Plaza Mayor n° 6, Soria, España

Archivos mensuales: julio 2017

6 07, 2017

JUNTA GENERAL DE DIVISEROS DEL SOLAR DE TEJADA. 2017

Por |2020-11-13T03:36:52+01:00jueves, julio 6, 2017|

TEJADA

JUNTA GENERAL DE DIVISEROS DEL SOLAR DE TEJADA. 2017

  La fecha de la próxima Junta General del Solar de Tejada, que se celebrará en nuestra casa solariega, será los días 30 de septiembre y 1 de Octubre de 2017.

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ANTIGUO ESCUDO DEL SOLAR DE TEJADA DE 1542

Durante años hemos estado preguntándonos que fue del escudo de piedra del año 1542, que tantas veces es mencionado en los libros del Solar de Tejada. En las diversas visitas que la Real Chancillería de Valladolid realizó a nuestro Solar, siempre realizaba una descripción completa de su continente y su contenido.

En el año 1720, es enviado por dicha Chancillería, D. Fernando de Cevallos Campuzano, el cual describe el escudo que en ese momento se encontraba colocado en la fachada principal, que mira al mediodía, como un escudo de piedra de 1542.

El 1 de agosto de 1752, el Señor D. Juan Xavier Cubero, del Consejo de su Majestad y Alcalde de los Hijosdalgo más Antiguos de la Real Audiencia y Chancillería de Valladolid, realiza la visita ocular y reconocimiento del Solar de Tejada. En esta ocasión, cita como en el frontis de la casa que mira a oriente, se encuentra un escudo de alabastro y al pasar al interior, en su sala principal, entre los elementos descritos, está el escudo antiguo que la casa tenía en su frontis principal, con la inscripción del año 1542.Mas información en la pagina del Solar de Tejada.

Tomás Rubio de Tejada y Fernández

ECCE BEATIFICAMUS EOS QUI SUSTINUERUNT

3 07, 2017

¿A VUELTAS CON MI PADRE?; por D. JOSÉ MARÍA DE MONTELLS Y GALAN

Por |2020-11-13T03:36:54+01:00lunes, julio 3, 2017|

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¿A VUELTAS CON MI PADRE?

He llegado a Comarza esta mañana. Lucía, el ama de llaves, me ha saludado con dos húmedos besos en las mejillas. Casi me vio nacer. Está muy mayor y no ve bien, pero mantiene el tipo. Es una mujer seca, enjuta, antipática, con el pelo recogido en un moño mínimo. Por mantener las formas delante de los colonos, ha musitado un Sr. Vizconde, bienvenido, mientras sonreía, dejando ver una dentadura postiza demasiado blanca. Luego, con voz muy queda me ha dicho eso de ¡Ay, Paquito, qué viejo estás!, que me dice siempre que avizora mis grises barbas. De permanente luto por un novio que tuvo, recuerda vagamente un cuervo enigmático. Su piel es de una palidez casi transparente. Una arpía. Le he besado la mano. Aunque nunca fue santo de mi devoción, me produce un repenterre de ternura.

Un mozo me ha llevado las maletas al dormitorio de mi abuelo, el tercer Vizconde. Es una sala atestada de libros, con las paredes pintadas de rojo inglés. La cama, de estilo imperio, tiene clase. Es inmensa y hubo que hacerle las sábanas a medida, cuando me casé. En alguna ocasión he estado tentado de venderla. Un anticuario de Barcelona, amigo de Beatriz, me daba un dineral. Cuando mi mujer me abandonó por el francés mal encarado, decidí conservarla. No sé si fue por obligarme a recordar cuánto la quise.

Siempre que vengo a Comarza, me refugio en la habitación de mi abuelo. Mi abuelo, don Nicolás Sueyras y Servetto-Montenegro, tercer Vizconde de Portadei, quinto Barón del Prado Galán, fue quien hizo de esta casa, un palacio. Antes de la reforma, fue una casa de campo con algo de cortijo. Nada del otro mundo. Hay fotos de principios de siglo. Después de que mi abuelo trajese de Barcelona, un arquitecto discípulo de Gaudí, adquirió una apariencia de castillo de cuento, con sus torres almenadas, sus cúpulas doradas y sus agujas neogóticas. Mucho alarde de gárgolas y quimeras, mucha escayola modernista.

De todos modos, una casa difícil, enmarañada de recovecos absurdos, pasillos estrechos y habitaciones imposibles. La verdad es que está hecha una ruina. En la guerra, los milicianos del pueblo incendiaron la capilla con mi abuelo dentro. Le tenían ganas porque era muy católico y carcunda y se paseaba, desafiante, con la boina roja. Luego, lo que quedó en pie, sirvió de granero. Para restaurar el ala este tendría que venderlo todo (lo que queda en Madrid y el pazo de Gudiñán) y aún me faltaría dinero. Pero me siento a gusto aquí. Será porque aquí, recupero mis sueños.

Desde que me dejó Beatriz, padezco de insomnio. En Madrid, me paso las noches en vela. Solo en Comarza, duermo como un bendito y sueño. Gracias a los sueños, tengo alguna relación con mi madre. Nada afectivo, claro está. Mi madre fue una mujer extravagante para su tiempo, muy moderna, muy británica, muy absorbente y yo, la verdad sea dicha, la conocí muy poco. Vino a la guerra de España, como una jovencísima enfermera, de voluntaria con los nacionales y ya no se marchó. A mi padre le hirieron en el frente y ella le curó. Se casaron nada más salir del hospital. Nunca me quiso. Creo que por no verme, ideó un plan de enseñanza que me condenó de internado en internado. Hasta que no terminé la carrera en Oxford, no paré. De ahí, que odie a los ingleses, singularmente a mis tíos. Gente vacía y sin principios.

Para mí, que mi nacimiento la decepcionó un tanto. Ella pensaba no tener hijos, consagrarse a su marido y vivir en un permanente viaje, de aquí para allá. Unos meses en Londres, con su familia inglesa, otros, en París y el resto en Madrid. A Comarza no venía nunca. Por esas cosas del destino, murió en el 89, de resultas de un accidente de automóvil, cerca de aquí, cuando venía de poner flores en la tumba de mi padre.

De él, casi ni me acuerdo. Tengo en la memoria una vaga imagen: Le rememoro alto, moreno, un bigotito falangista, el rictus irónico y la mano tibia. Yo debía ser muy pequeño. Le mataron en el barranco, cuando estaba de caza. Dos tiros de escopeta a quemarropa. Nadie sabe por qué. Mi padre no tenía enemigos. En las fotos, con el uniforme de capitán de regulares, parece Alfredo Mayo.

A quien tengo muy presente es a mi abuelo. En el retrato que le hiciera Julio Romero de Torres y que salvó Lucía, de las iras populares escondiéndolo en un falso techo, aparece, ya muy anciano, con el Toisón al cuello y la mano enguantada, aferrada al bastón de puño marfileño. Lleva un bigote y mosca, algo anacrónicos. El típico prócer elegante con un aire bohemio. La mirada de sus ojos claros, tras unos lentes redondos, se pierde en el horizonte de una ciudad lejana y sola. Ahora, el retrato preside el salón de Comarza. A Beatriz, cuando veníamos en verano, le gustaba mirarlo en silencio. Decía que el tercer Vizconde debió ser todo un carácter. El conde de Melgar, que le trató mucho, dejó escrito que era un vivalavirgen mal hablado, ingenioso y cordial.

