aprobó, el 19 de agosto del 2009, tras un vivo debate, una resolución en la que solicita al Presidente Leonel Fernández ordenar el traslado de los restos del general Pedro Santana desde el Panteón Nacional a la iglesia Nuestra Señora del Rosario, de El Seibo. No nos consta que, hasta la fecha, el Presidente Fernández haya ordenado la ejecución de esa medida, tan polémica como la decisión originaria.
El presidente Leonel Fernandez y el ex-presidente Joaquin Balaguer en la juramentacion del primero el 16 de agosto de 1996.
Pedro Santana había contraído dos uniones matrimoniales, la primera con Micaela Antonia Rivera y la segunda con Ana Zorrilla, no dejando descendencia de ninguno de ambos enlaces, aunque sí, al parecer, una prole natural, difícilmente identificada y no reconocida.
El 13 de marzo de 1862, el general Santana otorga testamento ante el Escribano Público José María Pérez, quien “requerido para ello” -según consta en el preámbulo de dicho documento- se trasladó “a la morada del Excelentísimo Señor Capitán General Gobernador Civil de esta isla, condecorado con la Gran Cruz de la Real Orden Americana de Doña Isabel la Católica, Don Pedro Santana, a quien encontramos en pie y sana salud y por tanto en el libre ejercicio de sus facultades intelectuales” (2) . Como podemos apreciar, el notario hace referencia a su condecoración de Isabel La Católica sin mencionar para nada el marquesado de Las Carreras, prueba inequívoca de que éste todavía no había sido otorgado.
El general Santana comienza el testamento mediante su identificación personal, seguida de una proclamación de fe religiosa: “Mi nombre, es como ya queda dicho, Pedro Santana, natural de Hincha en esta misma isla, hijo legítimo y de legítimo matrimonio de los Señores Pedro Santana y Doña Petrona Familia ya difuntos, de religión cristiana, Católica Apostólica Romana, en cuya fe y creencia he vivido y protesto vivir y morir. Dejo la forma de mi entierro, funerales y demás oficios que hayan de hacerse en bien de mi alma a disposición de mis albaceas”.
En sus diferentes cláusulas testamentarias hace un minucioso reparto de sus bienes entre sus familiares y allegados, entre los que cita a su hermano Florencio y a su tía Dominga, así como a sus sobrinos Manuel y Rafael, a quienes nosotros consideramos hijos de su hermano Ramón, ya fallecido al momento de testar el general Santana:
“Declaro que tengo un hermano legítimo llamado Florencio Santana, que es mudo, demente, paralítico y en un estado que no tiene acción a ninguna clase de materia por sí mismo; el cual se halla al cuidado de mi tía Doña Dominga Familia, de edad septuagenaria. En consecuencia, es mi voluntad que después de sacar del Hato del Prado el número de bestias que lego a mis ahijados Santos, Juan José y Gerardo, se destinen para los alimentos de mi referido hermano y mi tía Dominga durante vivieren, la mitad de los animales, es decir, bestias, ganados y cerdos que componen el mencionado Hato del Prado (…) y dispongo que la casa que poseo en la Ciudad del Seíbo, en donde ellos actualmente habitan, continúen habitándola mientras vivieran”.
Respecto de sus sobrinos Manuel y Rafael decía:
“ Declaro que dejo a mis sobrinos Manuel y Rafael Santana y a sus ahijados Gerardo y Juan José de la Cruz Zorrilla, todo lo que fuere de mi uso, como prendas, ropa, armas, muebles de cualquier especie y naturaleza, a excepción de una cadena grande de oro que se entregará a mi hija política Doña Loriana Febles”.
En la última cláusula de su testamento, y para dejar constancia de su apego a España, declara ser su voluntad “que tan pronto como yo falleciere, se entregue a la primera autoridad de esta provincia Española, la Espada de Honor que (me) dedicó el Pueblo Dominicano, para que sea remitida al Excelentísimo Sr. Capitán General Don Francisco Serrano”.
Tras el fallecimiento del general Santana, y ante la falta de solicitud de sucesión en el marquesado, una resolución del Ministerio de Gracia y Justicia de 3 de marzo de 1871 decretaba el anuncio de la vacante en dicha merced, a fin de que pudiera ser solicitada por el heredero de mejor derecho. Tras una segunda publicación, que también resultó desierta, el título quedó definitivamente vacante.
No sabemos por qué razón ningún sobrino del general Santana solicitó la sucesión en el marquesado de Las Carreras. Recién recuperada la soberanía dominicana, y en plena exaltación patriótica, es muy posible que nadie quisiese significarse tan marcadamente por su españolismo, solicitando la sucesión en un título nobiliario otorgado a un hombre que había levantado, pese a sus indudables éxitos, tanta polémica en el país.
Hace veintitrés años, el 11 de marzo de 1987, Don Miguel Rodríguez y Díaz de Quintana, Licenciado en Derecho e Historiador, vecino de Las Palmas de Gran Canaria, presenta ante el Ministerio de Justicia una solicitud de rehabilitación del marquesado de Las Carreras, “siendo el exponente pariente consanguíneo legítimo del primero y último poseedor legal” (3).
Como soporte de su petición, el solicitante presenta un árbol genealógico, “que se compromete a documentar en el plazo señalado por la Ley”. En dicho árbol se reseña que Pedro Santana, padre del general, nacido en Las Palmas, habría contraído un primer matrimonio con Bárbara Rodríguez Ruíz, naciendo de esta unión en 1790 Miguel Rodríguez de Santa Ana (o Santana), que habría quedado en la citada isla. De este Miguel se hace descender en línea recta el pretendiente al II marquesado de Las Carreras. Una vez emigrado a La Española, el padre del general Santana contrajo, en 1800, segundas nupcias con Petrona Familia Carrasco, de la que nació el futuro general y marqués.
El 22 de septiembre de 1988, el Ministro de Justicia dicta una resolución, comunicada en esa misma fecha al interesado por el Subsecretario del Departamento, informándole que, “habiendo transcurrido el periodo legal de prueba sin que el peticionario haya documentado su pretensión, procede tener al expresado señor Don Miguel Rodríguez y Díaz de Quintana por apartado, en razón a no haber aportado los documentos justificativos de su derecho”.
Estimamos que una concesión nobiliaria de tanta significación para la historia de España en América, no debería perderse en la noche de los tiempos.
A los genealogistas dominicanos les incumbe la tarea de encontrar el heredero de mejor derecho del Primer Marqués de Las Carreras, y a Su Majestad el Rey Don Juan Carlos la renovación de la concesión de la merced, ya que jurídicamente, bajo la legislación actual, no es posible utilizar el procedimiento de la rehabilitación al llevar el título vacante más de 40 años.
S.M. el Rey D. Juan Carlos I.
Vencedor incuestionable de los haitianos en cuantas ocasiones se enfrentó a ellos, no son pocos los que piensan, pese a todo, que el general Pedro Santana Familia, Primer Presidente Constitucional de la República Dominicana, Teniente General del Ejército Español y Capitán General de Santo Domingo, Marqués de las Carreras, fue, en unas circunstancias harto difíciles y complicadas, el auténtico salvaguarda de la identidad dominicana.
También la Historia, a veces, se escribe con renglones torcidos.
1)Eduardo González Calleja y Antonio Fontecha Pedraza, “Una Cuestión de Honor – La polémica sobre la anexión de Santo Domingo vista desde España (1961-1965)”. Ediciones Fundación García Arévalo, Santo Domingo 2005, pag. 64.
2)Testamento de Pedro Santana Familia, publicado por Paula Joaquín de Hensch en “Historia Dominicana”, recogido en www.mocanos.net
3) Expediente del título “Marqués de las Carreras”, obrante en el Archivo Central del Ministerio de Justicia, de Madrid, reproducción oficial íntegra en el Archivo Privado del Autor.
Dr. D. Francisco M. de las Heras y Borrero, Presidente de la Diputación de Linajes de esta Casa Troncal.
19 11, 2010

EL GENERAL PEDRO SANTANA,PRIMER MARQUÉS DE LAS CARRERAS, Y LA IDENTIDAD DOMINICANA (I).

