Plaza Mayor n° 6, Soria, España

Archivos mensuales: enero 2011

11 01, 2011

EL CONDADO DE QUINTA ALEGRE Y SU RELACIÓN CON LOS LINAJES SALVADORES Y CALATAÑAZOR.

Por |2020-11-13T03:48:41+01:00martes, enero 11, 2011|

Animamos nuestros Caballeros y Damas a que, siguiendo el ejemplo de Fernando Quinta Alegre, nos remitan una breve historia nobiliaria de sus apellidos en la seguridad que serán del interés de todos nosotros.
El Condado de Quinta Alegre y su relación con los Linajes Salvadores y Calatañazor.
Por el Dr. Fernando Molina y Alcalde, Caballero Linaje Salvadores
Conde de Quinta Alegre.
En el siglo XVIII en toda la América española se produjo la llegada de gran contingente de colonizadores provenientes del norte de la península ibérica, desde Galicia hasta el País Vasco y Navarra. En Chile los historiadores han llamado este nuevo flujo de gentes como la aristocracia castellano-vasca. Entre ellos está don Juan Alcalde y Gutiérrez que, aunque nacido en Durón, un pueblo de Guadalajara, su familia era originaria de Trasmiera, Santander.
Casi todos estos nuevos colonizadores, con muy pocas excepciones, antes de pasar a Indias, rendían una información de nobleza; así lo hizo don Juan Alcalde, aunque era hidalgo notorio en su pequeño pueblo de Durón; sus antepasados habían ganado una ejecutoria de nobleza en Valladolid en 1558(1). Los orígenes de la familia Alcalde han sido estudiados por Luis Vilar y Pascual(2) y Juan Mujica(3)
Llegó a Chile en 1729 con 22 años de edad dejando, sin duda, parientes pobres en la península. Cincuenta años más tarde al testar en 1780, dejó ricos legados a sus hermanos en Durón, Guadalajara: don Bernardo, don Antonio y doña Teresa Alcalde y Gutiérrez, todos casados allí.
Don Juan Alcalde y Gutiérrez después de ejercer el comercio por algunos años –lo que no estaba reñido para la nobleza del norte de España, casó con una distinguida señora de rancia alcurnia, nacida en el Virreinato del Perú, en Lima, doña Isabel Margarita de Rivera y Cabrera(4) . Era huérfana de padres y vivía en Santiago con una tía materna (5) , doña Adriana de Cabrera casada con un hidalgo catalán, don José de Montt y Rivera, que dejarían una distinguida prole, tres Presidentes de Chile y, entre otros, un santo, San Alberto Hurtado Cruchaga, canonizado en 2005 por S.S. Bendicto XVI -mi abuelo materno don Angel Alcalde Cruchaga era primo del santo.
La novia no tenía bienes de fortuna pero una enorme genealogía con las consabidas ejecutorias de nobleza (6) .
Palacio de Quinta Alegre.
La pareja tuvo ocho hijos, de los cuales cuatro tomaron estado religioso. Uno murió impúber y los otros tres se casaron, don Juan Ignacio, don José Antonio y doña Rosa.
Doña Rosa Alcalde y Rivera casó con don José Antonio de Lecaros y Rojas, de familia noble en el Reino de Navarra, con larga descendencia hasta el presente.
Don Juan Alcalde habiendo hecho fortuna en el comercio al por mayor, entre los puertos de El Callao, en el virreinato de Lima y Valparaíso en la Capitanía General de Chile, extendió aún más su haber cuando envió a su hijo don Juan Ignacio a Cádiz para hacerse cargo de las exportaciones a Chile. Su tutor en España era su compatriota don José de Toro Zambrano, uno de los grandes economistas en la Corte en Madrid y uno de los fundadores del Banco de San Carlos, antecesor del actual Banco de España. En ésta última institución se encuentra el retrato de Toro Zambrano hecho por Goya (7) . Sin duda que Toro le dio lecciones de finanzas a su joven apoderado Alcalde que las aplicó exitosamente en sus negocios desde la península a las Indias.
Los Alcalde, padre e hijos, habían alcanzado a ser la segunda fortuna de Chile, después de la del Conde de la Conquista, hermano del citado don José de Toro Zambrano, en la década de los 1760.
Su palacio en Santiago estaba en la calle de la Merced, llamada de los condes y cruzados, porque en esa vía vivía parte de la nobleza titulada y parte de los caballeros de las órdenes de caballería en la capital del Reino de Chile.
La mansión fue hecha por el italiano Joaquín Toesca que había sido enviado a Chile por Carlos III para construir el Palacio de la Moneda, donde se acuñaba el circulante de la Capitanía General. Toesca había empezado su carrera en el taller de Sabatini en Roma, uno de los arquitectos del Palacio Real de Madrid. Entre los edificios públicos que Toesca hizo en Chile está el del Tribunal del Consulado, hoy Museo de Arte Precolombino. El palacio que sería de la familia Alcalde por compra, lo hizo para el magnate guatemalteco que residía en Santiago, don Juan Ramírez de Saldaña. Era sin duda el mejor palacio privado de estilo neoclásico del Reino de Chile.
Don Juan Alcalde tenía otra propiedad, en las cercanías de la ciudad, hacia el poniente. Era una quinta con un extenso jardín italiano con estatuaria de mármol, lujo desconocido en Santiago. Desde esta propiedad, que estaba en un promontorio más alto que la ciudad, Fernando Brambilla, uno de los artistas de la expedición científica de Malaspina que mandó Carlos IV a sus colonias, hizo muchas vistas de Santiago e incluso de la Quinta Alegre como así se llamaba esta villa de recreo. Esta colección de dibujos se encuentra en la Real Academia de la Historia en Madrid.
Exterior de la Capilla de la Hacienda Familiar.
La quinta fue vendida por la familia a fines del siglo XIX y no quedan rastros del edificio ni de sus jardines.
Como uno de los hombres más notables y acaudalados de la Capitanía General, le fue ofrecido en 1763 uno de los cuatro títulos nobiliarios que Carlos III había dispuesto para los santiaguinos nobles que ayudaran a fundar nuevas villas en la frontera del río Bío-Bío. Este río dividía el Reino de Chile y las tierras de los araucanos al sur. Al sur de la Araucanía el Reino de Chile continuaba hasta el Polo Sur según los planos aprobados por el Emperador Carlos I y nunca modificados al respecto. Don Juan Alcalde pagó 20,000 pesos como donación para la fundación de cuatro villas nuevas; el 22 de octubre de 1767 Carlos III le otorgó por Real Cédula el título nobiliario de Conde de Quinta Alegre, con el Vizcondado previo de la Rivera. La Real Cédula venía con un anexo, un Real Despacho confirmatorio de Blasones para él y sus descendientes, armas privativas de los Alcalde descendientes del Conde de Quinta Alegre. El agraciado había elegido como denominación de su título nobiliario el de la quinta de recreo que tenía en tanta estima, Quinta Alegre.
El I Conde Quinta Alegre murió en Santiago en 1780 y fue enterrado en la Iglesia de la Merced; meses después sería el turno de la Condesa la que también fue enterrada al lado de su marido, cerca de presbiterio.
Fue sucedido por su hijo mayor, don Juan Ignacio Alcalde y Rivera, 2º Conde de Quinta Alegre, quien se había casado en Cádiz con una irlandesa, doña María O’Mullony Phillipis, vecina noble del Puerto de Santa María (8) .
Sin moverse de Cádiz, el 2º Conde continuó la tradición de comercio de su padre. Su hermano en Santiago, don José Antonio, era encargado de manejar en Chile el otro lado de las operaciones. Como la fortuna creció, gran parte del dinero se invirtió en extensas propiedades agrícolas en las cercanías de Santiago: Chiñigüe, San Antonio de la Mar y Naltahua, fincas que amayorazgó y el primer llamado fue su hermano don José Antonio quien sería su heredero en el vínculo y en el título toda vez que no había tenido descendencia de su mujer. Tanto el 2º Conde como su cónyuge murieron en el Puerto de Santa María, en Cádiz y fueron sepultados allí, en 1798 y 1806, respectivamente (9) .
Su hermano, don José Antonio Alcalde y Rivera fue 3er Conde de Quinta Alegre y 1er Mayorazgo Alcalde. Tuvo una vida más halagüeña que su padre y hermano mayor. Fue el primer chileno que hizo, como muchos ingleses de la alta nobleza de la época, la tournée des grands ducs, viajando a Europa en 1764 para regresar a Santiago sólo en 1769. Llevó una bitácora de su viaje de 5 años, dos meses y 10 días, hoy propiedad de un descendiente suyo. Quienes han tenido acceso al documento dicen que es un largo manuscrito en que, por ejemplo detalla su presentación a la Corte de Carlos III, su larga estadía en Madrid, sus recorridos por las galerías reales, pontificias y colecciones privadas de arte en diversas ciudades en Europa, su especial afición por la pintura flamenca, su presentación al Papa Clemente XIII, su gusto por la cocina romana y francesa, etc. Recorrió las principales ciudades de España, Francia, Italia, Inglaterra, la actual Bélgica, Holanda y Portugal (10).
Al llegar a Santiago don José Antonio Alcalde y Rivera se apresuró a tomar estado y casó con una distinguida criolla, de la más alta nobleza no sólo chilena sino con entronques en la ciudad de la Reyes: doña Rosa Bascuñán y Meneses, hija del Maestre de Campo don Antonio Bascuñán y Ovalle y doña Ana Josefa de Meneses y Rojas. Don Antonio Bascuñán y Ovalle era descendiente de don Francisco Núñez de Pineda y Bascuñán, célebre guerrero de las campañas de Arauco y autor de la famosa crónica, El cautiverio feliz, que circuló en forma de manuscrito durante el periodo colonial y publicado en Santiago en 1863 por primera vez. En ella al autor narra cómo los indios lo cogieron prisionero y le enseñaron sus costumbres.
D.Agustín Alcalde Bascuñan y Dña. María del Carmen Velasco y Oruna.
4ºs Condes de  Quinta Alegre.
(Óleos de Gil) 
 El blanco cautivo toma partido por los nativos y dice que en muchos sentidos están más cerca de Dios porque viven en contacto con la naturaleza y, entre otras cosas, se bañan diariamente, a diferencia de los blancos que lo hacen ocasionalmente. Fue un rosseauniano avant la lettre. Dice que sólo les falta que los adoctrinen en la religión verdadera y serán mejores que el mejor. No conozco otro caso parecido en las Indias Occidentales sobre las alabanzas de los nativos sin que implique un discurso político como el del conocido y célebre Fray Bartolomé de las Casas.
Por el lado materno, doña Rosa Bascuñán y Meneses tenía un variado abanico genealógico. Era nieta del Gobernador del Reino de Chile, don Francisco de Meneses, nacido en Cádiz, hijo de don Alonso de Meneses y doña Catalina Corbalán de Castilla, rama lejana de la Casa Real de Castilla. Don Francisco hizo muchas campañas militares antes de pasar a Indias, en Nápoles, Milán, Flandes y Cataluña. Fue nombrado Gobernador y Presidente de Chile en 1663 y antes de cumplir un año fue llevado preso al Perú. Había contraído matrimonio contra expresa prohibición de ley con una lugareña, doña Catalina Bravo de Saravia y Henestroza, de una de las familias de mayor influencia en Chile tanto por lado paterno como materno. Su padre era el Marqués de la Pica, don Francisco Bravo de Saravia y Ovalle, bautizado en Santiago en 1628, heredero de los Mayorazgos de su familia en Soria, Encomendero hereditario, Maestre de Campo General, casado en 1646 con doña Marcela de Henestroza y Mena, de distinguida familia tanto por parte paterna como materna, de los primeros pobladores de Chile.
Siguiendo con la línea de Bravo de Saravia que nos conduce a Soria, el Marqués de la Pica era hijo de don Jerónimo Bravo de Saravia, bautizado en Santiago en 1596, Maestre de Campo General, Regidor del Cabildo de Santiago en 1615, 1629, 1632; su alcalde en 1623, 1633; Encomendero hereditario; casó con doña Agustina de Ovalle, nacida en Santiago, de una de las familias tronco de la nobleza de la ciudad.
Don Jerónimo Bravo de Saravia era hijo de Ramiriáñez Bravo de Saravia, nacido en Soria y venido a Chile con su padre, don Melchor. Ocupó diversos cargos militares y participó en la persecución del pirata Francis Drake cuando atacó el puerto de Valparaíso en 1578 y se dio a la batalla contra otro pirata inglés, Cavendish, en el puerto de Quintero ese mismo año. Casó en Santiago con doña Isabel Ossorio de Cáceres, hija del Gobernador interino del Reino, don Diego García de Cáceres, nacido en Cáceres, Extremadura, en 1517 y de su mujer doña María de Ossorio, nacida en Salamanca y venida a Chile en 1555.
Don Ramiriañez Bravo de Saravia era hijo de don Melchor Bravo de Saravia, nacido en Soria en 1511, dueño de casas principales aun existentes en la Plazuela de los Teatinos, en la ciudad de Soria (11) , Gobernador y Capitán General del Reino de Chile en 1567, Presidente de su Real Audiencia; casó en Soria con doña Jerónima de Sotomayor, nacida allí, venida al Perú con su marido en 1549 y a Chile en 1567, hija del licenciado don Jerónimo de Sotomayor, caballero del Linaje de Calatañazor de la Casa Troncal de Soria, y su mujer doña Ana de Herrera.
Interior de la Capilla de la Hacienda Familiar.
(Naltahua).
Don Melchor Bravo de Saravia volvió de Chile a Soria, donde fundó un mayorazgo que gozaron sus descendientes agnaticios hasta su ex-vinculación y han obtenido, entre otros títulos nobiliarios, el de Marqueses de la Pica hasta hoy.
Don Melchor tuvo otro hijo llamado don Juan Bravo de Saravia que como primogénito heredó el mayorazgo de su padre y fue Procurador de Soria en las Cortes celebradas en Madrid en 1575 y 1583.
Así en las venas de quien fue la 3ª Condesa de Quinta Alegre corría la sangre del Linajes de Salvadores y la del Linaje de Calatañazor de la Casa Troncal de Soria.
El 3er Conde de Quinta Alegre tuvo de su mujer seis hijas, una de las cuales sería, por matrimonio, Marquesa de la Pica, cuyos descendientes vuelven a tener la sangre del Linaje de Salvadores y la del Linaje de Calatañazor de la Casa Troncal de Soria. Otra casó con un primo hermano, Lecaros Alcalde con extensa y distinguida sucesión. Una fue monja; otra nunca tomó estado. Las otras dos casaron con distinguidos y nobles señores: Vicuña y Prado; la descendencia de éste último está hoy extinguida.
Armas genéricas del linaje Salvadores.
( Casa Troncal de los Doce Linajes de Soria).
El único hijo varón de los 3os Condes de Quinta Alegre fue don Juan Agustín Alcalde y Bascuñán, que a la muerte de su padre en 1804, fue el 4º Conde de Quinta Alegre y 2º mayorazgo Alcalde, en los albores de la convulsionada época de la emancipación. Tuvo una actuación conservadora y destacada en este periodo.
Casó con una distinguida y bella señora de la nobleza criolla, doña Carmen Velasco y Oruna, dejando una larga descendencia de doce hijos, varios de ellos en la política y las hijas casadas con políticos y ministros extranjeros como doña María del Carmen Alcalde y Velasco que lo hizo con el Ministro de Francia en Chile, el vizconde de Cazzotte, quienes vivieron en París durante la monarquía imperial de Napoleón III llegando a ser amigos de la española Emperatriz, doña Eugenia de Montijo.
La casa-palacio de los Alcalde en Santiago pasó a ser durante la primera mitad del siglo XIX un centro de la mejor sociedad local y también donde se discutía la política y los destinos de la nueva república. Era sin duda la casa mejor alhajada de toda la ciudad. Fue vendida en el primer tercio del siglo XX a un especulador del suelo que la destruyó para construir en el sitio un edificio de dudoso gusto.
El IV Conde de Quinta Alegre murió, al igual que la condesa, en 1860 siendo Senador perpetuo de Chile. Nunca dejó de usar su título nobiliario a pesar que la república los abolió en 1818. En el Senado Conservador, llamado de O’Higgins, firmaba algunas veces como ex-Quinta Alegre. Fue sepultado en el Cementerio General y bajo su nombre está su título nobiliario, 42 años después de su abolición.
A él le tocó hacer la ex-vinculación del mayorazgo que ordenó la ley chilena en 1856. Todas las propiedades agrícolas se dividieron entre todos sus hijos ya que el mayorazgo no existía legalmente. Hasta el día de hoy sólo la rama de su hijo Arsenio, a quien le tocó la hacienda de Naltahua, es la que ha conservado parte de la propiedad agrícola de este extenso mayorazgo. La hacienda Naltahua en extensión no es sino una pequeña parte de lo que era cuando la compró el 2º Conde de Quinta Alegre; está muy dividida entre primos hermanos: Alcalde Tuñón, Alcalde Yrarrázaval y Alcalde Cruchaga.
Enrique Alcalde Yrarrázaval es el actual propietario de las antiguas casas patronales de Naltahua, con un ala del siglo XVII y otras dos agregadas en el siglo XVIII con modificaciones en el siglo XIX (12) .



