Un Caballero mallorquín, amigo de estas páginas, nos remite este pequeño pero interesante artículo, que queremos ofrecer a nuestros lectores como entrada del día de hoy.
Del mismo  modo les invitamos a participar con nosostros remitiéndonos cualquier artículo, noticia o evento que estimen de interés.
“Confraria de Nostre Senyor Sant Jordi”.
La peripecia vital, con las sucesivas reorganizaciones, y, especialmente los motivos que dieron causa a la disolución de la “Confraria de Nostre Senyor Sant Jordi”, o Cofradía de San Jorge, de Palma de Mallorca, ente corporativo aglutinador de la nobleza de la Ciudad de Mallorca (posteriormente Palma, y más recientemente Palma de Mallorca), representa un adecuado reflejo de la naturaleza y carácter mallorquines (tan desapegado y abúlico por lo general y apasionado hasta el conflicto en otras ocasiones), que quizá merezca un breve escrutinio al lector, al amparo de esta página que tan amable e inmerecidamente me presta la Casa Troncal de los Doce Linajes de Soria.



San Jorge matando al dragón, propiedad de la antigua Cofradía.



El establecimiento y fundación de la Cofradía se retrotrae, tras la conquista de la isla y la ciudad de Mallorca por el rey En Jaume (posteriormente Jaime I de Mallorca), acontecida en 1229, a los tiempos del Rey Juan II de Aragón quien, mediante privilegio otorgado en Fraga en 1460, constituye dicha Cofradía bajo la advocación del santo patrón de la caballería.
Rey En Jaume ( Rey Jaime I).
La Cofradía de San Jorge constituyó lo que en la actualidad llamaríamos una «corporación nobiliaria» a la que, de manera recurrente, se adscribieron aquellos miembros integrantes del estamento noble del reino, compuesto por Nobles, caballeros o donceles y, finalmente, ciudadanos militares, sin que, en este último caso, tal denominación tuviera que ver con la condición de bellatores de los interesados.
 Cabe aclarar que, tal y como bien ha señalado repetidamente el actual Conde de Zavellá, la categoría de «hidalgo», esencia del estado noble en otros reinos de la ahora España, es completamente desconocida en el Reino de Mallorca hasta la llegada de la dinastía borbónica y, más concretamente, la pragmática del brevísimo Luis I, quien, como ya comentamos en su momento, equiparó a los miembros de la mano mayor foránea y a los ciudadanos militares con los hidalgos castellanos.
Cam Berga (Palma).
Tras sucesivas etapas de decadencia y restauración de la cofradía, se decide una nueva reorganización de la misma en 1775, a raíz de la reunión de sesenta caballeros de la nobleza isleña, a instancia de D. Juan de Torrella, D. Antonio Dameto, D. José Desbrull y D. Francisco Boix de Berard, y celebrada en el palmesano convento de San Francisco, lo que se tradujo ya desde ese mismo momento en los primeros agravios a propósito de las invitaciones cursadas y de aquellas omisiones en las que voluntaria o involuntariamente parece que se incurrió. Desde este momento se ponen de manifiesto además las divergencias entre la facción partidaria de mantener los requisitos de ingreso históricamente existentes, que no eran otros que la mera notoriedad de la nobleza del postulante, y la partidaria de implantar unas pruebas de nobleza semejantes a las establecidas por la Orden de San Juan o Malta.
Palacio Arzobispal.
En 1777, y ya al parecer superados los primeros problemas y rencillas, se solicitó por parte de los caballeros intervinientes la restauración de la cofradía al entonces Capitán General del Reino, marqués de Alós, quien consintió en dicha restauración, procediéndose al discernimiento de los miembros integrantes de los órganos de gobierno de la ilustre corporación. No obstante, no les iba a resultar tan fácil a los ufanos caballeros el tan deseado restablecimiento, pues, existiendo miembros de familias que, siendo hábiles para su elección como miembros de la cofradía de acuerdo con los criterios históricos de admisión, no podían cumplir satisfactoriamente con los nuevos criterios de nobleza que ahora se pretendían exigir. Con tal motivo, algunos miembros del estamento de ciudadanos militares del reino elevaron la oportuna protesta a la Real Audiencia de Mallorca, alegando la preterición de sus derechos como miembros del estamento noble del Reino. Enterada la Audiencia de la intención de restauración de la Cofradía, emitió ésta en abril del mismo año informe en el que se mostró en completo desacuerdo, como consecuencia, según comenta D. Miguel Ferrer Flórez (1), de por una parte de la reticencia de las autoridades a la restauración de este tipo de corporaciones, a la vista del nuevo «Zeitgeist» que traía la monarquía ilustrada de nuestro Sr. El Rey Carlos III, de grata memoria, y por otra del recelo de los autoridades a la constitución de una corporación aglutinadora de un estamento tan levantisco en el pasado y que, en aquel momento, ostentaba el mayor poder económico del reino.
 Detalle de  la fachada de la iglesia de San Fco. de Palma (anexa al convento).
 Así, refiere el informe de la Real Audiencia que «en todo lugar y tiempo se han mirado las ligas y cofradías como fomento de escándalos, bullicios, y embarazo de la execución de la justicia y que en este caso son mucho más temibles sus circunstancias porque siendo de tan corta extensión y reuniéndose en dicha Cofradía toda la nobleza de la Ciudad cuio numero pasa de 200 casas, y estas las más poderosas, compondrían un cuerpo con sus criados y dependientes de tan superiores fuerzas que serían incontrastables» (2).
De esta manera, Carlos III decidió finalmente avalar el informe de la Real Audiencia y no autorizar la restauración de la Cofradía, antes bien ordenar su inmediata disolución, concediendo a cambio su autorización para la constitución de la Real Sociedad Económica Mallorquina de Amigos del País para mejor servir al reino. La definitiva supresión de la Cofradía fue, pues, un hecho, desde el 16 de enero de 1778 (3), procediéndose desde entonces a los trámites para la constitución de la ya mencionada Sociedad.
S.M. Carlos III, Rey de España.
No fue hasta 1955, con la constitución bajo iniciativa del Sr. José Cotoner y de Verí, Marqués de Ariany, y patrocinio del entonces Conde de Barcelona, que se constituyó la Unión de la Nobleza del Antiguo Reino de Mallorca, que constituye en la actualidad la entidad corporativa que aglutina a la nobleza del reino, bajo la expresa tutela y jefatura del actual monarca, felizmente reinante.
Finalmente, recalcar que no debe confundirse la auténtica y extinta cofradía de San Jorge con una agrupación de jinetes que usa el mismo nombre, para amenizar algunas de las pasadas fiestas en la ciudad de Palma.
(1) Miguel Ferrer Flórez «La Cofradía de San Jorge y los orígenes de la RSEMAP» en Memoria de la Academia Mallorquina de Estudios Genealógicos, año 2000.
(2) Expediente San Jorge, Cofradía de. Archivo del Reino de Mallorca.
(3) J. Ramis d’Ayreflor y Sureda: «Alistamiento Noble de Mallorca del año 1762».