Plaza Mayor n° 6, Soria, España

Archivos diarios: 31 julio, 2016

31 07, 2016

Tesoro de todas las Ordenes militares antigvas y modernas, modo de armar cavalleros, y professar; que nos remite D. Alfredo López Ares

Por |2020-11-13T03:39:13+01:00domingo, julio 31, 2016|

D. Alfredo López Ares, colaborador habitual del Blog, nos remite estos verdadero tesoro documental (y enlaces para posibilitar su descarga íntegra), que con mucho gusto publicamos en el Blog de la Casa Troncal de los Doce Linajes de Soria. 

http://bibliotecavirtualdefensa.es/BVMDefensa/i18n/catalogo_imagenes/grupo.cmd?path=49766

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Tesoro de todas las Ordenes militares antigvas y modernas, modo de armar cavalleros, y professar…

Jose Micheli Marquez, 1650. Pgs. Biblioteca Virtual de Defensa

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Enlaces para descargas íntegras:

http://bibliotecavirtualdefensa.es/BVMDefensa/i18n/catalogo_imagenes/imagen.cmd?path=49766&posicion=1&registrardownload=1

http://bibliotecavirtualdefensa.es/BVMDefensa/i18n/catalogo_imagenes/imagen.cmd?path=49766&posicion=2&registrardownload=1

31 07, 2016

Hoy es el 254 aniversario de la muerte de Don Luis Vicente de Velasco e Isla. Capitán de Navío de la Real Armada Española; por D. Carlos Vidriales García Bustamante.

Por |2020-11-13T03:39:13+01:00domingo, julio 31, 2016|

Magnífico artículo de D. Carlos Vidriales García Bustamante, del cual y dada la efemérides en el día de hoy 31 de Julio, nos hacemos eco en el Blog de la Casa Troncal de los Doce Linajes de Soria.

Exlibris-sello-y-contrasello-de-D.-Carlos-Vidriales

Exlibris, sello y contrasello de D. CarlosVidriales

Hoy es el 254 aniversario de la muerte de Don Luis Vicente de Velasco e Isla. Capitán de Navío de la Real Armada Española.

El rey Carlos III mandó erigir una estatua en su honor en Meruelo (Cantabria), que le representa con la mano izquierda puesta en la herida y blandiendo con la derecha la espada, que es del modo en que murió.

El rey Carlos III mandó erigir una estatua en su honor en Meruelo (Cantabria), que le representa con la mano izquierda puesta en la herida y blandiendo con la derecha la espada, que es del modo en que murió.

Extracto de la biografía de don Luis Vicente de Velasco e Isla. (Por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez) Nació en la villa de Noja en Santander el día nueve de febrero del año de gracia de 1711. Sentó plaza de guardiamarina en la compañía del departamento de Cádiz en el año de 1726. Con su paisano Antonio de la Colina, recibió el bautismo de fuego en los ataques a Gibraltar. También coincidieron los dos en su destino en la escuadra del general Cornejo, que llevó a la conquista de Orán al ejército del duque de Montemar.

Velasco prestó servicios en aguas de América y en las del Mediterráneo, combatiendo contra los berberiscos; con el grado de teniente de navío en 1739 al romperse las hostilidades contra el Reino Unido; al principio de la guerra tomó parte en algunos encuentros, ascendiendo a capitán de fragata hacía el año de 1741.

Al mando de una fragata, pasó a América con los refuerzos que en el año siguiente se enviaron a las Antillas.

En junio de 1742, cruzando entre Veracruz y Matanzas, le salió al encuentro una fragata británica más fuerte que la suya; a lo lejos se divisaba un bergantín, también británico, que pugnaba por acercarse a la fragata para reforzarla, sin permitírselo la escasez de viento. Calculó Velasco que podía rendir a la fragata antes de que la pudiese auxiliar el bergantín; le presentó la banda y rompió contra ella un vivísimo fuego, ejecutado con maestría. Cuando pudo acercarse más se abarloó, lanzándose intrépidamente al abordaje al frente de sus hombres, rindiendo a la fragata en cuestión, antes de que se pudiera acercar a tiro el bergantín. Aseguró la presa y se lanzó contra éste, infiriéndole dos balazos a flor de agua, que le hicieron pedir auxilio y rendirse. Con sus dos presas entró Velasco en el puerto de La Habana; el número de prisioneros era casi el doble que el de los que las habían rendido; la población le recibió con júbilo indescriptible.

El veintisiete de junio del año 1746, al mando de jabeques de la guarda de la costa norte de la isla de Cuba, se apoderó, también al abordaje, de otro buque de guerra británico del porte de 36 cañones y con 150 hombres de dotación.

Durante la paz que siguió, continuó Velasco navegando y hizo viajes entre América y Europa, en las escuadra de los generales Regio y Spínola.

Fue ascendido a capitán de navío el veinte de marzo y se le dio el mando del navío “Reina”.

En junio de 1762 seguía Velasco con el navío “Reina”, formando parte de la escuadra del general Gutierre de Hevia, marqués del Real Transporte. El día seis se presentó ante el puerto una escuadra al mando del almirante Pocock, con transportes portadores de un cuerpo de desembarco, a las órdenes del conde de Albemarle.

La flota atacante embocó el Canal Viejo de Bahama, lleno de bajerío, por donde no se esperaba se atreviese tan nutrido convoy, de unas doscientas velas: con veintisiete navíos de línea, quince fragatas, nueve avisos, tres bombardas y ciento cincuenta transportes.

Aún se dudaba de su actitud hostil, suponiendo fuese un convoy mercante anual entre Jamaica y el Reino Unido.

La entrada del puerto de La Habana estaba guarnecida por el castillo del Morro, antiguamente llamado <<de los tres Reyes>>, y la junta de guerra encargó de su mando al intrépido Velasco. A los otros comandantes de los buques también les fueron adjudicados otros castillos con el mismo objeto, ya que se desistió de efectuar una salida por ser las fuerzas navales enemigas muy superiores a las españolas, que sólo consistían en ocho navíos de línea a flote más otros menores.

