-Segunda Parte-
EL GENERAL PEDRO SANTANA, PRIMER MARQUÉS DE LAS CARRERAS.
Pedro Santana Familia había nacido en la región fronteriza con Haití, en una comunidad llamada Hincha (hoy territorio haitiano), el 29 de junio del año 1801. Fue hijo de Pedro Santana, de origen canario, y Petronila Familia, propietarios de tierras en dicha zona. Alrededor de 1805, la familia Santana se trasladó al Cibao, y luego a El Seibo en la parte oriental del país, donde regentaron explotaciones ganaderas. Muy pronto, el futuro marqués de Las Carreras y su hermano gemelo Ramón abrazaron el noble oficio de las armas. El 14 de noviembre de 1844, tras sacudirse el yugo haitiano, Pedro Santana se convierte en el primer Presidente Constitucional de la República Dominicana.
General Pedro Santana.
Eduardo González Calleja y Antonio Fontecha Pedraza escriben en su magnífica obra “Una Cuestión de Honor” (1) , que el 8 de agosto de 1861 “tuvo lugar en la capital dominicana un acto solemne en el Palacio Nacional donde (…) Serrano otorgó a Santana la Gran Cruz de la Orden Americana de Isabel la Católica y el marquesado de Las Carreras”.
Sin duda alguna, los citados autores no corroboraron este extremo, el de la concesión del marquesado, en el Archivo Central del Ministerio de Justicia, en donde figura, en el expediente relativo al título de Marqués de Las Carreras, que tal merced se concedió con posterioridad a la fecha por ellos indicada. En efecto, no fue hasta el año siguiente, el 28 de marzo de 1862, que la Reina Isabel II otorga el marquesado de Las Carreras “al Teniente General Don Pedro Santana para sí y sus sucesores, libre del pago del impuesto especial, al que están sometidas las concesiones nobiliarias”.
De la creación de este título se dio cuenta a las Cortes el 1 de abril del mismo año, y se dispuso la toma de razón del Real Despacho por la Cancillería de Indias, resolviéndose que se ingresase la cantidad de 1314 reales con doce céntimos en la Hacienda Pública por derechos de expedición. Difícilmente, pues, el general Serrano podría haberle hecho entrega a Pedro Santana del marquesado siete meses antes de su creación. Pocos meses después del otorgamiento de la merced nobiliaria al general Santana, Isabel II concede el 24 de noviembre de 1862 a Serrano el ducado de la Torre del Homenaje de Santo Domingo por su eficaz conducta durante la anexión.



General Serrano.
 El general Santana, cuyo carácter autocrático se avenía mal con su papel de autoridad delegada y constatando el desacuerdo de España con sus métodos represivos, que incluso le habían llevado a fusilar, entre otros patriotas, al patricio Francisco del Rosario Sánchez y a la heroína María Trinidad Sánchez, ofreció su dimisión como Capitán General de Santo Domingo el 7 de enero de 1862, alegando razones de salud. La dimisión le fue aceptada el 28 de marzo siguiente, otorgándosele en ese acto, en recompensa por los servicios prestados, el marquesado de Las Carreras. Finalmente, ante lo complicada que se iba volviendo la presencia de España en la isla, dimitiría de todos sus cargos el 23 de mayo de 1864.
El marqués de Las Carreras, título por el que nunca sintió un especial apego un hombre de acción como era el general Santana, falleció repentinamente en Santo Domingo, en su residencia de la hoy calle Hostos esquina calle Luperón, en la zona colonial, el 9 de junio de 1864, casi un año antes de la retirada total de España de la República Dominicana. Fue enterrado cerca de su domicilio, en la fortaleza próxima a la Torre del Homenaje.



Gereral Gregorio Luperón,  Héroe de la Restauración.