Armas genéricas del linaje Calatañazor.
( Casa Troncal de los Doce Linajes de Soria).
Aquí termina la pequeña historia de cómo la sangre del Linaje de Salvadores y del Linaje de Calatañazor de la Casa Troncal de Soria se extendió en una familia chilena a través de la descendencia de la 3ª Condesa de Quinta Alegre.
(1) J.L. Espejo. Nobiliario de la Capitanía General de Chile. Santiago, 2ª edición, 1967, pp.51-52.
(2) L. Vilar y Pascual. Diccionario histórico, genealógico y heráldico de las familias ilustres de la Monarquía española, Madrid, v.1, 1859, pp.453-467. Se remonta, en forma casi mítica, hasta un Juan Alcalde, Rico-hombre de Castilla, que floreció en tiempos de los Reyes Alfonso VI y VII.
(3) J. Mujica. Linajes españoles. Nobleza colonial de Chile, Santiago,
[v.1] 1927. Se remonta hasta Johannes Alcalde, Rico-hombre de Castilla, documentado en 1080. Tanto Vilar y Pascual como Mujica coinciden en que en el siglo XIV las dos ramas de la familia Alcalde se juntan cuando Suero Álvarez Alcalde casa con Victoria López Alcalde Ruiz de Villegas. Suero fue Merino Mayor en Guipúzcoa en 1376 y 1383.
(4)Vilar y Pascual, op. cit., v.4, 1860, p.100, señala que la futura Condesa de Quinta Alegre era por su lado materno de los Cabrera de Barcelona de donde vienen los Almirantes de Castilla y la Casa Real de Aragón.
(5)D. Amunátegui Solar. La sociedad chilena en el siglo XVIII. Mayorazgos y títulos de Castilla, Santiago, v.3, 1904, p.274.
(6) Espejo, op. cit., p.52.
(7) P. Gassier y J. Wilson. The Life and Complete Work of Francisco de Goya, 2ª edición en inglés, Nueva York, 1981, p.95 nº 223.
(8)Amunátegui Solar, op. cit., p.284.
(9)Amunátegui Solar, op. cit., p.284-285.
(10)Amunátegui Solar, op. cit., p.286-288. Este autor y Jaime Eysaguirre son quienes han dado más detalles sobre este interesante documento. Recuerdo comentarios orales de Eysaguirre sobre esta bitácora, diciendo que contiene las impresiones de un rico y noble indiano a quien lo presentan a las más altas autoridades de Europa; abre sus ojos a la pintura, escultura y arquitectura como no habría sido capaz de soñarlo; su paladar gusta delicias inimaginables en el Nuevo Mundo; las ciudades que visita tienen perfiles, costumbres e idiomas o acentos distintos a los de la capital del Reino de Chile.
A pesar que el documento está en una colección privada de un primo hermano de mi madre, me ha sido imposible estudiarlo.
(11)Espejo, op. cit., p.178.
(12)T. Pereira Larraín, H. Rodríguez Villega y V. Maino Prado. Desde el Valle del Elqui hasta el Valle del Maipo, Casas de Campo chilenas, Santiago, 2004, p.114-123.
10 01, 2011

EL ENIGMA DE MAXIMILIANO DE MÉXICO ( 3ª parte y final).

Por |2020-11-13T03:48:41+01:00lunes, enero 10, 2011|

Justo Armas jamás reveló su identidad. Ni siquiera en su testamento, redactado en 1922, donde manifiesta que nunca ha sabido el nombre de sus padres ni el lugar donde nació.
Prensa que se hizo eco del misterio de Justo de Armas.
¿REVELÓ JUSTO ARMAS SU IDENTIDAD EN EL LECHO DE MUERTE?
La promesa de Justo Armas de no revelar a nadie su identidad la mantuvo hasta el final de sus días. Existe la versión, transmitida oralmente por testigos presenciales, de que en su lecho de muerte, acaecida en 1936, a los 104 años, reveló su identidad bajo secreto de confesión al arzobispo de San Salvador, monseñor Belloso Sánchez, que había acudido a darle la extremaunción. Se dice que, cuando don Justo expiró, el arzobispo salió del cuarto haciendo una genuflexión, sin dar la espalda al difunto, y exclamando: «Ha muerto un príncipe», (según otra versión: «Ha muerto un emperador»). Muy sorprendidos, los presentes en la escena le preguntaron: «Monseñor, ¿qué ha dicho usted?», a lo que el arzobispo, corrigiéndose, replicó: «Ha muerto como un príncipe». El fallecimiento de Justo Armas fue noticia de primera plana en los periódicos de la época, que recogieron cumplidamente estas anécdotas.



