Plaza Mayor n° 6, Soria, España

Archivos mensuales: agosto 2016

18 08, 2016

La hidalguía. El garrote vil ¿prueba de nobleza?; por D. José M. Huidobro

Por |2020-11-13T03:39:06+01:00jueves, agosto 18, 2016|

Artículo de fecha 07-06-2016 de D. José Manuel Huidobro 

Caballero de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén, Miembro de la Real Asociación de Hidalgos de España. Máster en Derecho Nobiliario, Heráldica y Genealogía (UNED). Autor de 55 libros y más de 700 artículos.

 La hidalguía. El garrote vil ¿prueba de nobleza?

«El garrote vil en su día fue **prueba definitiva de hidalguía**, porque hasta Fernando VII no se generalizó su uso y, con anterioridad, a la plebe condenada a muerte le esperaba un final mucho más lento y agónico: en la horca».

Hace unos días, y mientras preparaba una conferencia que voy a impartir próximamente sobre la hidalguía, sus orígenes y privilegios, topé con la curiosa frase que encabeza este blog y que llamó mi atención, publicada recientemente en el artículo “Las huellas del garrote vil en Sevilla”, por ABC de Sevilla.

1

Me puse a investigar y aunque no puedo asegurar que tal afirmación sea realmente cierta, ya que no he encontrado ningún texto que así lo indique, si que tiene al menos algo de sentido y no va del todo descaminada. De hecho, en una de las entradas que había publicado hace tiempo, sobre “Mariana Pineda. Mártir de la causa Liberal”, menciono Mariana Pineda fue ejecutada a garrote vil el 26 de mayo de 1831 en el Campo del Triunfo de Granada y su bandera quemada ante su vista. Por ser noble (hidalga) la trasladaron al cadalso en mula.

En cambio, los principales líderes comuneros de Castilla: Padilla, Bravo y Maldonado, fueron ajusticiados decapitándoles.

Los comuneros Padilla, Bravo y Maldonado en el Patíbulo (1860) por Antonio Gisbert

Los comuneros Padilla, Bravo y Maldonado en el Patíbulo (1860) por Antonio Gisbert

Los hidalgos, por ser tales, hasta la denominada «Confusión de Estados», contaban con una serie de privilegios y exenciones, sociales y materiales, entre los que el más conocido, y también el más deseado, era el de no pechar, es decir no pagar ciertos impuestos. Por el contrario tenían la obligación de disponer de armas y caballo prestos para acudir a la guerra en caso de que los llamara el rey y ocupar los cargos concejiles reservados a los hidalgos.

 

En cuanto a los privilegios de carácter jurídico y/o social, de estos últimos una de cuyas principales característica era salvaguardar el honor, destaca el hecho de gozar de cárcel aparte de la de los pecheros y que no podían ser encarcelados por deudas, salvo que éstas tuviesen su origen en un delito, y tampoco podían ser sometidos a castigos que se considerasen humillantes. Los hidalgos no podías ser sometidos a tormento y, en el caso de ser condenados a la pena de muerte, no podían ser colgados ni quemados(muertes infames); más tarde. tampoco ajusticiados con garrote vil como sucedía al principio, sino que debían ser pasados por las armas.

Así, si algún hidalgo cometía algún delito que llevase implicada la pena capital, debían ser ejecutados por medio de arma, por el hacha y no por garrote vil, privilegio derivado del carácter militar del hidalgo, que habría de ser pasado por las armas, aunque el delito fuese el mismo que el cometido por un plebeyo.

3

4

Pero en ciertas épocas, lo habitual era aplicar el garrote en personas de estamentos superiores, como hidalgos y nobles, ya que, aparte de ser rápido y no tan cruento como otros métodos (horca u hoguera), el reo moría sentado, lo que se consideraba como más digno (menos infamante) para el mismo. El 24 de abril de 1832, Fernando VII dictó un decreto mediante el cual se implantaba oficialmente el garrote para todos, sin diferencia de estado.

La última ejecución con este método, en España, tuvo lugar en marzo de 1974, aunque se siguió aplicando hasta el año 1978, en que la Constitución suprimió la pena capital.


Para saber más

La diferencia entre garrote noble y garrote vil es que mientras en el primer caso se trasladaba al patíbulo al reo (para los nobles) a caballo ensillado o en mula, en el segundo (para la plebe) se hacía en burro o a rastras.

 Publicado en el blog «Hidalgos en la Historia» cuyo blogmaster es D. J. Manuel Huidobro

 http://hidalgosenlahistoria.blogspot.com.es/

18 08, 2016

Cuando Dios heló las aguas para salvar a un Tercio español, desde la perspectiva de Ferrer-Dalmau

Por |2020-11-13T03:39:06+01:00jueves, agosto 18, 2016|

 D. Alfredo López Ares, colaborador de este blog de la Casa Troncal de Los Doce Linajes, nos remite este interesantísimo artículo, que con mucho gusto publicamos.

logo-abc-2

http://www.abc.es/cultura/abci-cuando-dios-helo-aguas-para-salvar-tercio-espanol-desde-perspectiva-ferrer-dalmau-201608161236_noticia.html

Manuel P. Villatoro ABC_Historia 16/08/2016

Cuando Dios heló las aguas para salvar a un Tercio español, desde la perspectiva de Ferrer-Dalmau

El pintor de batallas ha desvelado en exclusiva a ABC su segundo cuadro sobre el «Milagro de Empel», un hecho histórico que permitió a los hombres de Bobadilla sobrevivir a una masacre segura.

«La Virgen de Empel» - Ferrer-Dalmau

«La Virgen de Empel» – Ferrer-Dalmau

Una tablilla de madera con el dibujo de una Virgen (la de la Inmaculada, para ser más concretos) cuyos colores no se habían marchitado a pesar de la humedad y de la ingente cantidad de tierra que tenía sobre sí. Eso fue lo que encontraron, el 7 de diciembre de 1585, los soldados del Tercio del Maestre de Campo Francisco Arias de Bobadilla mientras excavaban una línea de trincheras alrededor de la Iglesia de Empel, en Bommel (los Países Bajos), para defenderse del ataque del gigantesco ejército protestante que les cercaba.

Los militares -pocos, vestidos con ropas raídas y hambrientos- se creían hasta ese momento perdidos. Sin embargo, aquella imagen revitalizó sus ganas de combatir y les dio ánimos para seguir la lucha en nombre de Dios. Y este, por su parte, debió de sentirse enternecido por aquella admiración, pues -al día siguiente- unas aguas que no se habían helado en siglos se congelaron obligando al grueso del contingente enemigo a retirarse y permitiendo a los españoles cargar y hacer huir a los restos de las fuerzas contrarias.

Se acababa de suceder el «Milagro de Empel», un suceso documentado que -para algunos debido a la casualidad y, para otros, gracias a la Virgen- evitó la masacre de un Tercio español. Fuera por la causa que fuese, el hecho hizo que la Inmaculada terminase siendo la patrona de la infantería española y demostró a los protestantes que (como ellos mismos dijeron) Dios debía ser español. Aquella intervención divina causó mucho revuelo en el siglo XVI y, a día de hoy, es considerado uno de los hechos más curiosos de la Historia militar de nuestro país.

Es por todo ello por lo que Augusto Ferrer-Dalmau, el pintor de batallas, dio forma el pasado 2015 a un cuadro titulado «La batalla de Empel», en el que plasmaba el momento en el que los Tercios españoles cargaban victoriosos la tablilla tras haber acabado con los protestantes. Pues bien. Ahora, más de un año después, el artista ha desvelado en exclusiva a ABC un nuevo lienzo (la segunda parte del que actualmente se exhibe en la Academia de Infantería de Toledo) en el que recrea el momento exacto en el que los soldados españoles -desesperados y muertos de hambre y frío- hallaron la imagen.

«La Virgen de Empel»

Ferrer-Dalmau, que ha contado con el historiador David Nievas Muñoz como asesor histórico, ha titulado este cuadro como «La virgen de Empel» y -según afirma- en él busca transmitir al espectador el frío que (en pleno diciembre) sintieron aquellos combatientes mientras excavaban las trincheras. Un helor que queda patente en la forma en la que se cubren con las capas. Tampoco ha pasado por alto la miseria que vivían en aquellos días los hombres de los tercios, que sobrevivían sin casi comida y con unas ropas viejas y raídas.

