“LA DIADA”, 1714. ¿ENGAÑO O IGNORANCIA?; por Francisco García Campa – Bellumartis Blog de Historia Militar
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“LA DIADA”, 1714. ¿ENGAÑO O IGNORANCIA?
La venerable madre Jerónima de la Fuente; por D. José M. Huidobro
Artículo de fecha 18-04-2017 de D. José Manuel Huidobro
Caballero de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén, Miembro de la Real Asociación de Hidalgos de España. Máster en Derecho Nobiliario, Heráldica y Genealogía (UNED). Autor de 57 libros y más de 1.000 artículos.
La venerable madre Jerónima de la Fuente
Velázquez, al retratarla, consigue una imagen rebosante de verdad y a la vez crea un modelo de santidad ejemplarizante. El retrato, que la muestra en pie sosteniendo un crucifijo con la mano derecha y un libro de oraciones -o quizás la regla de la orden- en la izquierda, fue realizado en Sevilla durante su estancia de tres semanas allí, en el mes de junio de 1620, antes de embarcar para Filipinas.
Sor Jerónima de la Fuente Yáñez, de hidalga familia toledana, fue monja franciscana en el convento de Santa Isabel de Toledo. En 1620, cuando contaba sesenta y seis años, pasó a Sevilla para embarcar con destino a Filipinas para fundar el convento de Santa Clara de la Concepción en Manila, del que fue primera abadesa y en el que murió en 1630.
La imponente imagen es testimonio de la actividad de Velázquez antes de su paso a Madrid, inmerso en el tenebrismo de raíz caravaggiesca con una fortísima caracterización bajo una cruda luz que subraya todos los accidentes del rostro y las manos, sin perdonar detalle. La energía de la monja queda maravillosamente expresada tanto en el rostro, de mirada intensa y escrutadora, como en el modo de empuñar el crucifijo, fuertemente sostenido, casi como un arma, como tantas veces se ha dicho.
El retrato responde al deseo de las monjas de conservar de alguna manera la imagen de la madre ausente, tal como atestigua la existencia de al menos dos ejemplares más del retrato, de calidad semejante. Uno de cuerpo entero, como aquí, y procedente también del convento toledano de Santa Isabel, pertenece a la colección Fernández Araoz y difiere sólo por la posición del crucifijo. Otro, de medio cuerpo, hoy en la colección Apelles de Santiago de Chile, muestra el crucifijo en la misma posición que el del Prado, aunque presenta una técnica algo más seca y dura. La prioridad entre ellos no está clara, pero quizás el de medio cuerpo preceda a los otros, que muestran más levedad de pincel.
El largo letrero biográfico que muestran tanto el del Prado como el de Fernández Araoz es claramente un añadido, pero la filacteria que aparece en este último con la inscripción Satiabor dum gloria… ficatus verit (En su gloria está mi verdadera satisfacción) que aparecía también en el del Prado, es rigurosamente auténtica y otorga al retrato una apariencia de imagen sagrada, pues las virtudes de sor Jerónima eran ya divulgadas en su tiempo, y entre sus hermanas de claustro y orden tenía fama de santidad e incluso se llegó, a su muerte, a pensar en canonizarla.
El retrato estaba en el convento, atribuido a Luis Tristán. Fue descubierto con ocasión de la exposición franciscana de 1926, y, al restaurarlo, apareció la firma y la fecha (Texto extractado de Pérez Sánchez, A. E. en: El retrato español. Del Greco a Picasso, Museo Nacional del Prado, 2004, pp. 342-343). El convento de Santa Clara
La fundación del convento de Santa Clara en 1621 fue todo un acontecimiento en la ciudad de Manila.
Fue el empeño particular de algunos vecinos que pusieron todos los medios a su alcance en medio de la oposición del gobierno superior, temeroso de que la clausura atrajera a mujeres casaderas en una ciudad donde tanto faltaban. Fue el maese de campo y alcalde ordinario de Manila, Pedro de Chaves, el que marchó a España a pedirle a la Madre Jerónima de la Asunción que viajara con él a Manila para fundar un convento de clarisas. La Madre Jerónima vivía en el convento de clarisas en Toledo desde hacía cincuenta años y gozaba de fama de santidad.