Por |2020-11-13T03:48:51+01:00viernes, noviembre 19, 2010|

Por el Dr. Francisco M. de las Heras y Borrero, Presidente de la Diputación de Linajes de esta Casa Troncal.
-Primera Parte-
La historia de la independencia de los antiguos territorios americanos pertenecientes a la Corona de España está llena de luces y sombras. Estos procesos, contrariamente a como luego se reescribe la historia, no son rectilíneos ni los hechos sucedieron conforme a un guión predeterminado. En las mismas familias encontramos sentimientos opuestos y diferentes. A favor o en contra, dentro o fuera del proceso de independencia no es fácil de distinguir.
La parte española de la isla de Santo Domingo, más tarde República Dominicana, no fue una excepción a lo anteriormente expuesto.
EL MARQUESADO DE LAS CARRERAS EN SU CONTEXTO HISTÓRICO.
Obtenida su independencia de España el 1 de diciembre de 1821, sin tan siquiera disparar una bala, tras una época en la que la metrópolis se había prácticamente desentendido de su colonia (época conocida como la “España boba”), la República Dominicana cae enseguida en poder de Haití.
José Núñez de Cáceres.
El 9 de Febrero de 1822, a tan sólo 39 días de haberse proclamado la independencia por José Núñez de Cáceres, el nuevo estado fue invadido por 12,000 efectivos del ejército haitiano. Se pisoteaba la soberanía dominicana, que pasa a llamarse Haití Español. Así se iniciaba la dura tribulación, que por 22 largos años sufrirían los dominicanos, bajo la dictadura del Presidente Jean Pierre Boyer, y que no terminaría hasta el 27 de Febrero de 1844, fecha en la que capitula la fuerza de ocupación extranjera y se proclama la independencia. La Fiesta Nacional dominicana quedó fijada en ese día, siendo la única república hispanoamericana que no celebra su separación de España, sino su independencia del dominio de otro país.
Jean Pierre Boyer.
Fue la dura lucha por la emancipación de Haití la que forjó, en gran medida, la nacionalidad dominicana. Lograda la victoria sobre sus vecinos, el peligro de una nueva invasión estaba siempre presente. Los haitianos, a regañadientes, habían asumido su derrota, pero las incursiones y escaramuzas militares siguieron siendo continuas.
El 21 de abril de 1849, se produjo un crucial enfrentamiento, escenificado en la cercanía de Baní, en el lugar denominado Las Carreras, entre las fuerzas haitianas comandadas por el entonces Presidente Vitalicio Faustino Souluque, que a los pocos meses se proclamaría emperador bajo el título de Faustino I, y las fuerzas dominicanas comandadas por Pedro Santana, asistido por Francisco del Rosario Sánchez y Ramón Matías Mella. El ejército haitiano, compuesto por 4.000 soldados, tuvo que batirse en retirada. Esta amplia victoria, que daría nombre años más tarde al título nobiliario que la Reina Isabel II otorgó al general Santana, supuso la consolidación de la soberanía de la joven nación.



Faustino I.



Con el temor latente de una guerra abierta con Haití, y en medio de una grave crisis financiera, el gobierno dominicano, tras varios intentos fallidos con EEUU y Francia, busca una tutela externa en España.
A partir de octubre de 1858 el gobierno dominicano, con el general Santana a la cabeza, se fija como objetivo conseguir que España otorgase protección a su antigua colonia. El 27 de abril de 1859, Santana dirigió una carta a su “Grande y Buena Amiga” la Reina Isabel, en la que abogaba por “una más perfecta unión con la que fue nuestra madre (…) Yo y la gran mayoría de esta nación estamos dispuestos a tomar cualquier medida que sea adecuada para asegurar el bienestar del pueblo dominicano y los intereses de España en sus posesiones americanas” (1) .
¿Qué estaba sucediendo para que el Presidente Constitucional de un país que comenzaba a estrenar su soberanía, conseguida con un elevado coste de sacrificios y privaciones, dirigiese semejante misiva a su antigua potencia colonial? .
General Pedro Santana.
Un mes antes de dirigirse en términos tan angustiosos a la Reina de España, Pedro Santana, el 26 de marzo, había recibido un mensaje de Faustino I, Emperador de Haití, en el que “en nombre de la humanidad y de nuestro interés común –decía el haitiano- tomo la iniciativa de una correspondencia que espero pondrá fin a las crueles disensiones que nos desgarran desde hace, pronto, doce años”. Soulouque dice tenderle “una mano amiga”, preguntándose “por qué no enviar ante mí diputados, o recibir los míos, para establecer las bases de una reconciliación”, en aras a los intereses de “la patria común” (2) .
 La idea de Faustino I era clara, conseguir a toda costa la unificación de la isla, y ya sabían los dominicanos por la experiencia pasada lo que ello entrañaría: la disolución total de su identidad.
Carta de Faustino I al Gral. Pedro Santana.
Esta carta, recibida, como decimos, justo un mes antes del famoso escrito de Santana dirigido a la Reina Isabel II, implorando “una más perfecta unión con la que fue nuestra madre”, tiene una importancia capital para entender la situación de temor y pánico del gobierno dominicano ante el país vecino. El peligro era real y se percibía como inminente. Había, con astucia, que buscarse un escudo protector a cualquier precio, y asegurar así “el bienestar del pueblo dominicano”, todo antes que caer de nuevo en las garras haitianas. La carta de Faustino I a Pedro Santana, que comentamos, pese a su enorme interés, duerme en los estantes del Archivo General de la Nación, en Santo Domingo, sin que haya retenido la atención o curiosidad de ningún estudioso.
Isabel II.
En octubre de 1860, el ministro de Estado dominicano Pedro Ricart y Torres visitó a Serrano en el Palacio de los Capitanes Generales de La Habana y le urgió a la anexión o al anuncio de un protectorado español sobre el país, con algunas condiciones: la no ampliación del sistema antillano a la isla, la obtención del estatuto de provincia del Reino, la garantía de empleo de los nativos en el Ejército y en la Administración Civil, la amortización del papel moneda depreciado y el reconocimiento de la validez de todos los actos de gobierno republicano desde 1844 (3).
El general Serrano transmitió de inmediato estas condiciones a Madrid, respondiendo el entonces presidente del Consejo, General Leopoldo O’Donnell, que en aquellos momentos la incorporación no era una decisión oportuna.
General Leopoldo O´Donnell.
Pero a inicios de marzo de 1861, Pedro Santana decidió forzar la situación y, sorprendiendo a todos, de forma unilateral renuncia a la soberanía dominicana y proclama la adhesión a España en un comunicado fechado el 18 de ese mismo mes dirigido al gobierno español: “El Pueblo y el Gobierno dominicano acaban de proclamar su unión a la Monarquía española, declarándose súbditos de S.M. la Reina y enarbolando de uno y otro extremo del País el pabellón de Castilla con el entusiasmo de un Pueblo que tras largos padecimientos y un porvenir sombrío busca resuelto el alivio, el reposo y la salvación de grandes riesgos en una empresa de muchos años acariciada como plena realización de un destino y cumplida satisfacción de naturales sentimientos”.
Ese mismo día, Pedro Santana dirigió una proclama a los dominicanos: “La España nos protege, su pabellón nos cubre, sus armas se impondrán a los extraños; reconoce nuestras libertades, y juntos las defenderemos, formando un solo pueblo, una sola familia, como siempre fuimos”. Su intencionalidad, al adoptar tan grave decisión, era clara y no admite dudas. Se buscaba, desesperadamente, una protección frente a “los extraños”, una protección frente a la amenaza haitiana.
La anexión se verificó, no sin cierto alborozo, como un acto de proclamación, tras ratificarse la medida por los Ayuntamientos de la República entre el 21 y el 26 de marzo.
Pasada la sorpresa, e incluso desconcierto, inicial, y pese a la incómoda posición internacional que dicha circunstancia le ocasionaba, sobre todo con sus antiguas colonias al poderse interpretar la anexión como una vuelta al pasado, el gobierno español acepta el hecho consumado, pues no era posible “volver el rostro a un Pueblo desgraciado, exponerle a ser presa de ambiciones extranjeras, desoír el grito de unión (…) y las señaladas pruebas que ha dado siempre de su nunca extinguido amor a España”, ya que eso equivaldría a “romper con las gloriosas tradiciones de nuestra historia y desmentir nuestra constante y aplaudida hidalguía” (Exposición del gobierno del general O’Donnell, elevada a Isabel II el 19 de mayo de 1861).
Las cancillerías de Perú, Nicaragua, Bolivia, Colombia y Venezuela, reclamaron de inmediato que la América democrática se presentase unida y firme en la custodia de los principios invocados en el proceso emancipador. Sin embargo, Argentina se limitó a desear que los propios dominicanos con su actitud enérgica expulsasen a los españoles, mientras que Chile motivó su reticencia a involucrarse en enfrentamientos con las potencias extranjeras.
Con este trasfondo internacional, Pedro Santana, que había sido nombrado Teniente General del Ejército Español y Capitán General de Santo Domingo, juró su cargo el 8 de agosto de 1861 ante el general Serrano, Capitán General de Cuba, desplazado para este acto a la capital dominicana.
Pedro Santana jura como Capitán General.
Al poco tiempo, se tuvo noticias de los primeros descontentos populares, que serían el preludio del inicio de la guerra de restauración de la soberanía, como fue conocida esta etapa histórica. Sin embargo, esta contienda no sería una clásica guerra contra un invasor extranjero. La presencia de España se justificaba por la petición expresa del gobierno legítimo dominicano. Partidarios y adversarios de esta presencia se encontraban repartidos entre todas las clases sociales. La guerra de restauración tuvo las características de una auténtica guerra civil.
Pronto el gobierno español comprobaría, decepcionado, que la realidad dominicana era distinta a lo que se le había hecho creer y que Pedro Santana, movido por el deseo de poner a su país al abrigo de las ambiciones haitianas, había actuado de forma personal sin evacuar las oportunas consultas populares.
El grito, llamando a las armas, lanzado el 16 de agosto de 1863 por un puñado de revolucionarios patriotas desde el cerro de Capotillo, donde se enarboló la bandera dominicana al son de una diana y con redobles de tambores, sería la confirmación palpable de este rechazo popular y el inicio formal de las hostilidades entre las tropas españolas y el ejército restaurador.
En todo caso, pese a las diferencias políticas, los sentimientos de uno y otro lado, incluso en los momentos más difíciles, siempre fueron cálidos. «Entre el pueblo dominicano y la nación española no puede existir ni animosidad ni odio. Los dominicanos no han tenido jamás la intención de empañar el brillo de las armas españolas. Si entre dos pueblos ligados ayer por estrechas relaciones y profundas simpatías se ha empeñado hoy una lucha fatal, la culpa de ello, si culpa hay, no es ni del uno ni del otro» – escribía, próximo ya el final de la contienda, a la Reina Isabel II, el 3 de enero de 1865, el gobierno formado en Santiago de los Caballeros por los patriotas dominicanos. La belleza y profundidad de estas palabras ponen de manifiesto, sin ningún género de dudas, el afecto que ambas partes se profesaban, incluso en el fragor de la contienda.
No obstante, la arriesgada y fallida decisión adoptada por Pedro Santana trajo como consecuencia, paradójicamente, la salvaguarda de la soberanía del país, lograda, con carácter definitivo, al poner fin España a su presencia en la ex colonia, materializada mediante Ley de 30 de abril de 1865, “ya que –según su exposición de motivos- fue una ilusión la creencia de que el pueblo dominicano en su totalidad o en su inmensa mayoría apeteciera y sobre todo reclamara su anexión a España”. Pero para entonces, la presencia española había disuadido la posibilidad de nuevas invasiones y la República Dominicana ya había logrado reforzar las bases de sus señas de identidad: lengua, religión católica y cultura hispana, todo ello puesto en peligro por el vecino haitiano, que, además, iniciaba una etapa de franco y continuo declive. De no haber adoptado el general Santana en aquellos momentos de peligro tan polémica decisión, tal vez la evolución de los acontecimientos hubiera sido muy diferente a lo que finalmente fue.
1)Todos los documentos oficiales de los gobiernos español y dominicano, que citamos en el presente trabajo, relativos a la cuestión de Santo Domingo, se encuentran actualmente depositados en el Congreso de los Diputados de Madrid, y vienen recogidos en la obra de los profesores Eduardo González Calleja y Antonio Fontecha Pedraza, “Una Cuestión de Honor – La polémica sobre la anexión de Santo Domingo vista desde España (1961-1965)”, Ediciones Fundación García Arévalo, Santo Domingo 2005. Esta obra es, de lejos, la que mejor analiza y documenta aquel periodo poco claro y desconocido para la mayoría de los españoles, pese a la trascendencia e importancia que tuvo en su momento.
2)Archivo General de la Nación, Santo Domingo, República Dominicana. Copia oficial certificada en el Archivo Personal del Autor.
3) Eduardo González Calleja y Antonio Fontecha Pedraza, “Una Cuestión de Honor – La polémica sobre la anexión de Santo Domingo vista desde España (1961-1965)”. Ediciones Fundación García Arévalo, Santo Domingo 2005, pag. 37.
18 11, 2010

