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17 06, 2017

José María Pemán. Novelista, poeta, dramaturgo, guionista y ensayista; por D. José M. Huidobro

Por |2020-11-13T03:36:59+01:00sábado, junio 17, 2017|

Artículo de fecha 14-03-2017 de D. José Manuel Huidobro 

Caballero de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén, Miembro de la Real Asociación de Hidalgos de España. Máster en Derecho Nobiliario, Heráldica y Genealogía (UNED). Autor de 57 libros y más de 1.000 artículos.

 José María Pemán. Novelista, poeta, dramaturgo, guionista y ensayista

 Cultivador de todos los géneros literarios, destacó por su teatro poético y sus comedias de ambiente andaluz. Su tradicionalismo religioso y sus convicciones monárquicas lo convirtieron en representante de los sectores conservadores. Caballero de la Insigne Orden del Toisón de Oro*

 José María Pemán y Pemartín, de origen hidalgo, nació en Cádiz, el 8 de mayo de 1897, y falleció en la misma ciudad el 19 de julio de 1981. Creció en el seno de una familia acomodada; su padre fue el abogado en ejercicio y diputado conservador gaditano Juan Gualberto Pemán y Maestre, y su madre María Pemartín y Carrera Laborde Aramburu, de entronque jerezano. Tuvo un hermano: César y se casó, en 1922, con Carmen Domecq y Rivero, hija de Pedro de Domecq y Nuñez de Villavicencio, marqués de Casa Domecq y de doña María Rivero y González, con la que tuvo nueve hijos de su matrimonio. Estudió Derecho en la Universidad de Sevilla y se Doctoró en la de Madrid.

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Pemán entró desde joven a formar parte de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas de Cádiz y, en 1928, llegó ser su presidente. Su militancia religiosa parecía superar en un principio a su interés político. Siempre decía que no se consideraba un político aunque realmente, aun expresándose como solía en el versátil «lenguaje del alma», se aprestase a un apoyo apasionado al regeneracionismo pretendido por la Dictadura de Miguel Primo de Rivera (1923-1929) y a su régimen autoritario.

Realmente, comenzó su dilatada andadura literaria durante la Segunda República (1931-1936). José María Pemán, que años más tarde pasaría a ser una de las figuras míticas del régimen franquista, se dio a conocer con una serie de artículos incendiarios publicados en el rotativo madrileño ABC, desde donde llamaba con vehemencia a la insurrección militar contra la legalidad republicana.

Al estallar el Alzamiento del 18 de julio, se adhirió desde el primer momento al Bando Nacional, desempeñando el cargo de Presidente de la Comisión de Cultura y Enseñanza, con categoría de Ministro, de la Junta Técnica del Estado, desde octubre de 1936, hasta que se constituyó el primer Gobierno Nacional, en enero de 1938. Nunca luchó en los frentes.

Poema de la Bestia y el Ángel (1938), una epopeya propagandística que ensalza los valores de la cruzada por Dios y por España frente a los valores antiespañoles de la República. Tradó un año es escribirlo.

Poema de la Bestia y el Ángel (1938), una epopeya propagandística que ensalza los valores de la cruzada por Dios y por España frente a los valores antiespañoles de la República. Tradó un año es escribirlo.

Nombrado Alférez Provisional Honorífico, Pemán en su Jura de Bandera como Alférez Provisional, vistió Boina Roja, Camisa Azul, Yugo y Flechas y Estrella. Lo que más gustó a Pemán durante esta época fue recorrer los frentes, pronunciar discursos y visitar a los Generales en sus Puestos de Mando. También visitó al Coronel falangista Juan Yagüe Blanco. Se paseaba con Uniforme de Falange por las ciudades de la retaguardia, deleitaba dando conferencias y visitaba en los hospitales a los heridos.

Al finalizar la guerra civil, fue nombrado director de la Real Academia Española (de 1939 a 1940, y de 1944 a 1947), a la que pertenecía como miembro electo desde marzo de 1936, cargo al que renunció pocos años después. Pemán, entonces, se dedicó por completo a la actividad literaria. Colaboró con asiduidad en prensa, y redactó comedias costumbristas y de corte castizo, que fueron representadas en algunos teatros de Madrid. La casa (1946), Callados como muertos (1952), Los tres etcéteras de Don Simón (1958) y La viudita naviera (1960) son algunas de las obras más exitosas del literato.