Con todo, y además de los combatientes españoles, la verdadera protagonista de la obra no es otra que la tablilla de la Virgen. Una imagen de la que emana cierto calor divino y que cuenta con mucha historia. Y es que, después de la victoria, fue paseada por la infantería española por diferentes iglesias para dar a conocer a todo el mundo la victoria.

«La tabla permaneció en Empel hasta la segunda guerra mundial, cuando los alemanes bombardearon el pueblo hasta reducirlo a escombros. La obra, salvada de la destrucción, acabó en la parroquia de San Landelino de Bolduque, mientras que se erigió en Empel un memorial en recuerdo a la destrucción del pueblo, y junto a él una capilla donde se expone una escultura de la Inmaculada», determina Nievas.

«La Virgen de Empel»- Ferrer-Dalmau

«La Virgen de Empel»- Ferrer-Dalmau

El pintor de batallas tampoco ha dejado a un lado en este cuadro su minuciosidad en lo que ha vestimenta y armamento se refiere. Así pues, es posible ver en el lienzo a un militar con la tradicional banda roja que el Ejército llevaba para diferenciarse del enemigo. Una insignia que los piqueros (o, los sargentos -armados con alabarda-) solían llevar en el asta de sus armas y que se mantuvo hasta el siglo XVII, cuando se empezaron a usar (por reglamento) algunas casacas de ese mismo tono.

«Ferrer-Dalmau representa en ésta escena a varios soldados vestidos con la moda militar de la época de Alejandro Farnesio y la “Felícisima Armada”. Un oficial con gola blanca y la banda roja cruzada al pecho, acompañado por un sargento con su alabarda, supervisa el hallazgo de los tres soldados, que retiran la tabla del barro con sorpresa y cuidado. No vemos aquí chambergos, botas francesas ni pantalones venecianos, como en la época de Felipe IV, si no sombreros de castor o de copa redonda, borceguíes y gregüescos altos», añade el historiador.

El hallazgo

El hallazgo de la tablilla con la imagen de la Inmaculada está perfectamente documentado (entre otros) por el historiador del siglo XVI Famiano Estrada en su obra «Segunda Decada de las Guerras de Flandes: Desde el principio del Govierno de Alexandro Farnese, Tercero Duque de Parma y Placencia». Este señala, en principio, que aquel Tercio se vio cercado en Bommel después de ser enviado junto a otros tantos para sofocar las revueltas protestantes generadas en los Países Bajos contra Felipe II (al que veían en la zona como un rey extranjero al que había que plantar cara).

Tras avanzar por el territorio, Bobadilla acabó asediado en la isla de Bommel por un ejército formado, según Estrada, por casi 100 barcos. A pesar de verse superados en número, el Terció tomó la determinación de resistir, decisión que no cambiaron ni cuando el enemigo abrió una serie de diques cercanos a la zona e inundó buena parte de la región. De hecho, fue entonces cuando -con el agua cerca de la nariz- los militares españoles posicionaron sus defensas cerca de la Iglesia de Empel (uno de los puntos más altos) y comenzaron la construcción de trincheras para resistir el ataque.

«La batalla de Empel»- Ferrer-Dalmau

«La batalla de Empel»- Ferrer-Dalmau

En ese momento (cuando el calendario marcaba el 7 de diciembre) encontraron la imagen de la «de la Madre de Dios de la Concepción», en palabras del historiador italiano. La tablilla, siempre según su versión contaba con unos tonos tan vivos que daba la impresión de que nunca hubiera estado bajo tierra. Tras hallarla, los soldados fueron corriendo a avisar al Maestre, quien interpretó aquello como una señal divina de que debían combatir hasta el final y no retroceder ni un paso.

«Como fi hubiera defcubierto un theforo, acudieron de las tiendas cercanas

[los soldados a adorarla]. Maravillandofe de la novedad de la obra, y del colorido tan frefco, como fi entonces acavara de correr por la tabla el pincel. […]. Llevanla pues como en proceffion al templo, y colocanla entre las banderas de las legiones, la adoran pecho por tierra todos; y ruegan a la Madre de los Exercitos, que pues es la que folo podía hacerlo, quiera librar a fus foldados de aquellas affechanzas de elementos y enemigos», destaca el italiano.

Tercio de Imperial Service, junto a Ferrer-Dalmau- ABC

Tercio de Imperial Service, junto a Ferrer-Dalmau- ABC

La tablilla fue también usada por el sacerdote del Tercio para levantar el ánimo de la tropa. «El Padre Fray García de Santisteban hizo luego que todos los soldados le dijesen un Salve, y lo continuaban muy de ordinario. […) Este tesoro tan rico que descubrieron debajo de la tierra fue un divino nuncio del bien (que por intercesión de la Virgen María) esperaban en su bendito día […]. Quedaron tan consolados lo sitiados españoles después de haber dicho la Salve […] que no sentían tanto el hambre» completa el soldado y cronista de los Tercios Alonso Vázquez (contemporáneo del milagro) en su libro «Los sucesos de Flandes y Francia del tiempo de Alejandro Farnese». Aquella devoción obró el milagro.

Si quieres conocer la historia completa del Milagro de Empel puedes seguir este enlace

Empel, el misterioso milagro que evitó la masacre de un tercio español en Holanda

16 08, 2016

Pasado y presente de LA NOBLE COMPAÑÍA DE BALLESTEROS HIJOSDALGO DE SAN FELIPE Y SANTIAGO, DE ALFARO (LA RIOJA).

Por |2020-11-13T03:39:07+01:00martes, agosto 16, 2016|

LA NOBLE COMPAÑÍA DE BALLESTEROS HIJOSDALGO DE SAN FELIPE Y SANTIAGO, DE ALFARO (LA RIOJA).

000

5

En 1350 se funda, en Alfaro (La Rioja), una Compañía de Ballesteros con el objeto de defender su fortaleza. Dicha Compañía con el paso del tiempo fue adquiriendo privilegios y exenciones similares a la de los Hijosdalgos riojanos.

Siendo éstos confirmados por el Rey,  tras la gran victoria contra el asedio con el que el  Conde de Foix, sometió a la villa alfareña. Las reclutas de la Compañía se realizaban entre los Hijosdalgos “de sangre y armas”. Considerándose acto positivo la pertenencia a ella.

5555

 Tras la Unificación del los reinos hispánicos, en 1512, los ballesteros alfareños fueron perdiendo su función militar, perdurando la Noble Compañía en el tiempo como una Cofradía o Hermandad de Hijosdalgos, dedicados a la realización de obras piadosas.

 Desde sus inicios, los cien ballesteros primitivos, encomendaron el patronazgo y protección de la Compañía a los Santos Felipe y Santiago el Menor.

3

En la actualidad la Noble Compañía, reorganizada e impulsada  como » Hermandad de Caballeros» por el Excmo. Sr. D. Alfonso Ceballos-Escalera y Gila, Marqués de la Floresta como continuadora de los ideales caballerescos de la primitiva Compañía de Ballesteros de la Villa de Alfaro de 1350.

Hoy día está concebida con  una doble condición: se mantiene como Cofradía Religiosa y además como Asociación Civil y cultural, cuyos Estatutos fueron aprobados con el placet del Gobierno de la Rioja el día 29 de abril de 2.004.

888

 La Hermandad se encuentra vinculada a la Fundación Santiago y Santa Isabel, la cual siempre se destacó por sus obras sociales y asistenciales.

 Como ente religioso tiene su sede litúrgica en la Iglesia del Convento de San Francisco, en Alfaro. Como Asociación de Caballeros tienen su sede en el antiguo Convento Franciscano de esa villa riojana.

 Sus actuales fines son mantener y fomentar la ballestería y el culto a sus Santos Patronos, así como participar activamente en actos culturales en Alfaro.

 Los Ballesteros Hijosdalgos se encuentran encuadrados en dos categorías: de Plaza y de Hermandad. Son admitidos como de Plaza los residentes en La Rioja que presenten expedientes con méritos suficientes a criterio de la Junta de Oficiales, teniendo que ser presentado y avalado por dos miembros de Plaza.

 Son admitidos como de Hermandad todos aquellos que lo soliciten presentados y avalados por un miembro De Plaza.

El propio BLOG de la CASA TRONCAL DE LOS DOCE LINAJES DE SORIA, fue honrado con el nombramiento de Ballestero de Plaza

El propio BLOG de la CASA TRONCAL DE LOS DOCE LINAJES DE SORIA, fue honrado con el nombramiento de Ballestero de Plaza

 

La Compañía se Gobierna por medio de un Alcaide-Presidente,  auxiliado por un Consejo formado por un Teniente de Alcaide, un Secretario , un Tesorero, un Fiscal y un Juez de Campo, junto con dos Oficiales.