Por lo que yo sé, mi abuelo fue un gran admirador de la belleza en la mujer. Un fornicador festivo. Tuvo varios hijos de algunas criadas de Comarza y una amante fija en Madrid. Mi abuela dejo de hablarle por sus excesos. Las malas lenguas, de por aquí, dicen que fue su hijo, el abogado de Murcia que me llevaba algunos asuntos, que creo que murió el año pasado. Yo le encargué un pleito de lindes y me lo ganó. Lo que es la sangre, porque siempre que le veía, me recordaba a mi padre, que en paz descanse.

La última vez que vine, soñé con el abuelo. Fue un sueño raro. Lo recuerdo como una escena muda de una película en blanco y negro. Me recibía de pie, en el comedor de invitados. Se le veía apesadumbrado y circunspecto, como si quisiera decirme un secreto largamente callado. Luego, derramaba amargas lágrimas. Verle en aquel estado, me producía un enorme pesar.

Cuando intentaba hablarme, no articulaba palabra alguna y una expresión de angustia inundaba su rostro. Todo se interrumpía bruscamente, cuando aparecía el ama de llaves.

Soy de los que piensan que por mucho que se diga que Freud nos desveló las claves de la interpretación de los sueños, todavía nos queda mucho camino por recorrer. ¿Qué puede significar que sueñe con mi abuelo, a quien no conocí y se me desvele como un hombre atormentado? Seguramente, los ases del psicoanálisis facilitarían una disquisición intrincada y superferolítica sobre unos complejos infantiles que nunca llegué a tener. Porque, pese a tantos sinsabores y al desapego de mi madre, fui un niño feliz.

En el salón, hay un Rembrandt pequeño, donde se ve a Nuestro Señor dormido mientras un ángel vela su sueño. Lo compró mi abuelo en La Haya, en una subasta de las pertenencias de un Van Halen. No se sabía quién era el autor. Fue mi padre, quien trajo a un catedrático de Historia del Arte, qué después de muchos dimes y diretes, certificó que se trataba del maestro. Hay más cuadros. A los Sueyras nos chifla la buena pintura. Yo le tengo cariño a una Santa Faz de la escuela española.

Una vez instalado en el dormitorio del crápula, he paseado por la rosaleda. Es costumbre a la que me habituó Beatriz. A mi mujer le gustan las flores. Siempre que venía, mandaba poner flores frescas por toda la casa. La comida me la han servido en la salita verde. Es una estancia pequeña, amueblada con una mesa y la sillería a juego, de factura filipina, de palosanto creo, regalo de mi abuelo a su madre, de vuelta de su viaje a Manila.

Lucía, tan achacosa y consumida, ha venido de supervisora. Diego, el mayordomo, ha estado muy solemne, con la sopera de plata en ristre, mirando al frente sin pestañear. Como Lucía me sabe aficionado, me han regalado con una sopa de cebolla a la francesa, magnífica. El vino de la tierra, algo ayuda. La carne, corzo sin duda, me la ha traído la hija del mayordomo. Una garrida moza, sana, colorada, espléndida, que me ha sonreído tímidamente. De postre, higos chumbos recién recogidos. Un festín. Me he acostado la siesta en el porche, cabe el castaño de Indias, justo frente al banco de azulejos de Talavera, donde se sentaba mi abuelo para leer y he caído como un tronco. Que yo recuerde, esta vez no he soñado nada.

A eso de la seis y media, me ha despertado Lucía con un cuenco de café. Me ha dicho que este año la cosecha de almendros viene generosa y dará dinero. Falta hace. Camina encorvada e insegura y tiene un punto de vejestorio airado. Pregunta maliciosa por la señora, qué cómo está, qué si vendrá pronto. Como si no supiese que la señora está en brazos de otro, más joven que yo. Es una pécora, pero me hago el tonto y contesto lugares comunes que no comprometen a nada.

He pensado que me gustaría escribir a Beatriz y decirle que estoy de vuelta en Comarza y que he mandado poner flores frescas por toda la casa, pero no lo haré, nuestro hijo no me lo perdonaría. El que más sufrido con todo esto, ha sido él. Cuando se enteró de que su madre se largaba con el marchante franchute, a punto estuvo de hacer un disparate. Tuve que calmarle yo, que estaba hecho fosfatina. Se ha ido a estudiar a Boston y me llama por el móvil para saber cómo lo llevo. Es un chico estupendo, generoso y bueno. Beatriz le quiere, pero a su manera.

Me doy cuenta que Comarza, sin ella, es otra cosa. A la caída de la tarde, silenciosa y sombría, la casa se vuelve melancólica. En la penumbra de las últimas luces, el gallo dragonado de nuestro escudo parece tomar vida y desde el salón le veo moverse con parsimonia. Sus alas de murciélago se baten inútiles mientras fija un ojo escrutador en mí. No estoy soñando. Percibo que verdaderamente en Comarza, todas las cosas tienden a decirme algo. También el signo familiar. El símbolo de la vieja sangre de los Portadei. Puerta de Dios o quizá la Puerta del Infierno que habita en todos nosotros. Es como si la casa toda, esos frisos y arquivoltas que mi abuelo puso en el salón, los endriagos y crototas que espían desde los artesonados, los quiméricos escudos, los viejos retratos de familia, me dijesen que les hace falta la presencia vagarosa de Beatriz. No sé si volverá, pero al menos me quedan los sueños. Y eso que mis sueños no son siempre agradables.

He de confesar que lo que nunca hablé con mi madre, lo tengo hablado en sueños. Comarza me ha descubierto muchas cosas. También a mi madre. Entre sombras, entre sueños. Recuerdo cuando mi madre, sentada donde estoy ahora, el rostro erguido, las manos cruzadas sobre la rodilla, me desveló que el asesino de quien yo había considerado mi padre toda la vida, había sido mi verdadero padre. Yo no tenía ni una gota de sangre de los Sueyras en mis venas. El cuarto Vizconde de Portadei había sido asesinado por los sicarios de mi padre. Por celos, según ella.

Lo cierto es que confío que todo aquello fuese una pesadilla, un mal sueño, porque uno no está ya para sorpresas. Que conste que no me molesta saber la verdad sobre mi padre. La ensoñación es siempre la misma: Mi madre, más fría e inalcanzable que nunca, habla sin parar, delante del ama de llaves, que semeja una sombra esquiva. Había conocido al Generalísimo nada más llegar a Burgos. Enseguida se sintió atraída por él. Un general victorioso que sonríe, las canciones de guerra, el caliente sol.

Franco no reparó en ella, hasta que un día, mi madre le visitó en su despacho, por llevarle los saludos de Sir Oswald Mosley. Fue un flechazo. Él fue un amante muy tierno y apasionado, todo lo contrario de lo que dicen ahora. De aquel furtivo encuentro nadie se enteró.

No volvieron a verse hasta después de la guerra, en el 48. Mi madre ya se había casado con Portadei. Tuvo que ir al Palacio del Pardo, a pedir a Franco que mediase ante el gobierno inglés a favor de su primo, un Wesley, acusado de traición a la Gran Bretaña. Franco ni pestañeó, nada dijo, pero pasaron juntos toda una noche. Al día siguiente, el Caudillo le prometió, solícito, que tendría noticias suyas. A mi padre, lo mataron poco después.