PRIMERA REUNIÓN EN SEVILLA DE LOS ASOCIADOS DE ANDALUCÍA, DE LA REAL ASOCIACIÓN HIDALGOS DE ESPAÑA.

Por |2020-11-13T03:48:51+01:00jueves, noviembre 18, 2010|

La Real Asociación de Hidalgos de España celebró la primera reunión de sus asociados de Andalucía, en el incomparable marco del Real Círculo de Labradores y Propietarios de Sevilla, a las doce de la mañana del pasado día 13 de noviembre de 2010, festividad de San Leandro, primer obispo de la Ciudad.
Con el beneplácito de la Junta Directiva de la Real Asociación, los hidalgos andaluces vieron cumplida la ilusión de celebrar su primera reunión y disfrutar del primer puchero preparado en su tierra.
A los actos, además de sus asociados, asistieron miembros de otras corporaciones , así como personas muy destacadas en el mundo de las Ciencias Heróicas y la nobiliaria de la zona sur de España.
Ésta se inicia con el recibimiento de los asistentes, por parte de don Antonio María González-Pacheco y Vázquez y don Fernando de Herrera y Hume, abriéndose la misma con unas palabras del señor González-Pacheco que, en su calidad de Secretario del Real Círculo de Labradores, transmitió un cortés saludo en representación del Presidente del centenario club, don Antonio Rodríguez de la Borbolla y Vázquez, dando la bienvenida a todos los presentes, iniciando los actos.
En la reunión se tocaron temas concernientes a la Real Asociación, contemplándose, entre otros, la posibilidad de que esta reunión , en la ciudad hispalense, se repitiese con cierta periodicidad.
La misma finalizó con unas palabras de agradecimiento del señor De Herrera y acto seguido, tras las correspondientes fotografías para inmortalizar el evento, tuvo lugar el tradicional “puchero” en el restaurante del Real Círculo de Labradores que transcurrió entre amenas charlas de los asistentes, que se mostraron muy ilusionados y satisfechos por la celebración del evento.
Como colofón, el señor González-Pacheco hizo un brindis culminado con los gritos de ¡viva España ! y ¡viva el Rey!.
La Casa Troncal con la publicación de este pequeño artículo, aplaude la iniciativa de Hidalgos de España, felicitando a todos sus asociados de Andalucía por tan entrañables y brillantes actos.
17 11, 2010

UNA RÉPLICA DEL SOLAR DE LAS CALDERAS.

Por |2020-11-13T03:48:52+01:00miércoles, noviembre 17, 2010|

A propósito de la polémica sostenida por Don José Antonio Dávila y García-Miranda con Don Luís Pinillos Lafuente.
Desde Perú, Don Guillermo Eduardo Martínez de Pinillos y Llontop, Señor Divisero del Solar de Tejada y Las Calderas de Pinillos, dirige a este Blog una réplica destinada a Don José Antonio Dávila y García-Miranda, a propósito de la polémica mantenida con Don Luís Pinillos Lafuente, relativa al libro de éste último, “Valdeosera, el Solar de las Trece Divisas”.
En realidad, la réplica debe adjudicarse a los responsables de este Blog y de la selección de las ilustraciones que acompañaron al escrito del Sr. Dávila y García-Miranda, autor, exclusivamente, del texto y sin ninguna responsabilidad en la selección de las ilustraciones.
Blasón del Solar de las Calderas.
Evidentemente, al no haber puesto títulos en las imágenes, se puede pensar que la última correspondía, también, a Tejada o Valdeosera. Para nosotros era evidente que pertenecía a Las Calderas, y queríamos, así, dejar, a modo de homenaje, una huella visual de este ilustre solar riojano, tan unido en la historia a Tejada y Valdeosera.
Aceptamos, no obstante, con toda humildad, las quejas del Sr. Martínez de Pinillos, al que le pedimos disculpas, lamentando la confusión que hayamos podido ocasionar.
En cualquier caso, nos alegramos del pequeño incidente reseñado para poner a disposición del Solar de Las Calderas las páginas amigas del Blog de esta Casa Troncal, a donde el Sr. Martínez de Pinillos puede hacernos llegar ecos de su historia, actividades y cuantos datos de relieve se nos quiera referir.