Monseñor Belloso Sánchez.



PRUEBAS CIENTÍFICAS EN BUSCA DE LA IDENTIDAD DE JUSTO ARMAS.
El salvadoreño Rolando Deneke ha realizado diversos tipos de pruebas, buscando la identidad entre Justo Armas y el emperador Maximiliano.
Mandó realizar pruebas comparativas cráneo-faciales de la cabeza de Justo Armas y Maximiliano, a través de fotografías de ambos. El resultado de la prueba fue que con un 95% de certeza podía decirse que se trata de la misma persona.



Justo de Armas y el Emperador Maximiliano.



Encargó, también, un estudio grafológico, que se llevó a cabo en Florida (EEUU). La conclusión fue que los trazos analizados corresponden a la misma persona.
El señor Deneke, igualmente, mandó realizar pruebas comparativas de los ADN de Justo Armas y un miembro de la familia imperial, la princesa Elizabeth de Habsburgo de Mithofer, que vive en Salzburgo (Austria). Desgraciadamente, las muestras de don Justo estaban contaminadas y no fue posible llegar a resultados concluyentes. Será necesario obtener nuevos permisos y recomenzar todo el proceso.
LA SUPUESTA DESCENDENCIA DEL EMPERADOR MAXIMILIANO.
Enrique Lardé, otro salvadoreño, que falleció a la edad de 94 años, ha publicado un libro con la asombrosa historia de que Justo Armas no era otro que el heredero de la corona austriaca, Rodolfo de Habsburgo, quien no habría fallecido, al igual que su amante la baronesa María Vetsera, en el drama de Mayerling en 1889. Esta hipótesis está totalmente fuera de contexto histórico y de credibilidad.
No obstante, el doctor Lardé sostiene en su libro que él es el hijo natural de Justo Armas: «Cuando el archiduque Rodolfo vino a El Salvador, el único hotel de la ciudad era el «Hotel Europa», cuyos propietarios eran mis padres, don Jorge Lardé y doña Amelie Arthés de Lardé. El archiduque (…), ahora conocido como Justo Armas, se enamoró de doña Amelie Arthés de Lardé, y el primer y único hijo del archiduque nació. Yo soy ese niño».
El señor Lardé manifiesta que don Justo reveló su identidad a una sola persona, su madre, a la que confesó ser el príncipe Rodolfo de Habsburgo. Brevemente, antes de su muerte, acaecida en 1911, doña Amelie explicó a su hijo que don Justo Armas era su padre biológico y que, además, el era el príncipe Rodolfo. Es lógico que Enrique Lardé creyera ciegamente el testimonio de su madre, dado en su lecho de muerte, y no hay razón aparente para dudar que Justo Armas podría haber sido su amante secreto (no olvidemos que ella era una señora casada) y el padre de, al menos, este hijo suyo. También es posible que Justo Armas, sin traicionar su promesa de anonimato y no revelar jamás su verdadera identidad, manifestase a su amante, en un juego de aproximación, que era Rodolfo de Habsburgo. En este caso, la sangre de Maximiliano correría actualmente por las venas de los descendientes de don Enrique Lardé.
Rodolfo de Habsburgo.
OTRA TEORIA: JUSTO ARMAS ERA EL ARCHIDUQUE JUAN SALVADOR.
Hubo otra teoría para descifrar el enigma de Justo Armas, a quien se llegó a identificar con el archiduque Juan Salvador, sobrino del emperador Francisco José y del propio Maximiliano.
Este archiduque, que tomó el nombre de Juan Orth, había sido desterrado de la Corte de Viena por sus ideas políticas y fue víctima de un naufragio en las costas de Chile en 1890.
Aun suponiendo que sobreviviese al naufragio, no hay coincidencia de fechas como para mantener en pié esta historia. En la fecha del naufragio ya llevada Justo Armas 19 años viviendo en San Salvador.
El archiduque Juan Salvador había nacido el 25 de noviembre de 1852 en Florencia, Toscana, hijo menor de Leopoldo II, Gran Duque de Toscana y de la Princesa María Antonia de Borbón-Dos Sicilia. Era muy amigo del archiduque Rodolfo, el heredero al trono imperial, con el que compartía las mismas ideas liberales.
Achiduque Juan Salvador Habsburgo.
El 16 de octubre de 1889 renuncia a su empleo en el ejército imperial y a sus títulos y privilegios como miembro de la familia imperial austriaca, asumiendo el nombre de Juan Orth, tomado de un castillo que había poseído. Se casó, a continuación, con la bailarina inglesa Milly Stubel, y a bordo de la Santa Margarita, embarcación que compra para la ocasión, parten desde Londres con rumbo hacia América del Sur.
En febrero de 1890, la Santa Margarita zarpa de Montevideo, Uruguay, en dirección a Valparaíso, Chile. Nunca se volvió a tener noticias de la pareja, Se cree que naufragaron en el cabo Hornos, frente a la Patagonia argentina, aunque persistieron los rumores de que sobrevivieron y se instalaron en dicha región. La pareja fue declarada oficialmente muerta en 1911.
En 1945, Hugo Köhler de Kristiansand, de nacionalidad noruega, declara en su lecho de muerte que en realidad era el archiduque Juan Salvador de Austria. En 2007, los familiares de Köhler pidieron que se abriera la tumba para que se practicaran las pruebas de ADN. Ignoramos si realmente llegaron a realizarse estas pruebas y, en su caso, el resultado de las mismas.
MI CONCLUSIÓN.
Considerando lo que hemos venido narrando, pienso que el emperador Francisco José, al igual que su gobierno, probablemente conocía que don Justo Armas y el emperador Maximiliano eran la misma persona, pero debieron mantener el secreto para tener alejado a Maximiliano de la Corte de Austria, donde para el Emperador éste era una persona, a causa de sus ideas liberales, políticamente incómoda por no decir peligrosa.
La nueva vida de Maximiliano, encarnado en Justo Armas, en El Salvador era tranquila y de gran solvencia económica. Cuando se le plantea la posibilidad de regresar a Viena, era un anciano de 82 años, dos años menos que Francisco José, sin ganas ningunas de asumir las riendas de un imperio que tenía los días contados. Maximiliano era un liberal y ya no tenía sitio alguno en una corte absolutista a punto de extinguirse. Pero en El Salvador, Maximiliano o Justo Armas continúa viviendo en su nuevo estilo de empresario de banquetes y alquileres para fiestas, hasta fallecer en 1936 a los 104 años de edad.
Armas de Maximiliano.
Nosotros, a la vista de tantas circunstancias concurrentes en esta historia, hacemos la apuesta, desde luego arriesgada, de que Justo Armas bien podría ser el Archiduque Maximiliano de Habsburgo, emperador de México.
Benito Juárez, respetando el juramento masónico, mató al Emperador Maximiliano pero respetó la vida del archiduque Maximiliano de Habsburgo.
No obstante, como en tantos otros casos, las pruebas del ADN tendrán la última palabra.
Por el Dr. Francisco Manuel de la Heras y Borreros, Presidente de la Diputación de Linajes de esta Casa Troncal.
9 01, 2011

COSTA RICA: Protocolo de Naciones Soberanas.

Por |2014-07-27T19:48:30+01:00domingo, enero 9, 2011|

Por D.Víctor A. García Guardia.
El campo del escudo está rodeado por una cartela de oro. Al centro del campo se aprecian tres volcanes humeantes de sinople (que representan a los tres volcanes más imponentes de la nación: Arenal, Poás e Irazú). En la base de los volcanes se extiende un valle de sinople (alude al Valle Central, hogar de la mayoría de la población). La cadena de volcanes, a su vez, está flanqueada arriba y abajo por apacibles mares de azur claro, sobre los que navegan dos goletas mercantes ambas con proa a la diestra, con tres mástiles, botavara y palo de mesana; los tres mástiles tienen cada uno tres velas de plata y en sus popas enarbolan banderas costarricenceses (indica que la nación tiene costas tanto al Caribe como al Pacífico). En el extremo diestro del mar que marca el horizonte se aprecia un sol naciente con doce rayos de oro (que representa la juventud de la soberanía y la esperanza en el progreso). Sobre los volcanes, dispuestas en forma de arco, siete estrellas de plata que representan las regiones en las cuales se divide la nación (San José, Alajuela, Cartago, Heredia, Cuanacaste, Puntarenas y Limón).Sobre la cartela, a título de cimera, una banda flotante de azur claro que en letras sable reza “AMERICA CENTRAL”
COMENTARIO: En el año 1906, todos los elementos bélicos fueron eliminados.
Escudo oficialmente adoptado el 21 de octubre de 1964.
Himno oficialmente adoptado el 10 de junio de 1949.
Proporción oficial de la bandera: 3/5.
Tricolor por medio de cinco franjas colocadas horizontalmente, en esta forma: una faja de gules la ocupará el centro que será comprendido entre dos de plata, a cada una de las cuales le seguirá una de azur. El ancho de cada una de estas fajas será la sexta parte del que se dé a toda la bandera, y dos sextas el que corresponda a la faja de gules, y bordado próximo al asta en dicha faja de gules sobre fondo de plata estará el Escudo de Armas de la República.
Bandera oficialmente adoptada el 29 de septiembre de 1848.
ORDEN NACIONAL JUAN MORA FERNÁNDEZ.
Se concede:Exclusivamente a los extranjeros a quienes Costa Rica desea
honrar por motivos de conveniencia pública o por sus servicios distinguidos al país, particularmente en la actividad diplomática o en materia de relaciones exteriores.
Condecoración:Sobre un pentágono de oro, una estrella de cinco puntas
de plata, rematadas en cola de milano con borde de oro. En el centro un anillo de azur con una inscripción que reza “JUANMORA FERNANDEZ” (el primer Presidente de Costa Rica) y dentro del círculo azur una efigie de Juan Mora Fernández de oro.
Grados:
–  Gran Cruz Placa de Oro (Jefes o Ex Jefes de Estado, Presidentes Electos).
– Gran Cruz Placa de Plata (Jefes de Gobierno, Presidentes de Poderes del Estado,  Cardenales, Príncipes, Ministros de Estado, Embajadores).
– Gran Oficial (Miembros de Poderes del Estado, Enviados Extraordinarios y Ministros Plenipotenciarios, Arzobispos y Obispos, Viceministros).
– Comendador (Encargados de Negocios, Ministros Consejeros).
– Oficial (Primeros Secretarios, Cónsules Generales).
– Caballero (Subsecretarios, Agregados, Cónsules y Vicecónsules).
Condecoración oficialmente adoptada el 11 de julio de 1991.
Nombre: Laura Chinchilla Miranda.
Protocolar: SRA. PRESIDENTA.
Fecha de Nacimiento: 28 de marzo de 1959.
Lugar de Nacimiento: San José.
Juramentada el 8 de mayo de 2010.
Título(s): Presidenta de la República, Presidenta del Consejo de Gobierno y Comandante Suprema de la Fuerza Pública.
8 01, 2011

REPLICAS A PROPÓSITO DE SUPUESTOS RECONOCIMIENTOS Y PADRINAZGOS DE SU MAJESTAD EL REY JUAN CARLOS.