La Hermandad, se encuentra vinculada a la Fundación Santiago y Santa Isabel. Fundación que siempre  destacó por sus obras sociales y asistenciales.

Tiene su día festivo el 3 de mayo, día de sus santos patronos.

0

HM The King Juan Carlos I. of Spain

Royal Protector and Honorary Chief

 SAR The Prince Alvaro de Bourbon Duque de Galliera

Chief

 Alfonso de Ceballos-Escalera y Gila, Duke of Ostuni (Kingdom of the Two Sicilies)

Marquess of La Floresta and Lord of the Castle of Arbeteta  (Kingdom of Spain)

RECONOCIMIENTOS

1) La Noble Compañía de Ballesteros Hijosdalgo de San Felipe y Santiago es reconocido como un corporación noble en Reino de España.

2 )  La Noble Compañía de Ballesteros Hijosdalgo de San Felipe y Santiago ha sido confirmado, reconocido y aceptado como «Cuerpos nobiliarios , Noble Corporaciones, y caballerescas Cofradías de Caballeros» de La Augusto Society Inc ..

La Cofradía en el siglo XXI La Noble Compañía fue modernizada con su registro oficial con el Gobierno de La Rioja en 1999 y revisado estatutos en abril de 2004. Bajo el mando del Presidente-Alcaide, Don Alfonso Ceballos-Escalera y Gila, Marqués de La Floresta, la Compañía Noble mantiene la tradición militar. Caballeros están obligados a adquirir la habilidad suficiente para manejar su arma cada vez que se encuentran, sobre todo cada vez que se reúnen para orar.

TIPOS DE MIEMBROS

BALLESTERO DE PLAZA

Esta clase está reservada para los residentes de Rioja y sus alrededores, mientras que el segundo es para todos los demás.

 Como se ha señalado en los estatutos del siglo XIV y se indica en la petición contemporánea para la admisión, todos los miembros deben ser hombres católicos que son:

    (a) armígero (con sus brazos debidamente registrados en España) ,

     (b) casado válidamente (de acuerdo con la Iglesia Católica ) para mujeres de buena crianza

     (c) poseer nobleza en la línea masculina.

BALLESTERO DE HERMANDAD

   Como se ha señalado en los estatutos del siglo XIV y se indica en la petición contemporánea para la admisión, todos los miembros deben ser hombres católicos que son:

 (a) armígeros (con sus armas debidamente registradas en España),

(b) casado válidamente (de acuerdo con la Iglesia Católica) para mujeres de buena crianza,

(c) poseer nobleza en la línea masculina.

    En virtud de su admisión, los miembros de la Compañía Noble reciben el honorífico don para ellos y sus descendientes varones (que serán herederos y transmitir los escudos de armas de los miembros). Las esposas de los miembros y descendientes femeninos se conocen como Doña. La vida económica de la empresa Noble depende de los honorarios de paso de los miembros y de los alquileres de campo.

    Hidalgos de Privilegio (en virtud de privilegio real) y de Hidalgos de Provisión Real (en virtud de los actos meritorios) implicaría una subvención de la nobleza de Su Majestad el Rey de España en su posición como monarca, o de su posición como protector de una cofradía militar o Hermandad como la Compañía Noble de Caballeros Ballesteros de San Felipe y Santiago.

122

INSIGNIAS DE LA NOBLE COMPAÑIA DE BALLESTEROS HIJOSDALGO DE SAN FELIPE Y SANTIAGO

El emblema de la Corporación es un escudo de gules con una banda de oro engolada de dragantes de sínople, acompañada en lo bajo y alto, de tres saetas de oro unidas por una cinta de plata, rodeado por una bordura cargada con el nombre de la Hermandad.

12373156_1186797671350402_5455462886003913872_n

4

7

www.anforaesmaltes.com

Un honor:

Manel (3) copia

¡Viva el rey! ¡Viva el Reino de España!

15 08, 2016

Pedro Calderón de la Barca. Soldado, dramaturgo y poeta del Siglo de Oro; por D. José M. Huidobro

Por |2020-11-13T03:39:08+01:00lunes, agosto 15, 2016|

Artículo de fecha 03-06-2016 de D. José Manuel Huidobro 

Caballero de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén, Miembro de la Real Asociación de Hidalgos de España. Máster en Derecho Nobiliario, Heráldica y Genealogía (UNED). Autor de 55 libros y más de 700 artículos.

 Pedro Calderón de la Barca. Soldado, dramaturgo y poeta del Siglo de Oro

 Tuvo un gran prestigio en la corte de Felipe IV y su nombre va asociado a la inauguración del palacio del Buen Retiro de Madrid, en 1635, además de a numerosas representaciones teatrales palaciegas. 

El dramaturgo fue soldado y miembro de la caballería castellana en el sitio de Fuenterrabía por los franceses y en la guerra de Secesión de Cataluña. El rey le honró otorgándole el hábito de Santiago en 1636. Además. fue capellán de la catedral de Toledo y capellán del rey.

1

Pedro Calderón de la Barca (y Barreda González de Henao Ruiz de Blasco y Riaño) nació en Madrid el 17 de enero de 1600 (reinando Felipe III) de familia hidalga. Su padre, Diego Calderón, era hidalgo y fue secretario del Consejo y Contaduría Mayor de Hacienda de Felipe II y Felipe III; su madre era Ana María de Henao, perteneciente a una familia también de origen noble. Pedro fue el tercero de los cinco hijos que el matrimonio tuvo, Pedro de origen montañés (Viveda, en Cantabria).

Empezó a ir al colegio con 5 años en Valladolid, donde estaba en ese momento la Corte, pero al poco se mudó y se educó en elColegio Imperial de los Jesuitas en Madrid, en el que se familiarizó con los poetas clásicos latinos. Su madre falleció en 1610 y su padre cinco años más tarde, lo que estrechó los lazos emocionales entre Calderón y sus hermanos José y Diego.

La casa-torre de los Calderón de La Barca está situada en Viveda, Cantabria y está compuesta por una torre fortificada medieval del siglo XII ampliada en el XV, y un palacio montañés del siglo XVII, construida por la familia Calderón de Oreña, que aquí mudaron el apellido por el de Calderón de la Barca, cuyo portador más afamado fue el gran escritor.

2

En 1614 se matricula en la Universidad de Alcalá y, el año siguiente, en Salamanca, donde estudió Cánones y Derecho hasta 1620. No cumplió el designio de su padre y, en última instancia, no quiso ordenarse sacerdote.

Fue soldado en la juventud y sacerdote en la vejez, lo que era bastante habitual en la España de su tiempo. En sus años jóvenes su nombre aparece envuelto en varios incidentes violentos, como una acusación de homicidio y la violación de la clausura de un convento de monjas.

En 1623 se representó su primera comedia conocida, Amor, honor y poder. En la década de 1630, ya apagada la luz de Lope de Vega en los Corrales de Comedia madrileños, Calderón de la Barca se consagra como dramaturgo de éxito con «La dama duende» y otras comedias de tono humorístico. En 1635 ya tenía escrita quizás su obra cumbre: “La vida es sueño”.

3

 Se vio envuelto en pleitos por causa del testamento de su padre, que obligó al dramaturgo y a sus hermanos a pleitear con su madrastra y a vender el cargo de su padre para pagarle lo que les pedía. Entró al servicio del duque de Frías, con el que viajó por Flandes y el norte de Italia entre 1623 y 1625.

De su vida militar existen pocas noticias, aunque consta que se distinguió como soldado (sentó plaza de coracero) al servicio del Duque del Infantado durante el sitio de Fuenterrabía (1638). También, que tomó parte en la campaña para sofocar la “revuelta de los segadores”, rebelión de Cataluña contra la Corona (1640), donde va a morir en la misma, en 1645, su hermano José, prestigioso militar. Contrasta lo impulsivo y mundano de su juventud con lo reflexivo de su madurez. En 1642, tras ser herido en el sitio de Lérida, pide su retiro como militar (obtuvo la licencia absoluta y una pensión vitalicia) y entra al servicio del duque de Alba como su secretario. Goza, desde entonces de un período de tranquilidad para la creación literaria.