Desde 1978 sus restos mortales reposan por decisión, muy discutida, del Presidente dominicano Joaquín Balaguer Ricardo en el Panteón Nacional, una antigua iglesia de la Compañía de Jesús en la inigualable calle de Las Damas de la Ciudad Primada de América. La Cámara de Diputados de la República Dominicana aprobó, el 19 de agosto del 2009, tras un vivo debate, una resolución en la que solicita al Presidente Leonel Fernández ordenar el traslado de los restos del general Pedro Santana desde el Panteón Nacional a la iglesia Nuestra Señora del Rosario, de El Seibo. No nos consta que, hasta la fecha, el Presidente Fernández haya ordenado la ejecución de esa medida, tan polémica como la decisión originaria.
El presidente Leonel Fernandez y el ex-presidente Joaquin Balaguer en la juramentacion del primero el 16 de agosto de 1996.
Pedro Santana había contraído dos uniones matrimoniales, la primera con Micaela Antonia Rivera y la segunda con Ana Zorrilla, no dejando descendencia de ninguno de ambos enlaces, aunque sí, al parecer, una prole natural, difícilmente identificada y no reconocida.
El 13 de marzo de 1862, el general Santana otorga testamento ante el Escribano Público José María Pérez, quien “requerido para ello” -según consta en el preámbulo de dicho documento- se trasladó “a la morada del Excelentísimo Señor Capitán General Gobernador Civil de esta isla, condecorado con la Gran Cruz de la Real Orden Americana de Doña Isabel la Católica, Don Pedro Santana, a quien encontramos en pie y sana salud y por tanto en el libre ejercicio de sus facultades intelectuales” (2) . Como podemos apreciar, el notario hace referencia a su condecoración de Isabel La Católica sin mencionar para nada el marquesado de Las Carreras, prueba inequívoca de que éste todavía no había sido otorgado.
El general Santana comienza el testamento mediante su identificación personal, seguida de una proclamación de fe religiosa: “Mi nombre, es como ya queda dicho, Pedro Santana, natural de Hincha en esta misma isla, hijo legítimo y de legítimo matrimonio de los Señores Pedro Santana y Doña Petrona Familia ya difuntos, de religión cristiana, Católica Apostólica Romana, en cuya fe y creencia he vivido y protesto vivir y morir. Dejo la forma de mi entierro, funerales y demás oficios que hayan de hacerse en bien de mi alma a disposición de mis albaceas”.
En sus diferentes cláusulas testamentarias hace un minucioso reparto de sus bienes entre sus familiares y allegados, entre los que cita a su hermano Florencio y a su tía Dominga, así como a sus sobrinos Manuel y Rafael, a quienes nosotros consideramos hijos de su hermano Ramón, ya fallecido al momento de testar el general Santana:
“Declaro que tengo un hermano legítimo llamado Florencio Santana, que es mudo, demente, paralítico y en un estado que no tiene acción a ninguna clase de materia por sí mismo; el cual se halla al cuidado de mi tía Doña Dominga Familia, de edad septuagenaria. En consecuencia, es mi voluntad que después de sacar del Hato del Prado el número de bestias que lego a mis ahijados Santos, Juan José y Gerardo, se destinen para los alimentos de mi referido hermano y mi tía Dominga durante vivieren, la mitad de los animales, es decir, bestias, ganados y cerdos que componen el mencionado Hato del Prado (…) y dispongo que la casa que poseo en la Ciudad del Seíbo, en donde ellos actualmente habitan, continúen habitándola mientras vivieran”.
Respecto de sus sobrinos Manuel y Rafael decía:
“ Declaro que dejo a mis sobrinos Manuel y Rafael Santana y a sus ahijados Gerardo y Juan José de la Cruz Zorrilla, todo lo que fuere de mi uso, como prendas, ropa, armas, muebles de cualquier especie y naturaleza, a excepción de una cadena grande de oro que se entregará a mi hija política Doña Loriana Febles”.
En la última cláusula de su testamento, y para dejar constancia de su apego a España, declara ser su voluntad “que tan pronto como yo falleciere, se entregue a la primera autoridad de esta provincia Española, la Espada de Honor que (me) dedicó el Pueblo Dominicano, para que sea remitida al Excelentísimo Sr. Capitán General Don Francisco Serrano”.
