Plaza Mayor n° 6, Soria, España

Archivos diarios: 20 septiembre, 2015

20 09, 2015

PATRIA Y CABALLERÍA; por D. José María de Montells y Galan

Por |2020-11-13T03:41:30+01:00domingo, septiembre 20, 2015|

D. José María Montells

D. José María Montells

Reflexiones sobre un pasado de tremenda actualidad, que nos deja en un magnífico artículo del Excmo. Sr. D. José María de Montells y Galan, Juez de Armas de la Orden Militar y Hospitalaria de San Lázaro de Jerusalén y Vizconde de Portadei.

Ta y como él mismo expresa:

PATRIA Y CABALLERÍA

 

«Otra vez ante la ofensiva de un separatismo voraz e insaciable, vuelvo a rescatar un texto mío de 2006, que sirvió de introducción a un libro Registro de ordenes de Caballería del Reino de España que escribimos junto a mi dilecto Alfredo Escudero. Ya sé que no es políticamente correcto, pero creo necesario volver a publicarlo ante tanta memez y tanta zarandaja. Tan sólo sea por dejar tranquila mi conciencia.» 

Artículo que con gran placer reproducimos a continuación:

PATRIA Y CABALLERÍA

Armas de la Orden de San Lázaro de Jerusalén por Carlos Navarro

Armas de la Orden de San Lázaro de Jerusalén por Carlos Navarro

   De todos es sabido, aunque sea silenciado en nuestro tiempo, que el triunfo de la Revolución Francesa trajo aparejado, entre otros males, la negación absoluta del espíritu estamental, al propugnar, como paradigmática, la superioridad del principio político del individualismo sobre el corporativismo. Como desastrosa consecuencia, el hombre moderno quedó aislado frente a los poderosos, mientras se encendía la llama romántica de los nacionalismos y se cortaban los vínculos con el mundo aristocrático y cristiano. Sin Dios ni tradición, una nueva era de barbarie y fanatismo se adueñó de Europa. Así, la antigua caballería apareció ante los ojos de todos como una cáscara vacía e inútil. Sin embargo, precisamente la grosera y aplastante victoria de conceptos tan abstractos e indefinidos como el de libertad e igualdad, propició una vuelta a las antiguas tradiciones medievales y renacentistas.

   El hombre nuevo, creado por la diosa Razón buscó, como lo hicieran antes sus predecesores, su integración en corporaciones que mantenían casi clandestinamente el culto a un pasado más glorioso y más humano. Las órdenes de caballería se constituyen entonces en el medio más apropiado para que la persona realice en su proporción, determinados valores absolutos.

   El siglo XX asiste también a una formidable lucha de la Tradición contra la Revolución triunfante. Y si bien hay un combate denodado por el restablecimiento del orden natural de las cosas y por la defensa de la Fe, el ateísmo materialista impone finalmente su visión nihilista de la Historia. La resistencia popular a estos desmanes (con ejemplos heroicos en nuestra Patria) se ve ahora ensombrecida por la tergiversación interesada de la verdad que nos presenta el inmediato pasado como una época terrible y oscura, sin que nadie, salvo honrosas excepciones, denuncie los excesos revolucionarios particularmente crueles en nuestro suelo y la grave responsabilidad por lo acontecido después, de una mezquina e innoble clase política subyugada por los totalitarismos europeos de una u otra condición.

   La posguerra trajo consigo, tras el atroz paréntesis de terror y persecución religiosa de la guerra misma, un legítimo interés por aquellas instituciones que aseguraban la devoción por la fe, la patria, la dama ideal y la familia. Durante estos breves períodos de reencuentro con los orígenes, apenas una luz entre las mendaces sombras, las ordenes de caballería hallaron su acomodo en la realización de metas caritativas y hospitalarias que estaban en sus objetivos religiosos y asistenciales desde los primeros tiempos. También se propició, una vuelta a arquetipos humanos como el españolísimo Don Quijote que, maltrecho y combatido, no ceja en su idealismo y pureza caballeresca. Me malicio que Cervantes quiso ridiculizar en él, un mundo aristocrático que ya había entrado en crisis y a pesar de todo, el de la Triste Figura, logró salir airoso de la prueba y triunfar plenamente sobre la burla, con su generoso desvarío. Una locura contagiosa que hace a los hombres mejores. Hasta Sancho, se impregnó de ese espíritu de servicio a los desvalidos que animaba el exaltado corazón del hidalgo. Lo que se pretendió sátira, quedó en apología.

