GALERÍA DE MONÁRQUICOS ESPAÑOLES: DON JUAN DE BORBÓN Y BATTEMBERG; por D. Daniel Jesús García Riol
D. Daniel Jesús García Riol, Honorable Caballero de esta Casa Troncal de Los Doce Linajes de Soria y Caballero de la Hermandad Nacional Monárquica de España (entre otras muchas distinciones), nos ofrece este magnífico ensayo sobre DON JUAN DE BORBÓN Y BATTEMBERG, publicado en su estupendo blog «SALÓN DEL TRONO» (que recomendamos) y que amablemente nos cede para su reproducción en esta su Casa Troncal.
Fuente: http://salondeltrono.blogspot.com.es/2016/04/galeria-de-monarquicos-espanoles-y-x.html?spref=fb
GALERÍA DE MONÁRQUICOS ESPAÑOLES y (X): DON JUAN DE BORBÓN Y BATTEMBERG
Culminamos hoy nuestra «Galería de monárquicos españoles» con la figura de Don Juan. Hijo de rey y padre de rey, nunca ciñó la corona, pero mantuvo durante largas décadas de exilio, la Jefatura de la Casa Real de España que recibiera de manos de su padre don Alfonso XIII.
Una vida entregada a la causa monárquica y a la restauración borbónica en nuestro país.
Don Juan de Borbón y Battenberg nació el el Palacio del Real Sitio de La Granja de San Ildefonso (Segovia), el 20 de junio de 1913. Fue el tercer hijo de SS.MM. los reyes de España, don Alfonso XIII y doña Victoria Eugenia de Battemberg. El 16 de mayo de 1927 su padre le nombra caballero de la Insigne Orden del Toisón de Oro.
Tras realizar sus primeros estudios en Madrid, ingresó en la Escuela Naval Militar pero tuvo que interrumpir su formación (que continuó en la Royal Navy) al tener que partir hacia el exilio al imponerse en España la II República el 14 de abril de 1931.
Como tercer hijo varón de Alfonso XIII, no estaba destinado a heredar la corona. Sin embargo, el primogénito, Alfonso, renunció a la corona para poder casarse con una persona que no pertenecía a la realeza en 1933, y el segundo, Jaime, fue obligado a renunciar porque quedó sordo a los cuatro años de edad (aunque más tarde se arrepintió y quiso recobrar sus derechos). También se utilizó como argumento, que reforzaría la renuncia de Jaime, su enlace con una mujer que, aunque noble, no pertenecía a la realeza. A continuación venían sus dos hermanas mayores, Beatriz y María Cristina, sobre las que tuvo preferencia por ser mujeres, lo que convirtió a Juan en heredero de los derechos dinásticos de la Casa Real Española.
Don Juan de Borbón contrajo matrimonio con la princesa María de las Mercedes de Borbón y Orleans, el 12 de octubre de 1935, en la Basílica de Santa María de los Ángeles y los Martires de Roma. Tuvieron cuatro hijos: las infantas doña Pilar, doña Margarita, el malogrado infante don Alfonso y el que sería Rey Juan Carlos I.
Al comienzo de la Guerra Civil Española, con el apoyo de su padre Alfonso XIII, pretendió unirse al bando sublevado contra el gobierno de la II República. El 1 de agosto de 1936 cruzó la frontera española con la intención de incorporarse a filas, pero fue interceptado en el parador de Aranda de Duero (Burgos) y el general Fidel Dávila, que transmitía órdenes del general Emilio Mola, le instó a volver al exilio, algo que hizo de inmediato. El 2 de agosto se encontraba de regreso en el sur de Francia.
A la largo de la Guerra Civil, don Juan de Borbón intercambió algunas cartas con el general Franco, a quien manifestó su apoyo.
Desde la renuncia de Alfonso XIII como jefe de la Casa Real de España el 15 de enero de 1941 (apenas un mes antes de su muerte), don Juan se convirtió en el Pretendiente al trono de España.
Don Juan respaldó al régimen franquista en sus primeros años, lo que era coherente con sus convicciones políticas pues, durante la República, había mantenido relaciones estrechas con la derecha autoritaria de Acción Española, —uno de cuyos fundadores, Eugenio Vegas Latapié, fue su consejero durante muchos años—, y con su alineamiento con el bando nacional durante la guerra civil. Al término de ésta le envió un telegrama al general Franco felicitándole por su victoria, que acababa con el grito falangista «Arriba España». Franco le contestó haciendo referencia a los dos intentos de don Juan para luchar en el bando sublevado: «me es grato recordar que entre esa juventud admirable habéis intentado formar, solicitando reiteradamente un puesto de soldado».
La identificación con los vencedores se volvió a poner de manifiesto en enero de 1941 con motivo de la aceptación de la abdicación de su padre el rey Alfonso XIII en una ceremonia celebrada en Roma, en la que hizo referencia a la guerra civil como «esta Gran Cruzada Nacional» y volvió a repetirse durante el acto religioso celebrado en Roma el 1 de marzo de 1942 en conmemoración del primer aniversario de la muerte de su padre, durante el cual pronunció un discurso muy cercano a los principios políticos e ideológicos del franquismo.