Se conserva un retrato suyo que le hizo Velázquez en Sevilla, donde estuvo unos días para embarcarse rumbo a Filipinas. El viaje fue arduo y largo y cuando la fundadora llegó con sus monjas a la capital del archipiélago, su benefactor había muerto. Fue su viuda, Ana de Vera, quien tomó como propia la empresa que había iniciado su marido. Buscó alojamiento a las clarisas hasta que acabaran las obras del convento y se ocupó de que estuvieran bien cuidadas.
LIBRO RECOMENDADO: La historiadora Balbina Caviró, VI Premio Hidalgos de España en Genealogía, Heráldica y Nobiliaria presenta en su obra un recorrido vital por Toledo y su sociedad, desde el siglo IV hasta el XVII, a través de más de cincuenta biografías de mujeres que destacaron de forma significativa en su época. El trabajo une genealogía y heráldica, arte y costumbres, y en él aparecen personajes de los linajes Alfonso, Meneses, Orozco, Ayala, Barroso, Meléndez, Silva, Castilla, Guzmán, Enríquez, Pacheco, Ribera, Niño, Rojas y otros muchos, con sus luces y sus sombras. La historiadora Balbina Caviró, VI Premio Hidalgos de España en Genealogía, Heráldica y Nobiliaria
Asimismo, la autora destaca el papel de estas señoras en la fundación y desarrollo de varios conventos de la ciudad, que guardan su memoria en archivos, orfebrería y numerosas obras de arte que demuestran la importancia de estas mujeres.
Publicado en el blog «Hidalgos en la Historia» cuyo blogmaster es D. J. Manuel Huidobro
El general Prim y los voluntarios catalanes en la batalla de Castillejos
D. Alfredo López Ares, colaborador habitual de este blog de la Casa Troncal de Los Doce Linajes, nos remite este interesantísimo artículo, que con mucho gusto publicamos.
El general Prim junto a un voluntario catalán durante la Guerra de África – Augusto Ferrer Dalmau
RODRIGO ALONSO – @RodAlonsoo Madrid0 4/09/2017
«En el Valle de los Castillejos eran espantosas las huellas de la gran batalla de 1º de enero. Armas rotas, harapos, infinidad de cajones vacíos, que habían tenido municiones; caballos muertos, árboles tronchados, por el cañón, mil y mil indicios materiales, hablaban aún de aquel largo día de sangrienta lucha y funeral estrago…».
Estas son las palabras (recogidas en «Diario de un testigo de la Guerra de África») de Pedro Antonio de Alarcón -periodista y combatiente desplegado durante la contienda- con respecto a la gloriosa victoria hispana en la batalla de los Castillejos (1 de enero de 1860). Pugna en la que los hombres del adalid catalán (el general Prim) batieron al moro en confrontación desigual pudiendo, de este modo, proseguir su camino en dirección a la ciudad de Tetuán.
Mediante la política exterior de prestigio, desarrollada durante el «gobierno largo» de la Unión Liberal (1858-1863), se pretendía rehabilitar el papel de España a nivel internacional -como explican los insignes historiadores Ángel Bahamonde y Jesús A. Martínez en «Historia de España: Siglo XIX». Dentro de los distintos conflictos producto de esta estrategia destacó sobremanera la Guerra de Marruecos (1859-1860).
La breve empresa norteafricana fue la que provocó más réditos al gobierno del general O´Donnell (Presidente del Consejo de Ministros) y la que mayor impacto causó a nivel público. La justificación para la misma radicó en los constantes ataques perpetrados por rifeños en las posesiones españolas en la zona (Ceuta, Melilla, Vélez de la Gomera, Alhucemas y las islas Chafarinas). Aunque -según explican Bahamonde y Martínez- se realizaron intentonas de solucionar el contencioso por la vía diplomática mediante la firma de convenios (Tánger, 1844; Larrache, 1845; Tetuán, 1859) estas no surtieron efecto alguno.
Fue así como, el 22 de octubre de 1859, España declaró definitivamente la guerra a Marruecos y el mismísimo O´Donnell tomó el mando del ejército enviado desde la Península.
