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D. FERNANDO DE ARTACHO, PRESIDENTE DE LA ACADEMIA ANDALUZA DE LA HISTORIA, CONDECORADO CON LA ORDEN DE ISABEL LA CATÓLICA.

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D. FERNANDO DE ARTACHO, PRESIDENTE DE LA ACADEMIA ANDALUZA DE LA HISTORIA, CONDECORADO CON LA ORDEN DE ISABEL LA CATÓLICA. 

En la mañana del martes 19 de enero de 2016, al presidente de la Academia Andaluza de la Historia, Excmo. Sr. D. Fernando de Artacho Pérez-Blázquez, le fue impuesta la Cruz de Oficial de la Real y Americana Orden de Isabel la Católica, en un acto celebrado en el palacio de Santa Cruz, sede del Ministerio de Asuntos Exteriores, en Madrid, que estuvo presidido por el Sr. Subsecretario del Ministerio, quien hizo entrega de la condecoración, en nombre de S. M. el Rey D. Felipe VI.

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D. Fernando de Artacho, doctor en Historia Moderna y licenciado en Derecho por la Universidad de Sevilla, lleva toda su vida dedicado a la investigación histórica y a la divulgación de sus importantes hallazgos mediante la publicación de numerosos trabajos científicos, en forma de libros, artículos, etc., siendo también un reconocido autor de novelas históricas y promotor de iniciativas culturales. Su dedicación al conocimiento y difusión de la Historia de España y sus meritorios trabajos para instituciones del Estado le han hecho acreedor de esta distinguidísima y ya bicentenaria Orden, cuyo lema es «A la lealtad acrisolada». Ya S. M. D. Juan Carlos I le había concedido, hace un par de años, la Orden del Mérito Civil.

Video:

https://www.facebook.com/455999327754626/videos/1033421393345747/

 

Por |2020-11-13T03:40:27+01:00viernes, enero 22, 2016|

ENTREGA DE LA BANDERA DE ESPAÑA POR S.M. LA REINA A LA POLICIA NACIONAL

ENTREGA DE LA BANDERA DE ESPAÑA POR S.M. LA REINA A LA POLICIA NACIONAL

Portada nº 293 y tres fotografías más de la revista «Policía». S.M. La Reina Doña Letizia hizo entrega recientemente a la Policía Nacional de la Bandera de España. 

Se trata, sin duda alguna de uno de los mayores honores que puede recibir una institución. 

S,M. la Reina, lo hizo con estas palabras: «Estoy aquí para entregar una Bandera, la Nuestra»

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¡¡Viva la Policía Nacional Española!!.

¡¡Viva la Monarquía!!.

¡¡Viva España !!!

Fuente: Revista «POLICIA»

Por |2020-11-13T03:40:28+01:00jueves, enero 21, 2016|

CONCESIÓN DE LA REAL ORDEN DE ISABEL LA CATÓLICA A D. RAFAEL PORTELL PASAMONTE

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CONCESIÓN DE LA REAL ORDEN DE ISABEL LA CATÓLICA A D. RAFAEL PORTELL PASAMONTE, Vicerrector de la Academia Alfonso XIII

D. Rafael Portell Pasamonte

D. Rafael Portell Pasamonte

   Ayer martes 19 de enero y en el Ministerio de Asuntos Exteriores y coincidiendo con la inauguración de la exposición “A la lealtad acrisolada”, con motivo del bicentenario de la creación de la Orden de Isabel la Católica, le  fue impuesta a nuestro amigo y colaborador habitual del Blog de los Doce Linajes de Soria, D. Rafael Portell Pasamonte,  la Cruz de dicha orden, que S.M. el Rey Felipe VI, ha tenido a bien concederle.

  Esta Orden en la segunda en importancia en España, después de la de Carlos III.

 No disponemos por el momento de reportaje fotográfico del acto, pero en cuanto podamos nos haremos eco más ampliamente.

Nos congratulamos de ello y felicitamos efusivamente a nuestro gran amigo D. Rafael Portell Pasamonte.