A principios de 1941 don Juan buscó el apoyo de Alemania para la restauración de la monarquía. En abril un representante suyo viajó a Berlín para establecer un enlace directo con el ministerio de asuntos exteriores alemán pero el representante de Ribbentrop le contestó que Alemania no estaba interesada en la propuesta, aunque mantendría buenas relaciones con un gobierno «nacional» que pudiera establecerse en Madrid. A pesar del fracaso del viaje a Berlín los contactos con la Alemania nazi prosiguieron en los meses siguientes después de que don Juan se trasladara de Roma a Lausana. El embajador alemán en Madrid von Stohrrer informó a su gobierno que don Juan «se ha declarado categóricamente a favor de Alemania» y que «sean cuales sean las circunstancias, no consentirá en acceder al trono con la ayuda de los ingleses». Sin embargo, don Juan rechazó el ofrecimiento de Ribbentrop para reunirse con él en Berlín y el de Göering para participar en una cacería reservada, pero la decisión «no procedía de escrúpulos ideológicos sino que estaba fundamentada exclusivamente en el temor de que la propaganda alemana no tardase en utilizar una posible aceptación de don Juan, estorbando con ello los contactos con los británicos».
A finales de 1942 don Juan manifestó por primera vez públicamente su aspiración a ocupar el trono de España y comenzó el distanciamiento con el régimen franquista. El 11 de noviembre de 1942, sólo dos días después del inicio del desembarco de los aliados en Marruecos y Argelia, el periódico suizo Le Journal de Génève publicó unas declaraciones suyas, que serían conocidas como el Manifiesto de Ginebra, en las que, tras asegurar «que la Monarquía será restaurada y… no vacilaré un instante en ponerme a su servicio», decía: «Mi suprema ambición es la de ser el rey de una España en la cual todos los españoles, definitivamente reconciliados, podrán vivir en común». Así frente a la tesis que sostenían Franco y su asesor el capitán de navío Luis Carrero Blanco, de la Monarquía como continuidad del régimen franquista, don Juan presentaba la Monarquía como alternativa al mismo.
Tras el fracaso de las conversaciones entre los generales monárquicos y la Alianza Nacional de Fuerzas Democráticas, don Juan de Borbón envió una carta confidencial a sus partidarios dentro de España pidiéndoles opinión sobre si debía romper con el régimen franquista y publicar un manifiesto. El contenido de la carta llegó a conocimiento del general Franco quien inmediatamente ordenó al embajador español en Suiza que se entrevistara con don Juan en Lausana, donde residía. Tras la entrevista, el embajador informó a Franco del contenido de la misma mediante un telegrama en el que entre otras cosas le decía: don Juan «está preocupado por la propaganda republicana y disgustado por lo que califica de silencio del Generalísimo respecto a la Monarquía y sobre él mismo».
Finalmente, después de casi un año sin haber hecho ninguna declaración, don Juan hizo público el 19 de marzo de 1945 el Manifiesto de Lausana, en el que rompió con el franquismo. En él manifestaba que el régimen franquista «es fundamentalmente incompatible con las circunstancias presentes está creando en el mundo», es decir, con la victoria aliada, por lo que pedía a Franco que dejara paso a la «Monarquía tradicional» pues sólo ella «puede ser instrumento de paz y de concordia para reconciliar a los españoles».
El manifiesto fue silenciado por la prensa y la radio españolas, aunque sí lo difundió la BBC. El 25 de marzo don Juan pidió a sus partidarios que dimitieran de sus cargos, pero sólo lo hicieron dos de ellos: el XVII duque de Alba, Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó, que renunció a la embajada en Londres; y el general Alfonso de Orléans y Borbón, duque de Sevilla, que dimitió de su cargo de inspector de las fuerzas aéreas.
La reacción del general Franco fue inmediata. Desterró al general de Orleáns a la finca que poseía en Cádiz y envió dos emisarios, los católicos Alberto Martín Artajo y Joaquín Ruiz Jiménez, a que comunicaran a don Juan el total apoyo del Ejército, de la Iglesia, del partido único FET y de las JONS y de la mayoría de los monárquicos al régimen franquista. El 20 de marzo convocó el Consejo Superior del Ejército que estuvo reunido tres días y allí rechazó la petición de Kindelán de que se restaurara la monarquía.
Dos años después, en marzo de 1947, el general Franco promulgó la Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado, en la que se otorgaba de modo vitalicio la «Jefatura del Estado» al «Caudillo de España y de la Cruzada, Generalísimo de los Ejércitos», y cuyo artículo 6° confería a Franco el derecho a designar sucesor «a título de Rey o de Regente» «en cualquier momento» y con plena capacidad de revocación de su decisión. Así pues, la Monarquía no sería restaurada sino instaurada en la persona de la realeza que el general Franco decidiera.