La memorable batalla de Los Castillejos -acaecida en el camino hacia Tetuán de las tropas hispanas- supone una de las mayores gestas de la dorada historia militar española. Mayúscula hazaña en la que el general catalán Prim -en un arrebato patriótico con la enseña nacional como testigo- logró inspirar a sus heroicos soldados y batir a las huestes rifeñas comandas por Muley el Abbas.
Españoles contra moros
La razón por la que el gobierno de O´Donnell y la Unión Liberal no realizaron un ataque directo sobre la ciudad de Tánger radicaba -según las palabras recogidas en «La Burguesía Revolucionaria (1808-1874)» de Miguel Artola- en la carencia de una escuadra capaz de garantizar un desembarco directo de tropas en el enclave norteafricano. En lugar de ello, los soldados desplegados tuvieron que partir a pie desde Ceuta y marchar por la costa exponiéndose a las acometidas del enemigo. Con la intención de proteger de los posibles ataques a las tropas terrestres, estas fueron acompañadas por una pequeña flota.
La noche anterior a la batalla, el contingente español se encontraba en el campamento de la Concepción celebrando la Nochevieja. Como explica Salvador Acaso Deltell en su obra «Una Guerra Olvidada: Marruecos 1859-1860», con la finalidad de levantar la moral de los combatientes se procedió al reparto de vituallas tales como polvorones, castañas y aguardiente. Además, parece ser que pudieron disfrutar de unos puros cortesía de la reina Isabel II.
El día 1 de enero se tocó diana antes del amanecer con el objetivo de reemprender la marcha lo antes posible. Fue en torno a las ocho de la mañana de aquel memorable día cuando las tropas hispanas (compuestas por la División de Reserva acompañada por dos Escuadrones de Húsares y dos baterías de montaña) arribaron al lugar donde se libraría la pugna.
Según afirma Antonio L. Martín Gómez en «La Batalla de Los Castillejos: Guerra de África, 1859-1860», las órdenes de Prim eran asegurar el valle. También debía tender un puente sobre la desembocadura de un barranco que daba al mar con el objetivo de que las piezas de artillería pudiesen proseguir su camino. El mismísimo Jefe del Estado, el general en jefe O´Donnell, acompañaba a la hueste en la retaguardia.
Parece ser -como explica Carrasco González en «El Reino Olvidado: Cinco Siglos de Historia de España en África»- que Prim (el cual se hallaba en la vanguardia de la marcha) ya a su llegada a las cercanías del cerro de los Castillejos pudo divisar a unos 1.000 moros (parte de los combatientes dirigidos por el hermano del Sultán, Muley el Abbas) aguardando al contingente español. Se daba inicio de esta forma a la épica batalla.
Con el enemigo a la vista, la flota que secundaba a las tropas terrestres (al mando del capitán Lobo y compuesta por el vapor «Piles», la goleta «Ceres», el falucho «Veloz» y varios cañoneros) se dispuso a limpiar la zona de enemigos mediante el empleo de su artillería. Tras esto los batallones del Príncipe y Vergara consiguieron hacerse con facilidad con el primer cerro.
Ante la gran cantidad de norteafricanos que se encontraban defendiendo el valle, Prim tuvo que hacer su entrada en escena. Gracias a los cañones y la infantería, el general catalán tomó el importante enclave del Morabito -ubicado sobre una colina- y los bosques circundantes. Fue entonces cuando varios infantes de marina (con el capitán de fragata Lobo a la cabeza) desembarcaron en una playa cercana con el fin de apoyar a sus compatriotas atacando al contingente moro por el flanco.
Mil y mil indicios materiales, hablaban aún de aquel largo día de sangrienta lucha y funeral estrago Pedro Antonio de Alarcón
Sin embargo, el elevado número de enemigos no daba un momento de respiro a los soldados españoles. Como explica Martín Gómez en su obra, el moro no dejaba de recibir tropas de refresco, llegando a formar una tropa que en ningún caso bajaba de los 20.000 efectivos «confiados en la victoria y enardecidos por los cánticos religiosos y sus músicas». A pesar de esto, hasta el momento las acometidas de la hueste rifeña acababan en agua de borrajas ante el empuje y pundonor de las fuerzas hispanas.