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   Por otro lado y en relación a lo anterior, el ministro de Asuntos Exteriores en funciones, José Manuel García-Margallo, inauguró ayer martes, día 19, en el Palacio de Santa Cruz, la exposición “A la lealtad acrisolada”, con motivo del bicentenario de la creación de la Orden de Isabel la Católica, que tuvo lugar en marzo de 1815 por el rey Fernando VII.

LA REAL ORDEN DE ISABEL LA CATÓLICA

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La Real Orden de Isabel la Católica es una distinción de España, instituida por el rey Fernando VII el 14 de marzo de 1815, con el nombre de Real y Americana Orden de Isabel la Católica, con el fin de «premiar la lealtad acrisolada y los méritos contraídos en favor de la prosperidad de aquellos territorios».

La orden fue reorganizada en 1847. Mediante un Real Decreto de 26 de julio de 1847 la orden tomó el nombre de Real Orden de Isabel la Católica.

El último reglamento fue aprobado por Real Decreto en 1998. Su función actual es «premiar aquellos comportamientos extraordinarios de carácter civil, realizados por personas españolas y extranjeras, que redunden en beneficio de la Nación o que contribuyan, de modo relevante, a favorecer las relaciones de amistad y cooperación de la Nación Española con el resto de la Comunidad Internacional».

En la actualidad depende del Ministerio de Asuntos Exteriores de España. El gran maestre de la orden es el rey de España mientras que el gran canciller de la Orden es el ministro de Asuntos Exteriores. Todos los títulos de las condecoraciones de la Orden deben llevar las firmas de ambos.

Por |2020-11-13T03:40:28+01:00miércoles, enero 20, 2016|

Diego de Urbina. Pintor de Felipe II; por D. José M. Huidobro

Artículo de fecha 30-12-2015 de D. José Manuel Huidobro 

Caballero de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén, Miembro de la Real Asociación de Hidalgos de España. Máster en Derecho Nobiliario, Heráldica y Genealogía (UNED). Autor de 55 libros y más de 700 artículos.

 Diego de Urbina. Pintor de Felipe II

 Urbina no es sólo el pintor de El Escorial, sino un artista de dilatada vida e importante obra, llevada a cabo fundamentalmente a lo largo del reinado de Felipe II, siendo además uno de los iniciadores de la actividad pictórica en Madrid desde los años anteriores a la capitalidad.

Su hijo, Diego de Urbina de Ampuero, llegaría a ser regidor de Madrid y Rey de Armas de Felipe II, Felipe III y Felipe IV

Diego nació en Madrid, hijo del pintor Pedro de Ampuero, hidalgo natural del valle de Ampuero (Cantabria), hijo a su vez de Juan Ortiz de Urbina y de doña Catalina de Ampuero, y de Teresa Díaz de Montalbán. Fue bautizado en la parroquia de San Ginés el 26 de febrero de 1516 junto a su hermano gemelo, Francisco, quien también sería pintor especializado en el dorado de retablos.

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Del padre, natural de Cantabria, no se conocen obras, pero se ha podido documentar su actividad como pintor en Madrid en las primeras décadas del siglo XVI, con un volumen de obra importante. También tuvieron el oficio de pintor sus otros hermanos, Cristóbal de Urbina y García de Ampuero, quien en 1538 parece hacerse cargo del prestigiado taller familiar, y en 1540 firmó las condiciones para agrandar el retablo de Santo Domingo el Real de Madrid.

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Detalle del retablo mayor de la iglesia parroquial de Pozuelo del Rey.

Su formación hubo de tener lugar en el taller paterno, en la estela de la pintura renacentista practicada en la escuela de Toledo por Juan de Borgoña y los rafaelescos Francisco Comontes y Juan Correa de Vivar, de quienes podría haber tomado la precisión en el dibujo, el interés predominante por la figura humana y la armonía compositiva que son rasgos característicos de su obra.