Aunque vivo para soñar, yo nunca he creído en los sueños que tengo, pero Lucía, la maldita ama de llaves, con frecuencia se me queda mirando y musita en mi oído: Igualito que tu padre y se va renqueando, con una estúpida sonrisa, en su boca de bruja. Es verdad que cada vez que me miro al espejo, el azogue me devuelve un Franco de mediana edad con las barbas grises, pero será ilusión inducida. No me extrañaría nada que mi madre se hubiese inventado la historia, por salvarse de mis sospechas. Nunca me he fiado de ella. De pronto, se ha presentado la noche y una fresca brisa mueve los arrayanes. Me malicio que Beatriz estará mirando las estrellasCuando intentaba hablarme, no articulaba palabra alguna y una expresión de angustia inundaba su rostro. Todo se interrumpía bruscamente, cuando aparecía el ama de llaves. Soy de los que piensan que por mucho que se diga que Freud nos desveló las claves de la interpretación de los sueños, todavía nos queda mucho camino por recorrer. ¿Qué puede significar que sueñe con mi abuelo, a quien no conocí y se me desvele como un hombre atormentado? Seguramente, los ases del psicoanálisis facilitarían una disquisición intrincada y superferolítica sobre unos complejos infantiles que nunca llegué a tener. Porque, pese a tantos sinsabores y al desapego de mi madre, fui un niño feliz. En el salón, hay un Rembrandt pequeño, donde se ve a Nuestro Señor dormido mientras un ángel vela su sueño. Lo compró mi abuelo en La Haya, en una subasta de las pertenencias de un Van Halen. No se sabía quién era el autor. Fue mi padre, quien trajo a un catedrático de Historia del Arte, qué después de muchos dimes y diretes, certificó que se trataba del maestro. Hay más cuadros. A los Sueyras nos chifla la buena pintura. Yo le tengo cariño a una Santa Faz de la escuela española. Una vez instalado en el dormitorio del crápula, he paseado por la rosaleda. Es costumbre a la que me habituó Beatriz. A mi mujer le gustan las flores. Siempre que venía, mandaba poner flores frescas por toda la casa. La comida me la han servido en la salita verde. Es una estancia pequeña, amueblada con una mesa y la sillería a juego, de factura filipina, de palosanto creo, regalo de mi abuelo a su madre, de vuelta de su viaje a Manila. Lucía, tan achacosa y consumida, ha venido de supervisora. Diego, el mayordomo, ha estado muy solemne, con la sopera de plata en ristre, mirando al frente sin pestañear. Como Lucía me sabe aficionado, me han regalado con una sopa de cebolla a la francesa, magnífica. El vino de la tierra, algo ayuda. La carne, corzo sin duda, me la ha traído la hija del mayordomo. Una garrida moza, sana, colorada, espléndida, que me ha sonreído tímidamente. De postre, higos chumbos recién recogidos. Un festín. Me he acostado la siesta en el porche, cabe el castaño de Indias, justo frente al banco de azulejos de Talavera, donde se sentaba mi abuelo para leer y he caído como un tronco. Que yo recuerde, esta vez no he soñado nada. A eso de la seis y media, me ha despertado Lucía con un cuenco de café. Me ha dicho que este año la cosecha de almendros viene generosa y dará dinero. Falta hace. Camina encorvada e insegura y tiene un punto de vejestorio airado. Pregunta maliciosa por la señora, qué cómo está, qué si vendrá pronto. Como si no supiese que la señora está en brazos de otro, más joven que yo. Es una pécora, pero me hago el tonto y contesto lugares comunes que no comprometen a nada. He pensado que me gustaría escribir a Beatriz y decirle que estoy de vuelta en Comarza y que he mandado poner flores frescas por toda la casa, pero no lo haré, nuestro hijo no me lo perdonaría. El que más sufrido con todo esto, ha sido él. Cuando se enteró de que su madre se largaba con el marchante franchute, a punto estuvo de hacer un disparate. Tuve que calmarle yo, que estaba hecho fosfatina. Se ha ido a estudiar a Boston y me llama por el móvil para saber cómo lo llevo. Es un chico estupendo, generoso y bueno. Beatriz le quiere, pero a su manera. Me doy cuenta que Comarza, sin ella, es otra cosa. A la caída de la tarde, silenciosa y sombría, la casa se vuelve melancólica. En la penumbra de las últimas luces, el gallo dragonado de nuestro escudo parece tomar vida y desde el salón le veo moverse con parsimonia. Sus alas de murciélago se baten inútiles mientras fija un ojo escrutador en mí. No estoy soñando. Percibo que verdaderamente en Comarza, todas las cosas tienden a decirme algo. También el signo familiar. El símbolo de la vieja sangre de los Portadei. Puerta de Dios o quizá la Puerta del Infierno que habita en todos nosotros. Es como si la casa toda, esos frisos y arquivoltas que mi abuelo puso en el salón, los endriagos y crototas que espían desde los artesonados, los quiméricos escudos, los viejos retratos de familia, me dijesen que les hace falta la presencia vagarosa de Beatriz. No sé si volverá, pero al menos me quedan los sueños. Y eso que mis sueños no son siempre agradables. He de confesar que lo que nunca hablé con mi madre, lo tengo hablado en sueños. Comarza me ha descubierto muchas cosas. También a mi madre. Entre sombras, entre sueños. Recuerdo cuando mi madre, sentada donde estoy ahora, el rostro erguido, las manos cruzadas sobre la rodilla, me desveló que el asesino de quien yo había considerado mi padre toda la vida, había sido mi verdadero padre. Yo no tenía ni una gota de sangre de los Sueyras en mis venas. El cuarto Vizconde de Portadei había sido asesinado por los sicarios de mi padre. Por celos, según ella. Lo cierto es que confío que todo aquello fuese una pesadilla, un mal sueño, porque uno no está ya para sorpresas. Que conste que no me molesta saber la verdad sobre mi padre. La ensoñación es siempre la misma: Mi madre, más fría e inalcanzable que nunca, habla sin parar, delante del ama de llaves, que semeja una sombra esquiva. Había conocido al Generalísimo nada más llegar a Burgos. Enseguida se sintió atraída por él. Un general victorioso que sonríe, las canciones de guerra, el caliente sol. Franco no reparó en ella, hasta que un día, mi madre le visitó en su despacho, por llevarle los saludos de Sir Oswald Mosley. Fue un flechazo. Él fue un amante muy tierno y apasionado, todo lo contrario de lo que dicen ahora. De aquel furtivo encuentro nadie se enteró. No volvieron a verse hasta después de la guerra, en el 48. Mi madre ya se había casado con Portadei. Tuvo que ir al Palacio del Pardo, a pedir a Franco que mediase ante el gobierno inglés a favor de su primo, un Wesley, acusado de traición a la Gran Bretaña. Franco ni pestañeó, nada dijo, pero pasaron juntos toda una noche. Al día siguiente, el Caudillo le prometió, solícito, que tendría noticias suyas. A mi padre, lo mataron poco después. Aunque vivo para soñar, yo nunca he creído en los sueños que tengo, pero Lucía, la maldita ama de llaves, con frecuencia se me queda mirando y musita en mi oído: Igualito que tu padre y se va renqueando, con una estúpida sonrisa, en su boca de bruja. Es verdad que cada vez que me miro al espejo, el azogue me devuelve un Franco de mediana edad con las barbas grises, pero será ilusión inducida. No me extrañaría nada que mi madre se hubiese inventado la historia, por salvarse de mis sospechas. Nunca me he fiado de ella. De pronto, se ha presentado la noche y una fresca brisa mueve los arrayanes. Me malicio que Beatriz estará mirando las estrellas.