Se fortificó también la altura de la Cabaña, entonces sin castillo, pero que dominaba al del Morro.

Los Británicos desembarcaron al este de la boca, en Cojimar y Barucano, y atacaron a la Cabaña en número de 8.000; avanzaron hacía Guanabacoa, en el fondo de la bahía, pero en vez de atacar a La Habana sin hacer caso del castillo del Morro, que no era su llave, se empeñaron en conquistar esta fortaleza. La boca del puerto se había obstruido con tres navíos barrenados por orden de la junta.

Al oeste de la plaza, después de batir la torre de la Chorrera, desembarcaron también 2.000 británicos.

Una de las primeras medidas de defensa que tomó Velasco, fue macizar la puerta del castillo a su cargo, no dejando más comunicación con el exterior que la marítima, arriando e izando gentes y pertrechos, por unos pescantes de bote que afirmó al parapeto por el lado de la bahía. En todos los trabajos tomó parte principal la maestranza del arsenal de marina.

<<La fortaleza abrazaba entonces un circuito de 850 varas, que era cuanto consentía la superficie de un peñón elevado naturalmente veintidós pies sobre el nivel de la mar…. Las cortinas arrancaban del mismo nivel de la mar, formando polígono irregular esmerado en el frente sur; el de la gola, donde estaba la puerta principal con buen foso, rastrillo y rebellín en su centro, flanqueándola en los extremos los dos baluartes nombrados de Tejada el del este y de Austria el del oeste>>. El castillo tenía 64 cañones, entre sus frentes terrestre y marítimo. La guarnición inicial la componían 3.000 soldados de línea, 50 de marina, 50 artilleros y 300 gastadores negros, que se relevaban cada tres días.

Más adelante se reforzó el Morro con las dotaciones de los buques y además de los 50 soldados de marina llegó a haber 479 entre condestables, artilleros de mar y marineros.

El día once los británicos ocuparon la Cabaña. Desde la fortaleza se oía talar el monte para la fortificación de los asaltantes.

Velasco dirigió en persona el fuego de los 30 cañones de las fortificaciones de Santiago, contra las 286 piezas que barrían las posiciones españolas desde los buques Stirling, Dragon, Marlborough y Cambridge. Tras seis horas de combate se retiraron los barcos británicos. Sólo el Stirling lo hizo ileso, y el Cambridge resultó muy averiado. Mientras, las baterías dirigidas por Montes también rechazaron a los ingleses.Oleo de Carlos Vidriales García Bustamante, Cuba se defiende Defensa del Castillo del Morro 1762 HMS Dragon-HMS Marlborough- HMS Cambridge- HMS Stirling Copia de un original que se conserva en el Museo Naval de Madrid.

Velasco dirigió en persona el fuego de los 30 cañones de las fortificaciones de Santiago, contra las 286 piezas que barrían las posiciones españolas desde los buques Stirling, Dragon, Marlborough y Cambridge. Tras seis horas de combate se retiraron los barcos británicos. Sólo el Stirling lo hizo ileso, y el Cambridge resultó muy averiado. Mientras, las baterías dirigidas por Montes también rechazaron a los ingleses.Oleo de Carlos Vidriales García Bustamante, Cuba se defiende Defensa del Castillo del Morro 1762 HMS Dragon-HMS Marlborough- HMS Cambridge- HMS Stirling
Copia de un original que se conserva en el Museo Naval de Madrid.

El día uno de julio destacaron los británicos cuatro buques para batir la fortaleza desde el lado de la mar, desde la menor distancia que permitiese su calado. No fue posible destruir las baterías con que la bombardeaban desde el lado de tierra, ya que poco podía el ataque que autorizó la junta, sólo con 640 hombres, contra un campo atrincherado de los atacantes guarnecido por 6.000 efectivos.

El combate de la batería de Santiago contra los cuatro buques británicos fue de colosal violencia: treinta cañones del castillo contra ciento cuarenta y tres de cada banda de la línea de buques oponentes.

El “Cambridge”, que fue el que se acercó más, perdió a su capitán, tres oficiales, la mitad de su dotación y toda su arboladura, y se hubiese ido a pique bajo los mismos muros del castillo, de no haber sido tomado a remolque por el “Marlborough”. El “Dragón” le relevó en el empeño, y si bien desmontó a Velasco muchas piezas, tuvo también que apartarse con grandes averías. El “Stirling” se separó ileso, y por apartarse del fuego cometiendo un desatino, fue depuesto por su comandante en jefe, y eso que era el más antiguo de los cuatro capitanes.

Al mismo tiempo se rechazaba un vigoroso ataque por el lado de tierra, por el de los baluartes de Austria y Tejada, embestidos fieramente por las fuerzas de Keppel.

Los fuegos de los atacantes eran seis veces superiores a los de la defensa; Velasco llevaba 37 noches sin desnudarse y sin apenas dormir, era incansable y daba a todos el aliento de su elevado espíritu. No sólo era el cerebro de la defensa sino su alma toda.

Recibió una fuerte contusión y, por orden terminante del marques del Real Transporte, hubo de retirarse a la plaza el día quince de julio, acompañado del capitán de fragata Ponce y del sargento mayor de la fortaleza Montes, siendo sustituidos por Francisco de Medina y Diego de Argote, comandantes del navío “Infante” y de la fragata “Venganza”.

Desde tierra empezaron los británicos a batir las baterías del Morro del lado de la mar con una que instalaron en la ensenada de San Lázaro, al otro lado de la bahía y al norte de la ciudad.

Viendo que la defensa del Morro se debilitaba y que Montes se restituía a su puesto a los tres días, Velasco lo hizo el día veinticuatro, llevando consigo como segundo en el mando al heroico capitán de navío el marqués de González, comandante del “Aquilón”.

Se fue debilitando aparentemente la presión enemiga, mientras alistaban los acatantes una mina contra el baluarte de Tejada, que quedó lista el día veintinueve. También este día se reforzaron las fuerzas atacantes al oeste de la ciudad, desembarcando en la Chorrera el general Burton con fuerzas procedentes de Nueva York.