Anteriormente, el intelectual derechista había escrito los dramas históricos El divino impaciente, de 1933 -dedicado a la figura de San Francisco Javier-, Cuando las Cortes de Cádiz (1934) y Cisneros (1934). Pemán fue, además, el guionista de varias películas representativas del nacional-catolicismo. Como narrador, destacó por las novelas de humor ligero, como Romance del fantasma y Doña Juanita (1927), Volaterías (1932), De Madrid a Oviedo (1932), Señor de su ánimo (1943), La novela de San Martín (1955) y De Madrid a Oviedo pasando por las Azores (1964).

La obra poética, con títulos como De la vida sencilla (1923), Señorita del mar (1934) y Poema de la Bestia y el Ángel (1938), se caracteriza por su sencillez en las formas y por el estilo épico de algunos de los versos, a menudo en clara sintonía con los tópicos de su ideario político. Cabe mencionar también, entre otras obras, Metternich. El ministro mariposa, La atareada del paraíso, El viejo y las niñas y El Séneca.

Pemán, que era considerado un gran orador, pronunció conferencias en numerosas instituciones de toda España y parte de Latinoamérica. El tono arengatorio de sus discursos, traducido en escritos como De hombre a hombre o en sonadas declaraciones como «¡Soy cristiano y español, que es ser dos veces cristiano!», le convirtió en uno de los autores oficiales de la dictadura.

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No obstante ser un celoso propagandista de Franco y de su obra, pasados los años, igual que ocurrió con el General Primo de Rivera, escribió un tanto irónicamente sobre la persona a la que había dedicado tantos elogios.

* En los últimos años de su vida, su actividad más destacada es la Presidencia del Consejo Privado del conde de Barcelona, el padre del futuro Rey Juan Carlos I. Entre 1957 y 1969, año de la disolución del Consejo ante el nombramiento del príncipe Juan Carlos como heredero de la Jefatura del Estado a la muerte de Franco, Pemán participa de numerosas acciones, como el intento de unificación de las dos ramas borbónicas (la alfonsina y la carlista) en la figura de Don Juan. Por todo ello, la Casa Real le concede el Toisón de Oro en mayo de 1981. Dos meses más tarde, el 19 de julio, muere en su casa de Cádiz el portavoz intelectual del franquismo

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Para saber más:

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 Publicado en el blog «Hidalgos en la Historia» cuyo blogmaster es D. J. Manuel Huidobro

 http://hidalgosenlahistoria.blogspot.com.es/

17 06, 2017

UN CUENTO PARA MIS NIETOS O NO……..; por el Dr. D. José María de Montells y Galán

Por |2020-11-13T03:36:59+01:00sábado, junio 17, 2017|

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UN CUENTO PARA MIS NIETOS O NO……..

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Que Simbad el Marino gustaba de navegar más allá de Trapobana, es cosa sabida que está escrita en Cunqueiro y, eso que es ínsula que posee el don de la ubicuidad y lo mismo está varada cerca del Imperio de la India que aquieta las aguas del Golfo de Guinea.

Hay gente moderna, por tanto, poco dada a la consideración de los portentos, que cree que esta isla es la de Ceilán, pero me da a mí que nada tienen que ver. Es un reino lejano y misterioso, muy venteado, con un castillo roquero cerca del mar, donde vive su señor Rey, que allí llaman por sobrenombre el poderoso.

Poblada por hombres altivos y orgullosos, de tez morena, pelo lacio y ojos azules, allí viven también, naciones de seres híbridos como los cinocéfalos, que son aquellos hombres con cabeza de perro como San Cristóbal caminante, que predicó el Evangelio de San Marcos, en las tierras del Preste Juan y la antigua raza de los hieracocéfalos, de la estirpe de Horus, que tienen la cabeza del halcón.

Un reino navegante, que está en el mapamundi y, de súbito, no está. Ya dijo Plinio el Viejo que la isla es un país remoto y arcaico, con grandes bosques de laurel y madreselva, donde canta el mirlo. Más allá de Trapobana, finismaris. El Estrellero Mayor supo que el poderoso Rey tenía urgencias de amor por la posición de las Pléyades y aconsejó que hubiere coyunda con moza garrida por alejar ansiedades a Su Majestad.