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2 07, 2017

El Dr. D. Luis Suárez Hernández recibe la llave y proclamación de la ciudad

Por |2020-11-13T03:36:54+01:00domingo, julio 2, 2017|

El Dr. D. Luis Suárez Hernández, recibe la llave y la Proclamación de la Ciudad de Miami

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Miami es una ciudad-puerto  ubicada en el sureste de Florida (EUU) , alrededor del río Miami  entre los Everglades y el Océano Atlántico 

 Es la sede  del  condado de  Miami-Dade, y por tanto, la principal, más céntrica y más poblada ciudad del Área  Metropolitana de Miami . Fue fundada el 28 de julio de 1896 y según el  censo c de 2014 cuenta con una población de 417.650; su área metropolitana  engloba a más de 5,4 millones de habitantes, lo que la convierte en la séptima más grande de los Estados Unidos. Las  Naciones Unidas han calculado que Miami se convirtió en la novena área metropolitana más grande del país, detrás de Los Ángeles, Nueva York, Chicago, Washington D.C., Filadelfia, Boston, San Francisco y Dallas.  

 Luis Suárez Hernández es el  presidente de International Museum Federation LLC, Curador de Suarez Museum of Natural Science & History, Director Ejecutivo y de Relaciones Internacionales de la Cámara de Comercio de la Ciudad de Medley y Vice Gran Canciller Auxiliar Exterior y Cónsul General en los Estados Unidos de América del Real Instituto Alfonso XIII es reconocido y felicitado por el Alcalde de la Ciudad de Miami Tomás P. Regalado por su loables contribuciones efectuadas, el acto se llevo a cabo en los previos de la alcaldía de Miami.

  EL Dr. Suárez Junio 19, 2017 recibió la llave de la Ciudad de Miami junto con una Proclamación señalando “Junio 19 el Día de Luis Suárez Hernández” fecha señalada por ser un ejemplo sobresaliente para la sociedad, por sus logros y metas alcanzadas después de tres décadas de constante estudios y eximio coleccionismo de flora y fauna entre otras cualidades que lo hace un ciudadano americano respetado y admirado en la comunidad de Miami mas conocida como la Capital del Sol.

Manuel García, Miguel del Ribero, Juan Rubí, Alcalde Roberto Martell, Alcalde Tomas P. Regalado, El homenajeado Dr. Luis Suárez y Karel Cardona.

Manuel García, Miguel del Ribero, Juan Rubí, Alcalde Roberto Martell, Alcalde Tomas P. Regalado, El homenajeado Dr. Luis Suárez y Karel Cardona.

En la entrega oficial el Alcalde Tomas Regalado Cual esta entre los 11 alcaldes mas interesantes de Estados Unidos, también estuvo presente el Honorable Alcalde de la Ciudad de Medley Roberto Martell el Presidente de la Cámara de Comercio Juan Rubi, Dayamy Rodríguez Presidenta de Suarez Museum of Natural Science & History entre otras personalidades distinguida de la comunidad tales como Karel Cardona, Miguel del Ribero, Alejandra Fuente, Fernando R Alfaro, María Feijoo de Alfaro, Irina Concepción, Jorge Yasahayahu, Manuel García, Luis Suárez Sr, Pete Marrero, Pedro Marrero, Ruth Marrero y Judith Marrero.

Alcalde de la Ciudad de Medley Roberto Martell, Alcalde de la ciudad de Miami Tomas P. Regalado homenajeado Luis Suárez Hernández y Dayamy Rodríguez Aponte.

Alcalde de la Ciudad de Medley Roberto Martell, Alcalde de la ciudad de Miami Tomas P. Regalado homenajeado Luis Suárez Hernández y Dayamy Rodríguez Aponte.

Invitados y el homenajeado Luis Suárez Hernández

Invitados y el homenajeado Luis Suárez Hernández

Los medios de comunicación presentes fueron el periódico el Vocero News, La Diaspora Latina Magazine y el canal de televisión Kristal Film Production con su excelente equipo de producción.

 Entrevista a Luis Suarez Hernández y Dayamy Rodríguez Aponte

Entrevista a Luis Suarez Hernández y Dayamy Rodríguez Aponte

El Dr. Luís Suárez, está en posesión de los siguientes reconocimientos en España (entre otros):

1-Caballero de la Gran Cruz de la Hermandad Nacional Monárquica de España (HNME).

2- Caballero de la Real Asociación del Monasterio de Yuste.

3-Cruz de Merito de Capitulo Noble de Caballero de Fernando VI.

4-Comendador de la Imperial Orden Hispánica de Carlos V de la Sociedad Heráldica.

5-Gran Cruz de los Derechos Humanos e Intervención Policial y Militar.

6- Gran Cruz en la Orden del Águila de Georgia y la Túnica Inconsútil de Nuestro Señor Jesucristo.

7-Gran Cruz Laureada de primera clase de la Real Imperial Soberana e Ínclita Orden Militar de Caballería de Alfonso XIII.

8- Gran Cruz de la Real Orden del León de Godenu.

9- La Orden del Torsón de Oro de Santiago.

10- Socio Numerario, Comandante de la Florida de la Real Sociedad de Armígeros de España.

11- Cónsul General del Real Instituto Narciso de Estenaga en los Estados Unidos de América.

12- Vice Prefecto-Canciller Exterior del Real Instituto Narciso de Estenaga.

13- Gran Cruz de la de la Asociación de Veteranos Espańoles de la Policía Aérea.

D. Luis Suárez Hernández en su calidad de  presidente de International Museum Federation LLC, Curador de Suarez Museum of Natural Science & History; ha hecho llegar amablemente (lo que aprovecho para agradecérselo) a este redactor la medalla del citado Museo.

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Fotos El Vocero News

2 07, 2017

COLONIZACION Y REPOBLACION DE SIERRA MORENA; por D. Rafael Portell Pasamonte

Por |2020-11-13T03:36:55+01:00domingo, julio 2, 2017|

Artículo original que nos remite para su publicación en el Blog de la Casa Troncal, de D. Rafael Portell Pasamonte, Vicerrector de la Academia Alfonso XIII.

Armas de D. Rafael Portell, por D. Carlos Navarro

Armas de D. Rafael Portell, por D. Carlos Navarro

COLONIZACION Y REPOBLACION

DE SIERRA MORENA

Rafael Portell Pasamonte

 Junio de 2017

 

La repoblación de Sierra Morena y los despoblados andaluces entre Córdoba y Sevilla fue un objetivo que se propuso el rey Carlos III, que tras decretar, en Junio de 1761, la construcción de la carretera general de Andalucía por Despeñaperros, (Camino Real de Andalucía) necesitaba que el camino dejara de ser ruta preferida para los bandidos, que se beneficiaban de los extensos campos despoblados y que asaltaban a los viajeros con total impunidad. Con esta repoblación, financiada por el por el Consejo de Castilla, se pretendía fomentar la agricultura y la industria en esta zona despoblada, para que de esta manera se acabara con el bandolerismo.