Velasco consultó si evacuaba el castillo, con lo que la defensa de la ciudad se reforzaría con 1.00 hombres, pero no recibió respuesta de la junta.

No era explicable la insistencia británica en atacar el castillo del Morro y no la ciudad, al estar taponada la boca.

El día treinta, después de pasar revista a algunas obras que se estaban reparando y de dirigir algunos fuegos sobre el campo enemigo, se retiró Velasco a almorzar con González: <<después de observar la inmovilidad del campo abrasado por el Sol>>, dice el parte:

Como a la una y media de la tarde se oyó un sordo estampido que no podía confundirse con los fuegos que ordinariamente se hacían. La mina había abierto una pequeña brecha en el baluarte de la Tejada; al no ver defensores en las inmediaciones, trepó a lo alto un grupo de veinte granaderos británicos, a los que siguieron muchos más.

El capitán Párraga, con denodada determinación y con sólo doce soldados, detuvo unos minutos a los asaltantes en la rampa, que desde el baluarte descendía al interior del recinto, pero pronto sucumbió ante el elevado número de sus enemigos. No obstante, su resistencia consiguió alertar a Velasco, que con atronadora voz y la espada en la mano acudió intrépidamente, al frente de tres compañías, a tratar de impedir la entrada de los asaltantes en la plaza de armas del castillo.

A la primera descarga cayó gravemente herido en el pecho, recomendando a su segundo que no desamparase la bandera que ondeaba luciendo al Sol de Cuba. González acudió a defenderla, cayendo junto a ella mortalmente herido y a su lado otros siete oficiales que acudieron igualmente a cubrir ese puesto de tan alto honor.

Montes también fue herido; al fin hubo de izarse la bandera blanca, pues toda resistencia, sólo provocaría más bajas.

Keppel entró en la fortaleza; se precipitó en la sala de armas, donde curaban a Velasco, le abrazó y le dio a escoger entre pasar a curarse a la plaza o ser asistido por los mejores médicos británicos; optó por lo primero, como no podía ser de otra manera.

A las seis de aquella misma tarde se hizo una tregua, siendo conducidos a la plaza en una falúa Montes y Velasco, acompañados por un ayudante del campo de lord Albemarle. Las heridas de ambos no presentaban carácter mortal; la de Velasco, aunque en el busto, por un costado, no dañaba los pulmones ni ninguna víscera, lo que presagiaba una larga temporada en la cama, pero nada más. No obstante le subía la fiebre; se consideró indispensable la extracción de la bala, y después de realizada la dolorosa operación, que sufrió con gran estoicismo, sobrevino el tétanos y con él la inesperada muerte, pues su herida no era para ello.

Expiró rodeado del marqués del Real Transporte, del de la Colina, de su sobrino el alférez de navío Muñoz de Velasco, herido antes en el Morro, y de otros amigos, a los que dejó consternados.

Armas del Marquesado del Morro de Velasco fundado en honor de Luis Vicente de Velasco y Fernandez de Isla, concedido por Carlos III a su hermano Iñigo José de Velasco. Diseño de Carlos Vidriales García Bustamante, tomado del original en piedra del Palacio de Velasco de Noja Cantabria

Armas del Marquesado del Morro de Velasco fundado en honor de Luis Vicente de Velasco y Fernandez de Isla, concedido por Carlos III a su hermano Iñigo José de Velasco. Diseño de Carlos Vidriales García Bustamante, tomado del original en piedra del Palacio de Velasco de Noja Cantabria

En caballeresco gesto suspendieron los fuegos los atacantes y los defensores de La Habana, para poder tributar al heroico Velasco el postrer homenaje, tan merecido como necesario. Se le enterró el uno de Agosto, con la posible solemnidad, que permitía el caso dado los continuos combates, en el convento de San Francisco.

Cuando lord Albemarle daba cuenta a su gobierno se expresaba, refiriéndose a Velasco, llamándole: <<El capitán, más bravo del Rey Católico>>.

El marqués del Real Transporte decía en su parte, que a su imitación <<toda la oficialidad, guarnición y tripulación obraron todos con tanto desprecio de la vida, como tuvieron de ambición a dar un glorioso día a las armas del rey>>.

El día doce, conquistados la Cabaña, el Morro y la loma de Arostegui, privada la ciudad de agua potable y falta de pólvora, la junta se vio en precisión de rendirse.

La Academia de San Fernando organizó algunos certámenes para perpetuar la hazaña de Velasco. Se acuño una medalla en que aparecen juntas, su efigie y la de González.

El rey Carlos III mandó erigir una estatua del primero en el pueblo de Meruelo, cercano a Noja, y en ella se le representa como cayó: con la espada en la diestra y llevándose la otra mano al costado izquierdo. Mandó también el rey que hubiera siempre en la real armada un navío llamado «Velasco».

El rey concedió para sus sucesores el marquesado del Morro de Velasco, uniendo de este modo los nombre del castillo y el del que había sido su heroico defensor.

Portada del Comic editado en honor de Luis Vicente de Velasco e Isla

Portada del Comic editado en honor de Luis Vicente de Velasco e Isla

31 07, 2016

VII Jornadas de Genealogía de Arona

Por |2020-11-13T03:39:13+01:00domingo, julio 31, 2016|

 

Programa de las VII Jornadas de Genealogía de Arona, que  nos remite para su publicación en el Blog de la Casa Troncal de los Doce Linajes de Soria, D. Fernando D.Rossi y Delgado, presidente de la Sociedad de Estudios Genealógicos y Heráldicos de Canarias

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VII Jornadas de Genealogía de Arona

 

    • Duración del curso: Del 27 octubre 2016 al 29 octubre 2016

    • Periodo Matrícula: Del 25 julio 2016 al 25 octubre 2016

Sin título

    • Descripción:

Teniendo esto en cuenta y considerando Canarias como puerta de dos continentes, proponemos este encuentro de diez horas para analizar la importancia de la genealogía en las Islas Canarias, lo cual permite crear, hoy en día, nexos genealógicos con personas y países del otro lado del Océano Atlántico.