Los cinocéfalos pusieron el grito en el cielo y propusieron un rápido matrimonio, antes que favorecer el pecado. Pero ni el Estrellero ni los híbridos sabían que el señor de la isla, ya había dado instrucciones. Nadie sabe cómo el Conejo Blanco llegó a la ínsula a bordo del Nautilus, el submarino del capitán Nemo. Fue después de muchos meses de navegación, pues el marino no acertaba con la situación de la isla, que se borraba de los mapas, una vez que Nemo establecía el rumbo. Cuando creía avistar la Trapobana, desaparecía por arte de birlibirloque.

El capitán pensó que se diluía en el aire como la sonrisa del gato de Cheshire. Solo cuando siguió el alisio, un viento enfurruñado, Trapobana apareció en horizonte. Todo se explica por la influencia de Eolo, Señor de los Vientos homéricos, que favoreció a Ulises.

En ese tiempo, el señor Conejo conoció las corrientes marinas que rigen las profundidades abisales y saludó desde lo lejos al kraken, la bestia, el pulpo gigantesco, que Nemo evitaba. Fondeado el submarino en la bahía de Valverde de Trapobana, que es la puebla que hace de capital del reino todo, el barbado Nemo, parco en palabras, le dijo al señor Conejo Blanco, que el Rey de la isla deseaba encargarle sus armas.

Conejo Blanco Rey de Armas se atusó el bigote, miró su reloj de bolsillo con leontina de plata y suspiró muy hondo. Nadie hubiera dicho que las palabras del capitán le habían puesto nervioso, aunque algo se notó por el temblor de la pata derecha. Fue cosa de poco y enseguida se repuso. Llega tarde, llega tarde, se dijo.

Esperaba que la señorita Liddell diera su beneplácito a las armas que le había diseñado por encargo del Rey. Un escudo de oro, sembrado de gotas de gules, resaltado de un alcotán de sable. El Primer Ministro, el hierático hieracocéfalo, don Ifigenio, había dado su aquiescencia con un leve movimiento de su cabeza de halcón. Los hieracocéfalos eran muy suyos. Que asintieran con el alcotán, un falcónido, al fin y al cabo, significaba que aceptaban. Y no era baladí el asunto, ya que la raza de Horus tenía mucho predicamento en el ánimo del monarca.

El Conejo Blanco conocía bien a Alicia Liddell. La quería mucho. llevó consigo un álbum de fotos de cuando era niña y el poderoso Rey Decimotercero quedó prendado al momento. Sabiendo que doña Alicia había cumplido los dieciocho, quiso hacerla su Reina y el Rey de Armas Conejo Blanco mandó un emisario a la Corte de los reyes de corazones, con el encargo de traerla a la isla.

A doña Alicia no le gustó la proposición, no habían contado con ella y dijo que no iría a la ínsula, que no sabía en qué mar se encontraba y que no le apetecía casarse con un vejestorio por muy Rey de Trapobana que fuese. El poderoso monarca recibió la noticia con entereza.

Total, Alicia Liddell era una joven caprichosa que no tenía noción de su grandeza y por contestar la osadía de la niña, dio instrucciones al señor Conejo Blanco para que sondease a una cinocéfala, una cabeza de galgo en un cuerpo de venus, de nombre doña Nube, para casarse con ella. La cinocéfala dijo que sería un honor compartir el trono de Trapobana con un Rey poderoso.

El Rey consultó con los estrelleros la condición de los hijos de tan singular matrimonio y los adivinos evacuaron que serían humanos, casi seguro. A todo esto, doña Alicia, quizá por despecho, maldijo a la extraña pareja. Unos negros nubarrones se pasearon por los cielos insulares. Después del bodorrio, a los nueve meses exactos, los reyes de Trapobana, tuvieron un hijo con cabeza de perro, al que llamaron el príncipe Segismundo.

De resultas de todo esto, Alicia Liddell hizo fama de bruja y a lo que parece, se retiró a Manchester donde conoció a un tal Lewis Carrol, un tipo raro del que enamoró locamente.

Doña Alicia nunca volvió a pensar en el señor Conejo Blanco.

 

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