El contenido de la Ley de Sucesión fue conocido por don Juan de Borbón antes de que se promulgase gracias a la entrevista que mantuvo con el enviado de Franco, Luis Carrero Blanco. Al no hacerse mención a ningún derecho dinástico de sucesión, la respuesta de don Juan no se hizo esperar en forma de una nueva declaración —el Manifiesto de Estoril del 7 de abril de 1947— en la que rechazó la Ley y defendió los derechos hereditarios de sucesión al trono, que recaían en su persona. Este mensaje no se hizo público en España, donde la prensa lanzó una campaña contra «el pretendiente».
La rehabilitación internacional del régimen franquista y la aprobación en referéndum de la Ley de Sucesión en julio de 1947 debilitó hasta tal punto a la opción monárquica, que don Juan de Borbón cambió de estrategia respecto a Franco y el 25 de agosto de 1948 se entrevistó con el Generalísimo en su yate «Azor», anclado en el golfo de Vizcaya, acudiendo a dicha entrevista a bordo del balandro Saltillo. Como resultado de la misma se acordó que el hijo de don Juan, Juan Carlos de Borbón, se educaría en España bajo la tutela del general Franco —el 7 de noviembre el príncipe, de 10 años de edad, llegaba a España—. La entrevista había sido promovida por los monárquicos colaboracionistas, como el duque de Sotomayor y Julio Danvila, y a la misma el general se hizo acompañar por el infante Jaime de Borbón, hermano mayor de don Juan, quizá como recordatorio de que había recambios en la pugna por la restauración de la Monarquía.
El acuerdo alcanzado entre Franco y don Juan, suponía un reconocimiento implícito de la legitimidad del régimen franquista, y dejó sin efecto el pacto formalizado en San Juan de Luz, tres días después, entre José María Gil Robles, en representación de los monárquicos juanistas no colaboracionistas de la Confederación de Fuerzas Monárquicas, e Indalewcio Prieto, en representación de una parte de la oposición republicana, en el que habían acordado luchar conjuntamente para derribar a la dictadura franquista, tras lo cual se formaría un gobierno provisional que convocaría un plebiscito para decidir el «régimen político definitivo», republicano o monárquico.
En julio de 1951 don Juan escribió una carta a Franco en la que rechazaba la colaboración de los monárquicos con los socialistas y en la que le decía: «Pongámonos de acuerdo para preparar un régimen estable». Aunque Franco hizo caso omiso de la propuesta, don Juan proseguiría el acercamiento al franquismo durante la década de los cincuenta, entrevistándose en secreto con el general Franco en una finca extremeña propiedad del conde de Ruiseñada a finales de 1954.
En 1956 sufrió un duro golpe que afectó a su familia: la muerte accidental de su hijo más pequeño, el infante Alfonso, de 14 años, mientras jugaba con un revólver con su hermano Juan Carlos, durante las vacaciones de Semana Santa de 1956 en la residencia familiar de Estoril.
El nombramiento de Juan Carlos como sucesor de Franco con el título de rey en la Jefatura del Estado, que se produjo oficialmente el 19 de julio de 1969, y la aceptación por parte de Juan Carlos de dicho cargo, provocó el distanciamiento entre padre e hijo durante algunos años, pues Don Juan se negó a ceder los derechos dinásticos que le había entregado su padre, Alfonso XIII, al no tolerar que su hijo aceptara ser rey de la monarquía instaurada por el general Franco (hasta el 9 de marzo de 1976 no tuvo el primer encuentro con su hijo tras su proclamación como rey. Para ello hizo un viaje a Madrid desde Lisboa, volviendo el mismo día).
Tras la muerte Franco, Juan Carlos I fue proclamado oficialmente rey de España el 22 de noviembre de 1975, pero don Juan seguía siendo el depositario de los derechos dinásticos.
El 14 de mayo de 1977, en una sencilla y breve ceremonia celebrada en el ámbito familiar del Palacio de la Zarzuela, don Juan renunció oficialmente a sus derechos dinásticos, cediendo a su hijo la jefatura de la Familia y Casa Real de España que había ostentado desde el 15 de enero de 1941.
Mantuvo durante el resto de su vida el título de conde de Barcelona, vinculado al titular de la corona española y que ya había usado durante su exilio.
Fue nombrado almirante honorario de la Armada Española el 8 de julio de 1978. El gobierno le ascendió el 4 de diciembre de 1988 a capitán general de la Armada Española.
En 1990 se le diagnosticó en el Memorial Hospital de Nueva York un cáncer de laringe, enfermedad que le provocó la muerte el 1 de abril de 1993, a los 79 años de edad, en la Clínica Universitaria de Pamplona (Navarra).
Fue enterrado en el Monasterio de El Escorial con honores de rey de España.
De haber reinado, don Juan de Borbón lo habría hecho como Juan III de España, y diversos sectores monárquicos propugnan que se le reconozca como rey a pesar de no haber sido monarca.
En el Panteón de Reyes del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial se encuentra su sepulcro con la inscripción latina: «Ioannes III, comes Barcinonae» («Juan III, conde de Barcelona»).