Las diez horas de que consta el curso se distribuyen del siguiente modo:

Jueves: 3 h., 3 conferenciantes;

Viernes 4 h., 4 conferenciantes; y

Sábado 3 h., 3 conferenciantes.

Programa:

Jueves 27 de octubre:

17.30 h. Conferencia: «Canarios en la República Dominicana», impartida por  Joan M. Ferrer Rodríguez. Licenciado en Derecho. Presidente de la Academia Dominicana de Genealogía.

18.30 h. Conferencia: «Recursos en línea para genealogistas», impartida por Arturo Cuéllar González. Encargado de la biblioteca genealógica de Family Search.

19.30 h. Conferencia: «Cómo hacer un árbol genealógico: presentación del árbol de José Julián Mena, alcalde de Arona», impartida por José Antonio González Marrero. Profesor de la U.L.L. Coordinador de las Jornadas.

Viernes 28 de octubre:

16.30 h. Conferencia: «Grupos humanos en la formación de la población de Chasna», impartida por Nelson Díaz Frías. Magistrado-Juez Decano del partido judicial de Arona y actualmente es titular del Juzgado de Instrucción nº 4 de dicha localidad.

17.30h. Videoconferencia conjunta: Enrique Delgado Plasencia y Norma Feliberti Aldebol.

Conferencia: «Aportación de las Islas Canarias en la formación de la familia puertorriqueña» impartida por Enrique Delgado Plasencia (Médico hematólogo. Expresidente de la Sociead Genealógica de Puerto Rico) y Norma Feliberti Aldebol (Médico internista. Presidenta de la Sociedad Genealógica de Puerto Rico).

18.30 h. Conferencia: «Onomástica morisca: una huella de la expulsión de los musulmanes de Al-Andalus (Siglos XVI-XVII)», impartida por Maravillas Aguiar Aguilar, profesora de la ULL. Vicerrectora de Tecnologías de la Información y Servicios Universitarios.

19.30 h. Conferencia: «La informática al servicio de la Genealogía e Información Familiar. El sistema GDS», impartida por Joaquim M. Casals de Nadal. Ingeniero Industrial y Licenciado en Informática.

Sábado 29 de octubre:

10.00 h. Conferencia conjunta de de Juan Carlos Ramírez García (Licenciado en Geografía por la Universidad de La Laguna) y Miguel Ángel Pérez Padilla (Licenciado en Geografía por la ULL y Técnico Superior de Prevención de Riesgos Laborales en tres especialidades): «Los Realejos a través del Padrón de 1779».

11.00 h. Conferencia: «Libro de bautismo más antiguo de La Palma y protocolos notariales», impartido por Luis Agustín Hernández Martín.(Diplomado en Profesorado de E.G.B. y en Genealogía, Heráldica y Nobiliaria).

12.00 h. Conferencia: «Fuentes para la genealogía canaria en los archivos sevillanos», impartida por Fernando Hidalgo Lerdo de Tejada.(Licenciado en Historia y Diploma en Estudios Avanzados en Historia Moderna por la Universidad de Sevilla y Experto en Geneología y Archivos por la Universidad de Córdoba.

[^]La genealogía, además de listas de nombres de antepasados de una persona, es el estudio de los ascendientes o descendientes de una persona, pero también la ciencia que permite el conocimiento no sólo de los antepasados, sino de la familia considerada como un conjunto de personas integradas en diferentes generaciones. Es, en definitiva, un conjunto de técnicas y conocimientos que sirven para la investigación de la historia familiar. En los últimos tiempos la genealogía se ha asociado con estos términos, bien por la mala prensa generada en torno a esta ciencia en los siglos XVIII y XIX, o bien, porque realmente se usa para hacer un estudio de los miembros de una familia entresacando publicaciones, diarios, cartas, relatos personales o escritos sobre la vida de alguien. Estas historias familiares comenzaron a desarrollarse en América debido a los problemas de identidad de los distintos grupos sociales, pero hoy en día consideramos que pueden ser aplicadas a cada lugar que estudiemos, en tanto en cuanto nos permiten conocer muchísimo de nuestro alrededor. Por ello, las contribuciones que se derivan del conocimiento de nuestros antepasados son tan importantes para entender muchos de los problemas históricos, políticos o sociales de la actualidad.

Teniendo esto en cuenta y considerando Canarias como puerta de dos continentes, proponemos este encuentro de diez horas para analizar la importancia de la genealogía en las Islas Canarias, lo cual permite crear, hoy en día, nexos genealógicos con personas y países del otro lado del Océano Atlántico.

Las diez horas de que consta el curso se distribuyen del siguiente modo:

Jueves: 3 h., 3 conferenciantes;

Viernes 4 h., 4 conferenciantes; y

Sábado 3 h., 3 conferenciantes.

Programa:

Jueves 27 de octubre:

17.30 h. Conferencia: «Canarios en la República Dominicana», impartida por  Joan M. Ferrer Rodríguez. Licenciado en Derecho. Presidente de la Academia Dominicana de Genealogía.

18.30 h. Conferencia: «Recursos en línea para genealogistas», impartida por Arturo Cuéllar González. Encargado de la biblioteca genealógica de Family Search.

19.30 h. Conferencia: «Cómo hacer un árbol genealógico: presentación del árbol de José Julián Mena, alcalde de Arona», impartida por José Antonio González Marrero. Profesor de la U.L.L. Coordinador de las Jornadas.

Viernes 28 de octubre:

16.30 h. Conferencia: «Grupos humanos en la formación de la población de Chasna», impartida por Nelson Díaz Frías. Magistrado-Juez Decano del partido judicial de Arona y actualmente es titular del Juzgado de Instrucción nº 4 de dicha localidad.

17.30h. Videoconferencia conjunta: Enrique Delgado Plasencia y Norma Feliberti Aldebol.

Conferencia: «Aportación de las Islas Canarias en la formación de la familia puertorriqueña» impartida por Enrique Delgado Plasencia (Médico hematólogo. Expresidente de la Sociead Genealógica de Puerto Rico) y Norma Feliberti Aldebol (Médico internista. Presidenta de la Sociedad Genealógica de Puerto Rico).