Calderón escribe sobre todo comedias y autos sacramentales. Como se ha comentado, hacia 1623 estrena sus primeras comedias y pronto, Felipe IV le convierte en dramaturgo oficial de la Corte. Sin embargo, su momento de mayor esplendor empieza a partir de 1642, cuando se retira del ejército y entra al servicio del duque de Alba. En esta época goza de un período de tranquilidad para dedicarse a la creación literaria. Para las fiestas de palacio compone numerosas obras.

4

En el estilo de sus comedias se pueden apreciar dos tendencias: una que sigue más de cerca el teatro realista, nacional y costumbrista de Lope y su escuela, representada por las «comedias de capa y espada»; y otra, diferenciada del estilo anterior, más personal. Esta tendencia incluye las comedias más poéticas y simbólicas, con intensificación de los valores líricos y del contenido ideológico. En esta segunda línea los personajes adquieren mayor esquematización y dimensiones de símbolos universales.

Entre sus muchas obras, destacan las siguientes: Casa con dos puertas, mala es de guardar (1632), No hay burlas con el amor (1637), El príncipe constante (1629), El mágico prodigioso (1637), El médico de su honra (1635), El alcalde de Zalamea (1640), y su obra maestra, La vida es sueño (1636). En sus autos sacramentales destacan El gran teatro del mundo (1636).

En 1651 recibe las órdenes sacerdotales (ingresó en la Tercera orden de San Francisco) y se traslada a Toledo como capellán de los Reyes Nuevos. Vuelve en 1663 a Madrid por orden de Felipe IV que le nombra capellán de honor. A partir de su ordenación sacerdotal, su producción teatral profana para los corrales de comedias decrece, aunque sigue ejercitando su pluma en el teatro mitológico para palacio y en los autos sacramentales, y ésta es su labor en los años de vejez con el reinado de Carlos II. 

Obras completas de Calderón de la Barca

Obras completas de Calderón de la Barca

Falleció en Madrid el 25 de mayo de 1681, en una casa situada en el nº 61 de la calle Mayor, que aún se conserva, habiendo escrito 110 comedias y dramas, además de 80 autos sacramentales, loas, entremeses y otras obras menores. Es enterrado con todos los honores, y su cadáver, revestido de sus ornamentos sacerdotales y del hábito de la Orden de Santiago, es llevado, de acuerdo con las propias palabras de su testamento, «descubierto, por si mereciese satisfacer en parte las públicas vanidades de mi mal gastada vida».

Para saber más

 Publicado en el blog «Hidalgos en la Historia» cuyo blogmaster es D. J. Manuel Huidobro

 http://hidalgosenlahistoria.blogspot.com.es/

15 08, 2016

Investidura de nuevos Caballeros, Damas y Jeromines de la Real Asociación de Caballeros de Yuste en el Real Monasterio de Yuste.

Por |2020-11-13T03:39:08+01:00lunes, agosto 15, 2016|

Logo Yuste

Actos días 30 de septiembre y 01 de octubre de 2016

Investidura de nuevos Caballeros, Damas y Jeromines de la Real Asociación de Caballeros de Yuste en el Real Monasterio de Yuste.

ORDEN PARA LA ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA DEL DÍA 01 DE OCTUBRE DE 2016.

 La  próxima Investidura de nuevos Caballeros, Damas y Jeromines, será (D.m.), el día 01 sábado del próximo mes de octubre a las 19:00 horas en el Real Monasterio de Yuste

En este acto se investirán Caballeros, Damas Honorarias y Jeromines de Yuste.

El viernes día 30 de septiembre a las 19:00 horas en la Sede, pronunciarán una conferencia el Dr. D. Wen Chung Chiu Chiu, Doctor en Medicina, Médico Odontólogo, Físico y Colaborador del Laboratorio de Antropología Forense del Instituto Anatómico de Madrid y el Dr. D. Enrique Dorado Fernández, Médico Forense, Responsable del Laboratorio de Antropología Forense del Instituto Anatómico de Madrid y Profesor Asociado de la Universidad Complutense de Madrid, que versará con el siguiente tema: “Aplicaciones de la Antropología Forense a Casos Históricos”.

 Los solemnes actos de Investidura comenzarán a las 19:00 horas del día 01 de octubre con la celebración de la Eucaristía.

Finalizada la Santa Misa, se procederá a la Investidura de Caballeros, Damas y Jeromines.

Por último y tras los actos, Los Caballeros y Damas se reunirán para la Cena de Gala, que, se celebrará en el Parador Carlos V de Jarandilla de la Vera.

NOTA: se recuerda a todos los Caballeros que propongan el ingreso de nuevos Caballeros, la obligación de acompañarles en la Investidura.

Así mismo, les recordamos que los Caballeros asistentes a los actos de Investidura deberán llevar traje oscuro y corbata como corresponde a estos actos solemnes.

Proponemos a las Damas pertenecientes a la Asociación, que al acto de Investidura asistan con mantilla y peineta (sin Capa), en caso contrario podrán usar la Capa reglamentaria de esta Real Asociación.

15 08, 2016

FRANCISCO FERNÁNDEZ DE BETHENCOURT, FORMACIÓN Y METODOLOGÍA

Por |2020-11-13T03:39:08+01:00lunes, agosto 15, 2016|

Fuente: http://geneacanaria.blogspot.com.es/2016/07/francisco-fernandez-de-bethencourt.html#more

1

sábado, 23 de julio de 2016

FRANCISCO FERNÁNDEZ DE BETHENCOURT, FORMACIÓN Y METODOLOGÍA

RAFAEL RODRÍGUEZ DE CASTRO

Ponencia en el Homenaje a Francisco Fernández de Bethencourt en su Año Genealógico, celebrado el 7 de abril de 2016 en la  Real Sociedad Económica del País de Gran Can Canaria

 Previenen los historiadores como enseñanza básica que, quien contemple hechos del pasado debe considerar que está ubicándose en unos parámetros espacio temporales distintos a los del presente. Todos los rasgos característicos de una determinada época son propios de ella, algunos en grado de rigurosa exclusividad. Por eso, para conocer y profundizar correcta y eficazmente en un hecho del pasado histórico no debemos acudir a juicios, análisis o estudios que proyecten sobre éstos valores, principios, criterios, ideas o normas de la modernidad en la que nos hallamos. De obrar así descontextualizamos el momento pasado para traerlo de forma estridente a nuestra contemporaneidad.

12355277_10203774497242007_2056640424_n

Francisco Fernández de Bethencourt vivió en un momento convulso, paradójico y decadente de España. Tal fue la transición entre los siglos XIX y XX. El mismo año de su nacimiento, 1850, la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria sufría el trágico episodio del cólera morbo. A lo largo de su vida se sucederán las revueltas populares, guerras carlistas, la primera república, la pérdida de los últimos territorios del Imperio, los movimientos de reivindicación social. Militará en las filas del partido conservador participando en aquél curioso juego de democracia de resultado pactado previamente. Brillará académicamente en un contexto de completa ruina de la enseñanza española. Y socialmente hará valer el peso que en la historia pasada tuvieron sus ancestros, muchos de ellos componentes de aquella clase privilegiada propia del Antiguo Régimen, la Nobleza.

Para la posteridad han quedado una serie de publicaciones que le caracterizan como un eminente y preclaro genealogista. Se dejó empapar como por ósmosis de la renovación de la ciencia histórica para aplicarla a la genealogía. Ya lo habían hecho otros autores algo antes que él en Francia e Inglaterra. Pero aunque sí se puede reconocer más claramente en estos las novedades introducidas por los métodos histórico-críticos, en Francisco Fernández de Bethencourt alcanzan una dimensión enciclopédica. Sin embargo, todavía en su caso, y difícilmente podría ser de otro modo, su genealogía es exclusivamente nobiliaria.

No es autor prolífico en obras monográficas extensas. Sí lo fue en creaciones menores: artículos, discursos. Todas ellas traslucen el esquema mental que su autor formó en su proceso educativo y el que recibió del momento que le tocó vivir. Este esquema mental proyectado en el resultado físico de su producción bibliográfica define su forma de trabajar, su método. Y en su caso no es un simple método genérico, como forma abierta y definida discrecionalmente por nuestro personaje, sino un proceso sistemático que recoge de forma inédita lo que se deriva de los progresos de la ciencia histórica aplicados a la genealogía.