A pesar de la eficiencia española en el fragor de la batalla, el combate no había terminado ni mucho menos. Fruto de una iracunda carga protagonizada por la caballería marroquí tuvo su inicio uno de los acontecimientos más gloriosos de la pugna.
La sangre del húsar
Parece ser que los jinetes rifeños no hicieron demasiado por entrar en combate con los dos bizarros regimientos de húsares (200 efectivos) que esperaban estoicamente la acometida. Como señala Martín Gómez, en el momento en que los caballeros españoles comenzaron a movilizarse con el objetivo de contrarrestar la ofensiva estos partieron con sospechosa premura.
Debió ser fruto del ardor del combate que los hispanos no se preguntasen la razón de tan extraño comportamiento. Mientras el moro huía, los combatientes patrios les andaban a la zaga. Las cabalgaduras, que se iban abriendo paso por la rocosa y salvaje orografía del lugar, pasaban por encima con sus cascos a todos los desgraciados infantes norteafricanos que se cruzaban en su camino.
Encontrándose en un estrecho desfiladero, los valerosos húsares y sus desbocadas monturas -ante la vista del campamento del mismísimo Muley el Abbas- cayeron en una zanja cavada a propósito por el enemigo. Estando muchos de ellos aprisionados bajo sus propios caballos, los jinetes comenzaron a ser pasto de las hordas norteafricanas, las cuales se amontonaban con el fin de acabar con todas las vidas españolas que les fuese posible.
Explica Acaso Deltell que el capitán de húsares Salvadores -a pesar de tener encima el cadáver de su caballo, el cual le impedía moverse- sacó su revólver y se dispuso a llevarse por delante a cuantos moros pudo antes de que estos le diesen muerte degollándolo. A pesar de este contratiempo, algunos de los jinetes lograron salvar la zanja y llegar al campamento. En el mar de lonas del campo rifeño el intrépido cabo Pedro Mur logró arrebatarle el estandarte a un enemigo tras atravesarle pecho con su sable. Por esta acción el caballero español sería condecorado a posteriori con la Cruz de San Fernando.
Los húsares que habían asaltado el campamento (cubiertos de «sangre y polvo» como afirma Martín Gómez), se vieron en la necesidad de partir con el fin de auxiliar a sus compañeros infantes, quienes aún se batían el cobre heroicamente en desigual pugna en el valle de los Castillejos. Explica Deltell que, a pesar de los arrestos de los soldados marroquíes, las tropas de Prim contrarrestaban todas sus acometidas con fuego y bayoneta.
El catalán y la bandera
La infantería española también podía ver el campamento moro desde el cerro en el que se encontraba frenando heroicamente al enemigo. Sin embargo, la toma del mismo hubiese supuesto una pérdida de tiempo en el camino hacia Tetuán (así como la probabilidad de que hubiesen caído en una trampa como había ocurrido con los húsares). A este respecto Alarcón escribió: «La posición de dicho campo era más fuerte de lo que a primera vista parecía, enclavado como estaba en el fondo de cuatro apiñados montes, cuya toma nos habría costado larga y sangrienta lucha y distraer nuestras fuerzas de su verdadera dirección».
El capitán Salvadores sacó su revólver y se dispuso a llevarse por delante a cuantos moros pudo
Mientras tanto, las tropas de refresco que acudían a secundar a sus compañeros desde el campamento moro parecían inagotables. Debido al elevado número de enemigos que cercaban a los maltrechos españoles el desaliento podía hacerse patente en cualquier momento. La derrota hispana pendía de un hilo.
Fue entonces -con el moro rodeando a los estoicos soldados- cuando el catalán Prim, en un arrebato de coraje y patriotismo, se hizo con la enseña nacional, se plantó frente al enemigo y dio inicio a una de las mayores gestas de la Historia de España. Las palabras de este heroico general a sus hombres -recogidas en la obra de Alarcón- fueron las siguientes:
«¡Soldados! Vosotros podéis abandonar esas mochilas, que son vuestras; pero no podéis abandonar esta bandera que es de la Patria. Yo voy a meterme con ella en las filas enemigas… ¿Permitiréis que caiga en manos de los moros? ¿Dejaréis morir solo a vuestro General?».