Libro de Becerro del Solar de las Calderas.

 

A continuación, reproducimos el texto íntegro del Sr. Don Guillermo Eduardo Martínez de Pinillos y Llontop, seguido de las ilustraciones que, gentilmente, nos remite:
“Estimado Señor, JOSÉ ANTONIO DÁVILA Y GARCÍA-MIRANDA, en el Blog 12 linajes de Soria, en la réplica que usted hace a Don Luis Pinillos Lafuente, a quien no tengo el gusto de conocer a pesar de llevar mi apellido, exhibe una serie de argumentos refutando los del Sr. Pinillos. Muy bien, en toda su argumentación no toca para nada el Solar de Las Calderas pero sí exhibe un documento que pertenece a dicho Solar, me refiero al que figura al final y que podría pensarse que pertenece a Tejada o a Valdeosera, y no es así.



Acta de la reunión del 11 de noviembre de 2009.



Conozco personalmente los Documentos de Las Calderas ya que los he tenido en mis manos, los mismos que se encuentran en el Instituto de Estudios Riojanos en Logroño. El erróneo concepto que el Solar de Las Calderas ya no existe es porque muy pocas personas saben que sus legítimos herederos están vivitos y coleando como decimos en mi tierra, permítame la expresión, y en Torrecilla en Cameros aun se celebra como nosotros en Perú el día de San Martín, Patrono del Solar, el mismo que se ha venido celebrando todos los años, los días 11 de noviembre, desde 1507 fecha que figura en el libro que ustedes exhiben así como también el registro de Juan Martínez de Pinillos, primer divisero del solar asentado en dichos libros y a la sazón mi decimo segundo abuelo.



Documentación del Instituto de Estudios Riojanos.



Me permito adjuntarle la fotografía original de dicho libro, y el registro de mi persona en los libros del Solar en la reunión que se efectuó en Torrecilla el 11 de noviembre de 2009.
Para cualquier consulta sobre el Solar de Las Calderas no dude en contactarme o visitar mi Blog:  http://www.solardelascalderas.blogspot.com/
Atentamente,
Guillermo Eduardo Martínez de Pinillos y Llontop
Divisero de Tejada y Las Calderas de Pinillos”



Documento origen de la polémica.



Esperamos, y deseamos vivamente, que en un futuro podamos dar cumplida noticia de las actividades del Antiguo Solar de Las Calderas y de sus ilustres caballeros diviseros, como es nuestro deseo.
16 11, 2010

ACTOS PATROCINADOS POR «SAN CLEMENTE Y SAN FERNANDO».

Por |2020-11-13T03:48:52+01:00martes, noviembre 16, 2010|

La institución hispalense «Orden de Caballeros de San Clemente y San Fernando» convoca, a todos los interesados, a la conferencia que impartirá su Gran Maestre Protector S.E.R. Don Juan Jose Asenjo y Pelegrina, Arzobispo de Sevilla, en el Real Alcazar, el Viernes 19 a las 19,00. horas.
La misma tratará sobre » La Iglesia en España y el papel de los laicos» .
Está previsto que acudan las primeras autoridades civiles, militares y religiosas de la ciudad.
Esta entrañable institución, recientemente, y con motivo del año Santo Compostelano, acudió en peregrinación a Santiago de Compostela.
Los actos fueron presididos por el Prior de la institución en Galicia, D. Luis Quinteiro y Fiuza, Arzobispo de Tui-Vigo. Quien llamó a Capitulo a todos los miembros en la Concatedral de Vigo.



La corporación en Santiago durante la peregrinación.
(Fotografia de Arte Sacro).
Posteriormente y ante el Santo, el Presidente-Regidor, D. Antonio María González-Pacheco y Vázquez, hizo la correspondiente ofrenda al Patrón de España, con unas emotivas palabras, entregando al Cabildo Catedralicio un obsequio fernandino, en conmemoración de este Año Santo.
Finalizó la Peregrinación con un almuerzo de hermandad en el Hostal de los Reyes Católicos, de esa bonita ciudad.
15 11, 2010

VI JORNADAS INTERNACIONALES DE ESTUDIO.

Por |2020-11-13T03:48:52+01:00lunes, noviembre 15, 2010|

ZARAGOZA – CALATAYUD – TOBED.
( 27 – 30 DE ABRIL DE 2011 ).
El Centro de Estudios de la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén convoca las VI JORNADAS DE ESTUDIO sobre esta misma Orden, que tendrán lugar en Zaragoza, Calatayud y Tobed, durante los días 27 al 30 de abril de 2011, prosiguiendo así la labor emprendida con las Primeras Jornadas de Estudios, llevadas a cabo en 1991.
Estas VI Jornadas se estructuran en torno a las tres ponencias tradicionales: Historia, Arte y Espiritualidad, y serán objeto de estudio tanto la Orden Canonical del Santo Sepulcro de Jerusalén, en sus ramas masculina y femenina, como la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén.
A estas tres ponencias se suma una cuarta ponencia, ya desarrollada en las V Jornadas, Mil Años de Devoción al Santo Sepulcro en España: Cofradías y Hermandades, con la que se pretende profundizar en la devoción hispánica hacia el Santo Sepulcro de Jerusalén a través de las numerosas cofradías y hermandades que se han ido creando a lo largo de los siglos.
Por último, y como novedad de estas VI Jornadas, se incorpora una quinta ponencia titulada Actualidad, que tiene como objetivo dar a conocer las actividades espirituales y de atención social que llevan a cabo las Canonesas Regulares del Santo Sepulcro y la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén.
La cuota normal de inscripción es de 40 Euros. Para los miembros del Centro de Estudios de la Orden del Santo Sepulcro es de 30 Euros. La cuota reducida para estudiantes universitarios y licenciados en paro es de 20 Euros. Aquellos participantes que presenten comunicaciones están exentos del pago de cuota de inscripción.
Tanto el plazo de inscripción como el envío de comunicaciones a cualquiera de las cinco ponencias, concluye el 31 de enero 2011. Más información puede ser solicitada a la Secretaría de las VI Jornadas en el Centro de Estudios de la Orden del Santo Sepulcro, Plaza de San Nicolás, 3, 50001 – ZARAGOZA, Teléfono y fax: 976 298846. Correo electrónico: centroeoss@yahoo.es
El Centro de Estudios de la Orden del Santo Sepulcro carece de fines lucrativos y tiene como objeto principal fomentar y difundir los estudios sobre las órdenes Canonical y de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén en sus aspectos históricos, artísticos, espirituales y sociales, promoviendo la celebración de Jornadas de Estudio, Congresos y Simposio, procurando becas y bolsas de estudio y creando un archivo histórico de la Orden y una biblioteca especializada.
El logotipo del Centro de Estudios, contiene las dos cruces de la Orden del Santo Sepulcro –Patriarcal y de Jerusalén- dentro del octógono, símbolo de la Resurrección de Cristo.
14 11, 2010

EL OBISPO AFRANCESADO.

Por |2020-11-13T03:48:53+01:00domingo, noviembre 14, 2010|

Por D. Bernardo Lozier Almazán, Presidente de Relaciones Internacionales del Capítulo de la República Argentina de esta Casa Troncal.

«Nos D. Antonio Tavira y Almazán, por la Gracia de Dios y por la Santa Sede Apostólica, Obispo de Salamanca y del Consejo de Su Majestad».
Con este solemne encabezamiento, Su Señoría Ilustrísima el Obispo de Salamanca daba a conocer una Carta Pastoral, fechada en el Palacio Episcopal el 4 de junio de 1801, dirigida «A todos los fieles de nuestra Diócesis, y señaladamente a  los naturales y vecinos de esta Ciudad, y demás pueblos donde hacen mansión, ó por donde transitan las Tropas auxiliares Francesas, salud y bendición en el Señor».
D. Antonio Tavira y Almazán.
Aquella Pastoral aconsejaba a la grey salamantina «sobre el modo con que debíais recibir y tratar a las Tropas de una Nación unida con la nuestra en firme alianza y amistad…» por cuanto «El Rey, pues. por razones del Estado, que debemos respetar todos, ha tratado con su aliada la República Francesa, y se propone hacer de común acuerdo esta guerra. . . ».
El ilustre prelado se refería al tratado de San Ildelfonso, por el cual España y la República francesa se habían aliado con fines ofensivos y defensivos contra el reino de Inglaterra, firmado el 18 de agosto de 1796, por don Manuel de Godoy Alvarez de Faría Ríos Sánchez y Zaragoza, más recordado como el tristemente célebre Manuel Godoy, Príncipe de la Paz, favorito del Rey Carlos IV, y el general Domingo Perignon, conde Perignon, a la sazón embajador francés en Madrid.
D. Manuel Godoy, Príncipe de la Paz.
En virtud de aquel tratado, el Obispo informaba que Francia había enviado «las Tropas que han pasado por esta Ciudad y Provincia, y quedan todavía algunas, y se esperan otras…», con la advertencia de que «es la voluntad del Rey que se comporten con la debida consideración hacia estos aliados», agregando para mayor abundamiento que «no dejaremos de deciros también que va el honor de toda la Nación, en que vosotros deis pruebas de la benignidad y dulzura de sus costumbres».