Alegoria Carlos III entregando las tierras

Alegoria Carlos III entregando las tierras

 Hasta entonces nunca se había hablado de repoblar Sierra Morena, región española desolada y prácticamente sin población alguna. En el denominado «Desierto de Sierra Morena», entre el Viso del Marqués, en La Mancha y Bailén, había ocho leguas y únicamente se encontraban dos ventas llamadas «Miranda» y de «Bailén».

 Además se quería poblar también el «Desierto de la Parrilla» entre Córdoba y Écija, y el «Desierto de la Moncloa o Monclova» entre Écija y Carmona.

 Por el mismo tiempo un oficial alemán llamado Juan Gaspar Thurriegel, que se había trasladado España con su familia propuso llevar seis mil colonos alemanes con sus familias a Puerto Rico y otras poblaciones de las Antillas con el fin de ser repobladas. Se solicitó la opinión de Pablo de Olavide, director a la sazón de Hospicios de Madrid, quien emitió un informe contrario al envío de colonos europeos al continente americano.

 El 13 de Noviembre de 1766, Carlos III decreto que:

 «que la proposición de Thurriagel se remita al Consejo de Castilla, para que mediante las dificultades de establecer en Indias los seis mil colonistas, según resulta de los informes de la junta y de Olavide, examinara si podría convenir su establecimiento en Sierra Morena y otros despoblados y debajo de que condiciones, exponiendo su dictamen y devolución de la proposición e informe citados».

 De acuerdo con el informe que emitió el Consejo de Castilla, con fecha de Febrero de 1767, Carlos III resolvió la traída de colonos alemanes, suizos y flamencos, a Sierra Morena.

Real Cédula

Real Cédula

 Tras las oportunas conversaciones y consultas, quedó fijado el régimen, administración, asentamiento, gobierno, así como los aspectos de la vida económica y social de las nuevas colonias en una Real Cédula que redactaba el “Fuero de las Nuevas Poblaciones”. Los nuevos asentamientos se conocían como feligresías y aldeas y su conjunto recibía la denominación de “Nuevas Poblaciones”

 Según esta Real Cédula, de los seis mil colonos de ambos sexos, la mitad estaría formada por labradores y la otra mitad por artesanos y todos deberían ser católicos.

La capitalidad se establecería en La Carolina, sede del Intendente, y una subdelegación en La Carlota y nacerían las poblaciones de La Concepción de Almuradiel, Almuradiel, Arquillos, Aldeaquemada, Montizón, Las Correderas, Santa Elena, La Carolina, Guarromán, La Real Carlota, San Sebastián de los Ballesteros, Fuentepalmera, La Luisiana y otras aldeas menores.

 Cada población que se fundase, debía contar de quince a treinta casas como máximo, cada una de ellas dotada de cincuenta fanegas de tierra que cultivarían.  Además cada población debería encontrarse separada de la otra un cuarto de legua, y agrupadas estas poblaciones de dos en dos o tres en tres, formarían una feligresía, con un párroco y un alcalde común a todas. En el centro de cada feligresía se establecería una iglesia, una sala para el consejo y una cárcel.

 El 10 de Junio de 1767, Pablo Olavide fue nombrado superintendente de las nuevas poblaciones proyectadas en Sierra Morena, concediéndosele plena autoridad, sujeta únicamente al Consejo de Castilla y a la Real Hacienda.

 El 11 de Junio de 1768 se concedió a don Alfonso de Alburquerque el permiso para llevase a Sierra Morena ciento cuarenta familias griegas procedentes de Ajaccio. Igualmente se le concedió permiso a José Antonio Jausch para traer cien familias suizas.

 Las tierras que se habían de colonizar en Sierra Morena abarcaban los términos de Espiel, Hornachuelos, Fuenteovejuna, Alania, el Santuario de la Cabeza, la Peluela, la Aldehuela y la Dehesa de Martinmalo.

 El día 23 de Junio de 1768 se recibió un informe en Madrid diciendo que antes de un mes estarían completamente terminados los tres principales núcleos de población: La Peñuela, Guarromán y Santa Elena y que en el término de cuatro meses esperaban terminarse otras pequeñas poblaciones, habiéndose construido un total de 1.200 casas.

 El 7 de Julio además de las colonias citadas se habían construido las de Río Rimblar, Carboneros, Pinos, Tapiadilla, Venta de Linares, Venta de Miranda, Magaña, Arquillos, Aldeaquemada y Venta de Todos los Santos, estando unas más adelantadas que otras.

La crisis que vivía toda Europa favoreció la recluta de colonos que tras muchas vicisitudes y altibajos en la repoblación fueron rápidamente integrados por las medidas que se dictaron en el llamado «Fuero de Población de Andalucía y Sierra Morena».

 A mediados del año 1768 se encontraban ya en Sierra Morena unos 2.300 colonos.

A cada una de las familias se le concedió cincuenta fanegas de tierra, pagando la Corona a cada uno 326 reales de vellón, dos vacas, cinco ovejas, cinco cabras, cinco gallinas, un gallo y una puerca. y utensilios. También se les eximía de pagar tributos durante diez años. Igualmente se les dio cereales y legumbres para garantizar su subsistencia en el primer año de asentamiento. Los colonos eran en su mayoría artesanos, vagabundos y labradores, que aprendieron rápidamente el castellano, aunque no se consiguió que todos fuesen católicos.

 Olavide en menos de un año consiguió formar 11 feligresías y 13 poblaciones.

 En el año 1769 se nombró a don Pedro Pérez Valiente, inspector con el encargo de visitar los nuevos poblados. Así mismo fueron invitados a una gira por Sierra Morena a diversos personajes, entre ellos a Ricardo Wall, el obispo de Jaén y el marqués de la Corona, para que a la vista de los trabajos realizados pudieran hacer las observaciones que estimaren más oportunas.  En general los informes que emitieron fueron favorables.

 Don Lucas Luzy, gobernador de Ayamonte, escribió al ministro Múzquiz expresando su admiración por los trabajos de colonización. También elogió la disposición y la orientación de las viviendas en las nuevas localidades de La Carolina, Santa Elena, San Bartolomé, San Ramón, La Carlota y la Luisiana. El informe que emitió don Pedro Pérez Valiente al rey fue enviado para su estudio, al Consejo de Castilla, quien aprobó la conducta y los trabajos realizados por Pablo Olavide.

Pablo Olavide

Pablo Olavide

 En el año 1770 la cosecha de cereales recogida en las nuevas explotaciones agrarias de Sierra Morena ascendieron a 181.953 fanegas de las cuales 155.556 eran de trigo.

 Olavide comunicó al Consejo de Castilla que los colonos podían ya mantenerse por sí mismos y que las recolecciones reales eran mayores que las que recogían las cifras oficiales, ya que los colonos habían ocultado cuanto habían podido.

 En total se habían plantado 243.431 olivos, 483.848 vides y un buen número de árboles frutales, moreras, y álamos negros.

 En los nacientes pueblos comenzaban ya a funcionar pequeñas fabricas de paños, tejidos de seda de estambre y de lienzo, y otras industrias menores como jabonería, velas, clavazón etc.

 Con la caída de Pablo de Olavide en 1795, fue nombrado para ocupar su lugar como intendente, Tomás González y Carvajal, que se tomó muy en serio su cargo, formando un censo muy detallado de las nuevas colonias, reedificó un gran número de casas que estaban ruinosas, promovió los plantíos de olivos y vides y ejecutó obras nuevas de importancia.