Por |2020-11-13T03:48:41+01:00sábado, enero 8, 2011|

Un amable comunicante, lector asiduo de nuestro blog, aún queriendo mantener su anonimato, circunstancia que respetamos aunque no compartimos, nos escribe haciéndonos unas breves reflexiones sobre un reciente artículo, publicado el jueves 6 de enero de 2011, titulado «ACERCA DE LAS CAUSAS Y CONSECUENCIAS DE LA DISOLUCIÓN DE LA COFRADÍA DE SAN JORGE DE PALMA», que nos remitiera un amigo mallorquín, que también quiso preservar su identidad.
En nuestro afán de mejor divulgar y dar a conocer diversos puntos de vistas, todos ellos enriquecedores, sobre las materias a las que damos seguimiento, vamos a proceder a publicar estas «réplicas», de cuyo autor tenemos expresa constancia de su identidad, aunque por su expreso deseo no la hagamos, por ahora, pública.
Son cada vez más numerosas las corporaciones, hermandades y asociaciones nobiliarias y caballerescas que se envuelven en el manto de un supuesto reconocimiento regio, no teniendo ningún empacho en proclamar que S.M. el Rey Don Juan Carlos ostenta la máxima jefatura de la misma (Hermano Mayor, Presidente de Honor, etc, según los casos).
La última vez que hemos leído esta «protección» ha sido con motivo del excelente artículo «ACERCA DE LAS CAUSAS Y CONSECUENCIAS DE LA DISOLUCIÓN DE LA COFRADÍA DE SAN JORGE DE PALMA», publicado en ese blog, en cuyo penúltimo párrafo se manifiesta que:
«No fue hasta 1955, con la constitución bajo iniciativa del Sr. José Cotoner y de Verí, Marqués de Ariany, y patrocinio del entonces Conde de Barcelona, que se constituyó la Unión de la Nobleza del Antiguo Reino de Mallorca, que constituye en la actualidad la entidad corporativa que aglutina a la nobleza del reino, bajo la expresa tutela y jefatura del actual monarca, felizmente reinante».
La primera reflexión que se nos ocurre es recordar, aunque sea obvio, que el Rey Juan Carlos es, actualmente, el Jefe de Estado constitucional de España. En consecuencia, habría que distinguir los reconocimientos efectuados por Don Juan Carlos, a título privado, antes de ostentar su condición de Jefe de Estado, y aquellos reconocimientos que hayan podido producirse ya ostentando esta condición.
S.M. D. Juan Carlos I, Rey de España.
Hablar ahora de la expresa tutela y jefatura del actual monarca, sin aportar ningún documento se nos antoja un poco exagerado. El recurso a la utilización de la figura del monarca, insisto Jefe de Estado constitucional, debe ser mesurado y no dar lugar a falsos sobreentendidos de reconocimientos nobiliarios de clase alguna, y sin que intervengan para ello los máximos órganos competentes en la materia, como son el Consejo de Estado y la Diputación Permanente de la Nobleza.
Recordemos a estos efectos el informe negativo del Consejo de Estado en el expediente de reconocimiento de Escudo de Armas solicitado por el Solar de Valdeoseras, pese a que su uso databa de varios siglos atrás y había sido reconocido por anteriores reyes de la monarquía española. El argumento, en síntesis, era que Don Juan Carlos no tenía nada que decir, como Jefe de Estado constitucional, en una materia que concernía exclusivamente al ámbito privado.
En materia de gracia, honores y distinciones, el Rey actúa siempre sometido al mandato constitucional y avalado por la firma de un miembro del gobierno. No así cuando realiza actos privados atinentes a la nobleza, de los que sólo conocemos tres, y que, al ser privados, no llevaron el endoso de ningún miembro del Consejo de Ministros: el reconocimiento del Duque de Calabria como Jefe de la Casa de Borbón Dos Sicilia y Gran Maestre de la Orden Constantiniana de San Jorge (cualidades éstas no reconocidas por el Vaticano), el nombramiento del Conde de Barcelona como presidente del órgano colegiado de las órdenes militares, y el nombramiento del Infante don Carlos para este mismo cargo.
Corona Real española.
 En estos tres supuestos se produjo el consiguiente documento, al que se le dio la oportuna publicidad por la Casa del Rey. Dichos actos, no obstante, carecen de carácter oficial y no se publicaron en el Boletín Oficial del Estado, como ha sucedido en otros casos. Pensemos en la concesión del título de Infante de Gracia a Don Carlos de Borbón, que fue otorgado de forma oficial, con intervención del gobierno de la nación y consiguiente publicación en el BOE.
No es este el único caso existente en el panorama nobiliario español. Son muchas y de «alta alcurnia» las corporaciones que se prevalecen de estos padrinazgos del monarca felizmente reinante sin aportar las pruebas consiguientes. Recordemos que todos los reconocimientos y privilegios nobiliarios de cualquier tipo han tenido que ser revalidados por el monarca de cada época. Un acto de Don Juan Carlos cuando no era Jefe de Estado no es un acto del Rey constitucional de España felizmente reinante.
La Santa Sede, ante el cúmulo de corporaciones nobiliarias, órdenes y hermandades que decían ser recocidas por el Papa, tuvo que sacar un comunicado oficial en el que especificaba que el Vaticano sólo reconocía a la Orden de Malta y a la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén.
Tal vez, sería bueno, antes de que este asunto se desborde más de lo que está y pueda verse comprometida la figura institucional de nuestro Jefe de Estado, que por la Casa de Su Majestad el Rey se haga pública una lista de hermandades, órdenes y corporaciones nobiliarias, o de índole caballeresca, que, a parte de las órdenes conferidas en nombre del estado español, oficialmente reconozca, apadrine o presida el Rey Don Juan Carlos.
7 01, 2011

EL ENIGMA DE MAXIMILIANO DE MÉXICO ( 2ª Parte).