   Hoy, como ayer, se cuestiona igualmente la vigencia de las órdenes de caballería, en una sociedad enferma que no comprende ni su significado ni se interesa por su historia, desprovista como está, de asideros religiosos donde acogerse y entregada a la vulgar admiración del triunfo fácil en lo económico y en lo social. Los espesos modelos televisivos han impuesto una visión superficial, simplista y zafia de todo lo que nos rodea. Los jóvenes carecen de cualquier referencia ética o moral. Se procura borrar de las mentes cualquier noción de amor por el prójimo, de renuncia o sacrificio. Hay una negación filosófica del Mal, que es ya el Mal mismo. Una suerte de inversión de los valores y de las costumbres invita a los individuos a toda clase de barbaridades y dislates, con la cómplice aquiescencia de los poderes públicos, en aras de una pureza democrática mal entendida y peor interpretada.

Asistimos atónitos al intento de reinventar España desde ideologías contrarias a su mera existencia, creadoras de una historia legendaria e inexistente de confrontación y sometimiento, mientras se trata de adormecer el cuerpo sano de las Españas que se mantiene vivo pese a todo, frente a esa vaga definición tan repetida ahora de que España constituye una nación de naciones, un estado plurinacional.

   España, creo yo, es más que eso, mucho más que una nación de naciones, es una Patria. Una Patria es un sistema de complicidades históricas y de certezas íntimas, un conjunto de secretos conocidos colectivamente, una tupida red de emociones vividas en común. España posee unos rasgos propios, únicos, insustituibles que conforman su singularidad en la historia y en el mundo. España no es solamente el territorio donde hemos nacido. España es también una religión, una cultura, un idioma y una historia propia. España es una forma de ser cristiano, de ser católico, de ser religioso. No hay otra igual. Hay también una forma exclusiva de expresar las ideas, de comunicar los sentimientos, de describir los hechos.

 Hay asimismo una manera de ser histórica, permanente, casi, casi inmutable. Según nuestra recta doctrina tradicional, nuestra Patria es un conjunto de pueblos, de dentro y de más allá de la Península Ibérica, que rezan a un mismo Dios, hablan un mismo idioma y acatan a un mismo Rey.

   La defensa de la Patria está en los orígenes de todas las ordenes e instituciones caballerescas españolas como uno de sus primeros y más trascendentes ideales. Un pudor incomprensible, que solo puede atribuirse al alejamiento prudente y paulatino de todas las corporaciones del espacio de lo político, ha relegado este principio a su mero y genérico enunciado. Confiados en un futuro prometedor, integrados en una Europa aún por rescribir, nadie podía pensar que a comienzos del siglo XXI, la Patria (la misma del siglo XIII) estuviera en peligro. 

   No es hora de defender a la Patria con las armas en la mano, como antaño, pero conviene ir recuperando para las instituciones de la caballería el discurso de lo patriótico. En esto también, el Papa Juan Pablo II nos ha señalado el camino. Su amor a la historia de nuestra Patria, su defensa del papel histórico de España en el mundo, ha sido tan evidente que constituye toda una lección para los españoles olvidadizos de nuestro tiempo.

   La beatificación de los mártires de la Guerra Civil, perseguidos por el marxismo, es una contribución de primera magnitud para restablecer la Verdad de nuestro acontecer reciente.

   Fracasada la creación artificial del hombre nuevo, sin raíces y sin compromisos con el pasado, debemos insistir en que somos parte de una herencia a defender y transmitir intacta a las generaciones que nos sucederán. Las Patrias desaparecen. En la crónica de la humanidad, grandes patrias han sucumbido a la destrucción de su destino. España, como un todo, más que un recuerdo, es una meta, un destino, en palabras de Julián Marías.

   Las instituciones caballerescas, que han encontrado, en el ejercicio de la caridad, en la atención al desvalido y al enfermo, una razón de ser en el mundo de hoy, no deben olvidar tampoco que sus raíces primigenias están en la defensa de la Patria y que su contribución debe hacerse hoy con las ideas, ya que con ideas (viciadas, inventadas, falaces) se la ataca. Estamos ante una crisis sin precedentes, piénsese que se discuten todos los conceptos, los principios, los valores y las normas por las que nos hemos regido. Por ello, se hace necesario que las instituciones sociales (todas y las corporaciones caballerescas, con más razón) retomen los sueños, las esperanzas y los milagros que hicieron a España. Esa vibración del alma colectiva que hace a los pueblos grandes. Esa mística que no se ve de la que está hecha nuestra propia identidad como españoles. 