18.30 h. Conferencia: «Onomástica morisca: una huella de la expulsión de los musulmanes de Al-Andalus (Siglos XVI-XVII)», impartida por Maravillas Aguiar Aguilar, profesora de la ULL. Vicerrectora de Tecnologías de la Información y Servicios Universitarios.

19.30 h. Conferencia: «La informática al servicio de la Genealogía e Información Familiar. El sistema GDS», impartida por Joaquim M. Casals de Nadal. Ingeniero Industrial y Licenciado en Informática.

Sábado 29 de octubre:

10.00 h. Conferencia conjunta de de Juan Carlos Ramírez García (Licenciado en Geografía por la Universidad de La Laguna) y Miguel Ángel Pérez Padilla (Licenciado en Geografía por la ULL y Técnico Superior de Prevención de Riesgos Laborales en tres especialidades): «Los Realejos a través del Padrón de 1779».

11.00 h. Conferencia: «Libro de bautismo más antiguo de La Palma y protocolos notariales», impartido por Luis Agustín Hernández Martín.(Diplomado en Profesorado de E.G.B. y en Genealogía, Heráldica y Nobiliaria).

12.00 h. Conferencia: «Fuentes para la genealogía canaria en los archivos sevillanos», impartida por Fernando Hidalgo Lerdo de Tejada.(Licenciado en Historia y Diploma en Estudios Avanzados en Historia Moderna por la Universidad de Sevilla y Experto en Geneología y Archivos por la Universidad de Córdoba.

    • Objetivos:

Estas lecciones están orientadas a facilitar la investigación genealógica, a contrastar experiencias y a servir de foro y difusión de las investigaciones realizadas hasta el momento. Por ello establecemos como objetivos básicos:

1. Facilitar herramientas a los que empiezan para que sepan cómo y dónde deben buscar información sobre sus antepasados.

2. Posibilitar a los investigadores habituales que expongan los resultados de sus búsquedas y trabajos y los contrasten con estudiosos de otros lugares.

3. Abordar la genealogía en el marco del estudio de la historia y naturaleza de las instituciones jurídicas, políticas y administrativas para conocer mejor nuestras sociedades y culturas.

Metodología y Criterios de Evaluación:

Muchas personas interesadas en sus orígenes personales y familiares emprenden su búsqueda con el fin de reconstruir su historia familiar. El término Historia Familiar se aplica en la actualidad a la investigación biográfica de los antepasados y tiene como objetivo producir una historia narrativa bien documentada, de interés para los miembros familiares y para las generaciones futuras, con lo que el estudio de la historia familiar implica ir poniendo hojas y ramas en el árbol plantado por la genealogía. Del mismo modo, entraña la investigación de las circunstancias históricas y la situación geográfica en las vivieron nuestros antepasados. Estas Jornadas pretenden estudiar el auge y importancia que está teniendo la genealogía en Canarias. Estos tres días de conferencias y debates reunirán en Arona a especialistas de nuestro archipiélago con otros ponentes peninsulares y americanos, en una muestra de que en la actualidad los vínculos genealógicos de las islas se extienden hacia Europa y América.

Las diez horas que se asignan a este proyecto se distribuyen de acuerdo al siguiente programa:

Joan M. Ferrer Rodríguez, “Canarios entre los pobladores de Santo Domingo”.

Nelson Díaz Frías, “Grupos humanos en la formación de la población de Chasna”.

Juan Carlos Ramírez García y Miguel Ángel Pérez Padilla, “Los Realejos a través del Padrón de 1779”.

Maravillas Aguiar Aguilar, “Onomástica morisca: una huella de la expulsión de los musulmanes de al-Andalus (siglos XVI-XVII)”.

Videoconferencia: Enrique Delgado Plasencia / Norma Feliberti Aldebol, «Aportación de las Islas Canarias en la formación de la familia puertorriqueña».

Joaquín M. Casals de Nadal, “La informática al servicio de la Genealogía e Información Familiar. El Sistema GDS”.

José Antonio González Marrero “Cómo hacer un árbol genealógico: presentación del árbol de José Julián Mena, alcalde de Arona”.

Luis A. Hernández Martín, “Libro de bautismos más antiguo de La Palma y protocolos notariales”.

Fernando Hidalgo Lerdo de Tejada, “Fuentes para la genealogía canaria en los archivos sevillanos”

Arturo Cuéllar González, “Recursos en línea para genealogistas”.

Con objeto de valorar la correcta adquisición de conocimientos y competencias, el sistema de evaluación se inspira en un proceso de evaluación que recoge evidencias que guardan relación tanto con el proceso de enseñanza-aprendizaje como con los resultados alcanzados. Se valorará la participación activa del alumno en las actividades y se evaluarán los resultados del aprendizaje en una prueba final de resumen y preguntas de cada una de las ponencias, siempre de acuerdo con las cuestiones que los conferenciantes consideren relevantes de su aportación.

 

    • Director: JOSE ANTONIO GONZALEZ MARRERO

    • Ponencias: No definidas

    • Plazas Totales: 100 personas

    • Plazas disponibles: 100 personas

    • Lugar: Centro Cultural de Los Cristianos, ARONA

 

    • Tipos de inscripción:

Tarifa Gratuita ECTS 0.0 Euros

Ver detalle de tarifas

    • Duración del curso: 10 horas 0 minutos

    • Tipo de Crédito: Oferta Oficial de ECTS

    • Número de Créditos: 1.0

31 07, 2016

La primera recopilación histórica de la ciudad de Soria.

Por |2020-11-13T03:39:13+01:00domingo, julio 31, 2016|

Fuente: http://diariodelahistoriasoriana.blogspot.com.es/2016/07/30071605-la-primera-recopilacion.html

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Dibujo de las armas del linaje de los Chancilleres en el manuscrito de Diego Marrón, con número de referencia 25 en la biblioteca archivo del Cabildo de la concatedral de San Pedro (Soria).

Dibujo de las armas del linaje de los Chancilleres en el manuscrito de Diego Marrón, con número de referencia 25 en la biblioteca archivo del Cabildo de la concatedral de San Pedro (Soria).