El texto que escoge en la Introducción del Volumen I de su magna obra Historia Genealógica y Heráldica de la Monarquía Española, Casa Real y Grandezas de España, procedente de la Obra Generaciones y Semblanzas de los Reyes y Claros Varones de España, de Fernando Pérez de Guzmán, es todo un resumen de las características de su investigación. Vale la pena traerlo a colación: “Porque algunos se entremeten de escribir é notar las antigüedades, son hombres de poca vergüenza, é más les place relatar cosas extrañas y maravillosas, que verdaderas é ciertas. Creyendo que no será habida por notable la historia que no contare cosas muy grandes y graves de creer, ansí que sen más dignas de maravilla que de Fé”.

 

En primer lugar, aludiendo a lo formal, refleja su gran formación y preocupación por la corrección en el discurso según la retórica clásica. La alusión a un texto pasado de estas características aparece como una auténtica captatio benevolentiae del lector. Y de acuerdo a la elegantia retórica, con dicho texto medieval realiza un movimiento de apertura y cierre: la introducción compuesta de seis partes equilibradas en tamaño se abre con la alusión de la obra de Fernando Pérez de Guzmán, la primera parte de la introducción se cierra con un elogio del espíritu de veracidad de dicho autor medieval, y al finalizar la sexta parte recoge el espíritu de certeza frente a la falsificación como norma básica.

Pongo en primer lugar esta característica de su discurso, porque es lo primero que aprende. Lo hace en el seminario Conciliar de la Purísima Concepción de Las Palmas de Gran Canaria, donde estuvo cursando Latinidad y Humanidades, un ciclo previo equivalente a la actual secundaria que permitía posteriormente acceder a los estudios superiores de Filosofía y Teología en lo eclesiástico, o a cualquier otra carrera universitaria en lo civil. En ese ciclo estuvo desde octubre de 1863 hasta junio de 1865. Tuvo las asignaturas de Retórica Teorética en tercero y Retórica Práctica en cuarto impartidas por su profesor, el señor Carlos Pinto. Sobra decir que obtuvo la máxima calificación por curso de meritissimus.

Pedro Marcelino Quintana, en su libro Historia del Seminario Conciliar de Canarias, dice sobre Francisco Fernández de Bethencourt que entonces llamó su atención por su aplicación, su memoria y, de forma muy particular, por sus corteses modales. Hasta el punto que recibió el sobrenombre de “sangre azul”.

Si bien no era extraño en los estudios la inclusión de una asignatura de retórica, sí

 

En segundo lugar, cabe resaltar del texto de Claro Varones de Fernando Pérez del Pulgar, una constante fija en la obra de Francisco Fernández de Bethencourt: mantener la certeza histórica. Buscar una historia dotada de la fuerza que dan los hechos ciertos y documentados, frente la mitología o fabulación con la que tantos la habían mezclado. En esta certeza histórica habían destacado autores como André Borel d’Hauterive en Francia, o John Bucke en Gran Bretaña. Sin embargo, en la producción de estos no hay un estudio sistemático de toda la nobleza o aristocracia con aspiración de totalidad. Hacen bien monografías, bien artículos. Pero si se percibe un primer análisis sobre los grados de certeza de las fuentes documentales para recoger en forma de genealogía la Historia de aquellos que ocuparon un puesto relevante en la historia de dichos países. Fue un movimiento que a lo largo del siglo XIX se extiende por toda Europa: además de los países citados, aparece en los nuevos reinos unificados de Italia o Alemania, Bélgica, Holanda, Austria, Dinamarca, Rusia. Francisco Fernández de Bethencourt fue conocedor de todos ellos. Admiró en mayor medida el trabajo inglés, pero incorporó la metodología francesa mucho más estructurada.

La expresión repetida por Francisco Fernández Bethencourt que muy bien puede resumir este propósito científico es el mostrar interés por el “solo conocimiento de la verdad genealógica”. Este propósito guarda en cierta medida la misma finalidad de lo que debió aprender en la facultad de Derecho de la Universidad de La Laguna, donde continuó su formación. El discernimiento se aproxima mucho al espíritu de las nuevas concepciones sobre el derecho de recoger de forma más apropiada y auténtica la regulación de los diversos intereses de aquella época. Es el momento en el que en España se procede a la labor de codificar sistemáticamente las leyes, y regular nuevos campos inéditos hasta entonces como el administrativo. Su escudriñamiento genealógico tiene mucho de la comprobación probatoria judicial. El dato es histórico, pero la formación de quien lo recibe, aunque conoce la obra de quienes han usado estrictamente el método histórico, lo hace profesional del derecho. Esto a la postre se convierte en una ventaja, pues su labor no quedó atrapada en lo primario que los métodos históricos de entonces poseían, es decir, escapó a una metodología científica que entonces empezaba a despuntar, pero que ha sido superada con creces en la actualidad. Al contrario, al quedarse en una rápida selección de fuentes históricas, a discriminar de las fabuladas o inventadas, su síntesis se hace válida aún hoy como elenco de datos sobre los poder actuar con el detenimiento y minuciosidad que el método histórico actualmente exige.

Su buena fe a este respecto lo muestra en la parte VI de su introducción del Volumen I de la Historia Genealógica y Heráldica de la Monarquía española, repetidas veces nombrado, de forma positiva y negativa. De forma positiva al proponerse como objetivo de su obra enciclopédica que arrancaba con dicho primer volumen que tuviera “por inspiración la verdad, por norte la rectitud, la imparcialidad y la justicia”. De forma negativa, al traer entonces a colación sus Anales de la Nobleza Española que publica entre 1880 y 1890, sobre los que hace una auténtica confesión pública de haber faltado a aquéllos objetivos que ahora quiere afirmar. Califica estos escritos suyos como continuación y consecuencia de otros que con mismo estilo se estaban publicando en diversas ciudades europeas, París, Londres, Roma, Viena…. Reconoce que entonces se vio presionado en contra de su voluntad a introducir “errores y confusiones de importancia, a pesar de su mucho amor a las verdades genealógicas y su profunda repugnancia a las noblezas inventadas y a los abuelos de alquiler.

 

En tercer lugar, aludir a un texto medieval es reflejo de su consideración, respeto y asunción del pasado como fundamento del presente. Contemplar y comprender el presente, pasa por contemplar e investigar el pasado. Sin negarlo, ni suprimirlo. En esto se podría caer en lo diacrónico, pidiendo a Francisco Fernández de Bethencourt que tenga cualidades en su obra que pertenecen a la ciencia de la Historia contemporánea, que por entonces ni siquiera se imaginaban. Hacer Historia es relatar hechos en el tiempo protagonizados por seres humanos. Y éstos solo quedaron individualizados cuando ellos mismos no sólo los protagonizaron, sino que constituyeron en su entorno una institucionalización del protagonismo vinculado con el patrimonio y la sucesión. Es decir, si se hace Historia del Antiguo Régimen y se quiere aludir a los individuos que la protagonizaron hay que acudir en mayor medida a esa clase privilegiada denominada nobleza. Francisco Fernández de Bethencourt no hace genealogía nobiliaria como una elección entre otras posibilidades. Sino que al hacer Historia se encuentra que falta una auténtica referencia sistemática y completa de sus protagonistas, en el mayor número de casos prolongados en la descendencia, formando un esquema genealógico, que no pueden ser otros sino los nobles.

Con respecto a la consideración y respeto por el pasado, llama la atención en el Volumen II de la Historia Genealógica y Heráldica de la Monarquía Española, la andanada que lanza a una nación nueva como los Estados Unidos de Norteamérica. Es el año 1900 y están muy recientes las heridas de haber sido cómplices en la independencia y derrota de las tropas españolas en los territorios de Asia y América. De dicha nación dirá que tiene “una sola aristocracia, la aristocracia de los ricos, aristocracia de un día, o de una sola generación, la más antipática, la menos autorizada, la más insoportable de todas las aristocracias posibles”. Y también que es un “país nuevo, sin historia, sin documentación ni antecedentes; país de aluvión formado ayer y hoy mismo de la gente que llega de todos los ámbitos del mundo”.

 

Para finalizar, hay un resurgimiento de la genealogía como disciplina de la Historia en los últimos veinte años. En esta evolución ha sido clave el volver a situar al individuo como sujeto histórico. La actividad genealógica fundamentalmente nobiliaria no había cesado en ningún momento, pero no tuvo una presencia continua en las facultades universitarias. A este cambio ha contribuido que se demostrara que la opción de hacer exclusivos los paradigmas historiográficos de tipo analítico limitaban enormemente las posibilidades de la ciencia histórica, que se abandonaran ciertos intereses académicos a favor de nuevas corrientes científicas procedentes sobre todo del giro lingüístico y de la mayor autonomía de las humanidades, a un reconocimiento de las posibilidades que tiene la relación sujeto realidad de generar diversos grados de auténtica certeza.