 Hacia 1550 contrajo matrimonio con Isabel de Alderete, de cuyo matrimonio nacieron seis hijos; el mayor, Diego de Urbina de Ampuero, emancipado en 1576, cuando contaba veintiún años, que llegaría a ser regidor de Madrid y Rey de Armas de Felipe II, Felipe III y Felipe IV, y la menor, Isabel, nacida en 1567, que casaría con Lope de Vega -Belisa en sus poemas-. La familia tuvo fijada su residencia en la calle Mayor de Madrid, en unas casas que fueron compradas por el padre del pintor al capitán Diego Meléndez, y que ya aparece empadronado como hidalgo en esta Villa, por lo menos en los años de 1512 y 1516.

Una de las primeras noticias conocidas de su actividad independiente es el contrato, firmado el 3 de enero de 1552 junto al imaginero Juan de la Plaza, por el que se adjudicaba la realización de los retablos mayor y colaterales de la iglesia de San Gil, junto al viejo Alcázar de Madrid, costeados por Carlos V.

En febrero de 1593 se comprometió junto con el pintor vallisoletano Gregorio Martínez a pintar y dorar el retablo mayor de la catedral de Burgos, aunque su traslado a la ciudad no debió de ser inmediato pues todavía en julio de ese año se encontraba en El Escorial, donde se le documenta tasando unos cuadros de Pellegrino Tibaldi. Al año siguiente se vio envuelto en un pleito a cuenta de dicho retablo, del que proceden las últimas noticias que han llegado del pintor.

En abril de 1595, en un documento relativo a ese pleito, se informaba que para entonces el pintor ya había fallecido en la calle de Sombrerería de Burgos, sin que conste la fecha exacta, que debió ser a mediados de 1594.

 Publicado en el blog «Hidalgos en la Historia» cuyo blogmaster es D. J. Manuel Huidobro

 http://hidalgosenlahistoria.blogspot.com.es/

Por |2020-11-13T03:40:28+01:00martes, enero 19, 2016|

INVITACIÓN para la inauguración de la exposición de S. Sebastião de Darque

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INVITACIÓN

Tenemos el placer de invitar a vuestra Su excelencia y familia para la inauguración de la exposición de S. Sebastião de Darque, con la colaboración de la Ordem Militar de S. Sebastião dita de la grieta y de Alfredo Corte-Real a inaugurar el próximo día 20 de enero en Darque en la Casa de las Artes, a las 18 horas.

Traducido del  Portugués

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Por |2020-11-13T03:40:28+01:00martes, enero 19, 2016|

El Príncipe maldito. La historia de Don Carlos, el sádico hijo de Felipe II que la leyenda negra convirtió en un mártir

 D. Alfredo López Ares, colaborador de este blog de la Casa Troncal de Los Doce Linajes, nos remite este interesante artículo de D. César Cervera publicado en el ABC,  para su publicación.

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El Príncipe maldito. La historia de Don Carlos, el sádico hijo de Felipe II que la leyenda negra convirtió en un mártir

El heredero a la Monarquía Hispánica fue prendido en enero de 1568 acusado de conspirar contra su padre. A causa de una arriesgada trepanación cuando era adolescente, el príncipe sufrió graves daños cerebrales y desarrolló un carácter muy agresivo

Retrato del Príncipe de Asturias por Alonso Sánchez Coello - Museo del Prado

Retrato del Príncipe de Asturias por Alonso Sánchez Coello – Museo del Prado

 César Cervera – Madrid – 22/01/2015

 Hasta sus últimos días, Felipe II recordaría con la mayor de las penas la noche del 18 de enero de 1568. Vestido con la armadura real, el Monarca más poderoso de su tiempo condujo a un grupo de cortesanos y hombres armados por los oscuros pasillos del Alcázar de Madrid «sin antorchas ni velas» al aposento del Príncipe Carlos, el hijo del Rey y su único heredero. Al despertarse y hallarse rodeado de hombres armados, Don Carlos exclamó: «¿Qué quiere Vuestra Majestad? ¿Quiéreme matar o prender?». «Ni lo uno ni lo otro, hijo», contestó Felipe II instantes antes de que el Príncipe se llevara la mano a la pistola cargada de pólvora que guardaba siempre en la cabecera de su cama.