20 09, 2015

D. Francisco López de Gómara, escritor e historiador soriano del siglo XVI

Por |2020-11-13T03:41:31+01:00domingo, septiembre 20, 2015|

 D. Alfredo López Ares, colaborador de este blog de la Casa Troncal de Los Doce Linajes, nos remite estas interesantes portadas de libros del  escritor e historiador soriano del siglo XVI D. Francisco López de Gómara para su publicación.

López de Gómara, Francisco (1511-ca. 1562)

Francisco López de Gómara

Francisco López de Gómara

   Escritor e historiador español, nacido en Gómara (Soria) en 1511 y fallecido en el mismo lugar hacia 1562, que fue profesor de letras clásicas en Alcalá. Se ordenó sacerdote y viajó a Roma. Fue el secretario y capellán de Hernán Cortés. Su gran obra, redactada con datos suministrados por Cortés y otros exploradores, es La historia de las Indias y conquista de México (1552).

   La mayor parte de los llamados «cronistas de Indias» asocian el relato histórico propiamente dicho, la «historia moral» o descripción etnográfica y la historia natural, pero su interés desde el punto de vista de la ciencia es muy diverso. Hay un grupo muy numeroso que apenas incluye referencias a las cosas naturales. Pueden servir como ejemplos los libros de Bernal Díaz del Castillo, Juan Ginés de Sepúlveda e, incluso, la Historia de las Indias de Bartolomé de Las Casas que, como dice Esteve Barba, «relata fundamentalmente los sucesos, sin pararse demasiado a describir el escenario en que se desarrollan«. Un segundo grupo está integrado por textos también consagrados básicamente a la narración histórica, pero con una atención hacia la naturaleza considerable, aunque no llegue a la de auténticos naturalistas. Es el caso de la obra de personajes como Gonzalo Fernández de Oviedo y José de Acosta; y a dicho grupo pertenece también la Historia de las Indias (1552) de Francisco López de Gómara.

Grabado del libro "Historia General de las Indias" (1554) "Almagro en el Cuzco".

Grabado del libro «Historia General de las Indias» (1554) «Almagro en el Cuzco».

   La primera parte de la obra trata del descubrimiento y conquista del Nuevo Mundo, excepto de México, hasta 1552. La segunda parte está dedicada a México y está escrita con un estilo sencillo. Frente a Las Casas, que continuaba empeñado en que América formaba parte de las Indias orientales, Gómara contrapone el Nuevo Mundo al viejo, formado por Europa, África y Asia. En la línea abierta por Cristóbal Colón, tiene una actitud admirativa ante su naturaleza y se esfuerza por subrayar las diferencias de un mundo que «también se puede llamar nuevo por ser todas sus cosas diferentísimas de las del nuestro«. Afirma, sin embargo, su unicidad básica, tanto en el aspecto físico -«los elementos (son) una misma cosa allá y acá«- como en el antropológico, ya que los indios «de otra manera, bestias y monstruos serían, y no vendrían, como vienen, de Adán«.

   Sobre la base, casi siempre, de noticias procedentes de Fernández de Oviedo o Pedro Mártir de Anglería, describe animales, vegetales y minerales. Al ocuparse de La Española, dedica un capítulo a dos insectos -el cocuyó (Pyrophorus noctilucus) y la nigua (Tunga penetrans)- y otro al manatí.

   Expone las demás tierras descubiertas de norte a sur, comenzando por el Labrador, donde «dicen que hay grifos y que los osos, con muchos otros animales y aves, son blancos«. Muchas veces se limita a ilusiones de este tipo. Otras, en cambio, ofrece una descripción con cierto detalle e incluso una figura, como las que dedica al «guayabo» y a la «vaca corcovada». El guayabo (Psidium guayaba) «es árbol pequeño, de buena sobra y madera; envejecer presto. Tiene la hoja laurel, pero más gorda y ancha. La flor parece algo de naranjo, y huele mejor que la de jazmín. Hay muchas diferencias de guayabos y, por consiguiente, de la fruta, que es como camuesa. Una son redondas, otras largas, mas todas verdes por fuera, con unas coronillas como níspolas. Dentro son blancas o rosadas y de cuatro cuartos, como nuez, con muchos granillos en cada uno. Sazonadas son buenas, aunque agrillas; verdes restriñen como servas; maduras pierden color y sabor y crían muchos gusanos«. Las «vacas corcovadas» o bisontes «tienen una gran jiba sobre la cruz y más pelo de medio adelante que de medio atrás, y es lana. Tienen como crines sobre el espinazo y mucho pelo y muy largo de las rodillas abajo. Cuélgales por la frente grandes guedejas, y parece que tienen barbas, según los muchos pelos del garguero y varillas. Tienen la cola muy larga los machos y con un fleco grande al cabo; así que algo tienen de león y algo de camello. Finalmente, es animal feo y fiero de rostro y cuerpo; huyen dellos los caballos por su mala catadura o por nunca los haber visto«.