Por |2020-11-13T03:48:42+01:00viernes, enero 7, 2011|

El fusilamiento de Maximiliano aquel 19 de junio de 1867 se produjo conjuntamente con el de sus dos fieles generales, Miguel Miramón y Tomás Mejía, que murieron al grito de «¡Viva el Emperador!». Su esposa, la emperatriz Carlota, sacada a la fuerza del país y completamente loca, tuvo que ser encerrada en un castillo de los alrededores de Bruselas, donde vivió hasta su muerte, acaecida en enero de 1927, en la creencia que no había abandonado México. «¡No, no abdicaremos jamás!», se le oía gritar frecuentemente a la desgraciada.
Bandera y Escudo del Imperio Mejicano.
DUDAS Y CONTRADICCIONES EN LA MUERTE DE MAXIMILIANO.
Una vez fusilado Maximiliano, las autoridades se toman un mes en redactar el acta oficial de defunción, que se inscribe en el Juzgado del Registro Civil de Querétaro (Acta número 716 de 18 de julio de 1867). Allí consta escuetamente que «Fernando Maximiliano José falleció en el Cerro de las Campanas, según oficio de la Comandancia, el 19 de junio próximo pasado, a las siete de la mañana». En nota marginal se consigna que «por orden del Gobierno de esta fecha se quedó el cadáver depositado en el Palacio del mismo». Los datos generales, según el Juez del Estado Civil, J.A. Santos, que suscribió el documento, «fueron tomados del periódico de la Capital titulado El Globo, por no haber otros datos». La inscripción del acta de defunción se realiza, pues, en base a un escueto oficio de la Comandancia de un mes atrás, en el que solamente se dice que a las siete y cinco minutos de la mañana del 19 de junio de 1867, en cumplimiento de la sentencia del Consejo de Guerra fueron pasados por las armas los reos «Maximiliano de Austria, llamado el Emperador de México, y sus generales Tomás Mejía y Miguel Miramón».
Cerro de las Campanas, Lugar donde supuestamente fue fusilado Maximiliano I.
Tras la lectura de este documento, forzoso es preguntarse: ¿por qué esa escasez de datos documentales y escasísima descripción del luctuoso hecho?, ¿por qué tanta tardanza y dilación en ejecutar unos trámites que por la importancia del personaje y la presión internacional deberían haberse ejecutado de inmediato?, ¿por qué el juez ni siquiera pudo ver el cadáver de la persona cuya muerte acababa de inscribir en el registro civil?
Rolando Deneke, salvadoreño que ha investigado a fondo este tema, pone de manifiesto ciertas incongruencias en el supuesto fusilamiento de Maximiliano. Así, se extraña de que la ejecución fuese privada y no pública, como exigía la legislación de la época. Además, el pelotón de fusilamiento estaba compuesto por soldados de una región alejada de la capital que no conocían al emperador. Por otra parte, la ejecución fue retrasada en dos ocasiones.
Las peticiones de clemencia que todas las potencias mundiales dirigieron a Juárez fueron unánimes. El escritor francés Víctor Hugo y el general italiano Garibaldi, ambos señalados antimonárquicos, escribieron al presidente mexicano pidiéndole que perdonara la vida al emperador. ¿Lo hizo realmente Juárez, pero, cubriéndose las espaldas ante sus huestes, teatralizó un simulacro de fusilamiento?
Maximiliano era un elevado grado de la masonería, al igual que Juárez. El juramento masónico prohíbe matar a un hermano. La masonería internacional bien podría haber intervenido para salvar, en el último momento, la vida del desdichado archiduque.
Estudiando detenidamente la documentación del proceso instruido, hemos identificado entre el papeleo originado durante la celebración del juicio que Maximiliano mantuvo un enigmático contacto epistolar directamente con Benito Juárez. A la media noche del 25 de mayo de 1867, el emperador solicita al juez instructor permiso, que le es concedido, para escribir una carta al Presidente de la República. El contenido de esa carta, según la versión oficial, se nos antoja inocuo y ridículo. En ella escribe Maximiliano que «no conociendo bastante el idioma español en el sentido legal, deseo que en el caso de que mis defensores lleguen un poco tarde, se me conceda el tiempo necesario para mi defensa y arreglo de mis negocios privados».
Un trámite de técnica procesal tan simple no era preciso someterlo al más alto dignatario del estado. Somos de la opinión de que esa «carta pantalla», que quedaría registrada entre los legajos del proceso, iba acompañada de otro escrito de mayor calado y profundidad, en el que posiblemente Maximiliano, respondiendo a una oferta de Juárez, hiciese una formal promesa al caudillo republicano, comprometiéndose a desaparecer de la vista de todos y para siempre, si se le perdonaba la vida.
En esta misma línea, y para ratificar lo declarado en la carta realmente remitida a Juárez, al día siguiente, 26 de mayo, Maximiliano vuelve a escribirle, dándole el tratamiento de Señor Presidente, comunicándole su deseo de «hablar personalmente con usted de asuntos graves y muy importantes al país». ¿Quería de esta forma Maximiliano tranquilizar a Juárez sobre el cumplimiento de su palabra?
Pero esto no es todo. Estando prevista la ejecución de los reos para la tarde del 16 de junio, el General Escobedo, responsable en Querétaro de la custodia de los prisioneros, recibe un telegrama urgente en el que se informa de que «se ha confirmado la sentencia del Consejo de Guerra y se ha ordenado la ejecución en la tarde de hoy». Se manifiesta, así mismo, que el gobierno ha rechazado la gracia del indulto «después que ha tenido sobre este punto las más detenidas deliberaciones», pero, sorprendentemente, decreta un nuevo aplazamiento, el segundo, «para que los sentenciados tengan el tiempo necesario para el arreglo de sus asuntos», ya que «el Ciudadano Presidente de la República ha determinado que no se verifique la ejecución de los tres sentenciados, sino hasta la mañana del miércoles diez y nueve del mes corriente».
Benito Juarez.
Vemos, pues, cómo el propio Benito Juárez es quien paraliza la ejecución nuevamente por espacio de casi tres días. Decidido como estaba a hacer cumplir, aparentemente, la sentencia del Consejo de Guerra, y dada la enorme presión internacional y el desgaste a que estaba siendo sometido el régimen mexicano, ¿qué sentido tenía ese nuevo aplazamiento que más que beneficiarle le perjudicaba al prolongar una tan incómoda situación a los ojos de la comunidad internacional? En ningún sitio queda constancia del «arreglo de los asuntos» que hicieron los reos en esos días. ¿Qué estaba sucediendo en la realidad? Benito Juárez mató al Emperador de México, pero, tal vez, no a Maximiliano de Habsburgo.
Para complicar más los hechos, en aquellos momentos surgieron serias dudas sobre la identidad del cadáver de Maximiliano. Inmediatamente producido el supuesto fusilamiento del emperador, Austria reclama la entrega de su cuerpo, a lo que Benito Juárez hace oídos sordos. Ante la presión de los austriacos, envía una fotografía. La corte austriaca insiste en recibir el cadáver del emperador, a lo que México responde con el envío de una segunda fotografía, sorprendentemente, con la imagen de una persona distinta a la primera. Y eso, pese a que Austria había reconocido políticamente al gobierno republicano, condición impuesta por Juárez para el envío del cadáver. ¿Quería Benito Juárez imponer esta pesada condición para poder liberarse de la obligación de enviar un cadáver inexistente?
Ante tanta insistencia austriaca, finalmente fue devuelto, seis meses después, el cuerpo del emperador. El cadáver, que se entregó a Austria en enero de 1868, no tenía ningún parecido con el del emperador Maximiliano. Su madre, cuando lo vio, exclamó: «¡Este no es mi hijo!».
Maximiliano sin vida, y sin sus verdaderos ojos.Fotografía tomada en Viena.
 El cuerpo tenía la piel morena, ojos negros y nariz aguileña. Maximiliano era de piel blanca, ojos celestes y nariz recta. Ante la demanda de explicaciones de unos austriacos furiosos, el gobierno mexicano responde que al fusilar a Maximiliano los ojos se le habían dañado y, para no mandar el cadáver sin ojos, tomaron los negros y de vidrio de una imagen de la Virgen Dolorosa de la capital mexicana. La archiduquesa Sofía de Austria, madre de Maximiliano, no se tragó esta historia y hasta la fecha de su muerte continuó diciendo que el cadáver enterrado en la cripta imperial del Convento de los Capuchinos de Viena no era el de su hijo.
Tumba de Maximiliano.
JUSTO ARMAS: POLÍGLOTA, ELEGANTE, CULTIVADO…Y DESCALZO.
Así pues, la presunción de que Maximiliano no fue ejecutado en el Cerro de las Campanas no es superflua ni baladí. Siguiendo esta hipótesis, Rolando Deneke sostiene que la solidaridad entre hermanos masones se impuso. Maximiliano conserva la vida mediante un pacto de silencio y, ya en la clandestinidad, busca en El Salvador el apoyo del Capitán General Gerardo Barrios, también masón. Nosotros pensamos que, en efecto, es muy posible que Maximiliano recurriese a la ayuda de sus hermanos masones centroamericanos, bien situados en lo más alto de la sociedad de la época, pero, desde luego, Gerardo Barrios, como sugiere Deneke, no pudo prestarle esa asistencia, pues había fallecido en 1865, dos antes del fin del imperio mexicano.
Fotografía que muestra el gran parecido entre Justo de Armas y el Emperador Maximiliano I.
En todo caso, en 1871 se puede ya situar con total certeza la presencia de Justo Armas en San Salvador, cuando participó en una donación de dinero para las fiestas patronales, cuatro años después del supuesto fusilamiento del emperador Maximiliano.
Justo Armas, acogido desde su llegada por familias de la alta sociedad del país, destacaba por ser una persona culta, elegante y por hablar fluidamente varios idiomas, entre ellos el alemán. Pero la característica más sobresaliente que le hizo famoso fue que siempre andaba descalzo. Según su propia versión, esto era en cumplimiento de una promesa a la Virgen del Carmen por haber salvado su vida en grave peligro de muerte durante un naufragio (¿el hundimiento del imperio mexicano?).
Don Justo vivía desahogadamente de los beneficios de su empresa de alquiler de servicios de banquetes y de los honorarios de sus clases de protocolo. Aunque de forma discreta, siempre formó parte de los círculos más exclusivos del país. Vivía en una casa de su propiedad, rodeado de docenas de auténticos objetos que habían pertenecido al emperador Maximiliano (juegos de café, vajillas, etc), sin que se sepa muy bien cómo pudieron llegar hasta allí. Además, su parecido físico con el emperador era, realmente, asombroso.
Rolando Deneke cuanta que en 1914/1915 Justo Armas recibió la visita de dos emisarios del gobierno austriaco, rogándole que regresara con ellos a Viena para asumir su «legítima posición», a lo que éste se negó con firmeza. “Hemos venido – manifestaron los austriacos- con el único propósito de llevarlo a usted con nosotros a Austria. Usted es el legítimo heredero del trono, su hermano el emperador Francisco José está gravemente enfermo. Es por eso que es necesario que nos vayamos cuanto antes”. Don Justo Armas contestó así a la propuesta de los embajadores: “La persona a la que ustedes se refieren es precisamente la que me hizo firmar en contra de mi voluntad un pacto en el que yo y mi descendencia renunciábamos al reinado. Yo soy un hombre viejo, estoy cansado y lo único que quiero es que me dejen en paz”. Acto seguido, abrió la puerta y salió dando un portazo. Esta conversación se desarrolló en alemán. Doña Fe Porth, alumna de protocolo de don Justo Armas e hija de los dueños del hotel donde se celebró el encuentro, entendía perfectamente el alemán y escuchó sin ningún problema, apostada detrás de la puerta, lo que se hablaba en la habitación.
Dña. Fe Porth.
La vida sentimental de Justo Armas transcurría, igualmente, con suma discreción. Con cierta regularidad recibía la enigmática visita de una tal Hermana Trinidad, que trabajaba en el Hospital Rosales, de San Salvador, y que, al parecer, no era otra que «La Paloma», bella y distinguida dama mexicana, amante, según se dijo, de Maximiliano durante su periplo imperial, la cual se habría hecho monja tras la supuesta muerte del emperador y lo había seguido hasta San Salvador.
En una próxima entrega, presentaremos a los lectores nuestra conclusión sobre este apasionante enigma.
Dr. Francisco M. de las Heras y Borrero, Presidente de la Junta de LInajes de esta Casa Troncal.
6 01, 2011

«ACERCA DE LAS CAUSAS Y CONSECUENCIAS DE LA DISOLUCIÓN DE LA COFRADÍA DE SAN JORGE DE PALMA».

Por |2020-11-13T03:48:42+01:00jueves, enero 6, 2011|

Un Caballero mallorquín, amigo de estas páginas, nos remite este pequeño pero interesante artículo, que queremos ofrecer a nuestros lectores como entrada del día de hoy.
Del mismo  modo les invitamos a participar con nosostros remitiéndonos cualquier artículo, noticia o evento que estimen de interés.
“Confraria de Nostre Senyor Sant Jordi”.
La peripecia vital, con las sucesivas reorganizaciones, y, especialmente los motivos que dieron causa a la disolución de la “Confraria de Nostre Senyor Sant Jordi”, o Cofradía de San Jorge, de Palma de Mallorca, ente corporativo aglutinador de la nobleza de la Ciudad de Mallorca (posteriormente Palma, y más recientemente Palma de Mallorca), representa un adecuado reflejo de la naturaleza y carácter mallorquines (tan desapegado y abúlico por lo general y apasionado hasta el conflicto en otras ocasiones), que quizá merezca un breve escrutinio al lector, al amparo de esta página que tan amable e inmerecidamente me presta la Casa Troncal de los Doce Linajes de Soria.



San Jorge matando al dragón, propiedad de la antigua Cofradía.