El joven heredero fue arrestado, sin que nadie llegara a apretar el gatillo, y acusado de conspirar contra la vida de su padre. Días antes, uno de sus mejores amigos, Don Juan de Austria –hermano bastardo del Rey y a la postre héroe de Lepanto–, se había visto obligado a desvelar los planes de su sobrino al percatarse de la gravedad de su locura. El cautiverio de seis meses, lejos de calmar a Don Carlos, empeoró su salud mental y terminó costándole la vida en un arranque de demencia a los 23 años de edad. En medio de una huelga de hambre, el heredero de la Monarquía Hispánica se acostumbró a calmar sus calenturas volcando nieve en su cama y bebiendo agua helada, lo cual terminó consumiendo su quebradiza salud. Por supuesto, la propaganda holandesa acusó directamente al Rey de ordenar el asesinato de su hijo y argumentó que lo único que quería Don Carlos era acabar con la tiranía de su padre en los Países Bajos. El melancólico y misterioso carácter del Monarca, a su vez, prestó los ingredientes para queGiuseppe Verdi, recogiendo la leyenda negra, compusiera siglos después una de sus óperas más famosas: «Don Carlo».

Endogamia, malaria y una caída: las culpables

La propaganda holandesa, sin embargo, no podía estar más equivocada en este caso. Felipe II fue excesivamente permisivo con la actitud de Don Carlos, el cual arrastraba problemas mentales desde que era niño. Del Príncipe maldito se ha dicho, sin excesivo rigor, que siendo solo un infante gozaba asando liebres vivas y cegando a los caballos en el establo real. A los once años hizo azotar a una muchacha de la Corte para su sádica diversión: un exceso por el que hubo que pagar compensaciones al padre de la niña. No en vano, junto a su sobrino biznieto Carlos II «el Hechizado», el primer hijo de Felipe II es el máximo exponente de las consecuencias de la endogamia practicada por la Casa de los Habsburgo.

Solo tenía cuatro bisabuelos, cuando lo normal es tener ocho

Hijo de Felipe II y María Manuela de Avis, los cuales eran primos hermanos por parte de padre y madre, Don Carlos solo tenía cuatro bisabuelos, cuando lo normal es tener ocho. Según estudios recientes (Álvarez G, Ceballos FC, Quinteiro C, «The Role of Inbreeding in the Extinction of a European Royal Dynasty»), la sangre de Don Carlos portaba un coeficiente de consanguinidad de 0,211 –casi el mismo que resulta de una unión entre hermanos y solo por debajo de Carlos II, un 0,254 –. No obstante, los trabajos históricos actuales consideran que los genes no estaban directamente relacionados con la locura del Príncipe. Así, según el hispanista Geoffrey Parker en su biogravía sobre Felipe II,   el heredero a la Corona fue un niño relativamente normal, de inteligencia media-baja, que no sufrió graves episodios de demencia hasta la edad madura.

Bien es cierto que, como le ocurrió a Felipe II, el Príncipe heredero se crió lejos de sus padres. Huérfano de madre a los cuatro días de nacer, Carlos quedó bajo la custodia de sus tías, las hijas de Carlos V que todavía no tenían compromisos matrimoniales, puesto que su padre estuvo ausente de España en los primeros años de su reinado. Con 11 años, una plaga de malaria asoló la Corte y afectó al joven, quizás más vulnerable que el resto por sus deficientes genes. La enfermedad provocó en el Príncipe un desarrollo físico anómalo en sus piernas y en su columna vertebral, que, a su vez, pudo estar detrás de la grave caída que sufrió a los 18 años de edad mientras perseguía por el palacio a una cortesana. Los médicos llegaron a desahuciar al joven, dándole apenas cuatro horas de vida, y un grupo de franciscanos trasladaronlos huesos de San Diego de Alcalá a los pies de su cama solo a la espera de un milagro. Contra todo pronóstico, una arriesgada trepanación pudo salvar la vida del Príncipe Carlos; no obstante, pronto se evidenciaría que los daños cerebrales se presumían irreparables.