En una crónica publicada en «La Iberia» se refirieron de esta manera a la desfogada e improvisada arenga del patriota catalán:
«¿Cómo vive todavía el general Prim?… eso mismo me pregunto yo, sin que sepa cómo explicarme el hecho de haber salido el conde de Reus ileso de aquel diluvio de balas, de aquel choque tremendo de sables y gumías yendo como iba a caballo y llevando desplegada una bandera, circunstancias que debían atraer sobre él la atención de los enemigos. Hay ocasiones en que debe creerse en los milagros y esta es una».
No podéis abandonar esta bandera que es de la Patria General Prim
Fue así como los encorajinados soldados españoles, con sus corazones henchidos de patriotismo por las palabras del oficial catalán, se lanzaron con las bayonetas en ristre contra las líneas norteafricanas tratando de romperlas. En ese momento el mismísimo Jefe de Gobierno, Leopoldo O´Donnell y Joris (que hasta ese momento se hallaba seguro en el Morabito) se lanzó contra el enemigo con bravura para prestar su ayuda en tan gloriosa empresa. Como señala Martín Gómez, el general en jefe se situó en primera línea de combate para con su presencia animar al resto de las tropas.
Parece ser (según afirma Alarcón) que Prim ante esta visión se acercó al Presidente del Consejo de Ministros y le dijo: «Mi general, aquí mando yo: este no es el sitio de usted; su vida no le pertenece y aquí se expone sin necesidad. Todo está terminado».
Los moros ya no podían soportar más el envite patriota a pesar de que el combate prosiguió durante toda la tarde. Al anochecer el enemigo marroquí comenzó a replegarse.
El escenario posterior a la batalla debía ser desalentador según lo recogido en «Diario de un testigo de la Guerra de África». Combatientes y caballo muertos por doquier, heridos agonizantes y restos de proyectiles: un auténtico camposanto.
Victoria
La heroica batalla del valle de los Castillejos supuso el primer gran combate de la contienda. La gesta llevada a cabo por los soldados españoles contribuyó sobremanera a alimentar la propaganda a propósito de la guerra. También hizo su parte en lo que se refiere a la creación del mito de Prim. El laureado general comenzó a forjar su leyenda a la usanza de la época, es decir, mediante el empleo de las armas. Un camino similar al recorrido anteriormente por Espartero y O´Donnell.
El Marqués de Molins recogió en su «Romancero de la Guerra de África» estos versos obra de Manuel Tamayo y Baus relacionados con la memorable batalla:
«Sí, que al fin nuestra bandera
Se alza del campo señora,
Y el árabe en rauda fuga
Va llorando su derrota».
«Ya apenas se le distingue
Allá en las colinas remotas.
¡Cantemos a Dios, que al moro
Venció por mano española!».
Campaña del General Dávila en defensa de España
Por G. Dávila • 04/09/2017
Soy el general Dávila y junto a mis compañeros, Emilio Pérez Alamán, Juan Chicharro Ortega y Adolfo Coloma Contreras, elaboramos el blog generaldavila.com y hemos lanzado esta campaña.
Septiembre, el mes de la vuelta al cole, se ha convertido este año en un mes de profunda preocupación por el destino de España.
El órdago secesionista sigue su camino y por eso, se hace imperativo un llamamiento a la unidad y a la defensa de España y su Constitución.
Te invito a convertir septiembre en el mes de la unidad de España. Apoya la iniciativa de colgar una bandera en tu balcón o ventana durante este mes.
Iza la bandera en tu casa, que se vea en los balcones, en tu muñeca, en tu coche, en tus redes sociales. Que todos sepan que estás pendiente, atento, firme y decidido a defender nuestra historia, nuestra unidad, nuestro país.
Septiembre camina. Cada día nos acerca más al primero de octubre. ¿Qué va a suceder? ¿Se romperá España? ¿En qué se cederá? ¿Cuál es la negociación? ¿Qué es eso de una España “plurinacional”?