El establecimiento y fundación de la Cofradía se retrotrae, tras la conquista de la isla y la ciudad de Mallorca por el rey En Jaume (posteriormente Jaime I de Mallorca), acontecida en 1229, a los tiempos del Rey Juan II de Aragón quien, mediante privilegio otorgado en Fraga en 1460, constituye dicha Cofradía bajo la advocación del santo patrón de la caballería.
Rey En Jaume ( Rey Jaime I).
La Cofradía de San Jorge constituyó lo que en la actualidad llamaríamos una «corporación nobiliaria» a la que, de manera recurrente, se adscribieron aquellos miembros integrantes del estamento noble del reino, compuesto por Nobles, caballeros o donceles y, finalmente, ciudadanos militares, sin que, en este último caso, tal denominación tuviera que ver con la condición de bellatores de los interesados.
 Cabe aclarar que, tal y como bien ha señalado repetidamente el actual Conde de Zavellá, la categoría de «hidalgo», esencia del estado noble en otros reinos de la ahora España, es completamente desconocida en el Reino de Mallorca hasta la llegada de la dinastía borbónica y, más concretamente, la pragmática del brevísimo Luis I, quien, como ya comentamos en su momento, equiparó a los miembros de la mano mayor foránea y a los ciudadanos militares con los hidalgos castellanos.
Cam Berga (Palma).
Tras sucesivas etapas de decadencia y restauración de la cofradía, se decide una nueva reorganización de la misma en 1775, a raíz de la reunión de sesenta caballeros de la nobleza isleña, a instancia de D. Juan de Torrella, D. Antonio Dameto, D. José Desbrull y D. Francisco Boix de Berard, y celebrada en el palmesano convento de San Francisco, lo que se tradujo ya desde ese mismo momento en los primeros agravios a propósito de las invitaciones cursadas y de aquellas omisiones en las que voluntaria o involuntariamente parece que se incurrió. Desde este momento se ponen de manifiesto además las divergencias entre la facción partidaria de mantener los requisitos de ingreso históricamente existentes, que no eran otros que la mera notoriedad de la nobleza del postulante, y la partidaria de implantar unas pruebas de nobleza semejantes a las establecidas por la Orden de San Juan o Malta.
Palacio Arzobispal.
En 1777, y ya al parecer superados los primeros problemas y rencillas, se solicitó por parte de los caballeros intervinientes la restauración de la cofradía al entonces Capitán General del Reino, marqués de Alós, quien consintió en dicha restauración, procediéndose al discernimiento de los miembros integrantes de los órganos de gobierno de la ilustre corporación. No obstante, no les iba a resultar tan fácil a los ufanos caballeros el tan deseado restablecimiento, pues, existiendo miembros de familias que, siendo hábiles para su elección como miembros de la cofradía de acuerdo con los criterios históricos de admisión, no podían cumplir satisfactoriamente con los nuevos criterios de nobleza que ahora se pretendían exigir. Con tal motivo, algunos miembros del estamento de ciudadanos militares del reino elevaron la oportuna protesta a la Real Audiencia de Mallorca, alegando la preterición de sus derechos como miembros del estamento noble del Reino. Enterada la Audiencia de la intención de restauración de la Cofradía, emitió ésta en abril del mismo año informe en el que se mostró en completo desacuerdo, como consecuencia, según comenta D. Miguel Ferrer Flórez (1), de por una parte de la reticencia de las autoridades a la restauración de este tipo de corporaciones, a la vista del nuevo «Zeitgeist» que traía la monarquía ilustrada de nuestro Sr. El Rey Carlos III, de grata memoria, y por otra del recelo de los autoridades a la constitución de una corporación aglutinadora de un estamento tan levantisco en el pasado y que, en aquel momento, ostentaba el mayor poder económico del reino.
 Detalle de  la fachada de la iglesia de San Fco. de Palma (anexa al convento).
 Así, refiere el informe de la Real Audiencia que «en todo lugar y tiempo se han mirado las ligas y cofradías como fomento de escándalos, bullicios, y embarazo de la execución de la justicia y que en este caso son mucho más temibles sus circunstancias porque siendo de tan corta extensión y reuniéndose en dicha Cofradía toda la nobleza de la Ciudad cuio numero pasa de 200 casas, y estas las más poderosas, compondrían un cuerpo con sus criados y dependientes de tan superiores fuerzas que serían incontrastables» (2).
De esta manera, Carlos III decidió finalmente avalar el informe de la Real Audiencia y no autorizar la restauración de la Cofradía, antes bien ordenar su inmediata disolución, concediendo a cambio su autorización para la constitución de la Real Sociedad Económica Mallorquina de Amigos del País para mejor servir al reino. La definitiva supresión de la Cofradía fue, pues, un hecho, desde el 16 de enero de 1778 (3), procediéndose desde entonces a los trámites para la constitución de la ya mencionada Sociedad.
S.M. Carlos III, Rey de España.
No fue hasta 1955, con la constitución bajo iniciativa del Sr. José Cotoner y de Verí, Marqués de Ariany, y patrocinio del entonces Conde de Barcelona, que se constituyó la Unión de la Nobleza del Antiguo Reino de Mallorca, que constituye en la actualidad la entidad corporativa que aglutina a la nobleza del reino, bajo la expresa tutela y jefatura del actual monarca, felizmente reinante.
Finalmente, recalcar que no debe confundirse la auténtica y extinta cofradía de San Jorge con una agrupación de jinetes que usa el mismo nombre, para amenizar algunas de las pasadas fiestas en la ciudad de Palma.
(1) Miguel Ferrer Flórez «La Cofradía de San Jorge y los orígenes de la RSEMAP» en Memoria de la Academia Mallorquina de Estudios Genealógicos, año 2000.
(2) Expediente San Jorge, Cofradía de. Archivo del Reino de Mallorca.
(3) J. Ramis d’Ayreflor y Sureda: «Alistamiento Noble de Mallorca del año 1762».
5 01, 2011

EL ENIGMA DE MAXIMILIANO DE MÉXICO (1ª parte).

Por |2020-11-13T03:48:42+01:00miércoles, enero 5, 2011|

Por el Dr. Francisco M. de las Heras y Borrero, Presidente de la Diputación de esta Casa Troncal.
Durante los años en que tuve el privilegio de vivir en la Ciudad Primada de América, Santo Domingo de Guzmán, mi amigo el Embajador de la República de El Salvador en República Dominicana, Ernesto Ferreiro, me interesó y, en parte, me documentó sobre un apasionante episodio de la historia de México que no me resisto a contar a nuestros lectores.
En sucesivas entregas vamos a narrar una historia, no exenta de un gran interrogante genealógico, llena de intriga y misterio. ¿Murió fusilado en el Cerro de las Campanas el emperador Maximiliano de México?, ¿dejó descendencia natural el emperador mexicano?, ¿escondía Justo Armas la auténtica personalidad del emperador Maximiliano de Habsburgo? Vayamos poco a poco respondiendo a estos interrogantes.
Armas de Maximiliano de Habsburgo.
LA AVENTURA DE MAXIMILIANO DE HABSBURGO.
En 1861, Napoleón III vio la ocasión de acceder a una privilegiada posición para capturar los mercados sudamericanos. Y para ello restablecer un monarca en el trono mexicano, que más de treinta años atrás había estado efímeramente ocupado por Agustín de Iturbide, era una excelente oportunidad. Bajo la influencia de su esposa, la emperatriz Eugenia de Montijo, el candidato escogido para el trono fue el archiduque Fernando Maximiliano, hermano del emperador Francisco José de Austria, el enamoradísimo esposo de Sisi, que no por ello dejó de vivir un apasionado y prolongado romance con una dama de la corte.
Fernando Maximiliano José de Habsburgo-Lorena (6 de julio de 1832 – 19 de junio de 1867), nació siendo archiduque de Austria y príncipe de Hungría y Bohemia pero renunció a sus títulos para convertirse en el emperador Maximiliano I de México, encabezando el Segundo Imperio Mexicano de 1863 a 1867. Vino al mundo en el Palacio de Schönbrunn de Viena (Austria), nacido durante el matrimonio del archiduque Francisco Carlos de Austria y Sofía de Baviera, aunque se cree que su padre biológico en realidad fue Napoleón II por la relación que tenía este y su madre Sofía, rumor nunca desmentido por la propia interesada.
Maximiliano de Habsburgo.
En 1856 contrajo un matrimonio “de conveniencia” con la princesa Carlota de Bélgica, hija del rey Leopoldo y la princesa Luisa de Francia. Poco tiempo antes había fallecido, a la edad de 21 años, el gran amor de su vida, la bella princesa María Amalia de Brasil. Maximiliano, que tenía una merecida fama de «don Juan», acudió a la pedida de mano de su futura esposa acompañado por una «petite amie», a la que obviamente dejó en el hotel durante el transcurso de la ceremonia.
En el momento del ofrecimiento de la corona mexicana contaba Maximiliano 30 años. Era alto, romántico, muy elegante y liberal. En octubre de 1863 Napoleón III se las había arreglado para que una comisión de notables mexicanos le ofreciera a Maximiliano la corona imperial de México. El archiduque, que no estaba muy interesado, terminó aceptando ante la insistencia de su ambiciosa esposa Carlota, pero poniendo como condición de que fuera el propio pueblo mexicano el que lo quisiera como emperador. Después de un plebiscito, organizado por los franceses, el archiduque Maximiliano aceptó la corona imperial en su residencia de Miramar, junto a la bella ciudad de Trieste, en abril de 1864. Los nuevos emperadores de México parten, a los cuatro días, rumbo a su nuevo hogar a bordo del navío «S.M.S. Novara», después de haber recibido la bendición del Papa.
Emperador Francisco José, hermano de Maximiliano.
Clamorosamente recibidos por una entusiasta multitud en el Puerto de Veracruz, Maximiliano y Carlota estaban encantados. Pero a los pocos días registran una fuerte impresión al observar las condiciones de vida de las clases populares en contraste con las magníficas haciendas de la clase alta. Pero más horrorizados quedaron al descubrir que una guerra civil asolaba aún su nuevo reino. A parte de todo ello, las finanzas del imperio estaban en un estado caótico. Maximiliano, ante tanta desdicha, encontró consuelo en los brazos de la joven y atractiva hija de uno de los jardineros de palacio.
La Emperatriz Carlota.
Dado que Maximiliano y Carlota no tenían descendientes, y en un afán de enraizarse con su nuevo país, adoptan a los príncipes Agustín y Salvador de Iturbide, nietos de Agustín I, que había sido emperador de México una treintena de años atrás, y a quienes Maximiliano nombró herederos al trono en una original unión de lo que podría haber sido la Imperial Casa Habsburgo-Iturbide.
Los emperadores se esfuerzan lo mejor que pueden en ser unos gobernantes honrados. El Imperio Mexicano contaba con el apoyo del partido conservador, y de buena parte de la población de tradición católica, aunque tuvo la oposición férrea de los liberales y de la masonería. Durante su gobierno Maximiliano I trató de desarrollar económica y socialmente el país, pero su política resultó ser más liberal de lo que sus partidarios conservadores pudieron tolerar. Un hecho que puso de manifiesto esa tendencia incompatible con los conservadores locales fue la negativa de Maximiliano a suprimir la tolerancia de cultos y a devolver los bienes nacionalizados de la Iglesia Católica, cuando el Nuncio de Su Santidad le requirió ambas decisiones. Gran parte de los conservadores mexicanos, decepcionados, retiraron su apoyo a Maximiliano, e inversamente, hubo liberales moderados que se aproximaron al nuevo régimen, mientras que los liberales republicanos no por ello dejaron de persistir en la lucha por recuperar al país de un gobierno monárquico. Encabezados por el Presidente Benito Juárez, permanecían firmes en la defensa de la República secular. Juárez gozaba del apoyo de los Estados Unidos, a quienes no convenía la presencia en América de un régimen apoyado por las monarquías europeas (una posición inspirada en la Doctrina Monroe). Estados Unidos, que durante la mayor parte de esta época estaba enfrascado en su propia guerra civil entre los estados del norte y los del sur, había conseguido finalmente la paz y estaba listo para apoyar al gobierno republicano de Juárez.
Benito Juarez.
En consecuencia, ante las dificultades encontradas y la injerencia de EEUU a favor de los republicanos, Napoleón III, que se enfrentaba a serias amenazas en Europa y requería que sus tropas regresaran al país galo, decide retirarse de México.
De nada sirven las súplicas de la emperatriz Carlota, que recorre las cortes europeas recabando apoyos para su esposo. Tanta tensión hizo que a la emperatriz se le quebrara su salud mental, iniciando un camino sin retorno hacia la locura. Esperanzada en conseguir un firme aliado, Carlota visita al Papa Pío IX, quien, a parte de oírla con simpatía, le explica que él nada puede hacer. En plena audiencia con el Santo Padre tuvo que ser retirada de la sala por la fuerza, haciendo exclamar al Papa: «Nada es fácil para mí en esta vida, ahora una mujer tiene que volverse loca en el Vaticano». El segundo imperio mexicano estaba, irremisiblemente, llegando a su fin.
El emperador Maximiliano, abandonado por los franceses y sin los esperados auxilios que su tenaz esposa no pudo lograr, rehusó alejarse de su país y, valientemente, al frente de su propio ejército se opuso a las tropas republicanas, mandadas por Benito Juárez.
S.S. el Papa Pío IX.
EL FUSILAMIENTO EN EL CERRO DE LAS CAMPANAS.
Una vez que las tropas francesas retrocedieron, Francia informó a Maximiliano que debía hacer lo mismo. Pero el emperador se aferró a su corona, pensando que tenía un destino que cumplir. Haciendo frente a los rebeldes a su imperio, Maximiliano sale de la ciudad de México el 13 de febrero de 1867 y, después de la negativa de Juárez a una nueva oferta de paz, se dirige a Querétaro, donde es atrapado por las tropas fieles a la república. Resiste varios días con bravura, pero el 15 de mayo de 1867, finalmente, cae en poder de Benito Juárez.
Maximiliano, junto a sus leales generales Miramón y Mejía, es condenado a la pena capital por un tribunal militar. La tragedia de Maximiliano fue el asumir la corona de México de buena fe y lleno de las mejores intenciones. Hombre noble, recto y honesto, quería llevar a México a una era de paz y prosperidad.