Sigue válida la investigación de la nobleza como principal componente de la ligazón genealógica para la Edad Media. Pero las transformaciones socio políticas de la edad contemporánea en sociedades democráticas, dotadas de derechos y libertades han ampliado el horizonte y contenido de la genealogía. Prácticamente desde el siglo XVI se puede hacer más o menos un estudio genealógico con carácter universal, dependiendo solamente de que se conserve en la actualidad la documentación que con este carácter se generó. Ésta última procede principalmente de los registros sacramentales en el ámbito religioso desde mitad del siglo XVI (aunque algunos lugares como Canarias los tienen desde principios de dicho siglo), o el incremento de la capacidad de obrar de grandes masas sociales que acuden a las escribanías o notarías para formalizar sus negocios (incrementados progresivamente desde el Renacimiento a medida que el progreso económico y social aumenta la cantidad de derechos y obligaciones, negocios y transacciones).

Francisco Fernández de Bethencourt dio un paso importante al hacer la gran recopilación de la nobleza con un espíritu crítico, donde buscó en todo momento una certeza que solo podía proceder del testigo documental. Recogió el testigo de aquellos otros pocos que esporádicamente habían volcado su bien hacer para desterrar la fabulación y la falsedad en la Historia. Su obra monumental sobre la Casa Real Española y su Nobleza ha marcado un hito que todavía no se ha superado en ningún otro lugar del mundo. Su mismo espíritu busca permanecer hoy, pero no de una forma inalterable y pétrea, sino tal como él hizo, adaptándose a los progresos válidos que una época tiene con respecto a la anterior, sin olvidar que ésta existió y existe asumida en la posterior, sin que se pueda olvidar ni suprimir. Hoy en día, a la luz del ejemplo de Francisco Fernández de Bethencourt puede hacerse una genealogía de cualquier familia de la que se posea suficiente documentación. Sobre todo cuando también el ámbito de las ciencias humanísticas se ha ampliado al contemplar diversos ámbitos de la sociedad sin atender a una determinada clase social según la división de la antigüedad. Por todo esto, Francisco Fernández de Bethencourt es justamente considerado como el padre de la genealogía moderna como autor de un punto álgido en la producción genealógica que hasta el día de hoy no ha sido superada. Su camino alcanzó una cima muy alta y lo recorrió muy cerca de nosotros; un itinerario que al cabo de los años hemos olvidado sin considerar el beneficio y provecho del legado que nos ha dejado. La escasa implicación institucional es prueba de ello; la falta de lugares públicos que sean honrados con su nombre es vergonzosa. Por nuestra parte, nobleza obliga y por bien nacidos agradecemos y reconocemos a Francisco Fernández de Bethencourt su trabajo, dedicación y aportación a la genealogía.

 

Lanzarote le dio vida;

Gran Canaria la palabra;

Tenerife puso ciencia;

y España aportó la trama.

Los premios, por sus méritos;

nuestra deuda, darle fama. 

14 08, 2016

Eugenio de Llaguno y Amírola. Descubridor del “Cantar del Mio Cid”; por D. José M. Huidobro

Por |2020-11-13T03:39:08+01:00domingo, agosto 14, 2016|

Artículo de fecha 24-05-2016 de D. José Manuel Huidobro 

Caballero de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén, Miembro de la Real Asociación de Hidalgos de España. Máster en Derecho Nobiliario, Heráldica y Genealogía (UNED). Autor de 55 libros y más de 700 artículos.

 Eugenio de Llaguno y Amírola. Descubridor del “Cantar del Mio Cid”

 Una figura relevante de la España de la Ilustración. Escritor y político vasco. Perteneció a la Orden de Santiago (ingresó en junio, 1758) y fue condecorado con la gran cruz de la orden de Carlos III (octubre, 1795). Ministro Consejero y Primer Rey de Armas de la Orden del Toisón de Oro, Secretario Universal de Gracia y Justicia de España e Indias y Consejero de Estado de Carlos IV.

 Eugenio nació en Menagaray, villa alavesa del valle de Ayala (Álava), en octubre de 1724. Su padre fue Juan Andrés de Llaguno Fernández de Jauregi, que nacio en Menagaray en 1695 y era constructor de iglesias (San Román de Oquendo, Quejana y Luyando, en Álava). Su madre, Francisca de Amirola y Ugalge, nacida en Respaldiza (Alava) en 1695. Del matrimonio, celebrado en febrero de 1723, nacieron 7 hijos, siendo el último Eugenio.

Retrato y armas de Eugenio Llaguno

Retrato y armas de Eugenio Llaguno

La familia, aunque noble (hidalga), no debía de tener medios económicos suficientes para enviarle a algún colegio francés, como era costumbre en el País Vasco, por lo que estudió lengua española y latina con un profesor particular. Pronto fue reclamado desde Madrid por su ilustre tío Agustín Montiano y Luyando, con quien guardaba alguna relación de parentesco, que le tomó bajo su protección y orientó su educación.

Casa natal de D. Eugenio de Llaguno y Amírola

Casa natal de D. Eugenio de Llaguno y Amírola

En la corte, tomó contacto con la realidad social y cultural, participó en tertulias literarias y políticas, como las que se reunían en las casas de Blas Nasarre y Juan de Iriarte. Esta última se trasladó a su domicilio bajo la protección del mecenas Montiano. En 1754 inició su tarea política como alcalde ordinario del valle de Ayala, aunque siguió residiendo en Madrid, puesto que en la capital desempeñaba ya el cargo de Oficial de la Secretaría de la Cámara de Gracia y Justicia y de la Cámara de Estado de Castilla. En 1764 ejerció de nuevo la alcaldía y en 1777 fue Procurador Síndico General de dicho valle. Su vida, desde los inicios cortesanos, fue un avance progresivo en el enmarañado mundo de los escalafones oficiales.

 Su labor cultural fue notable. Persona inquieta y de hondos conocimientos, en febrero de 1755 fue admitido como miembro honorario de la Academia de la Historia, y después, a raíz del fallecimiento de su tío y protector Agustín Montiano, académico supernumerario (1757), para cuyo acto leyó un discurso sobre las Glorias de hombre español. Debió de colaborar por estas fechas en la confección de la Historia de la Academia. Más adelante sería elegido secretario y en 1794 presidente de dicha institución.

 Desarrolló también una gran actividad en relación con la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País. Consiguió su aprobación (1765) y la protección real seis años después. Llaguno fue su representante en la Corte, junto a su paisano y compañero en la Secretaría de Estado Miguel Otamendi. De 1770 a 1773 abunda su correspondencia con el conde de Peñaflorida, fundador y primer director de la Sociedad, sobre asuntos relativos a ésta.

Poema del Mio Cid

Poema del Mio Cid

En 1775, descubrió el manuscrito del Cantar de mio Cid en el convento para monjas de Vivar, texto que anteriormente estuvo en el concejo de dicha localidad. En 1779, debido a sus altos cargos, pudo extraer el manuscrito del convento para que fuera publicado por el filólogo Tomás Antonio Sánchez en el tomo I de su Colección de poesías castellanas anteriores al siglo XV, editado ese mismo año. Cuando se terminó la edición, retuvo el manuscrito en su poder, que más tarde pasaría a posesión de sus herederos. La Fundación Juan March, que lo había adquirido por 10 millones de pesetas, lo cedió a la Biblioteca Nacional en 1960.

4

  Introducido en la Corte, hombre sin títulos nobiliarios, aunque instruido y eficaz, fue conquistando poco a poco honores, privilegios y títulos: Ministro Rey de Armas de la Insigne Orden del Toisón de Oro (1781), Secretario del Consejo de Estado y de la Suprema Junta de Estado (1787), Ministro de Gracia y Justicia (1794-1797), miembro de la Orden de Carlos III (1795), Consejero del Supremo Consejo de Estado (1797). Su entrega y bondad se ganaron el ánimo y la amistad de políticos y literatos (Forner, Jovellanos, Trigueros, Meléndez Valdés, Samaniego, Fernández de Moratín), entre los que ejerció un auténtico mecenazgo. Murió en Madrid el 10 de febrero de 1799 de una pulmonía, sin dejar descendencia.