   La obra se reimprimió en 1553 en Medina del Campo y en 1554 en Zaragoza y Amberes. Fue prohibida porque contenía críticas hacia algunas decisiones de Carlos V, y esto hizo que cayera en olvido hasta 1717, año en que fue impresa de nuevo en una edición de Andrés González Barcia. Hubo después otras ediciones posteriores y fue traducida al italiano (1560), al inglés (1578) y al francés (1606). López de Gómara escribió también unos Anales de Carlos V, obra inédita hasta 1912, y De los hechos de los Barbarrojas, sobre la conquista española de Argel.

Obras

Aunque tampoco viajó al Nuevo Mundo, escribió muchas obras que se refieren a su conquista:

  • Historia general de las Indias
  • Historia de la conquista de México
  • Crónica de los Barbarrojas
  • Anales de Carlos V
  • Vida de Hernán Cortés
Crónica de la Nueva España: con la conquista de Mexico, y otras cosas notables: hechas por el valeroso Hernando Cortes. 1554 Francisco López de Gómara, (Gómara, Soria 1511 - Gómara, Soria 1562)

Crónica de la Nueva España: con la conquista de Mexico, y otras cosas notables: hechas por el valeroso Hernando Cortes. 1554
Francisco López de Gómara,
(Gómara, Soria 1511 – Gómara, Soria 1562)

Primera y segunda parte de la historia general de las Indias. 1553 Francisco López de Gómara, (Gómara, Soria 1511 - Gómara, Soria 1562)

Primera y segunda parte de la historia general de las Indias.
1553
Francisco López de Gómara,
(Gómara, Soria 1511 – Gómara, Soria 1562)

La conquista de Mexico.1552 Francisco López de Gómara, (Gómara, Soria 1511 - Gómara, Soria 1562) https://archive.org/details/laconquistademex00lpez

La conquista de Mexico.1552
Francisco López de Gómara,
(Gómara, Soria 1511 – Gómara, Soria 1562)
https://archive.org/details/laconquistademex00lpez

La historia general de las Indias, con todos los descubrimientos, y cosas notables que han acaescido enellas, dende que se ganaron hasta agora. 1554 Francisco López de Gómara, (Gómara, Soria 1511 - Gómara, Soria 1562)

La historia general de las Indias, con todos los descubrimientos, y cosas notables que han acaescido enellas, dende que se ganaron hasta agora.
1554
Francisco López de Gómara,
(Gómara, Soria 1511 – Gómara, Soria 1562)

Bibliografía

Fuentes:

Historia General de las Indias… (Zaragoza: Agustín Millán, 1552).
Primera y Segunda parte de la historia general de las Indias… (Medina del Campo: Guillermo de Millis, 1553). Sobre las reediciones y traducciones, cf. el libro de J. M. López Piñero y M. L. López Terrada citado en el siguiente apartado.

Estudios

LÓPEZ PIÑERO, J. M. (et al.). Los impresos científicos españoles de los siglos XV y XVI. Inventario, bibliometría y thesaurus. (Valencia: Cátedra de Historia de la Medicina, 1982).
COLMEIRO, M. La Botánica y los botánicos de la Península Hispano-lusitana. Estudios bibliográficos y biográficos. (Madrid: M. Rivadeneyra, 1858,

[p. 27]).

JOS, E. «El cronista de Indias Francisco López de Gómara. Aspectos biográficos», en Revista de Occidente, nº 18, 1927. (pp. 274-278).
ESTEVE BARBA, F. Cultura virreinal. (Barcelona: Salvat, 1965).
———————— Historiografía indiana. (Madrid, Gredos, 1964).
LÓPEZ PIÑERO, J. M. y LÓPEZ TERRADA, M. L. La influencia española en la introducción en Europa de las plantas americanas, 1493-1623. (Valencia: Instituto de Estudios Documentales e Históricos sobre la Ciencia, 1997).
PARDO TOMÁS, J. y LÓPEZ TERRADA, M. L. Las primeras noticias sobre las plantas americanas en las relaciones de viajes y crónicas de Indias (1493-1553). (Valencia: Instituto de Estudios Documentales e Históricos sobre la Ciencia, 1993).

Fuente: Texto extraído de http://www.mcnbiografias.com/

Ir a Arriba