Carlos III



No obstante aquellas zalamerías, el Señor Obispo no ignoraba la aversión que el pueblo español le profesaba a los franceses y a las ideas libertarias de la república, razón por la cual los exhortaba a que: «No os dexeis seducir, amados fieles míos, de los que quieran sorprender vuestro candor y buena fe con excitar en vosotros un zelo falso», comprometiéndose a que «todo el Clero Secular y regular de nuestra Diócesis coadyubarán, según nuestras intenciones, a disipar todas las impresiones contrarias que pudieran traer muy tristes y funestos efectos…» El documento fue rubricado, según las formas: «Antonio Obispo de Salamanca»30.
Los acontecimientos que sucedieron a la Pastoral de Monseñor Antonio Tavira y Almazán fueron el fiel testimonio de que aquel Obispo estaba confundido, ya que la Francia de 1801 no abrigaba tan cándidas intenciones como las que pregonaba. El español llano ya lo había intuido.
Carlos IV.
No solamente aquel prelado estuvo confundido, así fue como – por aquel tiempo – Manuel Godoy hizo que España se embarcara en la aventura bonapartista, aportando 15 navíos de línea y 24.000 hombres. La batalla naval en aguas de Trafalgar, donde la flota hispano-francesa fue derrotada por la inglesa, significó el ocaso del poderío marítimo de España. Pero todo ello no serviría de escarmiento.
Carlos IV, débil de carácter y pusilánime, influenciado por la ambición sin límites de Godoy, aceptó una nueva propuesta de Napoleón, recordada como el tratado de Fontainebleu. Esta vez sería la invasión de Portugal y el infame reparto de sus dominios.
Todo terminó cuando las tropas «aliadas» francesas resolvieron quedarse en España en virtud de los oprobiosos sucesos de Bayona, durante los que, abdicación de Carlos IV por medio, y la renuncia de su hijo Fernando, la corona Española quedó en manos de Napoleón, quien la deposita graciosamente en la testa de su hermano, José Bonaparte,  recordado por la cuchufleta española con el mote de «Pepe botellas».
José I.
Pero el águila imperial de Napoleón no lograría doblegar al pueblo español que, olvidando aquella desafortunada Carta Pastoral, se levantó en armas contra el invasor francés, el 2 de mayo de 1808, logrando la reconquista tras seis años de muy cruenta lucha.
Los archivos episcopales guardan la emotiva esquela que le enviara el «Comandante Ayudante Xefe del Estado Mayor», de las tropas francesas, a «Vuestra Señoría el Obispo de Salamanca», manifestándole que «ha llegado a mis manos un exemplar del discurso Pastoral que VI ha dirigido a sus Diocesanos con motivo de la entrada de las Tropas Francesas en los Dominios del Rey de España. ¡Cuan dulces y consoladoras, Monseñor, la moral que los Ministros como Vos predican en nombre de una Región de amor y concordia!»31.
Nuestro deslucido personaje, don Antonio Gerónimo de Tavira y Almazán, había nacido en el pueblo de Iznatorafe, Jaén, donde fue bautizado el 5 de octubre de 1737. Su origen le permitió vestir el hábito de la Orden de Santiago; su vocación religiosa hizo que fuera sacerdote, en cuyo carácter se desempeñó como Capellán de Honor y Predicador de Su Majestad, alcanzando la dignidad de Obispo diocesano de Salamanca. Su hermano, el caballero de la Orden de Carlos III, don Pedro Fernando de Tavira y Almazán, también tuvo destacada actuación, cumplida en la Corte, donde ejerció el cargo de Oficial de la Secretaría de Estado de Su Majestad32.
Ambos eran hijos de don Andrés Vicente de Travira y Majón, casado en Albadalejo, el 15 de octubre de 1736, con doña Agueda de Almazán e Ibáñez, que había recibido las aguas bautismales en Beas de Segura el 28 de octubre de 1715, siendo fruto del matrimonio de Pedro de Almazán y Muñoz, también nacido en Beas de Segura, el 7 de junio de 1671, y Quiteria Ibañez Llavero, natural del mismo lugar33.

Armas de Napoleón I.

Por aquellos tiempos, las malas lenguas aseguraban que el Obispo afrancesado, durante sus frecuentes pesadillas, era atormentado por horribles sueños en los que se le aparecía un enorme águila  – semejante a la napoleónica – que posándose sobre un frondoso árbol picoteaba sus frutos con insaciable voracidad. Los más chismosos e insolentes también murmuraban que aquellos frutos eran manzanas.

30) Reproducida en el Telégrafo Mercantil del Río de la Plata, del martes 27 de octubre de 1801.
31) Idem.
32) Casado con María Teresa Acosta y Montealegre, fueron padres de Agustín de Tavira y Acosta, caballero de Carlos III.
33) Arch. Hist. Nac. de Madrid.- Secc. Ordenes. Exp. Nº 10.818, año 1799. Pedro de Almazán Muñoz fue admitido en el Estado Noble y empadronado como tal en 1702, año en que tomó la vara de Alcalde Noble de Beas. Fue hijo de Pedro de Almazán y Martínez, n. Beas de Segura, casado con María Rodríguez de San José y Muñoz (hija de Juan Rodríguez Palencia y Agueda Muñoz). Nieto de Rodrigo de la Cruz Almazán y Catalina Martínez.
13 11, 2010

RECTIFICACIONES A LA ASCENDENCIA Y ARMAS DE UN CABALLERO DE SANTIAGO.