Generales Miguel Miramón y Tomás Mejía.



El emperador afrontó la muerte con valor. Fusilado al amanecer del 19 de junio de 1867 en Querétaro, en el lugar denominado Cerro de las Campanas, sus últimas palabras, según la versión oficial, pronunciadas ante un pelotón traído del otro extremo del país y que no conocía a Maximiliano, fueron: «Yo perdono a todos, y pido a todos que me perdonen. Que mi sangre, la cual está a punto de ser vertida, sea para bien de este país. ¡Viva México!, ¡Viva la Independencia!». De nada habían servido las peticiones de las cortes europeas solicitando a Juárez que perdonara la vida del emperador.
A partir de este momento toma cuerpo la leyenda, que está a punto de transformarse en historia verídica, modificando la versión oficial de libros y enciclopedias. Toda una serie de interrogantes surgen en torno a este hecho y a su protagonista.
Pelotón que fusiló a Maximiliano.
Si Maximiliano de Habsburgo era la persona que había sido fusilada en el Cerro de las Campanas, ¿por qué se tardó un mes en redactar el acta oficial de defunción?, ¿fue en el último momento suspendida de forma definitiva la ejecución de Maximiliano, al igual que lo había sido en dos ocasiones anteriores?, ¿cuál era el contenido real de una carta que Maximiliano, en pleno proceso judicial, escribió a Benito Juárez en la media noche del 25 de mayo de 1867?, ¿qué papel pudo jugar la masonería evitando que Juárez, masón, ejecutase a Maximiliano de Habsburgo, también masón?, ¿quién era, en realidad, Justo Armas, ese personaje enigmático, culto y distinguido que aparece en San Salvador al poco tiempo del fusilamiento de Maximiliano?.
Fotografía del cadaver de Maximiliano, tomada en Querétaro.
En próximos artículos vamos a dar respuesta a estos interrogantes, intentando aproximarnos a la conclusión de si Maximiliano fue, o no, hecho «justo por las armas», como declararía Benito Juárez en un comunicado oficial, o si, por el contrario, Justo Armas era el propio Maximiliano o algún otro próximo a la familia Habsburgo o a la corte de Viena.
4 01, 2011

UNA SOBERANÍA SIN TERRITORIO, LA EXPULSIÓN DE LA ISLA DE LA ORDEN DE MALTA.

Por |2020-11-13T03:48:42+01:00martes, enero 4, 2011|

Por el Dr. Francisco M. de las Heras y Borrero,Presidente de la Diputación de Linajes de esta Casa Troncal.
La Orden de Malta que hasta 1798 había gozado de una base territorial desde la que ejercía sus funciones soberanas, es expulsada de su territorio, iniciándose para la misma una nueva etapa en el concierto de los estados soberanos. Contra todo pronóstico, la Orden, carente de un territorio, logra hacer reconocer su soberanía por parte de la sociedad internacional.
La Capitulación impuesta por el General Bonaparte a los Caballeros de San Juan .
En violación de la neutralidad reconocida por el Tratado de Utrecht, Bonaparte en ruta hacia Egipto, considerando el valor estratégico del archipiélago, y bajo pretexto de un avituallamiento de agua, se apodera de la isla de Malta. Cincuenta y cuatro mil hombres y cuatrocientos veleros dieron rápida cuenta de trescientos treinta y dos caballeros, mayores y achacosos, dos mil milicianos, cuatro veleros y cuatro galeras. Malta se rinde, prácticamente, sin combate, el 11 de Junio de 1798 y al día siguiente es firmada la capitulación impuesta por el General Bonaparte.
Si bien en el texto de la Capitulación se especifican claramente los honores e indemnizaciones prometidos al Gran Maestre y a sus caballeros, en compensación a su abandono, el artículo 1 no deja lugar a sombras ni a dudas en lo relativo a las renuncias efectuadas:
«Reconocimiento en favor de la República francesa de todos los derechos de soberanía y propiedad… tanto sobre esta isla (Malta) como sobre las islas de Gozzo y Comino».
El artículo 2 de la Capitulación consigna que «la República francesa empleará su influencia en el Congreso de Rastadt para proporcionar al Gran Maestre … un principado equivalente al que ha perdido», así como una pensión vitalicia de 300.000 francos por año, más una indemnización global de 600.000 francos.
A parte la cesión de la soberanía, la capitulación impuesta por Napoleón podía estimarse como generosa, y no sólo para el Gran Maestre, sino también para los caballeros franceses:
«Los caballeros. franceses. podrán entrar en su patria y la residencia en Malta les será contada como una residencia en Francia» (art. 3).
«La República francesa dará una pensión vitalicia de setecientos francos a los caballeros franceses actualmente en Malta. Esta pensión será de mil francos para los caballeros de más de 60 años.» (art. 4).
Napoleón Bonaparte.
Napoleón, mediante una fórmula que en nada le ataba financieramente, se comprometía a «emplear sus buenos» oficios ante las Repúblicas cisalpina, luguriana, romana y helvética, para que ellas acuerden la misma pensión a los caballeros de estas diferentes naciones (art. 4.2), al igual que ante las otras potencias de Europa, para que «mantengan a los caballeros de su nación, el ejercicio de sus derechos sobre los bienes de la Orden, situados en sus estados» (art. 5).
Por otro lado, los caballeros conservaban las propiedades que ellos tuviesen en las islas de Malta y de Gozzo (art. 6), y los habitantes de la isla gozarían de libertad para el ejercicio del culto católico, y no se les impondría ninguna contribución extraordinaria (art. 7).
La Orden de Malta no tenía ya territorio. Su soberanía, incontestada hasta entonces, comenzaba a resquebrajarse.
Hompesch, el Gran Maestre que claudicó ante Napoleón.
Aprovechando la delicada situación que atravesaba la Orden de Malta, el Zar Pablo I de Rusia fue proclamado Gran Maestre por un grupo de caballeros allí refugiados, tras la expulsión de la Orden de la isla de Malta. Esta situación anómala en la historia de la Orden, en la que un casado y ortodoxo figuraba al frente de la misma, queda pronto regularizada, cuando en 1801 el Zar Alejandro I, hijo y sucesor del Zar Pablo I, decide que se proceda a la elección de un nuevo Gran Maestre según los Estatutos de la Orden. Tomando como origen esta etapa confusa, han surgido diversas órdenes de Malta en base a unas supuestas «encomiendas hereditarias», que habrían hipotéticamente salvado la continuidad histórica de la «orden rusa» de largos lustros de total y absoluta inactividad.
El Tratado de Amiens.
La isla de Malta pronto cambia de manos, pasando a poder de Inglaterra durante cierto tiempo.
En el Artículo 10 del Tratado de Amiens (27 de marzo de 1802), también conocido como la Paz de Amiens, se encuentran concentradas todas las referencias a la Orden de Malta y al compromiso de Inglaterra respecto a ésta.
Inglaterra devuelve todas sus conquistas, salvo Ceylan, Trinidad y Malta, la cual se compromete a devolver conforme a lo estipulado en las cuatro primeras líneas de dicho artículo: «Las islas de Malta, Gozzo y Comino serán devueltas a la Orden de Malta de San Juan de Jerusalén, para ser por ella poseídas en las mismas condiciones anteriores a la guerra».
En el mismo texto se viene a reconocer, de forma incuestionable, la independencia de la isla de Malta, Gozzo y Comino, que se coloca bajo la protección y garantía de todas las grandes potencias de la época (Francia, Gran Bretaña, Austria, España, Rusia y Prusia). Igualmente, se reconoce la soberanía de la Orden, que se regirá en cuanto a lo espiritual y lo temporal por los mismos Estatutos «que estaban en vigor cuando los caballeros salieron de la isla, y que no han sido derogados por el presente Tratado» (punto 10 del artículo 10).
Reproducción de la espada  que Felipe II regaló al Gran Maestre de la Orden de Malta.
Pese a la claridad de las cláusulas, Inglaterra no devolverá a la Orden sus posesiones, lo cual será la causa de un ultimátum de Napoleón («il faut évacuer Malte, sinon ce sera la guerre») a los ingleses y el origen de nuevas hostilidades.
La Paz de París.
La primera Paz de París (1814) asestaba un duro golpe a la Orden de San Juan de Jerusalén, del que tardaría en reponerse.
Pese a lo estipulado en el Tratado de Amiens, el artículo 7 de la Paz de París (mayo de 1814) declaraba: «La isla de Malta y sus dependencias pertenecen en total propiedad y soberanía a su Majestad Británica».
La Orden había sido definitivamente expulsada de Malta, pese a su neutralidad en los 4 grandes conflictos que sacudieron Europa al fin del siglo XVIII y principios del XIX. Un largo período errático y de ausencia en la escena internacional comenzaba.
No obstante la carencia de territorio físico en el que ejercer sus prerrogativas, la Orden de Malta fue reconocida como tal ente soberano en el Congreso de Viena de 1815.
Tras diversos años de turbulencias e inestabilidad, se instala en 1834 en Roma, desde donde es gobernada por Lugartenientes Generales hasta que en 1879, de común acuerdo con la Santa Sede, se procede a la elección de un Gran Maestre, a quien el Emperador de Austria le otorga el título de Príncipe del Sacro Romano Imperio y el Vaticano la dignidad Cardenalicia. El periodo histórico más difícil de la Orden había terminado. Un duro camino de reinserción en el concierto internacional se iniciaba.
Los intentos de recuperar una base territorial.
Aunque según la doctrina oficial de la Orden, ésta no tiene necesidad de poseer un territorio para el cumplimiento de sus fines institucionales, lo cierto es que no han faltado en diferentes momentos determinados intentos de recuperar una base territorial, lo cual facilitaría, sin duda, la actuación de la Orden en el plano internacional. Es decir, la necesidad de un territorio podría estimarse, en cierto sentido, como una necesidad instrumental.
Ya en 1818, en el Congreso de Aquisgrán, la Orden había hecho intentos, sin éxito, de obtener algún territorio. Posteriormente, en el Congreso de Verona en 1822, Suecia le ofreció la isla de Gothland. Más tarde fueron las islas de Lissa, Corfu, o Elba (ofrecidas por Viena), las que pudieron convertirse en el nuevo soporte territorial. Incluso en 1823, como consecuencia de los apoyos prestados por la Orden a Grecia en su lucha contra los turcos, existió la posibilidad de recuperar la isla de Rodas, proyecto que pese a su estado de madurez, al igual que los anteriores, no llegó a buen puerto por circunstancias diversas (1).
La isla de Mallorca, igualmente, fue una de las candidatas a nueva base territorial de la Orden. Eric Muraise sostiene que hubo un proyecto en este sentido, también en torno al año 1823, mediante el cual el gobierno español cedía la isla de Mallorca a la Orden a cambio de los apoyos de ésta en momentos de dificultad (2). Menos maduro que los anteriores, esta idea fue rápidamente desechada.
Embajada de la Orden de Malta en Praga.
Después de la 2ª Guerra Mundial existió el proyecto de otorgarle a la Orden la protección de los Santos Lugares, bajo mandato de la O.N.U. De nuevo se disiparon las posibilidades de éxito. Israel y Jordania se oponían al mandato de la O.N.U. y, además, la Santa Sede mostraba su preferencia por la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén en caso de mandato.
Más recientemente, aunque bajo una perspectiva más simbólica que política, la Orden ha firmado en Junio de 1991 con el gobierno de la isla de Malta, y tras varios años de negociaciones, un acuerdo mediante el cual éste le cede a aquella durante 50 años, a cambio de una importante ayuda financiera, el Fort-Saint-Ange, residencia del primer Gran Maestre en Malta (3).
(1) Muraise, Eric, «Histoire Sincère des Ordres de l’Hôpital», Editions Fernand Lanore. París, 1878. Pág. 180-181.
(2) Muraise, Eric, «Histoire Sincère des Ordres de l’Hôpital», op. cit. pág. 193.
(3) Tavernier, Gisèle: «Ordre de Malte: la terre promise», «Le Point», número 893. París, 30-X-1989, pág. 70. Michelland, Antoine: «L’Ordre de Malte, un Etat Indépendant», «Point de Vue – Images du Monde», número 2370. París, 4-I-1994, pág. 31.
3 01, 2011