 La tarea cultural de Llaguno se inició en los círculos literarios que frecuentó en Madrid. Las discusiones, la lectura continua y su observación crítica hicieron de él figura pionera en la defensa de la cultura ilustrada que apoyó siempre desde sus importantes puestos oficiales. En el campo de las letras su obra no es fundamentalmente de creación sino de investigación, aunque parece que escribió algunos poemas que no conservamos y era conocido en el mundo literario con el sobrenombre poético de Elpino.

Su primer trabajo fue la traducción de la Atalía de Racine en 1754, siguiendo las indicaciones de su protector Montiano, que había publicado dos tomos de su Discurso sobre las tragedias españolas (1750 y 1753). Colaboraba de este modo en los primeros intentos serios de la reforma neoclásica, que en el teatro intentaba purificar la tradición barroca española, mientras prefería la tragedia por su valor didáctico.

La aceptación general de esta traducción y las críticas favorables de los entendidos colocó a Llaguno entre los hombres más sobresalientes de las letras del momento. Tradujo también La joven isleña, comedia representada en el coliseo de El Escorial en 1774 y que se conserva inédita en la Academia de la Historia.

La afición a la historia alentó una de las empresas más importantes de Llaguno: la edición de varias crónicas medievales. No fue una simple transcripción de manuscritos sino que, con verdadera erudición, compiló datos para desvelar a sus autores y conocer el contexto y situaciones de la escritura de las mismas. Este trabajo se incluía dentro de un magno proyecto de la Academia de la Historia para editar las crónicas antiguas bajo el título general de Colección de Crónicas y Memorias de los Reyes de Castilla de la que se publicaron siete volúmenes y en la que también colaboraron los eruditos marqués de Mondéjar, Francisco Cerdá y Rico, y José Miguel Flores.

Nuestro autor llevó en esta empresa el trabajo más importante, con un espíritu hipercrítico, la edición de: Crónica de los Reyes de Castilla Don Pedro, Don Enrique II, Don Juan I y Don Enrique III de Don Pedro López de Ayala (1779-1780), tomo I y II de la Colección; Sumario de los Reyes de España por el Despensero Mayor de la Reina Doña Leonor y adiciones anónimas (1781); y Crónica de Don Pedro Niño por Gutierre Díez de Games (1782).

 Publicado en el blog «Hidalgos en la Historia» cuyo blogmaster es D. J. Manuel Huidobro

 http://hidalgosenlahistoria.blogspot.com.es/

14 08, 2016

La histórica entrevista de ABC a Alfonso XIII tras dejar de ser Rey

Por |2020-11-13T03:39:09+01:00domingo, agosto 14, 2016|

 

 D. Alfredo López Ares, colaborador de este blog de la Casa Troncal de Los Doce Linajes, nos remite este interesantísimo artículo, que con mucho gusto publicamos.

http://www.abc.es/espana/rey-juan-carlos-i-abdica/20140603/abci-juan-carlos-alfonso-xiii-201406021742.html

logo-abc-2

La histórica entrevista de ABC a Alfonso XIII tras dejar de ser Rey

En 1931, el director de ABC viajaba a Londres para entrevistar en exclusiva al abuelo de Don Juan Carlos, quien explicaba lo duró que le resultó dejar el trono en la Segunda Repúblicauntitled

«Soy el rey de todos los españoles, y también un español. Hallaría medios sobrados para mantener mis regias prerrogativas, en eficaz forcejeo con quienes las combaten. Pero, resueltamente, quiero apartarme de cuanto sea lanzar a un compatriota contra otro en fratricida guerra civil». Así decía el histórico manifiesto firmado por Alfonso XIII que ABC publicó en su portada el 17 de abril de 1931, tres días después de ser proclamada la Segunda República. El segundo rey más longevo de la historia de España, el abuelo de Juan Carlos I, dejaba el trono y marchaba al exilio.

untitled1

Abc

Manifiesto publicado por ABC, el 17 de abril de 1931

Menos de un mes después, ABC publicaba una entrevista en exclusiva con Alfonso XIII, realizada en Londres por el director de este periódico, Juan Ignacio Luca de Tena, en el que el Rey explicaba a los españoles lo duro que resultaba para él haber dejado de ser su Rey, tras 44 años, contra su voluntad.

Una entrevista que reproducimos íntegramente aquí, por el valor histórico que se subraya hoy, después de que Don Juan Carlos I haya anunciado que abdica a favor del Príncipe Felipe:

Fdo: Juan Ignacio Luca de Tena

«El ambiente de un hotel londinense, ni tan modesto que pueda desentonar con la categoría del huésped egregio que lo habita, ni tan excesivamente lujoso que lo asemeje a esos grandes palaces cosmopolitas llenos de ruidos, en los que bailan de madrugada todos los rastacueros de Europa y donde se hospedan los americanos del Norte. Es un hotel señorial, silencioso, sin orquestas de jazz, y en cuyo hall, de una noble sencillez británica, las conversaciones se deslizan a media voz. En este hall, desde las diez de la noche, espero treinta minutos con impaciencia no exenta de emoción. Subo poco antes de la hora que el Señor se ha dignado fijar para recibirme. Al final del tramo de escalera correspondiente al segundo piso hay un largo pasillo blanco y estrecho, con puertas numeradas. Me parece desierto. Voy a una audiencia en la que ya no hay que pasar por guardias alabarderos, gentileshombres ni ayudantes de servicio. Junto a una de las puertas numeradas, ante la que me detengo indeciso, surge un pequeño botones del hotel, que, después de enterarse de mi nombre, me dice con la misma sonrisa amable que hubiera usado hace algunas semanas un grande de España:

-His Majesty is waiting (Su Majestad le espera.)

Y con un llavín abre la puerta. Detrás de ella, vestido de smoking, en pie, esperándome, efectivamente, se halla el Rey.

-¿Cómo estás? ¡Cuánto tiempo sin vernos!

Su mano izquierda se ha posado sobre mi hombro mientras su diestra estrecha la mía. Y repite en otras palabras:

-Hacía varios meses que no te veía.

untitled2

Abc

Entrevista a Alfonso XIII, publicada por ABC el 5 de mayo de 1931

Es verdad. Hace meses. Mi monarquismo no ha gustado nunca de frecuentar las antecámaras. ABC ha defendido siempre la Monarquía española y a la persona del Rey sin recibir ninguna sugestión. Y durante estos últimos meses, en que la campaña ha sido más intensa, con intención de evitar lo que a la postre ha sido inevitable, ni siquiera he visto al Rey. Sé que en algunas contadas ocasiones mi opinión no le ha gustado. Recuerdo ahora que cierta vez alguien me dijo, comentando un artículo de ABC: «Usted, por lo visto, ignora que el Rey piensa de otro modo». Yo le contesté: «Y usted que ABC es monárquico con mi criterio, no con el criterio del Rey». Lo cual no quiere decir que en aquella ocasión fuese mi criterio el acertado; pero viene a cuento de las habladurías de muchos necios que creían o fingían creer poco menos que yo iba diariamente a Palacio para recibir órdenes. Ahora, pasadas las primeras semanas de la República, cuando mi ausencia de Madrid no puede interpretarse torcidamente, me he apresurado, sin tapujos, a salir de España para cumplimentar al Rey.

Aún estamos en pie, cerca de la puerta que acaba de cerrarse, cuando por otra aparece la silueta fina, juvenil y vigorosa del Infante Don Juan. El Rey, con un dejo de ternura en la voz y la expresión de su madrileñismo castizo, me lo señala diciendo:

-Ahí tienes al crío… Mañana me lo llevo al colegio naval de Dartmouth a que continúe sus estudios. Para él representa un gran sacrificio, pues la carrera de marino inglés es durísima. Pero el muchacho va con un gran espíritu. Te agradeceré que lo digas si tienes ocasión.

El Infante me ha saludado y vuelve a marcharse. Quedo solo con el Rey, y mi expectación aumenta ante la incertidumbre y la trascendencia indudable de cuanto puede decirme.

-Siéntate, ¿quieres? El primer español que llega aquí para verme eres tú. Te lo agradezco mucho.

Y a continuación, las preguntas, numerosas y rápidas, que, por el tono en que son enunciadas, suenan a nostalgia de la Patria lejana: «¿Qué día saliste de Madrid?» «¿Cómo está aquello?» «Tranquilidad absoluta, ¿verdad?» «¿Crees que arreglarán lo de Cataluña?» «¿Cómo se desenvuelve el Gobierno?»