31 07, 2016

MUERTE Y ENTIERRO DE S. M. EL REY DON ALFONSO XII; por D. Rafael Portell Pasamonte

Por |2020-11-13T03:39:13+01:00domingo, julio 31, 2016|

Artículo original que nos remite para su publicación en el Blog de la Casa Troncal, de D. Rafael Portell Pasamonte, Vicerrector de la Academia Alfonso XIII.

Escudo de armas de D. Rafael Portell Pasamonte

Escudo de armas de D. Rafael Portell Pasamonte

MUERTE Y ENTIERRO DE S. M. EL REY DON ALFONSO XII

Rafael Portell Pasamonte

Julio de 2016

Alfonso XII

Alfonso XII

A principios del verano de 1885, hacia tiempo que S. M. Alfonso XII se encontraba enfermo; su enfermedad era la misma que azotaba a cruelmente a la humanidad en el siglo XIX: La tuberculosis.

  Se ha especulado mucho como pudo contraer el monarca el terrible mal; unos, abogan que fue su primera esposa, María de las Mercedes, fallecida de tisis galopante, con tan solo dieciocho años, quien pudo habérsela contagiado; otros, son partidarios de que su ritmo de vida y las “amistades” que frecuentaba nocturnamente, desde que se quedó viudo fueron la causa; los menos, dicen que ya estaba contagiado, pero en estado latente, cuando fue proclamado Rey de España y fue el quien se la contagio a la hija del duque de Montpensier.

  Sea cual sea la causa desencadenante, la verdad, es que el rey ya se encontraba  en la ultima fase de un largo proceso tuberculoso miliar con graves accesos de disnea. En las audiencias, en las recepciones, en las inauguraciones y en cualquier acto que requería su presencia en público, llevaba, discretamente, un pañuelo de seda rojo guardado en la bota de montar para enjuagar, sin que se notase, los esputos sanguinolentos que manaban de su regia boca. 

  Su medico particular, el doctor Sánchez Ocaña, aconsejó al rey reposo y  para ello le recomendó que pasara algún tiempo en El Pardo, cercano a la Corte, donde el entorno podría aliviarle de su enfermedad, pero solo recibió una contestación negativa del monarca.

   El 28 de Septiembre,  el doctor Don Laureano García Camisón, Médico Primero de la Real Cámara, informó al Presidente del Gobierno don Antonio Cánovas del Castillo, que al rey solo le quedaban algunas pocas semanas de vida, por lo cual se pensó en trasladarle a Sanlúcar de Barrameda, buscando un mejor clima, pero su salud se había agravado tanto, que prefirieron llevarle al, ya recomendado anteriormente, palacio del Pardo, donde se quedó, a desgana, descansando del 10 al 14 de Octubre.

  Alfonso XII harto de la soledad y quietud en encontraba, más propia de un monasterio que de un palacio real, regresó a Madrid, donde asistió a las carreras del hipódromo y el 17 de Octubre a la Virgen de Atocha.

  Ante su aspecto y su cansancio los médicos recomendaron nuevamente su marcha al Pardo, lo que se realizó el 31 de Octubre. Esta vez le acompañaban el duque de Sesto, los generales Echagüe y Blanco, el conde de Sepúlveda y el doctor García Camisón.

  Algo mejorado, el 15 de Noviembre, el rey salió a pasear por los montes de palacio y el 23 por la tarde acompañó en coche hasta el Goloso, al que había sido su suegro el duque de Montpensier que regresaba a Madrid después de visitarle. Cuando volvió a palacio comenzó a sentirse mal, pasando muy mala noche.

  El día 24 recibió en audiencia, al conde de Solms-Sonnerwalde, embajador de Alemania, con quien estuvo despachando asuntos de Estado, en concreto sobre el reciente conflicto de las islas Carolinas, sin que nadie pensase en el inmediato desenlace que se iba a producir horas después. Por la noche mientras asistía su madre, la reina Isabel II, a una representación de ópera en el Teatro Real, fue informada de que su hijo estaba agonizante, por lo que partió de inmediato hacia El Pardo. Al llegar al dormitorio, una espaciosa habitación con dos balcones que daban a la fachada principal del Palacio, junto al lecho del moribundo se encontraban los doctores García Camisón, Santero, Alonso y Riedel, el conde de Morphy, secretario particular de Alfonso XII y el cardenal Benavides que procedió a administrarle al rey la extremaunción.

  Alfonso XII después de darle unos consejos de índole política, no del todo reseñables, a la reina María Cristina, le murmuró «Majestad, todo ha acabado». Dicho esto el rey expiró. Eran las nueve menos cuarto de la mañana del día 25.

  Desde el momento de su muerte, los cronistas de la época describieron con todo detalle cada uno de los acontecimientos que acompañaron al rey difunto hasta que, a las cuatro de la tarde del 30 de noviembre, su cuerpo descansó definitivamente en el Panteón de los Reyes del Monasterio de El Escorial. 

  La reina, sin más ayuda, que la del doctor García Camisón, quiso encargarse ella misma de lavar y preparar el cadáver de su difunto esposo, que de nuevo fue colocado en la cama de hierro dorado en la que falleció. Don Alfonso, entre sus manos, sostenía un crucifijo, el mismo que le regaló el cardenal Bueno cuando, durante su exilio en Roma, le administró la Primera Comunión, a los diez años. Costó mucho aquella  noche separar a la reina de su marido para obligarla a descansar.

  A las siete de la mañana del día 26 comenzaron a celebrarse las primeras misas en la estancia mortuoria, dichas por los capellanes de honor y sacerdotes del Real Sitio de El Pardo. Hacia las diez, después de una ligera autopsia, el cadáver comenzó a ser embalsamado, pero antes, y por encargo de la reina, el doctor García Camisón cortó un mechón de los cabellos de Alfonso XII. El embalsamamiento se realizó en una estancia contigua al dormitorio y llevó largo tiempo por el mal estado en que se encontraba el cuerpo. Le fueron administradas 25 inyecciones de liquido de un litro cada una.