ORDEN ECUESTRE PONTIFÍCIA DEL PAPA SAN GREGORIO EL GRANDE.

Por |2020-11-13T03:48:43+01:00lunes, enero 3, 2011|

«Señores de probada lealtad a la Santa Sede que, por razón de su nobleza de nacimiento y la notoriedad de sus actos o el grado de su generosidad, se consideran dignos de ser honrados por una expresión pública de estima por parte de la Santa Sede «.
-.ORDENES PONTIFÍCIAS V ( y última).-

Orden de San Gregorio Magno .

En el siglo XIX ,toda Europa estaba en crisis después de los acontecimientos catastróficos de la Revolución Francesa y las invasiones napoleónicas. Las formas tradicionales de gobierno se tambaleaban.
El Papa, por aquellas Pío VIII, seguía siendo el gobernante temporal de los Estados Pontificios en el noreste y centro de Italia, pero cuando los elementos revolucionarios establecieron un gobierno provisional en su territorio en 1830, no le quedó otra opción que valerse de la ayuda de Austria.
A su muerte, en 1831, fue sucedido por un monje Camaldulense, Bartolomeo Capellari, que gobernaría la Iglesia con el nombre  de Gregorio XVI.

S.S. el Papa Gregorio XVI.
Este Papa, siete meses después de su elección, y para premiar los servicios de italianos y austriacos, que le habían ayudado a restablecer su autoridad política, instituyó esta Orden, en memoria del Papa Gregorio I, llamado El Magno (590-604), el 1° de septiembre de 1831, mediante el Breve “Quod Summis Quibusque” .

Armas de Gregorio XVI.
Esta Caballería en sus inicios constaba de cuatro clases, Caballero Gran Cruz 1ª Clase, Caballero Gran Cruz 2ª Clase, Comendador y Caballero. Pero tres años después de su fundación, fue reformada, con el Breve “Cum Amplísima Honorum” de 30 de mayo de 1834, suprimiendo la Gran Cruz de 2ª Clase.
Sus Ordenanzas preveían un número máximo de miembros, dentro de los Estados Pontificios, de 30 Caballeros  Gran Cruz, 70 Comendadores y 300 Caballeros, no limitando de ninguna manera las concesiones relativas a ciudadanos no pertenecientes a los Estados de la Iglesia.
La Orden fue nuevamente reformada bajo el pontificado de  Pío X en 1905, con la Bula “Multum ad Exitandos” , y luego bajo el pontificado de Juan Pablo II, con fecha 2 de junio de 1993.

S.S. el Papa Pío X y S.S. el Papa Juan Pablo II.

Desde 1994 las Damas pueden ingresar en la Orden ostentando los mismos grados que los Caballeros.

Armas de Pío X y Juan Pablo II, respectivamente.
La condecoración de la Orden consiste en una cruz octógona o bifurcada, esmaltada en gules y orlada y pometeada en oro, cargada en su centro de un medallón circular, de esmalte azur, con la imagen del Pontífice, y rodeada de un círculo de esmalte blanco con la leyenda «Sanctus Gregorius Magnus». Coronado todo con un laurel para los civiles, y surmontada de un trofeo militar de oro para los militares.

Gran Cruz y Placa.
Venera y  Encomienda.
Cruz de Caballero con trofeo militar.
La cinta de la Orden es de seda roja con franjas amarillas, inspirada en los colores de la ciudad de Roma.

Dos cintas de la Orden, mostrando dos de los diferentes grados.
El uniforme se compone de guerrera de paño verde oscuro con faldones largos, con el cuello, bocamangas y pechera recamadas en plata. Los pantalones son de paño verde oscuro con franja de plata ricamente adornada.
El sombrero, que es un bicornio apuntado, es de felpa negra con plumero negro.
Guantes blancos, calzado negro, cinturón con la empresa de la orden en la hebilla y espada de ceñir.

Uniforme de la Orden.

En la actualidad, con esta Orden se premian los méritos por destacados servicios, en favor de la Santa Iglesia.

Caballeros de la Orden.
2 01, 2011

BELICE: Protocolo de Naciones Soberanas.

Por |2014-07-27T19:49:02+01:00domingo, enero 2, 2011|

Por D.Víctor A. García Guardia.
Escudo medio partido y mantelado. En el primer cuarte, sobre campo de plata, se entrecruzan una mandarria y un remo, al natural. En segundo cuartel, sobre campo de oro, se entrecruzan una sierra y un hacha , al natural. En el tercer cuartel, sobre campo de azur, navegando hacia la diestra, un velero de tres mástiles, botavara y palo de mesana; los tres mástiles tienen cada uno tres velas de plata y están coronados por un banderín de gules. Bajo la franja de azur del mar se aprecian dos bandas de igual anchura, sinople sobre oro.
Dos tenantes soportan el escudo, parados sobre una base vegetal de sinople: a la diestra un hombre empuñando un hacha con su mano diestra y soportando el escudo con su mano siniestra, mientras que a la siniestra un hombre empuñando un remo con su mano siniestra y soportando el escudo con su mano diestra; ambos visten pantalones largos de plata y tienen el torso descubierto (y simbolizan la colaboración en la construcción dé la nación).Sobre el escudo, un árbol naciente de caoba, en su color (que alude, al igual que los cuarteles superiores del escudo, a las abundantes reservas forestales de la nación). Bajo la base vegetal una banda flotante de plata y letras de sable, que reza el lema de la nación “SUB UMBRA FLOREO” (FLOREZCO BAJO LA SOMBRA) El conjunto está rodeado por una guirnalda de cincuenta hojas de sinople, que rememoran el año 1950, en que Belice (anteriormente Honduras Británica) comenzó su camino a la independencia. La descripción oficial del escudo nos indica las razas de los tenantes.
Escudo oficialmente adoptado el 21 de septiembre de 1981.
Himno oficialmente adoptado el 21 de septiembre de 1981.
Proporciones de la Bandera: 2/3
Sobre un campo de azur, dos fajas de gules en los extremos superior e inferior, de un 12% del ancho del campo. Al centro, sobre un disco de plata, se reproduce el Escudo Nacional. Los colores de la bandera reflejan el compromiso de cooperación de los dos partidos políticos mayoritarios en el país (PUP y UDP).
Bandera oficialmente adoptada el 21 de septiembre de 1981.
Orden de Belice.
Se concede a: Jefes de Estado a quienes el país desea honrar.
Condecoración: De forma circular y hecha de oro, en el centro se observa el escudo de armas del país.
Grados: Esta condecoración solo tiene un grado: CABALLERO/DAMA Condecoración oficialmente adoptada el 16 de agosto de 1991.
Nombre: Elizabeth Alexandra Mary Windsor.
Protocolar: SU MAJESTAD ELIZABETH II.
Fecha de Nacimiento: 21 de abril de 1926.
Lugar de Nacimiento: Londres, Inglaterra.
Coronada : el día 2 de junio de 1952.
Título(s): Reina (Reino Unido de la Gran Bretaña y Jefe de la Iglesia de Inglaterra.
Nombre: Dean Oliver Barrow.
Protocolar: PM DEAN OLIVER BARROW, MP.
Fecha de Nacimiento: 2 de marzo de 1951.
Lugar de Nacimiento: Belize City.
Juramentado el día 8 de febrero de 2008.
Título(s): Primer Ministro,Miembro del Parlamento y Ministro de Finanzas.
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