Por D. Bernardo Lozier Almazán, Presidente de Relaciones Internacionales del Capítulo de la República Argentina de esta Casa Troncal.
«Ego te baptizo in nomine Patris, et Filie, et Spiritus Sacti».Con aquellas sacramentales palabras, ungido con los óleos de los catecúmenos y las benditas aguas derramadas sobre su cabeza, aquel párvulo sostenido en brazos de su madrina,recibió la gracia y el carácter de cristiano de manos del cura párroco en la pila bautismal de la Iglesia de San Lorenzo de Sevilla, el 27 de febrero de 1836.
Así fue como aquel niño también recibió los nombres de sus santos tutelares, Gustavo Adolfo, manifestando con estridentes berridos que era consciente del tremendo significado espiritual de aquella ceremonia.
El acta bautismal, asentada en el registro parroquial de aquel año de 1836, testimonia que Gustavo Adolfo había nacido el 17 de ese mismo mes y año y que era hijo legítimo habido en el matrimonio formado por José Domínguez Bécquer y María Antonia Inchausti y Bausá, siendo su madrina Manuela Monahay.
La existencia de Gustavo Adolfo Domínguez Bastida estuvo signada por la adversidad desde sus comienzos, cuando a los cinco años perdió a su padre, y a su madre cuatro años después, circunstancias que indudablemente forjaron su temperamento melancólico y retraído. Durante los primeros años de orfandad, Gustavo Adolfo, vivió bajo la tutela de Manuela Monahay, su madrina en la pila bautismal, quien despertó su vocación por las letras mediante el estímulo de la lectura de autores clásicos como Chateaubriand, Lamartine, Heine y otros románticos franceses, alemanes y españoles que en alguna medida influyeron en su futura obra poética.
Gustavo Adolfo, que sustituyó sus apellidos por el de Bécquer, de vieja estirpe flamenca, llegó a ser uno de los poetas mas conocidos y populares del movimiento romántico español.
La fama en las letras de Gustavo Adolfo Bécquer trascendió – sobre todo – por sus «Leyendas», relatos en prosa plenos de idealismo y fantasía y por sus «Rimas» de intenso romanticismo.
Las leyendas de Bécquer son notables por su sobriedad de expresión y castizo lenguaje castellano, que se puede apreciar en: Maese Pérez el organista, La cruz del diablo, El Cristo de la calavera, La ajorca de oro, El miserere, La corza blanca, Los ojos verdes, o el Rayo de luna.
En esta última – donde la acción responde a las características del cuento tradicional¬ – hace gala de un gran conocimiento de la región soriana, su historia y sus leyendas, como cuando se refiere a que en el «Duero, que pasaba lamiendo las carcomidas y oscuras piedras de las murallas de Soria, hay un puente que conduce de la ciudad al antiguo convento de los Templarios»(22), o aquellas otras alusiones que hace en «Los ojos verdes» a la ermita de San Saturio, el legendario Santo Patrono de Soria (23), ciudad de la que hace una evocativa descripción de sus calles como si su vida hubiera transcurrido en aquel lugar.
¿Qué recónditos vínculos lo unían a Soria y su remoto pasado, para que su influjo le inspirara sus más románticas leyendas?
Solamente una incursión por los misteriosos ríos de la sangre, de este poeta sevillano, nos podrá conducir hasta las ocultas fuentes que nutrieron su atávica inspiración.
Comencemos esta búsqueda, recordando que su abuelo había sido José Domínguez Bécquer, casado con María Antonia Inchausti y Bausá, como ya lo viéramos anteriormente.
Haciendo un nuevo avance en sus ancestros podemos establecer que, aquel abuelo paterno, era hijo de don Julián Domínguez, quien había contraído matrimonio con doña Mencía Bécquer y Díez de Tejada.
Doña Mencía, por su parte, era hija del caballero veinticuatro de Sevilla, don Martín José Becquer y Tamaríz y doña Ursula Díez de Tejada y Almazán, encontrándonos aquí – de buenas a primeras – con la cepa soriana del apellido solariego de Almazán.