A las cuatro de la tarde de aquel mismo día, llegó el féretro que habría de acoger al rey: estaba forrado de tisú de oro, con una caja interior de zinc forrada a su vez con seda blanca. Los encargados de vestir a Alfonso XII fueron el conde de Revillagigedo y el duque de Bailén, ayudados por el marqués de Mancera, cuyos padres amortajaron, en 1833, a Fernando VII. Le pusieron el uniforme de gala de Capitán General, traje que había estrenado aquel mismo año el día de la Pascua Militar. Sobre el uniforme, se colocaron el Toisón de Oro, la Banda de San Fernando, la Medalla Austríaca y las veneras e insignias de las cuatro Órdenes Militares.

Alfonso XII en la capiilla ardiente-Palacio Real

Alfonso XII en la capiilla ardiente-Palacio Real

  La capilla ardiente se instaló en la misma alcoba. El féretro se colocó sobre una mesa cubierta de ricos paños y flores naturales, y allí, a sus pies, continuaron orando durante todo aquel día y la madrugada del siguiente, la Reina viuda y la Real Familia. Los sirvientes del Rey velaron su cadáver y el cardenal Benavides, el obispo de Madrid-Alcalá y los capellanes de Palacio continuaron celebrando misas.

  A las once de la mañana del día 27 de noviembre, el ministro de Gracia y Justicia, como Notario Mayor del Reino, cumpliendo con el protocolo fúnebre, preguntó en voz alta al duque de Sesto y marqués de Alcañices, Jefe Superior de Palacio, ante el féretro abierto:

                 “¿El cadáver que está presente es el de Su Majestad

                  el Rey Don Alfonso de Borbón y Borbón, que en gracia esté?”

                 “¡Sí, lo es!”, respondió el marqués de Alcañices.

  A continuación fue cerrado con llave el féretro, que de nuevo, fue el Marqués de Alcañices quien recogió las llaves de la caja. Seis Grandes de España (entre ellos el conde de los Llanos y el marqués de Salamanca) levantaron el féretro y lo llevaron sobre sus hombros a través de las distintas cámaras de Palacio y tras bajarlo por la  escalera principal, fue introducido en el coche-estufa, que esperaba en la puerta de honor de Palacio.

La carroza fúnebre camino de El Escorial

La carroza fúnebre camino de El Escorial

  Aquel coche-estufa tenía forma de urna, con seis ventanas circulares de cristal a los lados. Lo remataba una gran cruz y en la parte anterior había una gran corona sostenida por dos castillos y dos leones. El coche estaba cubierto de terciopelo negro y tenía flecos de oro a sus costados. Su interior era también dorado. Iba tirado por ocho caballos negros de Aranjuez lujosamente enjaezados, con gualdrapas y penachos negros, conducidos por un cochero, un delantero y seis palafreneros, todos vestidos a la Federica, con latiguillos, medias y guantes negros.

  Aquella mañana era gélida y desolada con una niebla espesa que cubría el camino hacia Madrid, a donde iban a llevar al difunto rey para que el pueblo pudiera decir su ultimo adiós al rey “Pacificador”.

Funeral de Estado en San Francisco el Grande

Funeral de Estado en San Francisco el Grande

  Integraban el cortejo: Guardas del Real Sitio, carruajes portado a Grandes de España, una gran representación del clero, ayudantes del rey, gentileshombres, mayordomos de semana, servidores de la Casa Real con hachas encendidas, Real Cuerpo de Alabarderos, batidores, escoltas, caballerizos, palafreneros, lacayos, correos, el Regimiento de Lanceros de la Reina.etc.

  En Madrid el gentío se extendía en interminables filas más allá de la puerta de La Moncloa. La primera parada de la comitiva se produjo frente a la iglesia de San Antonio de la Florida, donde, tras rezar un responso, se incorporaron al duelo más autoridades del clero, comisiones del Tribunal Supremo, de la Audiencia, Juzgados, Diputación Provincial y Ayuntamiento.  En todos los edificios del Estado ondeaba a media asta y con gasas negras la bandera de España. El cortejo fúnebre continuó su marcha, por las calles, los madrileños habían adornado los balcones con colgaduras negras. Mientras, desde el Campo del Moro y los altos de Príncipe Pío tronaban las salvas de los cañones.

La Guardia Civil de a caballo se esforzaba por contener la muchedumbre que llenaba los paseos de La Florida y San Vicente, las calles de Bailén, la Plaza de Oriente y de la Armería. Sobre las ramas de los árboles, sin hojas, se encaramaban hombres y chiquillería, y multitud de personas esperaba la llegada del cortejo subida a las estatuas y las verjas de la Plaza de Oriente. El desfile paraba de vez en cuando para dar descanso a quienes lo acompañaban a pie. Durante todo el camino, las gentes se descubrían al paso del coche-estufa y las mujeres lloraban agitando sus pañuelos.

  Cuando el séquito llegó al Palacio Real, se instaló la capilla ardiente en el Salón de Columnas. El féretro fue colocado sobre la grandiosa Cama Imperial, de dos metros de largo por cuatro de alto y recubierta de damasco amarillo y bordados y realces de plata. Abierta la caja, volvió a verse el rostro de don Alfonso. Entre las manos sostenía el crucifijo de plata y, rodeado de un mechón de cabellos, el retrato por él preferido de Doña María Cristina, que la misma reina colocó sobre el cadáver.

Capilla ardiente en el Palacio de El Pardo

Capilla ardiente en el Palacio de El Pardo

  En un almohadón, a la derecha del féretro, se colocaron la corona y el cetro, y en otro, a la izquierda, el casco, la espada y el bastón real. Custodiaban el regio cadáver: dos Monteros de Espinosa a la cabecera y otros dos a los pies. Al día siguiente, 28 de noviembre, Alfonso XII habría cumplido 28 años. Por la mañana se celebró una misa solemne y el resto del día continuaron llegando ingentes cantidades de flores y coronas de representantes de toda España y Europa.