Por |2020-11-13T03:48:53+01:00sábado, noviembre 13, 2010|

Por D.Alexis Rolando Arévalo Vergara, Caballero Linaje de esta Casa Troncal.
I. INTRODUCCIÓN.
Mediante este artículo busco rectificar la ascendencia y armas de mi antepasado don José Vázquez Franco de la Parra y Santa Marina, Caballero de la Orden de Santiago en 1818. Este personaje figura en el importante libro “Caballeros de la Orden de Santiago que efectuaron sus pruebas de ingreso durante el siglo XIX”, del distinguido genealogista D. Vicente de Cadenas y Vicent.
En dicho libro se indica que el Caballero de Santiago tuvo por bisabuelo paterno paterno al Capitán D. Fernando Vázquez-Franco y Millán, quien a su vez era nieto de un tal “Sancho Díaz Franco, que obtuvo Privilegio de nobleza y uso de armas que no se describen en 30 de setiembre de 1585”. Este asunto acarrea un grave problema, para todo aquel amante de la genealogía y de la historia; ya que, nos encontramos ante un vacío generacional. Además del rarísimo asunto, de que este Caballero de Santiago no contaría con un blasón descrito.
Sin embargo, recientemente he tenido la oportunidad de leer el expediente original de ingreso de mi antepasado a la citada Orden de Santiago, tesoro histórico que guarda innumerables y valiosos datos familiares. Es de este modo, que he podido descubrir la verdadera genealogía y armas que si se describen del linaje de los Vázquez Franco, de Sevilla.
II. GENEALOGÍA.
El linaje de los Vázquez-Franco inicia en:
1. Don Sancho Díaz-Franco, Caballero Hijodalgo notorio. Natural de Burgos, España. Mediante Real Privilegio del Emperador Carlos V fechado el 23-VIII-1523, se le concedía para él, sus hijos y descendientes, el aditamento de “Nobles” e “Ilustres”, así como el uso de “Coronel sobre el Escudo de las Armas de su casa y familia de Franco, en premio y remuneración de los loables servicios y hazañas”. Estas especiales concesiones, propias solo de la nobleza titulada, fueron otorgadas por sus leales servicios en el ejército imperial durante las guerras de las Comunidades de Castilla (1520-1521); y la guerra en Lombardía; participando en la decisiva Batalla de Pavía el 24-II-1525, en la que resultó prisionero el Rey Francisco I de Francia. Fue padre de:
2. Don Andrés Díaz Franco, que sirvió con “gran valor y lealtad” en la Batalla de Lepanto el 7-X-1571 contra los Turcos Otomanos; en la que resultaron victoriosos los cristianos, frenando así el expansionismo de los musulmanes en el Mediterráneo occidental. En este combate naval también participaría el eminente escritor español don Miguel de Cervantes Saavedra, autor de “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha”, quien no tuvo mucho suerte en la lucha dado que perdería el uso de su mano izquierda, de ahí su apelativo de “manco de Lepanto”. Fue padre de:
3. Don Francisco Franco, natural de Burgos, que obtuvo confirmación del Privilegio de uso de Coronel (Corona) sobre sus armas de nobleza por S.M. El Rey Felipe II de España en 30-IX-1585. Casó con doña María Fernández, fueron padres de:
4. Don Juan Francisco Franco y Fernández, que casó con doña Sebastiana de Flores Eslava y Vázquez Rañon, natural de la villa de Palma. Fueron padres de:
5. Don Benito Martín Franco y Vázquez Rañon, que casó con doña Ana Millán Vázquez, fueron padres de:
Árbol Genealógico de D. José Vázquez-Franco
6. Don Fernando Vázquez-Franco y Millán, natural de Chucena, Huelva. Sirvió en el Ejército Real, logrando el rango de Capitán, según patente del 10-XI-1704. Casó en Huelva, el 24-IX-1668, con doña María Ruiz de los Santos y López, de su misma naturaleza. Fueron padres de:
7. Don Mateo Vázquez-Franco y Ruiz de los Santos, nacido en Chucena el 22-I-1675. Casó en Sevilla, el 7-II-1714, con doña María Jacinta Franco y Vargas-Machuca, nacida en Sevilla el 20-IX-1683; hija legítima de don Francisco Franco y Bejarano y de doña Agueda Josefa Sánchez-Durán y Vargas-Machuca. Fueron padres de:
8. Don Francisco Vázquez-Franco y Franco, nacido el 14-VI-1724 en Sevilla. Hidalgo en Chucena, “según acuerdo y certificación de 5-X-1764, para seguir en los goces de sus ascendientes”. Casó en Sevilla el 20-IX-1753 con doña Inés de la Parra y Payán, hija legítima de D. José Carlos de la Parra y Aranda, hidalgo en los padrones de Alcalá de la Alameda de 1756 a 1761 y Señor del Mayorazgo de Santa Marina y doña María Payán Franco. Fueron padres de:
9. Don José Vázquez-Franco de la Parra y Santa Marina, Caballero de la Orden de Santiago. Fue bautizado en la Parroquia de Santa Ana, Barrio de Triana, Sevilla el 1-V-1756. Fue Señor del Mayorazgo de Santa Marina en Triana, Sevilla; a pesar de su acomodada situación decide servir en el ejército al igual que sus antepasados. Ingresado ya en el ejército es enviado al Virreinato del Perú, lugar donde formaría una familia que perdura hasta nuestros días. Llegó a ser Coronel del Regimiento de Milicias de Dragones del Rey en el Partido de Condesuyos de Arequipa desde el 22-III-1780; Teniente Coronel de Ejército desde el 22-IV-1786, Coronel Agregado del Regimiento de Caballería de Milicias Disciplinadas de Arequipa desde el 8-IV-1796. Fue asimismo el último Corregidor y posteriormente primer Subdelegado del Partido de Condesuyos de Arequipa. Armó dos escuadrones de Dragones del Rey, construyó un Cuartel y Cárcel, e hizo innumerables donativos a la corona, durante la guerra contra Francia. Por sus muchos méritos y servicios, el Rey Fernando VII de España lo nombró Caballero de la Orden de Santiago en 1818. Testó en Arequipa el 7-X-1818. Seguía figuraba con su rango militar en la Guía de Forasteros de Madrid de 1821. Casó en Majes, Arequipa el 24-III-1776 con doña María Martina Vázquez de la Rocha y Tapia Lasso de la Vega. Hija de D. Juan José Vázquez de la Rocha y Zúñiga, General del Ejército de S.M. y Corregidor de Condesuyos, y de doña Inés de Tapia Padilla y Lasso de la Vega. Fueron padres de:
10. Doña María Josefa Vázquez-Franco de la Rocha y Santa Marina, nacida en Arequipa, Perú ca. 1780 y fallecida en Arequipa, Perú el 29-XII-1838. Casó en Arequipa ca. 1803 con D. Antonio José de Bernardo y Estremadoyro, nacido en Pontevedra, Reino de Galicia, ca. 1763, y fallecido en Arequipa, Perú el 1-X-1816. Fue Contador Perpetuo de la Real Aduana de Arequipa (1803 – 1816). Hijo de D. Josef de Bernardo y de doña María Ventura Estremadoyro. Fueron padres de:
11. Don Manuel José Estremadoyro y Vázquez de la Rocha, nacido en Arequipa, Perú el 10-V-1812 y fallecido en Arequipa, Perú el 13-IX-1865. Fue Coronel del Ejército del Perú y Comandante General de la División de Reservas de la Plaza de Arequipa. Casó en Huaraz, Ancash ca. 1854 con doña María González de Aguilar y González de Mendoza, hija de D. José Mariano González de Aguilar y Larrea y de doña Norberta González de Mendoza y Alzamora. Fueron padres de:
12. Don Víctor Manuel Estremadoyro y González de Aguilar, nacido en Huaraz, Ancash, Perú el 6-III-1858 y fallecido el 29-X-1903. Fue Miembro de la Junta de Notables del Departamento de Ancash. Casó en Huaraz, Ancash ca. 1880 con doña María Trinidad Rodríguez de la Viuda y González, hija de D. Juan Rodríguez de la Viuda, Alcalde de Huaraz y Tesorero Fiscal del Departamento de Ancash, y de Doña Juana González Díaz y López de Olaza. Fueron padres de:
13. Doña Zoila Mercedes Estremadoyro y Rodríguez de la Viuda, nacida en Huaraz, Ancash, Perú el 6-XI-1884, y fallecida en Barranco, Lima el 14-XII-1958. Casó en Huaraz, Ancash ca. 1900 con el Dr. D. Carlos Antolín Mercedes Robles y Jiménez, Magistrado de la Corte Superior de Ancash y Senador Suplente del Departamento de Ancash. Nacido el 23-IX-1876, y fallecido en Huaraz, Ancash el 22-II-1945. Hijo del Dr. D. Antolín Robles y Lugo (Huaraz, 1853 – Lima, 1931), Magistrado de la Corte Suprema de Justicia, Diputado y Alcalde de Huaraz, y de doña Teresa Jiménez y Busos-Mexía Yrigoyen, n. Huaraz, 1858 y f. Lima, 1914. Fueron padres de:
14. Doña Justa Nelly Mercedes Robles Estremadoyro, nacida en Huaraz, Ancash el 6-VIII-1924. Es Socia Activa de la Benemérita Sociedad Fundadores de la Independencia, Vencedores el 2 de Mayo de 1866 y Defensores Calificados de la Patria. Casó en Miraflores, Lima el 30-VIII-1950 con el Dr. D. Jorge Alejandro Vergara Lévano, Magistrado de la Corte Superior de Piura y Tumbes, y Alcalde de la Provincia de Contralmirante Villar, Tumbes. Nacido en Ica, Perú el 27-X-1923 y fallecido en Lima, Perú el 20-XII-1984. Hijo de D. José Natividad Vergara Uceda y de Doña Marcelina Lévano Vizarreta. Fueron padres de:
15. Doña Marcela Leticia Vergara Robles, Baronesa de Arévalo y Orbe, nacida el 15-VI-1961. Es Socia Activa de la Benemérita Sociedad Fundadores de la Independencia, Vencedores el 2 de Mayo de 1866 y Defensores Calificados de la Patria. Casó en Santiago de Surco, Lima el 1-II-1986 con el Contador Público D. Rolando Homero Arévalo Montalván, Barón de Arévalo y Orbe, del reino de Georgia y Caballero Gran Cruz de la Orden del Águila de Georgia y la Túnica Inconsútil de Nuestro Señor Jesucristo, nacido el 23-XI-1957, hijo de D. Arquímedes Arévalo Gardini y de doña Lilliam Montalván Vásquez. Son padres de:
16. Don Alexis Rolando Arévalo Vergara, nacido en San Borja, Lima, el 7.V.1987. Autor del presente artículo.
III. ARMAS DE LOS VÁZQUEZ-FRANCO.
Las armas de los Vázquez-Franco de Sevilla, es la que corresponde al linaje de los Francos que eran originarios de Germania, y que vinieron a la Conquista de Aragón en tiempos del Rey D. Alonso, asentándose una rama en el Arzobispado de Burgos, siendo el más conspicuo de sus miembros don Sancho Díaz-Franco, tronco del linaje y que luego se extendería a Andalucía y al Perú. Su Escudo era una cruz hueca y floreteada de gules, cantonada de cuatro flores de lis de azur mirando hacia el centro; en campo de oro; y coronada con una Corona de Hijodalgo. Esta información la extraje del expediente de ingreso a la Orden de Santiago de mi antepasado D. José Vázquez-Franco de la Parra, quien incluye entre sus muchas pruebas de nobleza, las certificaciones dadas por el Cronista Rey de Armas D. Josef Alonso de Guerra y Villegas, dada en Madrid el 1 de enero de 1704; así como la del Cronista Rey de Armas D. Francisco Josef de la Rua y Astorga, dada en Madrid el 15 de enero de 1765.
Fue el antepasado más remoto de estos Vázquez-Franco, el mencionado don Sancho Díaz-Franco, quien obtuvo grandes privilegios para su casa y descendientes; prueba de ello es el Real Privilegio del Emperador Carlos V fechado el 23-VIII-1523, en el que se le concedía para él, sus hijos y descendientes, el aditamento de “Nobles” e “Ilustres”, así como el uso de “Coronel sobre el Escudo de las Armas de su casa y familia de Franco, en premio y remuneración de los loables servicios y hazañas”. Todos estos honores fueron confirmados a don Francisco Franco (nieto del anterior), por Real Privilegio del Rey Felipe II de España, el 30-IX-1585.
Resulta fascinante para aquellos estudiosos de la heráldica española, encontrarse con un hijodalgo que tuviera derecho al uso de una corona sobre sus armas y no el simple yelmo; en especial por el hecho de que según la normativa española, solo un noble titulado (Duque, Marqués, Conde, Vizconde o Barón) puede colocar una corona sobre sus respectivas armas. Sin embargo, aquí nos encontramos ante una rareza y excepción de la heráldica española en la que sí se permite a un hijodalgo hacer uso de una corona, diferente obviamente a la de la nobleza titulada. Esta corona es una corona muy sencilla que puede ser descrita como la del Barón pero sin el brazalete de perlas, es decir un círculo de oro. Aunque sencillo es una corona al fin y al cabo, cosa rarísima que solo era permitida a poquísimos nobles. Asimismo, es derecho de todo Caballero de Santiago colocar detrás de sus armas la cruz de gules de dicha Orden Militar, privilegio propio de estos caballeros, quienes orgullosos llevaban siempre en el pecho la venera y en sus armas la distintiva cruz del santo patrono de España.
IV. FUENTES.
– Archivo Histórico Nacional, OM-CABALLEROS_SANTIAGO,MOD.137
– Arévalo Vergara, Alexis Rolando. “Ascendencia y descendencia del Crnl. D. José Vázquez-Franco de la Parra y Santa Marina, Caballero de la Orden de Santiago y último Corregidor de Condesuyos-Arequipa”. En: Algunas Familias de la Costa, Sierra y Selva del Perú. Lima: Edición Privada, 2010, p. 56-78.
– Barriga, Víctor M. Memorias para la historia de Arequipa (1790-1793). Relaciones de las Visitas del Intendente de Arequipa Don Antonio Álvarez y Jiménez. Tomo II. Arequipa: La Colmena S.A., 1946, p. 10-11
– Cadenas y Vicent, Vicente de. Caballeros de la Orden de Santiago que efectuaron sus pruebas de ingreso durante el siglo XIX. Madrid: Hidalguía, 1993, p. 156-158.
– Guía de Forasteros en Madrid para el año de 1821. Madrid: Imprenta Nacional, 1821, p. 197.
12 11, 2010