En los años previos a aquella caída, Don Carlos vivió su periodo más feliz enla Universidad de Alcalá de Henares, donde estudió junto a su tío, Don Juan de Austria, y Alejandro Farnesio, que contaban prácticamente su misma edad. Sin destacar en los estudios sino todo lo contrario, el hijo del Rey al menos se contagió del ambiente juvenil y saludable del lugar. En 1560, Felipe II –juzgando aceptable su comportamiento– le reconoció como heredero al trono por las Cortes de Castilla.

«Mostraba la desinhibida malicia de un chico con un daño frontal en el cerebro»

Pero tras su caída nunca volvió a ser el mismo. Las fiebres que le afectaban periódicamente, recuerdo de la malaria, empezaron a repetirse con demasiada frecuencia. «Tiene un temperamento impulsivo y violento. A menudo pierde los estribos y dice lo primero que se le pasa por la cabeza», apuntó el embajador imperial en España designado en 1564 sobre el otro síntoma preocupante: sus radicales cambios de humor. En palabras del neurocirujano pediátrico Donald Simpsonque ha estudiado el caso, «mostraba la desinhibida malicia de un chico con un daño frontal en el cerebro».

Fugarse a Flandes para proclamarse Rey

Por el miedo de los embajadores a que se interceptaran sus informes y el Rey pudiera ofenderse, muchas de las actuaciones contra el joven no han podido ser documentadas y se basan en testimonios indirectos. Pero consta, por la correspondencia del embajador Nobili, que el hijo del Rey frecuentaba «con poca dignidad y mucha arrogancia» los burdeles madrileños y trataba con violencia al servicio. En una ocasión, Don Carlos arrojó por una ventana a un paje cuya conducta le molestó, e intentó, en otra jornada, lanzar a su guarda de joyas y ropa. También trascendió por aquellas fechas su intento público de acuchillar al Gran Duque de Alba, al que acusaba de inmiscuirse en los asuntos de Flandes.

Los conflictos entre padre e hijo no tardaron en llegar. Tras su recuperación, Felipe II le nombró miembro del Consejo de Estado en 1564, en un último intento por fingir normalidad, y barajó la posibilidad de casarlo con María Estuardo o con Ana de Austria, la cual sería posteriormente la cuarta esposa del Rey. Pero dentro de su mente enferma, sus prioridades eran otras. Obsesionado con los Países Bajos –en ese momento en rebeldía contra Felipe II–, contactó con varios de esos líderes rebeldes, como el moderadoConde de Egmont o el Barón de Montigny, para organizar su viaje a Bruselas, donde pretendía proclamarse su soberano. En efecto, el Rey en el pasado había sopesado la posibilidad de que su hijo gobernara allí, pero las actuales circunstancias políticas y la mala salud mental del Príncipe descartaban por completo esta opción.

En una reunión mantenida con Don Juan de Austria, al que pidió ayuda para fugarse a Italia, el Príncipe le comunicó sus planes. El general español le reclamó veinticuatro horas a su sobrino para tomar una decisión, e inmediatamente salió a informar al Rey. Advertido de la traición –según varios informadores–, Don Carlos cargó una pistola y pidió a su tío que regresara a sus aposentos. La pistola no pudo efectuar el disparo que habría matado al futuro héroe de Lepanto, puesto que fue descargada previamente por un cortesano, pero Don Carlos se abalanzó daga en mano contra Don Juan de Austria, que, superior en fuerza y habilidad en el combate, redujo a su sobrino. «¡Qué vuestra Majestad no dé un paso más», gritó, apuntándole con su propia daga.