Hallada la vertiente castellana de Gustavo Adolfo Bécquer, debemos remontarla para alcanzar sus orígenes.
Dispuestos a continuar, veremos que Ursula Díez de Tejada y Almazán, era hija del capitán José Díez de Tejada y Trujillo24, casado, el 12 de septiembre de 1707, con doña Francisca de Almazán y Lasso de Castilla25, VII vizcondesa del Castillo de Tajo(26), habida en el matrimonio de don Francisco Pedro Gil de Almazán y Altamirano(27), casado en Antequera, el 28 de junio de 1678, con doña Clara Mansilla y Lasso de Castilla(28); para abreviar los vértigos de este ascenso, diremos que era séptima nieta de don Pedro I, el Cruel, Rey de Castilla.
Establecida la veta castellana de Gustavo Adolfo Bécquer y su vinculación genealógica con los Almazán nos animamos a emprender una incursión en su paterna ascendencia flamenca: los Becquer.
Habíamos dicho que Ursula Díez de Tejada y Almazán fue la esposa de Martín José Bécquer y Tamaríz, ahora podemos agregar que éste era hijo de don Juan Antonio Bécquer y Bernal y doña Josefa Mencía Tamaríz y Vargas; nieto de otro Juan Antonio Becquer y Aldaba y doña María Bernal y Céspedes, y bisnieto de Antonio Bécquer y Bécquer Banst y Ducerf, alguacil mayor del Santo Oficio de la Inquisición, quien vistió el hábito de la Orden de Calatrava desde 1643.-( 29).
Mediante el trabajoso ascenso a este frondoso árbol genealógico, hemos podido establecer que Gustavo Adolfo era dos veces Bécquer, razón por la cual suponemos que fue motivo de que prevaleciera y desplazara a su patronímico paterno apellido, Domínguez, según viéramos al comienzo. No obstante, el peso ancestral del linaje flamenco de Bécquer no pudo menguar la fuerza atávica de su cepa castellana que inspiró sus leyendas sorianas.
Armas de los Bécquer.
Gustavo Adolfo Bécquer terminó su desarreglada existencia el 22 de diciembre de 1870, víctima de una prolongada tisis que le arrebató la vida cuando contaba 34 años, pero su genio literario se perpetuará mientras perduren las almas sensibles que vibren de emoción bajo el influjo de su poesía.
22) En Soria actualmente se puede contemplar la magnífica iglesia de San Polo, perteneciente al antiquísimo convento de los Templarios, a que hace mención G. A. Becquer.
23) Zamora Lucas, Florentino.- Es autor de una recopilación de «Leyendas de Soria» en donde se reproducen las cinco leyendas de G. A. Becquer que se refieren a esa región. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Centro de Estudios Sorianos, 1971.
24) Hijo de Roque Díez de Tejada, Regidor Perpetuo de Antequera y Familiar del Santo Oficio de la Inquisición. Descendiente del noble linaje originario de la Casa Solar de Tejada en Valdeosera.
25) Parroquia de Santa María la Mayor, de Antequera (Málaga). Libro de matr. VI, fol 442, part. Nº 17.
26) Título que heredó de Fernando Mansilla de Urbina, VI vizconde del Castillo de Tajo, quien falleció sin sucesión. Este título fue convertido en condado del Castillo de Tajo a partir de 1750.
27) Su hidalguía, originaria en la Casa Solar de Almazán, le fue reconocida por el Real Cédula otorgada por S. M. Carlos V, el 3-11-1545.
28) Hija del caballero de Santiago, Antonio Mansilla y de Isabel Lasso de Castilla, hija ésta última de Diego Lasso y Toledo, caballero de la Orden de Calatrava y Clara Pacheco y Rejón de Silva.
29) Su hermano, Manuel Becquer y Becquer Banst y Ducerf, ingresó a la Orden de Alcántara en 1643. Las armas del linaje de Becquer son: En campo de azur, un chevrón de oro, cargado de cinco estrellas de azur, y componado de dos hojas de trébol de oro en los cantones del jefe, y de una corona, también de oro en punta.