BÉCQUER Y SUS LEYENDAS SORIANAS.

Por |2020-11-13T03:48:53+01:00viernes, noviembre 12, 2010|

Por D. Bernardo Lozier Almazán, Presidente de Relaciones Internacionales del Capítulo de la República Argentina de esta Casa Troncal.
«Ego te baptizo in nomine Patris, et Filie, et Spiritus Sacti».Con aquellas sacramentales palabras, ungido con los óleos de los catecúmenos y las benditas aguas derramadas sobre su cabeza, aquel párvulo sostenido en brazos de su madrina,recibió la gracia y el carácter de cristiano de manos del cura párroco en la pila bautismal de la Iglesia de San Lorenzo de Sevilla, el 27 de febrero de 1836.
Así fue como aquel niño también recibió los nombres de sus santos tutelares, Gustavo Adolfo, manifestando con estridentes berridos que era consciente del tremendo significado espiritual de aquella ceremonia.
El acta bautismal, asentada en el registro parroquial de aquel año de 1836, testimonia que Gustavo Adolfo había nacido el 17 de ese mismo mes y año y que era hijo legítimo habido en el matrimonio formado por José Domínguez Bécquer y María Antonia Inchausti y Bausá, siendo su madrina Manuela Monahay.
La existencia de Gustavo Adolfo Domínguez Bastida estuvo signada por la adversidad desde sus comienzos, cuando a los cinco años perdió a su padre, y a su madre cuatro años después, circunstancias que indudablemente forjaron su temperamento melancólico y retraído. Durante los primeros años de orfandad, Gustavo Adolfo, vivió bajo la tutela de Manuela Monahay, su madrina en la pila bautismal, quien despertó su vocación por las letras mediante el estímulo de la lectura de autores clásicos como Chateaubriand, Lamartine, Heine y otros románticos franceses, alemanes y españoles que en alguna medida influyeron en su futura obra poética.
Gustavo Adolfo, que sustituyó sus apellidos por el de Bécquer, de vieja estirpe flamenca, llegó a ser uno de los poetas mas conocidos y populares del movimiento romántico español.
La fama en las letras de Gustavo Adolfo Bécquer trascendió – sobre todo – por sus «Leyendas», relatos en prosa plenos de idealismo y fantasía y por sus «Rimas» de intenso romanticismo.
Las leyendas de Bécquer son notables por su sobriedad de expresión y castizo lenguaje castellano, que se puede apreciar en: Maese Pérez el organista, La cruz del diablo, El Cristo de la calavera, La ajorca de oro, El miserere, La corza blanca, Los ojos verdes, o el Rayo de luna.
En esta última – donde la acción responde a las características del cuento tradicional¬ – hace gala de un gran conocimiento de la región soriana, su historia y sus leyendas, como cuando se refiere a que en el «Duero, que pasaba lamiendo las carcomidas y oscuras piedras de las murallas de Soria, hay un puente que conduce de la ciudad al antiguo convento de los Templarios»(22), o aquellas otras alusiones que hace en «Los ojos verdes» a la ermita de San Saturio, el legendario Santo Patrono de Soria (23), ciudad de la que hace una evocativa descripción de sus calles como si su vida hubiera transcurrido en aquel lugar.
¿Qué recónditos vínculos lo unían a Soria y su remoto pasado, para que su influjo le inspirara sus más románticas leyendas?
Solamente una incursión por los misteriosos ríos de la sangre, de este poeta sevillano, nos podrá conducir hasta las ocultas fuentes que nutrieron su atávica inspiración.
Comencemos esta búsqueda, recordando que su abuelo había sido José Domínguez Bécquer, casado con María Antonia Inchausti y Bausá, como ya lo viéramos anteriormente.
Haciendo un nuevo avance en sus ancestros podemos establecer que, aquel abuelo paterno, era hijo de don Julián Domínguez, quien había contraído matrimonio con doña Mencía Bécquer y Díez de Tejada.
Doña Mencía, por su parte, era hija del caballero veinticuatro de Sevilla, don Martín José Becquer y Tamaríz y doña Ursula Díez de Tejada y Almazán, encontrándonos aquí – de buenas a primeras – con la cepa soriana del apellido solariego de Almazán.
Hallada la vertiente castellana de Gustavo Adolfo Bécquer, debemos remontarla para alcanzar sus orígenes.
Dispuestos a continuar, veremos que Ursula Díez de Tejada y Almazán, era hija del capitán José Díez de Tejada y Trujillo24, casado, el 12 de septiembre de 1707, con doña Francisca de Almazán y Lasso de Castilla25, VII vizcondesa del Castillo de Tajo(26), habida en el matrimonio de don Francisco Pedro Gil de Almazán y Altamirano(27), casado en Antequera, el 28 de junio de 1678, con doña Clara Mansilla y Lasso de Castilla(28); para abreviar los vértigos de este ascenso, diremos que era séptima nieta de don Pedro I, el Cruel, Rey de Castilla.
Establecida la veta castellana de Gustavo Adolfo Bécquer y su vinculación genealógica con los Almazán nos animamos a emprender una incursión en su paterna ascendencia flamenca: los Becquer.
Habíamos dicho que Ursula Díez de Tejada y Almazán fue la esposa de Martín José Bécquer y Tamaríz, ahora podemos agregar que éste era hijo de don Juan Antonio Bécquer y Bernal y doña Josefa Mencía Tamaríz y Vargas; nieto de otro Juan Antonio Becquer y Aldaba y doña María Bernal y Céspedes, y bisnieto de Antonio Bécquer y Bécquer Banst y Ducerf, alguacil mayor del Santo Oficio de la Inquisición, quien vistió el hábito de la Orden de Calatrava desde 1643.-( 29).
Mediante el trabajoso ascenso a este frondoso árbol genealógico, hemos podido establecer que Gustavo Adolfo era dos veces Bécquer, razón por la cual suponemos que fue motivo de que prevaleciera y desplazara a su patronímico paterno apellido, Domínguez, según viéramos al comienzo. No obstante, el peso ancestral del linaje flamenco de Bécquer no pudo menguar la fuerza atávica de su cepa castellana que inspiró sus leyendas sorianas.
Armas de los Bécquer.
Gustavo Adolfo Bécquer terminó su desarreglada existencia el 22 de diciembre de 1870, víctima de una prolongada tisis que le arrebató la vida cuando contaba 34 años, pero su genio literario se perpetuará mientras perduren las almas sensibles que vibren de emoción bajo el influjo de su poesía.
22) En Soria actualmente se puede contemplar la magnífica iglesia de San Polo, perteneciente al antiquísimo convento de los Templarios, a que hace mención G. A. Becquer.
23) Zamora Lucas, Florentino.- Es autor de una recopilación de «Leyendas de Soria» en donde se reproducen las cinco leyendas de G. A. Becquer que se refieren a esa región. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Centro de Estudios Sorianos, 1971.
24) Hijo de Roque Díez de Tejada, Regidor Perpetuo de Antequera y Familiar del Santo Oficio de la Inquisición. Descendiente del noble linaje originario de la Casa Solar de Tejada en Valdeosera.
25) Parroquia de Santa María la Mayor, de Antequera (Málaga). Libro de matr. VI, fol 442, part. Nº 17.
26) Título que heredó de Fernando Mansilla de Urbina, VI vizconde del Castillo de Tajo, quien falleció sin sucesión. Este título fue convertido en condado del Castillo de Tajo a partir de 1750.
27) Su hidalguía, originaria en la Casa Solar de Almazán, le fue reconocida por el Real Cédula otorgada por S. M. Carlos V, el 3-11-1545.
28) Hija del caballero de Santiago, Antonio Mansilla y de Isabel Lasso de Castilla, hija ésta última de Diego Lasso y Toledo, caballero de la Orden de Calatrava y Clara Pacheco y Rejón de Silva.
29) Su hermano, Manuel Becquer y Becquer Banst y Ducerf, ingresó a la Orden de Alcántara en 1643. Las armas del linaje de Becquer son: En campo de azur, un chevrón de oro, cargado de cinco estrellas de azur, y componado de dos hojas de trébol de oro en los cantones del jefe, y de una corona, también de oro en punta.
11 11, 2010