Un adalid de la rebelión de los holandeses

Las noticias de esta agresión precipitaron los acontecimientos. Felipe II mandó el 18 de enero de 1568 encerrar a su hijo en sus aposentos. En los siguientes días, licenció a los servidores de su hijo y trasladó a éste a la torre del Alcázar de Madrid que Carlos V usó como alojamiento para otro distinguido cautivo: Francisco I de Francia, capturado tras la batalla de Pavía. La lectura de la correspondencia privada del joven sacó a la luz una conspiración, más bien el amago de una puesto que ningún noble le prestó mucha atención, para acabar con la vida de Felipe II. Y precisamente porque las cartas descubiertas cada vez elevaban más la gravedad de sus crímenes, el Monarca decretó su cautiverio indefinido en el Castillo de Arévalo.

Cada vez que padecía uno de estos ataques, ordenaba llenar su cama de nieve

Durante los seis meses que el Príncipe permaneció cautivo, en el mismo régimen que había padecido Juana «la Loca», fue perdiendo los pocos hilos de cordura que quedaban sobre su cabeza. Acorde a los síntomas clásicos de las personas que han padecido malaria, sufría súbitos cambios de temperatura, cuya mente enferma convirtió en peligrosos y mortales hábitos. Cada vez que padecía uno de estos ataques, ordenaba llenar su cama de nieve así como ingerir agua helada en grandes cantidades. En medio de sospechas infundadas sobre su posible envenenamiento, falleció el joven a los 23 años el 28 de julio de 1568, probablemente a causa de inanición (se había declarado en huelga de hambre como protesta).

Las vagas explicaciones de Felipe II y su empeño por destruir las cartas que incriminaban a su hijo –quizás buscando ocultar las miserias de su heredero– situaron su muerte en el terreno predilecto para alimentar la leyenda negra que los holandeses, franceses e ingleses usaban en perjuicio del Imperio español. La ópera «Don Carlo» escrita por Giuseppe Verdi siglos después y un drama del poeta alemán Schiller tomaron por referencia el ensayo «Apología», de Guillermo de Orange, que presenta la vida del Príncipe de forma muy distorsionada. El holandés inventó una relación amorosa entre Don Carlos y la esposa de su padreIsabel de Valois, y colocó al joven como adalid de la independencia holandesa y al malvado Rey como el asesino de ambos. Más allá de una inocente literatura, este episodio se convirtió en el más importante pilar de la leyenda negra contra los españoles.

Por |2020-11-13T03:40:29+01:00lunes, enero 18, 2016|

Noticias de la BIBLIOTECA del INSTITUTO SANMARTINIANO del PERÚ

El Honorable Señor Caballero Hijodalgo, del Linaje de Don Vela D. Alexis R. Arévalo-Vergara,  Canciller del Capítulo de La Casa Troncal en el Perú; nos hace llegar este artículo para su publicación.

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La BIBLIOTECA DEL INSTITUTO SANMARTINIANO DEL PERÚ invita a sus distinguidos simpatizantes a colaborar remitiendo un artículo, ensayo, cuento o poema, que será publicado virtualmente en nuestra próxima revista académica Nro. 30.

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Formato: Word / A4 / Arial 11 / espacio y medio / 03 a 30 págs.
Fecha límite de envío: Lunes, 29 de febrero de 2016
Correo: bibliotecaismp@gmail.com / alexis.arevalo.vergara@gmail.com

http://issuu.com/bibliotecaismp/docs/revista_ismp_nro._29

Por |2020-11-13T03:40:29+01:00lunes, enero 18, 2016|

Heráldica: Duque de Sotomayor por D. Carlos Acuña Rubio

D. Carlos Acuña Rubio

D. Carlos Acuña Rubio

Duque de SOTOMAYOR – Soutomaior – Pontevedra – Galicia – España.

-Título concedido en 1703 a don Fernando Álvarez de Sotomayor y Lima, Grande de España, señor de la casa de Sotomayor, marqués de los Arcos y de Tenorio (Cotobade, Pontevedra), conde de Crecente, vizconde de Vilanova de Cerveira (Portugal).

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-Dibujo realizado por don Carlos Acuña Rubio

Más información en la Serie de Heráldica Genealogía y Nobiliaria del Proyecto Galicia (editorial Hércules de Ediciones): T-V (LVIII) – página 540.

Por |2020-11-13T03:40:29+01:00lunes, enero 18, 2016|
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