DOS TIARAS DE ISABEL II; por D. Rafael Portell Pasamonte
Artículo original que nos remite para su publicación en el Blog de la Casa Troncal, de D. Rafael Portell Pasamonte, Vicerrector de la Academia Alfonso XIII.
DOS TIARAS DE ISABEL II
Rafael Portell Pasamonte
Agosto de 2017
De la reina Isabel II, que reinó desde 1833 a 1868, se puede decir que físicamente era poco agraciada, mofletuda y propensa a la gordura, como lo denuestan las fotografías realizadas durante su exilio en Paris. Sin embargo tenía un carácter noble y generoso, que no excluía, que, a veces, fuese temperamental en demasía. En su juventud estuvo dotada de una gran vivacidad, a la par que la dominaba una extraordinaria sensualidad y constantemente estuvo sometida a la autoridad de sus tutores, que la descuidaron en demasía, basta decir que apenas sabía leer y escribir y su cultura dejaba bastante que desear. Había heredado de su padre una enfermedad herpética que ella disimulaba con abundancia de encajes, blondas y miriñaques.
Siempre demostró más predilección por sus pasiones, que por las tareas de gobierno. Una de sus grandes inclinaciones, incluso con frenesí, fueron las joyas, con las que se hacía retratar frecuentemente. Abundantes cantidades de alhajas se encargaban y compraban a los artífices más destacados del momento, como los españoles Narciso Práxedes Soria (Primer diamantista de Cámara), Félix Samper, Manuel de Diego y Elvira y Celestino Ansorena, o bien, extranjeros, como Carlos Pizzala, Hunt & Roskell, Lemonnier o Dumoret. Por todo ello que se puede decir que su guardajoyas era impresionante.
Los gastos de la reina en joyas fueron excesivos y tanto le gustaban las alhajas que era muy prodiga en obsequiarlas a familiares y amistades Para hacernos una idea de ello, Isabel II gastó 45.500 reales, en un mes del año 1844, en la compra de gemelos, pendientes y alfileres de brillantes. En 1847 compró, solo al precitado orfebre Félix Samper, diversos objetos, entre los que figuraban pulseras, sortijas y alfileres de caballero, por un importe cercano a los 65.000 reales. Pudiera suponerse que con el paso del tiempo y las joyas poseídas, mermarían su pasión por ellas. No fue así, sino al contrario: En el año 1852 tenia una cuenta abierta en el establecimiento de Narciso Soria, con un saldo deudor de aproximadamente un millón novecientos cincuenta mil seiscientos reales, entre los que figuraban la adquisición de una sortija de diamantes y un brazalete de oro y esmalte con un brillante “gordo”.
Realizaba con cierta frecuencia ofrendas votivas a vírgenes o santos. Es famoso el encargo de un conjunto variado de joyas que se realizó al ya mencionado joyero Nicolás Soria, para ofrecérselas a la Virgen de Atocha, como agradecimiento de no haber sido mortalmente herida y salir ilesa del atentado que sufrió en Palacio por el sacerdote Martín Merino y Gómez, “el cura Merino”, el lunes 2 de Febrero de 1852, cuando se disponía, Isabel II, acudir a la misa de parida al Santuario de Atocha, después de haber dado a luz a la Infanta Isabel.
Entre las múltiples y variadas joyas que poseía Isabel II, había dos a las cuales les tenía un especial cariño: La corona de la flor de lis y la corona de castillos y leones.
La corona de la flor de lis.
Esta fue una de las predilectas de Isabel II, por representar esta flor heráldica un símbolo de poder y soberanía, y que la identificaba como soberana de la Casa de Borbón.
Esta diadema fue diseñada en el año 1855, por el italiano Camilo Torreggiani, famoso escultor, célebre por sus estatuas con veladuras.
Consistía en una montura circular de plata sobre la que estaban engarzados diamantes formando doce flores de lis, que se alternaban con picos, también de diamantes, pero de menor altura.
La reina Isabel se hizo retratar con ella en numerosas ocasiones. La joya estuvo en su poder hasta el año 1878, en que se deshizo de ella, para ser vendida en la famosa subasta de parte de sus joyas celebrada en el Hotel des Commisisaires-Priseurs el 1 de de Julio de 1878. En el catalogo figuraba con la descripción siguiente:
201 — Magnifique et très-riche DIADÈME.
Formé d’un cercle de brillants, surmonté de douze fleurs
de lis, gros brillants et entre-deux, ornements également en
Monture argent.
TRÈS-IMPORTANT
Nota.- No hay que confundir esta diadema con otra del mismo nombre, que fue encargada por Alfonso XIII a la casa Ansorena, en Mayo de 1906, como regalo de bodas a la reina Victoria Eugenia de Battemberg.
La corona de castillos y leones.-
Fue obra de Manuel de Diego Elvira, joyero y diamantista de cámara, realizada en el año 1862, poco antes de morir.
Está fabricada en oro y esmaltes adornada de castillos, leones y lises. Llevaba un total de 24 quilates de brillantes, 8 rubíes y 7 esmeraldas. Su precio fue de 50.000 reales.
Isabel II conservó esta joya toda su vida, luciéndola en numerosas ocasiones tanto en la Corte española como durante su exilio en Paris, conservándose fotografías de la Reina portando tan singular alhaja.
Bibliografía:
– Las joyas de la reina Isabel II de España (2015, Tesis doctoral de doña Nuria Lázaro Milla Universidad Complutense de Madrid) – Licenciada en Historia del Arte (2008, Universidad Complutense de Madrid)
– Influencias en la imagen pública y privada de una reina: Isabel II (1833-1868) Mª Inmaculada Bermúdez Ruiz-Cabello – Universidad San Pablo CEU de Madrid
– Catalogue des diamants anciens, émeraudes, saphirs, rubis, perles, camées appartenant à S. M. la reine Isabelle de Bourbon – Dont la vente aura lieu Paris, Hotel des Comissaires- Priseurs – Le lundi 1 Juillet 1878, et jours suivants – Biblioteque Nationale de France
– Revista Archivos y Bibliotecas – Diversos ejemplares
– Periódicos “La Época”, “El Clamor Público”, “La Ilustración”, “El Católico” y otros diarios más de las fechas 3 al 15 de Febrero de 1852
– Datos de joyeros extraídos de GOOGLE
– Archivos y colección del autor.