  Desde primeras horas del día 29 de noviembre, en la Puerta del Príncipe y en los arcos de la Plaza de la Armería, miembros del orden público y soldados de caballería intentaban contener las oleadas de gente que esperaban poder entrar a Palacio  y ver su cadáver de cuerpo. El jefe de Seguridad de Palacio intentó evitar desgracias y dio orden de que sólo se permitiera la entrada por grupos de doscientas o trescientas personas. Pero los intentos por ordenar a la multitud no surtieron efecto. A las diez de la mañana se abrieron las verjas y más de 3.000 personas se abalanzaron corriendo hacia la puerta de palacio. A las cinco de la tarde se cerró la entrada, después de que hubieran desfilado miles de personas, en su mayoría mujeres, ante el cadáver de Alfonso XII. A las once de la noche se cerró, soldó y selló en presencia del duque de Sesto el ataúd de zinc con los restos del monarca. La reina continuó aquella noche velando a su marido.

  La mañana del día 30 se presentó nublada y fría. De nuevo se formó y se puso en marcha la numerosa comitiva, por la calle Bailen y la Cuesta de San Vicente camino de la Estación del Norte donde desde hacía horas estaban atiborrados de gente deseosos de ver lo que nunca volverían a ver. El tren especial que se había ensamblado esperaba a que el coche-estufa fuese colocado en la plataforma enlutada, dispuesta para tal fin. Cuando el convoy se puso lentamente en marcha, comenzó a sonar la marcha real, mientras sonaban  21 cañonazos y la multitud estalló en aplausos y vivas.

Invitación funeral

Invitación funeral

  Al llegar a San Lorenzo de El Escorial y, otra vez más, formada la fúnebre comitiva, se dirigió al Monasterio. Ante la puerta principal los frailes de la comunidad agustina, con hábitos negros y hachas encendidas esperaban al difunto monarca. El ataúd llevado a hombros de sus servidores cruzó el umbral para ser depositado sobre una mesa cubierta de un paño de brocado preparada en el zaguán. El cadáver fue entregado al prior de los Agustinos y los religiosos lo llevaron a hombros hasta el crucero del templo, donde se entonó un «Miserere». Acto seguido el ministro de Gracia y Justicia leyó en nombre de la reina, al hacer entrega del cadáver a los agustinos lo siguiente:

 «Venerables y devotos Padre Rector y religiosos del Real Monasterio de San Lorenzo. Habiéndose Dios servido de llevarse para sí al Rey mi señor, que en gracia esté, el miércoles 25 del corriente a las ocho y tres cuartos de la mañana, he mandado que el marqués de Alcañices, su mayordomo mayor y jefe superior de Palacio, vaya acompañando su real cuerpo y os lo entregue. Y así os encargo y ordeno le recibáis y le coloquéis en el lugar que le corresponda; y de la entrega se hará por escrito el acta que en semejantes casos se acostumbre. Palacio de Madrid, 28 de noviembre de mil ochocientos ochenta y cinco. Yo, la Reina».

  El marqués de Alcañices, siguiendo con el protocolo, abrió la caja superior, mientras el ministro de Gracia y Justicia conminó:

«Monteros de Espinosa, ¿Juráis que el cuerpo que contiene la presente caja es el de Su Majestad el Rey don Alfonso XII de Borbón y Borbón, el mismo que os fue entregado para su custodia en el Real Palacio en la tarde del día 27 último?«,

«¡Juramos!» dijeron los Monteros a una sola voz.

  De nuevo a hombros de ocho palafreneros, el ataúd fue transportado al interior del templo, hasta el catafalco erigido en el crucero de la iglesia, donde se celebró la misa una misa de difuntos, oficiada por el obispo de Madrid-Alcalá. Tras finalizar los oficios, Grandes de España y gentileshombres de cámara bajaron el féretro por la escalera hasta el centro del Real Panteón, donde fue descubierto por última vez el perfil de don Alfonso. Allí, y siguiendo el estricto protocolo establecido, el Montero Mayor llamó al monarca en voz alta: «¡Señor!… ¡Señor!».

Otro tanto hizo el jefe de Alabarderos: «¡Señor!… ¡Señor!… ¡Señor!», para luego decir: «Pues que Su Majestad no responde, verdaderamente está muerto».

 Acto seguido rompió en dos pedazos su bastón de mando, arrojándolo a los pies de la mesa donde reposaba el Rey.

  El ministro de Gracia y Justicia preguntó entonces:

«Reverendo Padre Rector y Padres aquí presentes, ¿reconocen vuestras paternidades el cuerpo de Su Majestad el Rey don Alfonso XII de Borbón, que conforme al estilo y la orden de Su Majestad la Reina, que Dios guarde, Regente del Reino, que os ha sido dada y os voy a entregar para que lo tengáis en vuestra guardia y custodia?», “Lo reconocemos”, contestaron.

  A continuación se firmó el acta de entrega sobre una mesa colocada a la derecha del túmulo y el marqués de Alcañices volvió a cerrar el féretro, entregando las llaves al Padre Prior, dándose por terminada la ceremonia. Eran las cuatro de la tarde.

  El 12 de Diciembre se celebraron en el templo de San Francisco el Grande las exequias fúnebres de Estado. La orquesta fue dirigida por el maestro Francisco Asenjo Barbieri y el tenor Juan Gayarre entonó el “Libera me Domine”, composición del mismo maestro Barbieri.

  El 2 de Diciembre de 1898, se efectuó el traslado de los restos de don Alfonso XII al Panteón de Reyes desde el pudridero. En presencia de la Comunidad de Agustinos, fue derribado el tabique y se abrió la caja. Los restos se mantenían en bastante buen estado, al igual que el uniforme y las condecoraciones. El cadáver fue colocado en la urna que le correspondía en el Panteón de Reyes. El último testigo que vio los restos antes del cierre definitivo de urna fue su más fiel e incondicional servidor:  Don José Osorio y de Silva, grande de España, duque de Alburquerque y Sesto y marqués de Alcañices,

 NOTA.- Para ampliación de conocimientos y datos, véase la Gaceta de Madrid y las revistas y periódicos de la época.

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