Santo Domingo de Guzmán. Fundador de la orden de los Dominicos (Predicadores); por D. José M. Huidobro
Artículo de fecha 05-04-2016 de D. José Manuel Huidobro
Caballero de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén, Miembro de la Real Asociación de Hidalgos de España. Máster en Derecho Nobiliario, Heráldica y Genealogía (UNED). Autor de 55 libros y más de 700 artículos.
Santo Domingo de Guzmán. Fundador de la orden de los Dominicos (Predicadores)
Fundador de los Dominicos (Orden de Predicadores). Contemporáneo de San Francisco de Asís y maestro de Santo Tomás de Aquino. Se le atribuye haber recibido de la Virgen el Santo Rosario, aunque parece ser que su práctica era anterior.
Domingo nació en Caleruega (Burgos), en 1170, perteneciente por entonces a la diócesis de Osma, en el seno de una familia noble (hidalga), profundamente creyente y muy encumbrada. Sus padres, don Félix Núñez de Guzmán y doña Juana de Aza (declarada beata), parientes de reyes castellanos y de León, Aragón, Navarra y Portugal. Sobrino nieto, por línea materna, de los condes-don Pedro y don Rodrigo González de Lara. Su abuelo era don Ruy Núñez de Guzmán, señor de la Villa de Guzmán, en la provincia de Burgos. Tuvo dos hermanos, Antonio y Manés.
De los siete a los catorce años, bajo la preceptoría de su tío el Arcipreste don Gonzalo de Aza, recibió esmerada formación moral y cultural. En este tiempo, transcurrido en su mayor parte en Gumiel de Izán (Burgos), despertó su vocación hacia el estado eclesiástico. De los catorce a los veintiocho, vivió en Palencia: seis cursos estudiando Artes (Humanidades superiores y Filosofía); cuatro, Teología; y otros cuatro como profesor del Estudio General de Palencia. Fue nombrado subprior del capítulo de los canónigos regulares de Osma (Soria).
En 1205, por encargo del Rey Alfonso VIII de Castilla, acompaña al Obispo de Osma, Diego de Acebes, como embajador extraordinario para concertar en la corte danesa las bodas del príncipe Fernando con una princesa danesa que, aunque acordada, finalmente no se realizó. Con este motivo, tuvo que hacer nuevos viajes, siempre acompañando al obispo Diego a Dinamarca y a Roma, decidiéndose durante ellos su destino y clarificándose definitivamente su ya antigua vocación misionera.
En sus idas y venidas a través de Francia, conoció los estragos que en las almas producía la herejía albigense. De acuerdo con el Papa Inocencio III, en 1206, al terminar las embajadas, se estableció en el Langüedoc (sur de Francia), como predicador de la verdad entre los cátaros. Ese mismo año funda el monasterio para conversas albigenses de Prouille (cerca de Franjeaux, Francia), a las que puso bajo la regla agustiniana. Tas el asesinato de su legado Pedro de Castelnau en 1208, el papa organizó una cruzada contra los albigenses (1209-1213); Domingo de Guzmán se negó a participar en ella e insistió en la predicación como único medio para erradicar la herejía.
En 1215, y con la participación de Foulques, obispo de Toulouse, organizó un grupo con varios compañeros con el propósito de formar una congregación que se dedicase a la predicación y a la enseñanza. Así, tras rechazar varios obispados (Conserans, Béziers y Comminges, para los que había sido elegido canónicamente), en 1215, después de fundar una casa en Toulouse que había sido cedida por Pedro de Seila, marchó a Roma durante la celebración del III Concilio de Letrán para obtener del papa Honorio III la confirmación de su fundación. Además de ésta, que le fue otorgada en diciembre de 1216, Domingo consiguió para la congregación el título de “predicadores” en enero del año siguiente. Una vez instruidos los dieciséis integrantes de la orden, en agosto de 1218 los distribuyó entre las ciudades de París, Madrid, Bolonia y Roma con el fin de que continuasen la obra,
Domingo, mientras tanto, se dedicó a la organización de la congregación, que celebró su primer capítulo general en 1220 en Bolonia (Italia), y en el transcurso del cual le otorgó un estatuto original de pobreza mendicante basado en la legislación de la Orden de Grandmont. Al año siguiente, motivado por el crecimiento de la congregación, convocó el segundo capítulo general de la orden, durante el cual la dividió en ocho provincias y organizó una campaña de predicación en Lombardía (Italia). Falleció en Bolonia el día 6 de agosto del año 1221, de regreso de un viaje a Venecia; sus restos yacen en una capilla de la iglesia del convento dominico de Bolonia. Fue canonizado por Gregorio IX por medio de la bula Fons sapientae el 3 de julio de 1234. Su fiesta se celebra el 8 de agosto.
La leyenda narra que el surgimiento del Santo Rosario se debió a que María se lo entregó, en 1221, a Santo Domingo de Guzmán.
En el año 1214 Santo Domingo, el fundador de la Orden de los Predicadores (o Dominicos), estaba angustiado porque estaba fracasando en su intento de convertir a los herejes cátaros albigenses. Santo Domingo se lo atribuyó a la profundidad y gravedad de la pecaminosidad de los herejes y al mal ejemplo de los católicos.
Así que se fue solo al bosque y lloró y oró continuamente por tres días para aplacar la ira del Dios Todopoderoso. Azotó su cuerpo y torturó su carne. Por el ayuno, el dolor y el agotamiento, él pasó a un estado de coma. En esa circunstancia Domingo experimentó una aparición de María Santísima, mientras estaba en estado de coma, que unió a Santo Domingo con el Rosario.
Si bien es cierto que Santo Domingo fue el hombre de su época que más contribuyó a la formación y difusión del Rosario –movido por una gracia singular-, esta oración no fue una fórmula precisa y fija que la Virgen le entregara al santo, sino que sufrió cambios con el paso de los siglos. El Rosario, en su forma medieval, era más flexible que en la actual.
Publicado en el blog «Hidalgos en la Historia» cuyo blogmaster es D. J. Manuel Huidobro