 En el año 1835 se eliminó su estatus especial y las ciudades y colonias se integraron en las administraciones provinciales corrientes del resto de la nación, lo que supuso un fuerte varapalo para estas poblaciones al perder los privilegios que contaban.

Decreto de abolición

Decreto de abolición

Fuero de Población de Andalucía y Sierra Morena (Extracto)

 INSTRUCCION:

Art.5. El primer cuidado del Superintendente de dichas poblaciones debe estar en elegir los sitios en que se han de establecer, y en que sean sanos, bien ventilados, sin aguas estadizas que ocasionen intemperie; haciendo levantar un plan para que, de este modo, en todas las dudas que ocurran, tenga a la vista la posición material de los terrenos, y se pueda hacer cargo de ella.

Art. 6. Cada población podrá ser de quince, veinte o treinta casas a lo más, dándoles la extensión conveniente.

Art. 8. A cada vecino poblador se le dará, en lo que llaman navas o campos, cincuenta fanegas de tierra de labor por dotación y repartimiento suyo; bien entendido, que si alguna parte del terreno del respectivo lugar fuere regadío, se repartirá a todos proporcionalmente lo que les cupiere, para que puedan poner en él huertas, u otras industrias proporcionadas a la calidad y exigencia del terreno; quedando de cuenta de los pobladores el abrir la zanja o acequia para el riego y acudir a sus reparos con igualdad, respecto a prorratearse entre todos el disfrute.

Art. 9. En los collados y laderas se les repartirá además algún terreno para plantío de árboles y viñas, y les quedará libertad en los valles y montes para aprovechar los pastos con sus vacas, ovejas, cabras y puercos, y lo mismo la leña para los usos necesarios; plantando cada uno de cuenta propia los árboles que quisiere en lo baldío y público, para tener madera a propios usos, y para comerciar con ella.

Art. 13. La distancia de un pueblo a otro deberá ser la competente, como de cuarto o medio cuarto de legua, poco más o menos, según la disposición y fertilidad del terreno; y se cuidará, que en el principio de el libro de repartimiento haya un plan, en que este figurado en el término e indicados sus confines, para que de este modo sean en todo tiempo claros y perceptibles.

Art. 14. Cada tres o cuatro poblaciones, o cinco si la situación lo pide, formarán una Feligresía o Concejo con un Diputado cada una, que serán los Regidores de tal Concejo, tendrán un Párroco, un Alcalde y un Personero común para todos los pueblos, y su régimen espiritual y temporal; eligiéndose el Alcalde, Diputado y Personero en día festivo, que no les distraiga de sus labores, y en la forma que prescribe el auto acordado de 5 de mayo e instrucción de 26 de junio de 1766; bien entendido que ningunos de estos oficios podrán jamás transmutarse en perpetuos, por deber ser electivos constante y permanentemente, para evitar a estos nuevos pueblos los daños que experimentan los antiguos con tales enajenaciones; y es declaración, que en los primeros cinco años podrá el Superintendente de las poblaciones hacer por sí estas elecciones, o de oficios equivalentes.

Art. 15. En paraje oportuno, y que sea como centro de los lugares del Concejo, se construirá una Iglesia con habitación y puerta para el Párroco, casa de Concejo y cárcel, para que sirvan estos edificios promiscuamente a estos pobladores para sus usos espirituales y temporales.

Art. 18. La elección del Párroco por ahora ha de ser precisamente del idioma de los mismos pobladores, dándoles sus licencias el Ordinario diocesano, mediante testimoniales que deben presentar, y el nombramiento del Superintendente de las poblaciones a nombre mío; pero en cesando la necesidad de valerse de Sacerdotes extranjeros, la elección se ha de hacer en concurso con relación de todos los aprobados, para que la Cámara consulte y nombre a S.M. por su Real Patronato.

Art. 27. Los colonos se irán introduciendo en los sitios demarcados para las nuevas poblaciones a medida del número de casas y capacidad de cada término, para que hagan sus chozas o cabañas, y empiecen a descuajar y desmontar el terreno; cuidándose de poner los de una lengua juntos, para que puedan tener Párroco de su idioma por ahora, lo que sería más difícil interpolándose de distintas lenguas.

Art. 28. Sin embargo, podrá el Superintendente promover casamientos de los nuevos pobladores con españoles de ambos sexos respectivamente, para incorporarles más fácilmente en el cuerpo de la Nación; pero no podrán por ahora ser naturales de los Reinos de Córdoba, Jaén, Sevilla y Provincia de la Mancha, por no dar ocasión a que se despueblen los lugares comarcanos, para venir a los nuevos; en lo cual habrá el mayor rigor de parte del Superintendente y sus subalternos.

Art. 32. Cuidará mucho el Superintendente, entre las demás calidades, de que las nuevas poblaciones estén sobre los caminos Reales o inmediatas a ellos, así por la mayor facilidad que tendrán que despachar sus frutos, como por la utilidad de que estén acompañadas, y sirvan de abrigo contra los malhechores o salteadores públicos.

Art. 38. Todos los colonos que sean artesanos deben ser provistos de los instrumentos de sus respectivos oficios, para que desde luego puedan ser empleados con utilidad en los establecimientos.

Art. 41. Se deberán también distribuir a cada familia dos vacas, cinco ovejas, cinco cabras, cinco gallinas, un gallo y una puerca de parir.

Art. 47. Establecerá el Superintendente, en el paraje que juzgue más conveniente, un mercado franco semanal, dos o más, según la extensión de los nuevos pueblos; porque de esta manera estarán surtidos los pobladores y la Tropa de cuanto necesiten a cómodos y corrientes precios.

Art. 59. Tendrán obligación los nuevos vecinos a mantener su casa poblada, y permanecer en los lugares, sin salir ellos ni sus hijos o domésticos extranjeros a otros domicilios, como no sea con licencia mía, por el término de diez años, pena de ser aplicados al servicio militar de tierra o marina los que hicieren lo contrario; en lo cual no se hacen de peor condición estos colonos, supuesto que en los países de donde han de venir, tienen los labradores por lo común la naturaleza y carga e los manentes o adscriticos.

Art. 60. Después de los diez años deberán los pobladores, y los que desciendan o traigan causa de ellos, mantener también la casa poblada, para disfrutar de las tierras, con la pena de comiso en caso contrario, y de que se repartirán a otro poblador útil.

Art. 69. De regla general el vecino ha de ser preferido al forastero en cualquier arrendamiento.

Art. 74. Todos los niños han de ir a las escuelas de Primeras letras, debiendo haber una en cada Concejo para los lugares de él, situándose cerca de la Iglesia, para que puedan aprender también la doctrina y la lengua española a un tiempo.

Art. 75. No habrá estudios de Gramática en todas estas nuevas poblaciones, y mucho menos de otras Facultades mayores, en observancia de lo dispuesto en la ley del Reyno, que con razón les prohíbe en lugares de esta naturaleza, cuyos moradores deben estar destinados a la labranza, cría de ganados, y a las artes mecánicas, como nervio de la fuerza de un Estado.

  

PEDRO ANTONIO JOSÉ DE OLAVIDE

 Director de los hospicios de San Fernando y de Madrid

Sindico personero del Ayuntamiento de Madrid

Corregidor de Sevilla

Superintendente de las Nuevas poblaciones de Sierra Morena

Oidor de la Real Audiencia de Lima

Caballero de la Orden de Santiago (1756)

 

Nació en Lima en el año 1725, siendo hijo de navarro y madre criolla.