Hay una historia común más antigua que la Constitución. Es la que nos ha llevado a construir esta bella y gran nación llamada España. En su seno están nuestros tiempos, los orígenes, cada paso y sentimiento.
No podemos despreciarla, inventarla o abandonarla. Significaría desaparecer del tiempo y el espacio.
Es de todos y gracias a todos. Por eso es la ley que conforma nuestra convivencia y solidaridad: la indisoluble unidad de la nación española.
Ahora, después de tantos siglos, unos pocos, muy pocos, nos incitan al enfrentamiento que, aunque no se produzca, dejará abiertas heridas, casi incurables por ser entre hermanos histórica y genéticamente iguales.
Llevamos años avisando. Cada paso hacia la ruptura lo hemos denunciado dando a la vez soluciones amparadas en la Constitución. Con respeto pero con firmeza. Recordando nuestra misión, la de españoles, y el juramento ante nuestra Bandera. No por ser militares, que también, sino por ser españoles, como tantos, millones, que se han sumado a nuestra indignación y propuesta: defender la unidad de España.
Por eso una vez más te lo pido. Apoya esta iniciativa: luce la bandera de España pensando en lo que puedes hacer por la unidad de tu país.
No perdamos la esperanza. Aún hay cosas en que poner los ojos.
¡Habla de España! ¡Siente España! ¡Grita España!
El mes de septiembre de 2017 es el mes de España.
Por España. Todo por España.
¡Cuento contigo!
Septiembre por la unidad de España.
Yo me sumo a la iniciativa «Septiembre por España» para convertir estas semanas previas al 1 de octubre, fecha del ilegal referéndum secesionista, en el mes de la unidad.
Izaré la bandera en mi casa, que se vea en los balcones y ventanas, y promoveré esta iniciativa entre mis contactos.
Llevaré la bandera de todos en la muñeca, en el coche, la difundiré en las redes sociales.
Que todos sepan que estoy pendiente, atento, firme y decidido a defender nuestra historia, nuestra unidad y nuestro país.
Atentamente, a título personal y como redactor del Blog de la Casa Troncal de los Doce Linajes de Soria: un catalán, monárquico y sobre todo ESPAÑOL
Manel González
La ACADEMIA ANDALUZA DE LA HISTORIA, presenta el libro «LINAJES NOBLES DE ANTEQUERA» de D. Andrés Mantilla de los Ríos y Vergara.
La ACADEMIA ANDALUZA DE LA HISTORIA, presenta el libro «LINAJES NOBLES DE ANTEQUERA» de D. Andrés Mantilla de los Ríos y Vergara.
Dicha presentación la realizarán el Duque de Tovar y el Marqués de la Floresta, el próximo 25 de septiembre
INVITACIÓN:
D. José María de Montells, ha sido nombrado Profesor Honorario de la Universidad autónoma del Caribe
D. José María de Montells, ha sido nombrado Profesor Honorario de la Universidad autónoma del Caribe. el pasado 11 de marzo. La dicha Universidad con sedes en Barranquilla (Colombia) y Miami (Florida) es un centro docente abierto que forma seres humanos idóneos e integrales, a través de la articulación de la docencia, la investigación, la extensión, la internacionalización y la gestión, para la generación y aplicación de conocimiento de acuerdo a las necesidades locales, regionales e internacionales.
Con más de cuatro décadas de existencia, la Universidad autónoma del Caribe ha sido la preferida por los estudiantes de la Región. Pensando en ellos, en su bienestar y en el fortalecimiento de las condiciones académicas, técnicas, artísticas y deportivas, este centro de estudios superiores se ha dividido en diversas dependencias, todas ellas, al servicio de sus educandos, de la comunidad en general y de la región. Su Escuela de Gestión es un referente en el mundo universitario tanto norteamericano como hispanoamericano.
Don José María de Montells
Desde esta redacción del Blog de la Casa Troncal (y este redactor a título privado) felicitamos muy cordialmente a D. José María Montells, por este nuevo reconocimiento a su brillante trayectoria.