LOS DOCE LINAJES DE SORIA Y OTROS LINAJES CASTELLANOS.

Por |2014-07-27T19:59:34+01:00jueves, noviembre 11, 2010|

La profesora de la Universidad de Valladolid, Dra. María Ángeles Sobaler Seco, en su magnífica tesis doctoral sobre la Casa Troncal de los Doce Linajes de Soria , nos dice que “en todos los casos en que los linajes urbanos tuvieron el doble carácter de asociaciones oligárquicas y estructuras de poder, contaron con una organización interna cuyo fin era obtener el ejercicio compartido de sus derechos y capacidades, ya fuera la selección e integración de las familias de la oligarquía, la distribución de oficios municipales de mayor o menor relevancia, o el disfrute de prerrogativas propias y exclusivas.”
Iglesias y conventos eran las sedes para dar cabida a las reuniones de estas asociaciones, que además, servían para otros actos sociales y religiosos.
En diferentes localidades de Castilla y Extremadura existieron, hasta bien entrado el siglo XVI, organizaciones de linajes nobles de caballeros para decidir sobre el reparto de cargos municipales y otros beneficios. La frecuencia de sus reuniones y el momento de celebración estuvieron directamente relacionados con la amplitud de sus prerrogativas.
En Segovia, escribe la profesora Sobaler, “la progresiva pérdida de control de las regidurías por los linajes de Día Sanz y Fernán García, condujo a que concretaran sus reuniones anuales a tres juntas para tratar de aquellos asuntos en que aún tenían mano” (los días de Año Nuevo, San Martín y San Lázaro).
En Arévalo, los cinco linajes –Briceño, Montalvo, Sedeño, Tapia y Berdugo- se reunían al primer viernes del año, a la puesta del sol, cada uno en su parroquia correspondiente, para celebrar las sesiones de admisión de nuevos caballeros que probasen su hidalguía, así como proceder a los nombramientos a que tenían derecho.
En Valladolid, sus dos linajes Tovar y Reoyo se reunían el día de Año Nuevo en La Mayor y en el convento de San Pablo, respectivamente, para decidir sobre la elección de oficios y la admisión de nuevos miembros.
En Medina del Campo, nos cuenta la profesora Sobaler, “los integrantes de cada uno de los siete linajes –Benito, Mercado, Morejón, Sancho Ibáñez, Pollino, Barriento y D. Castellano- celebraban sus reuniones por separado, en distintas iglesias, conventos y hospitales de la ciudad, para la elección del regidor del linaje y nombramiento de escribano público, (…) sayones andadores, mayordomo y otros oficios”.
En Ciudad Rodrigo, los linajes Garci-López y los Pacheco se distribuían las regidurías locales de modo que cuando quedaba vacante algún regimiento, el linaje al que le correspondía elegía el nuevo regidor, pero notificándolo al otro linaje para que en el plazo de dos días esta elección fuese ratificada por los regidores de ambos linajes, elevándose en este momento la correspondiente petición de confirmación real.
En Trujillo, el nombramiento de oficios se realizaba mediante un reparto desigual, doblando las ventajas del linaje Altamirano frente a los linajes Bejarano y Añascos.
Los cambios y alteraciones en la organización que con el paso del tiempo se irían produciendo en de estas instituciones son debidas, según la profesora Sobaler, “al progresivo avance del intervencionismo regio en la designación de oficios, la creación y venta de nuevos empleos, y la extensión de la práctica de la “renuncia”, además de las tensiones y conflictos internos en el seno de los linajes y en ocasiones, la fuerza de familias de la alta nobleza asentadas en la ciudad concreta”.
Con el paso de los años, estas asociaciones de caballeros, a medida que fueron perdiendo su capacidad de intervención política, fueron quedando reducidas a una cofradía de la media y baja nobleza local, organizando y supervisando los procedimientos de selección e ingreso de nuevos miembros.
Caso único en este panorama fue el de los Doce Linajes de Soria que mantuvieron su derecho al nombramiento de regidurías y procuraciones en Cortes, junto a otros oficios municipales, y al reconocimiento del grupo noble tradicional, y todo ello pese a que la Corona lograra abrirse paso, por otras vías, en la política local.
La conservación de buena parte de sus prerrogativas y capacidades, concluye la profesora Sobaler, fue determinante para “la pervivencia de una organización interna, regulada y ordenada, que se prolongó durante toda la época moderna”.
1 La tesis se encuentra publicada por la Junta de Castilla y León, año 2007, bajo el título “Oligarquía y Poder en Soria – La Institución de los Doce Linajes en los siglos XVI y XVII”.
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