Cursó con brillantez los estudios de Teología en la Universidad de San Marcos y se doctoró en Cánones.

En el año 1745 fue nombrado oidor de la Real Audiencia de Lima, tras lograr este puesto en unas oposiciones.

Después del terremoto que asoló Lima en el año 1746 fue nombrado depositario de los bienes recogidos en las ruinas de los edificios.

En el año 1749 y en suspenso de los cargos que desempeñaba fue llamado a España para justificarse de haber construido una iglesia y un teatro a sus expensas fue acusado por simulación de herencia, deudas y comerció ilegal.

 En Julio de 1752 llegó a Cádiz, siendo en el mes de Noviembre arrestado. Posteriormente se trasladó a Madrid, donde en 1754 fue encarcelado y sus bienes confiscados como consecuencia del citado proceso. Salió de la cárcel en 1755.

Contrajo matrimonio en 1755 con Isabel de los Ríos, quien le hizo donación de su gran fortuna.

Con el dinero que aportó al matrimonio su mujer, pagó sus deudas siendo rehabilitado, pero se le condenó a la pérdida de su cargo de oidor.

Entre los años 1757 y 1765 residió en Francia y París.

Después del motín de Esquilache y de la renovación el equipo gubernamental, Olavide inició una importante carrera política.

Su actuación pública se vio constantemente atacada por la tradición más conservadora e interesada. Fue objeto de denuncias ante la Inquisición, que culminaron en una encuesta secreta realizada en 1775 que supuso su encarcelamiento en 1776.

Procesado en un auto de fe el 24 de Noviembre de 1778, con asistencia de numerosas personalidades, entre ellas los duques de Granada, Hijar, y Abrantes, el conde de Mora y tres consejeros de Castilla, se celebró el «autillo» . Olavide vestía traje señorial llevando prendida en la casaca la venera de Santiago.

En dicho procesamiento se le condenó, como «hereje, infame, y miembro podrido de la religión», a ocho años de reclusión en un monasterio bajo las órdenes de un director de conciencia, confiscación de sus bienes y a la exclusión de todo empleo público. Fue encerrado en diferentes localidades: colegio de misioneros de Sahagún, donde permaneció un año; colegio de capuchinos de  Murcia, Puertollano, Almagro.

Obtuvo dos meses de permiso para una cura de aguas termales en Caldas de Malabella. Al llegar a Caldas marcho a Mataró y desde allí cruzó la frontera, en 1780, yendo a Perpiñán, bajo el nombre falso de Manuel de Castro.

Desde Perpiñán marchó a Toulouse donde se alojó en casa de un amigo suyo, el barón Puymaurin, que era sindico general de los Estados del Languedoc.

En Francia vivió bajo el seudónimo de conde de Pilos, siendo protegido por Dufort de Chevemy y en 1794 recibió la nacionalidad francesa bajo el título de ciudadano adoptivo, concediéndosele una corona cívica.

En el año 1798 volvió a España, consiguiendo que se le anulase la sentencia inquisitorial, marchando a vivir a Baeza (Jaén), donde murió en 1803.

Entre sus escritos principales destacan «Plan de estudios universitarios» de 1767, «Informe sobre la ley agraria» de 1768, «Evangelio en triunfo» de 1797, «Poemas cristianos» de 1799.

 

2 07, 2017

LOS HEROES DE BALER. TROPAS FILIPINAS RINDEN HOMENAJE A LOS SOLDADOS ESPAÑOLES EL 30 DE JUNIO DE 2017

Por |2020-11-13T03:36:55+01:00domingo, julio 2, 2017|

PLACA CONMEMORATIVA EN LA IGLESIA DE BALER A LOS HEROES ESPAÑOLES

PLACA CONMEMORATIVA EN LA IGLESIA DE BALER A LOS HEROES ESPAÑOLES

LOS HEROES DE BALER. TROPAS FILIPINAS RINDEN HOMENAJE A LOS SOLDADOS ESPAÑOLES EL 30 DE JUNIO DE 2017 

Un destacamento español compuesto por 50 hombres, entre ellos su Pater, hicieron frente a 1500 filipinos durante 337 días. Las bajas españolas sumaron 17, y entre bajas y heridos los filipinos sumaron 700.

La foto es de hace pocos días, concretamente del 30 de junio de 2017. Imagino que a simple vista no reconoceréis nada pero ya os lo aclaro. La fuerza que veis ahí formando rindiendo honores es del Ejército Filipino

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La Capilla que veis detrás es la de Baler. Ayer se cumplió el aniversario del final del sitio. Gracias al Gobierno de Filipinas y a su Ejército por rendir honores a nuestros caídos y a este grupo de españoles que no supo rendirse.

El sitio de Baler

El sitio de Baler (30 de junio de 1898 – 2 de junio de 1899) fue un asedio al que fue sometido un destacamento español por parte de los insurrectos filipinos en la iglesia del pueblo de Baler, en la isla filipina de Luzón, durante 337 días. Desde diciembre de 1898, con la firma del Tratado de París entre España y Estados Unidos, se ponía fin formalmente a la guerra entre ambos países (que habían firmado un alto el fuego en agosto) y España cedía la soberanía sobre Filipinas a Estados Unidos. Debido a esto, los sitiados en Baler son conocidos como los últimos de Filipinas.

Los últimos de Filipinas

Los últimos de Filipinas

En 1896 la sociedad secreta  filipina Katipuan inició una insurrección contra el gobierno colonial español, pero a finales de 1897, con el Pacto de Biak-na-Bató, se llegó a la aparente resolución del conflicto. Como parte del pacto, Emilio Aguinaldo y otros líderes de la revolución se exiliaron en Hong Kong. En ese clima de aparente paz, el gobierno español redujo el número de efectivos destinados en algunas de sus guarniciones. A principios de 1898, los 400 hombres del destacamento de Baler fueron relevados por otro de 50 soldados. El 15 de febrero, en Cuba, el hundimiento del Maine sirvió de casus belli para el inicio de la Guerra hispano-estadounidense. Tras la derrota de la flota española por la estadounidense en Cavite el 1 de mayo, Aguinaldo y los suyos, financiados y armados por Estados Unidos, volvieron a Filipinas y reanudaron la revolución. Al mes siguiente el destacamento de Baler, desconocedor del estallido de la guerra con Estados Unidos y de la recién proclamada independencia de Filipinas, fue atacado por los revolucionarios filipinos y se refugió en la iglesia, comenzando así el sitio.

Desde el principio del asedio, las fuerzas sitiadoras intentaron en vano la rendición de las tropas españolas mediante el envío de noticias, que les informaban del desarrollo del conflicto entre los españoles con los insurrectos filipinos y los invasores estadounidenses. Tras la caída de Manila en manos americanas, en agosto, las autoridades españolas mandaron repetidamente misivas y enviados para lograr su rendición, igualmente sin conseguirlo. Los sitiadores también enviaron en agosto a dos franciscanos españoles que tenían prisioneros para que convencieran a los sitiados, sin éxito. Estos, sin embargo, se quedaron con el destacamento español durante el resto del asedio.