Y cuando, con entera lealtad, he contestado a estas preguntas, el Rey adopta un gesto más grave, sacude con el índice de su mano izquierda la ceniza del cigarrillo y me dice, consciente de la importancia de sus palabras:

untitled3

Abc

Alfonso XIII, en París, tres días después de salir de Madrid

–Estoy decidido, absolutamente decidido, a no poner la menor dificultad a la actuación del Gobierno republicano, que para mí, y por encima de todo, es en estos momentos el Gobierno de España. Quiero que lo digas, quiero que lo sepan todos, los monárquicos y los republicanos, cualesquiera que sean las interpretaciones torcidas que la pasión pueda dar a mis palabras. Soy sincero, y mi actuación futura demostrará la lealtad con que voy a cumplir este propósito. Los monárquicos que quieran seguir mis indicaciones deben no sólo abstenerse de obstaculizar al Gobierno, sino apoyarse en cuanto sea patriótico. En Zamora dije en un discurso que por encima de las ideas formales de República o Monarquía está España, y ahora no tengo sino que repetir aquellas palabras. Te extrañará oírme hablar así, ¿verdad?

–No me extraña, Señor, porque estoy seguro de conocer a Vuestra Majestad y sé de su patriotismo como no lo saben muchos españoles de buena fe que aún están influidos por una campaña inicua de difamación personal.

–Pues yo quiero diferenciarme de los que así han procedido. Durante el último año de mi reinado se ha puesto a mis Gobiernos toda serie de dificultades. Al contrario de lo que otros hicieron, yo no aprobaré jamás que se excite al pueblo contra las autoridades y sus agentes ni que se especule con desdichas de la Patria para desprestigiar al nuevo régimen. No quiero que los monárquicos exciten en mi nombre a la rebelión militar. Hasta mí han llegado noticias de que muchos militares se negaban a prestar la adhesión a la República que les exigían. A cuantos he podido les he rogado que la presten. La Monarquía acabó en España por el sufragio, y si alguna vez vuelve ha de ser, asimismo, por la voluntad de los ciudadanos.

–Algunos periódicos, Señor, han dicho, comentando el documento con que Vuestra Majestad se despedía de España, que pretendía encender con él la guerra civil.

El Rey tarda en contestar:

untitled4

Abc

Alfonso XIII, en 1922

–¡Es triste! -dice al fin-. Yo he salido de España después de redactar ese documento, pensando precisamente en evitar una guerra civil. Las elecciones municipales, jurídicamente consideradas, tienen un simple alcance administrativo; pero yo me di cuenta de que, tanto los republicanos como los monárquicos, le habían concedido importancia plebiscitaria, y por eso tomé la resolución de irme, en prueba de mi respeto a la voluntad nacional, inclinándome ante ella y rechazando los ofrecimientos que se hacían para constituir un Gobierno de fuerza que mantuviese el orden público hasta que se celebrasen las elecciones a Cortes. Considero que contra el sufragio del pueblo no podía defender a tiros la Monarquía, como se reprime un foco de rebelión militar. Salí de España respetando su voluntad, pero por la mía, ya que nadie tenía derecho a exigirme descender de mi trono mientras las Cortes no proclamen la República. Las elecciones municipales podrían haber expresado la voluntad de la nación, pero su soberanía corresponde al Parlamento. Ya sabes por qué me marché: para evitar la sangre en las calles. Y ya sabes, también, por qué no abdiqué: mis derechos a la Corona de España pertenecen a mis antepasados y a mis descendientes; no son únicamente míos, y sólo ante la soberanía nacional representada en las Cortes pueden resignarse. Pero ahora, ya lo has oído, quiero que los monárquicos sepan que mi deseo es no crear dificultades a este Gobierno provisional, que es el Gobierno de España.

–Pero hay, Señor -me atrevo a decir-, una corriente de opinión monárquica difusa que no se puede abandonar, que es preciso encauzar con dirección y con propaganda eficaces. Es necesario de todo punto organizar esa opinión.

–Yo no puedo oponerme a ello. Pero si en Madrid se organiza un Comité central, una Junta, o como quiera llamársele, con fines electorales, yo les ruego que actúen públicamente y que, sin perjuicio de propagar con el mayor entusiasmo, pero legalmente, sus convicciones monárquicas, manifiesten su propósito de no crear dificultades al Gobierno español e incluso.., apunta esto para que repitas mis propias palabras -y me dicta despacio-: E incluso estar con él para todo lo que sea defensa del orden y de la integridad de la Patria.

–Procuraré, Señor, que las cosas se hagan conforme a la voluntad de Vuestra Majestad. Al menos, transmitiré sus deseos.

untitled5

Abc

Alfonso XIII, en su despacho (1931)

Aún sigo escuchando al Rey mucho tiempo. Habla siempre de España, de sus amarguras sufridas. Y en toda la charla, ni un solo reproche para nadie, ni una frase reveladora de odio o animadversión. Elogia la orientación de uno de los actuales ministros que con más saña le han agraviado en mítines y conferencias. Para algunos republicanos recientes, que hace un mes todavía le adulaban, tiene frases de disculpa. Y unas palabras de emocionada efusión para el político íntegro que, si hace poco más de un año le combatió con dureza, sin prever seguramente la trascendencia e influencia en su opinión de sus imprudentes frases, ahora, al proclamarse la República, no ha sabido correr, como tantos otros, «en socorro de los vencedores».

Le hablo al Rey de unos cuantos hombres que visten un glorioso uniforme y están dispuestos a servir al régimen constituido recientemente con la misma lealtad que sirvieron a la Monarquía, de quienes sé que al quitarle las coronas del cuello se las han hecho coser dentro de la guerrera, sobre el corazón. Y al oírlo el Rey, se llenan de lágrimas sus ojos.

–No me choca -dice simplemente.

Después, en el transcurso de la conversación, me hace elogio cumplido del nuevo embajador de España en Londres, D. Ramón Pérez de Ayala, de quien ha leído varios libros y numerosos artículos.

Y al final de nuestra charla:

«Podré haberme equivocado, pero en mis errores sólo he pensado en España»

-Podré haberme equivocado alguna vez; pero en mis posibles errores sólo he pensado en el bien de España. Acepté el hecho consumado de la Dictadura porque creí que ésa era la voluntad de la mayoría del país, cuando la pedían a gritos y la recibieron con alborozo los mismos que años después me han acusado injustamente de haberla traído. La sustituí por un Gobierno constitucional, dispuesto a que el país se manifestase en los comicios, cuando comprendí que lo reclamaba la opinión pública. Y no me he resistido a abandonar España, haciendo por ella el mayor sacrificio de mi vida, al comprobar que España ya no me quería. Sería muy triste no esperar ahora que la Historia alguna vez me hará justicia.

Han pasado más de dos horas. Hemos consumido durante ellas el contenido de la pitillera real. Su Majestad se pone en pie, señal protocolaria de que la audiencia ha terminado.

–Dame a un abrazo. ¡Y adiós!

Con una emoción que no podrán comprender los que sean incapaces de sentirla, y que podrá ser calificada mañana en algunos periódicos de fina sensibilidad con la consabida frase, tan original como delicada, de «lágrimas de cocodrilo», salgo del sencillo saloncito donde fui recibido. Allí queda el hombre que, por voluntad de España, puede dejar de ser Rey, pero que hasta su muerte, porque contra las condiciones humanas no pueden nada las campañas de difamación, ni siquiera el sufragio universal, seguirá siendo un caballero.

«Tú has perdido a tu padre, y España a un patriota dispuesto siempre a defenderla»

Y mientras atravieso nuevamente el largo pasillo, blanco y estrecho, con puertas numeradas, acuden a mi memoria las palabras de un autógrafo regio que recibí en fecha aciaga de mi vida, el 15 de abril de 1929: «Tú has perdido a tu padre, y España a un patriota dispuesto siempre a defenderla, aun a costa de su vida e intereses. El afecto que sentía por él, a ti lo transmito, seguro de que seguirás su camino».

Señor: Yo sería indigno hijo suyo si no lo siguiera. El 15 de abril de 1931, día memorable en la historia de España, fecha de su segundo aniversario, pasé una hora junto a su tumba y estoy seguro de que su espíritu me dictó nuevamente el camino. ABC permanece donde estuvo siempre: con la libertad, con el orden, con la integridad de la Patria, con la Religión y con el Derecho, que es todavía decir, en España, con la Monarquía Constitucional y Parlamentaria.»

14030743_1114210965317344_323896012_n

Ir a Arriba