Tras el fallecimiento del general Santana, y ante la falta de solicitud de sucesión en el marquesado, una resolución del Ministerio de Gracia y Justicia de 3 de marzo de 1871 decretaba el anuncio de la vacante en dicha merced, a fin de que pudiera ser solicitada por el heredero de mejor derecho. Tras una segunda publicación, que también resultó desierta, el título quedó definitivamente vacante.
No sabemos por qué razón ningún sobrino del general Santana solicitó la sucesión en el marquesado de Las Carreras. Recién recuperada la soberanía dominicana, y en plena exaltación patriótica, es muy posible que nadie quisiese significarse tan marcadamente por su españolismo, solicitando la sucesión en un título nobiliario otorgado a un hombre que había levantado, pese a sus indudables éxitos, tanta polémica en el país.
Hace veintitrés años, el 11 de marzo de 1987, Don Miguel Rodríguez y Díaz de Quintana, Licenciado en Derecho e Historiador, vecino de Las Palmas de Gran Canaria, presenta ante el Ministerio de Justicia una solicitud de rehabilitación del marquesado de Las Carreras, “siendo el exponente pariente consanguíneo legítimo del primero y último poseedor legal” (3).
Como soporte de su petición, el solicitante presenta un árbol genealógico, “que se compromete a documentar en el plazo señalado por la Ley”. En dicho árbol se reseña que Pedro Santana, padre del general, nacido en Las Palmas, habría contraído un primer matrimonio con Bárbara Rodríguez Ruíz, naciendo de esta unión en 1790 Miguel Rodríguez de Santa Ana (o Santana), que habría quedado en la citada isla. De este Miguel se hace descender en línea recta el pretendiente al II marquesado de Las Carreras. Una vez emigrado a La Española, el padre del general Santana contrajo, en 1800, segundas nupcias con Petrona Familia Carrasco, de la que nació el futuro general y marqués.
El 22 de septiembre de 1988, el Ministro de Justicia dicta una resolución, comunicada en esa misma fecha al interesado por el Subsecretario del Departamento, informándole que, “habiendo transcurrido el periodo legal de prueba sin que el peticionario haya documentado su pretensión, procede tener al expresado señor Don Miguel Rodríguez y Díaz de Quintana por apartado, en razón a no haber aportado los documentos justificativos de su derecho”.
Estimamos que una concesión nobiliaria de tanta significación para la historia de España en América, no debería perderse en la noche de los tiempos.
A los genealogistas dominicanos les incumbe la tarea de encontrar el heredero de mejor derecho del Primer Marqués de Las Carreras, y a Su Majestad el Rey Don Juan Carlos la renovación de la concesión de la merced, ya que jurídicamente, bajo la legislación actual, no es posible utilizar el procedimiento de la rehabilitación al llevar el título vacante más de 40 años.
S.M. el Rey D. Juan Carlos I.
Vencedor incuestionable de los haitianos en cuantas ocasiones se enfrentó a ellos, no son pocos los que piensan, pese a todo, que el general Pedro Santana Familia, Primer Presidente Constitucional de la República Dominicana, Teniente General del Ejército Español y Capitán General de Santo Domingo, Marqués de las Carreras, fue, en unas circunstancias harto difíciles y complicadas, el auténtico salvaguarda de la identidad dominicana.
También la Historia, a veces, se escribe con renglones torcidos.
1)Eduardo González Calleja y Antonio Fontecha Pedraza, “Una Cuestión de Honor – La polémica sobre la anexión de Santo Domingo vista desde España (1961-1965)”. Ediciones Fundación García Arévalo, Santo Domingo 2005, pag. 64.
2)Testamento de Pedro Santana Familia, publicado por Paula Joaquín de Hensch en “Historia Dominicana”, recogido en www.mocanos.net
3) Expediente del título “Marqués de las Carreras”, obrante en el Archivo Central del Ministerio de Justicia, de Madrid, reproducción oficial íntegra en el Archivo Privado del Autor.
Dr. D. Francisco M. de las Heras y Borrero, Presidente de la Diputación de Linajes de esta Casa Troncal.