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El Tratado de París, que dio por finalizada la guerra entre España y Estados Unidos, se firmó en diciembre de 1898, entrando en vigor en abril del año siguiente. En el mismo y como parte de las condiciones impuestas, España cedía la soberanía sobre Filipinas a Estados Unidos. En febrero de 1899 los filipinos, engañados y atacados por los estadounidenses a los que creían aliados, decidieron resistir por las armas, empezando una nueva fase del conflicto: la Guerra filipino-estadounidense, de la que los españoles eran ya solo espectadores, mientras las últimas tropas eran repatriadas a España. Nuevos emisarios españoles fracasaron en el intento de convencer a los sitiados de que depusieran las armas y volvieran a Manila. En abril, las autoridades militares estadounidenses enviaron, a petición española, una cañonera para liberar al destacamento de Baler, pero las tropas desembarcadas cayeron en manos de los filipinos, sin lograr su propósito.

A finales de mayo, un nuevo enviado español, el teniente coronel Aguilar, llegó a Baler por orden del gobernador general español, con órdenes de que los sitiados depusieran su resistencia y le acompañaran a Manila, pero estos volvieron a desconfiar y tuvo que marcharse sin conseguir su objetivo. Sin embargo, al hojear los sitiados unos periódicos dejados en la iglesia por Aguilar, descubrieron una noticia que no podía haber sido inventada por los filipinos, convenciéndose finalmente de que España ya no ostentaba la soberanía de Filipinas y de que no tenía sentido seguir resistiendo en la iglesia. El 2 de junio de 1899, el destacamento español de Baler se rindió dando fin a 337 días de sitio.

Las autoridades filipinas aceptaron unas condiciones honrosas de capitulación y permitieron su paso, sin considerarles prisioneros, hasta Manila, con el presidente filipino Aguinaldo emitiendo un decreto en el que exaltaba su valor. Tras un recibimiento apoteósico en la capital filipina, los supervivientes fueron repatriados a España.

BALER CAPITULACION

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Aspecto actual de la Iglesia de San Luis de Tolosa de Baler (Filipinas)

Aspecto actual de la Iglesia de San Luis de Tolosa de Baler (Filipinas)

Y como colofón, con el permiso de Uds. nuestros lectores; este redactor del blog de la Casa Troncal, rinde un homenaje a mi abuelo materno, que si bien no estuvo en Baler, si lo hizo en las guerras en el Rif defendiendo a ESPAÑA y del que guardo el original esta postal con la bandera de España bordada en hilo.

Espero y deseo abuelo que desde el cielo estés también orgulloso de tu nieto.

¡VIVA ESPAÑA!

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1 07, 2017

XLVII Congreso de Institutos de Cultura Hispánica y Países Hermanos, 29, 30 de junio y 1 de julio de 2017

Por |2020-11-13T03:36:55+01:00sábado, julio 1, 2017|

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El Ilmo. Sr. D. Enrique Sancho-Miñano , Caballero y Canciller del Capítulo de La Casa Troncal de los Doce Linajes de Soria en Argentina, nos remite el programa del Congreso de Institutos de Cultura Hispánica, que dio comienzo el pasado jueves en la provincia de Tucumán, Republica Argentina.

La Casa Troncal de los Doce Linajes de Soria ha prestado su adhesión al Congreso.

 XLVII Congreso de Institutos de Cultura Hispánica y Países Hermanos, 29, 30 de junio y 1 de julio de 2017

EL INSTITUTO TUCUMANO DE CULTURA HISPÁNICA, tiene el agrado de invitar a Ud. al Acto de Inauguración del XLVII Congreso de Institutos de Cultura Hispánica de Argentina y Países Hermanos, en donde disertará el Dr. Justino Terán Molina sobre “Hispanoamérica en su cultura, historia y genealogía. La Argentina Fundacional desde la ciudad de Barco al Bicentenario”, a llevarse a cabo el día jueves 29 de junio a hs. 20 en el Archivo Histórico de Tucumán, sito en calle 25 de mayo 487. En la espera de vuestra presencia, lo saludamos con distinguida consideración.

Invitaciòn a Inauguración

D. Domingo Padilla

Presidente del Instituto

Programa Cuadernillo abierto

 http://www.lagaceta.com.ar/nota/735094/actualidad/tucuman-sede-encuentro-institutos-cultura-hispanica.html

1 07, 2017

SSMM los Reyes presidieron la Sesión Solemne de las Cortes Generales que se celebró en el Palacio de las Cortes para conmemorar el 40º aniversario de las elecciones del15 de junio de 1977

Por |2020-11-13T03:36:55+01:00sábado, julio 1, 2017|

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Sus Majestades los Reyes presidieron la Sesión Solemne de las Cortes Generales que se celebró en el Palacio de las Cortes para conmemorar el 40º aniversario de las elecciones celebradas el 15 de junio de 1977, en las que se eligió el Congreso y el Senado de la Legislatura Constituyente.

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 Su Majestad el Rey comenzó su intervención «recordando las palabras que S. M. el Rey Juan Carlos I pronunció en la apertura de la legislatura constituyente, el 22 de julio de 1977: La democracia —dijo entonces ante estas Cámaras— ha comenzado». «Ahora hemos de tratar de consolidarla», afirmó Don Felipe, para añadir a continuación «a él, junto a toda aquella generación que abrió el camino de nuestra democracia, quiero ofrecerles hoy y aquí el testimonio más profundo de nuestra gratitud, homenaje y admiración».

 Don Felipe quiso rendir homenaje también al verdadero protagonista de esos años, «el pueblo español», del que dijo que «lo fue con su participación y voto en el referéndum para la aprobación de la Ley para la Reforma política; lo fue con su participación en las Elecciones del 15 de Junio; y lo fue en el Referéndum de 6 de diciembre de 1978 por el que se aprobó la Constitución». Como consecuencia de estas tres decisiones «el pueblo español decidió, sin reservas, caminar unido en una misma dirección»

[…] y «devolvió a España la confianza en sí misma, la autoestima y el orgullo de ser, en primer lugar, un ejemplo para nosotros mismos y en segundo lugar, una referencia para las democracias en todo el mundo». Desde entonces, Su Majestad el Rey manifestó que España, «es un país respetado, apreciado y por qué no decirlo, querido», haciendo especial hincapié en que todos estos logros se han alcanzado en «un marco de libertad, solamente quebrantada durante años por aquel terrorismo felizmente derrotado con toda la fuerza de la sociedad española, con el peso de nuestro Estado de Derecho y con la cooperación internacional».

1 07, 2017

D. José Manuel HUIDOBRO ha ingresado recientemente en la Real Cofradía de Caballeros de Nuestra Señora del Portillo de Zaragoza

Por |2020-11-13T03:36:56+01:00sábado, julio 1, 2017|

Desde esta redacción del Blog de la Casa Troncal de los Doce Linajes  y mía en particular, queremos felicitar efusivamente a D. José Manuel HUIDOBRO (colaborador habitual de este blog y amigo personal; por su reciente ingreso en la Real Cofradía de Caballeros de Nuestra Señora del Portillo de Zaragoza.

D, José Manuel Huidobro en Tierra Santa

D, José Manuel Huidobro en Tierra Santa

Y que mejor hacerlo que reproducir su propio artículo en el blog «Hidalgos en la historia» que dirige magníficamente D. José Manuel.

Un fuerte abrazo y felicitaciones por ello, te lo mereces querido amigo.

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