AL ENCUENTRO DEL REY DE LOS AFROBOLIVIANOS (I).

Por |2020-11-13T03:47:23+01:00miércoles, noviembre 16, 2011|

Por el Dr. Francisco M. de las Heras y Borrero, Presidente de la Diputación de Linajes de esta Casa Troncal.
I PARTE.
Orígenes de la Casa Real Afro-boliviana.
Entre los asuntos prioritarios que llevaba en la agenda de mi reciente viaje a Bolivia, figuraba el encuentro con don Julio Pinedo, Rey de los afro descendientes de aquel país.
Sobrecogedor paisaje camino de Mururata.
Los bolivianos de ascendencia africana, unos 35.000 en la actualidad, se encuentran localizados en su mayoría en las regiones de Los Yungas, en la provincia Inquisivi, y en La Paz. También hay familias de afro descendientes en Santa Cruz, Cochabamba, Chuquisaca (Sucre), Potosí y Oruro.
Un alto en el camino.
Carreteras cortadas, puentes destruidos formaban parte del itinerario a Mururata.
Averiguar dónde vive el Rey no fue tarea fácil. Por fin, y por una de esas casualidades que solemos encontrar cuando nos afanamos en algo, días antes de iniciar mi viaje, había tomado contacto con un joven dirigente de la Comunidad Afro-boliviana, Edgar Gemio Zabala, quien amable y eficazmente resolvió esta cuestión, brindándose, además, a acompañarme hasta donde vive el mismísimo Rey Don Julio.
Entrada a Mururata – Al fondo la casa del Rey Julio Pinedo.
 
El lider comunitario Edgard Gemio Zabala acompañado de una representante de la comunidad.
A 96 kilómetros de La Paz y tras cuatro horas de un cansado viaje a través de carreteras y caminos difícilmente transitables, pero gozando de una maravillosa y hermosa vista de valles y montañas, que nunca olvidaremos, llegamos a la pequeña localidad de Mururata, donde habita un puñado de familias de ascendencia africana.
Aquí, en una esquina, a escasos metros de la sencilla plaza, en cuyo centro se alza un deteriorado templete donde toca la banda de música los días de fiesta mayor, se encuentra la modesta vivienda de Don Julio Pinedo, Rey de la Comunidad Afro-boliviana, descendiente directo del Príncipe Uchicho, de origen Kikongo (1) , hijo del Rey de una tribu del Senegal, traído a Bolivia hacia 1820 en uno de los últimos contingentes de esclavos y que terminaría trabajando en la Hacienda del Marqués de Pinedo, en la zona de Los Yungas, al norte del Departamento de La Paz.
Edgar Gemio Zabala y el Principe Rolando en la plaza de Mururata.
Este personaje de la nobleza negra fue pronto identificado y reconocido por los otros africanos como su Rey, quienes, acto seguido, comunicarían este reconocimiento a los patrones. Todos ellos se ofrecieron a trabajar media hora más al día a fin de que el Rey fuese liberado, en atención a su condición, de todo tipo de trabajo o tarea.
La identificación del Rey resultó fácil. Un día, cuando con el torso descubierto el Príncipe Uchicho se estaba lavando en un río cercano, los demás esclavos observaron las figuras, dibujos y señales inequívocas con que se marcaba en las tribus africanas a los miembros de la realeza.
Al Príncipe Uchicho lo coronaron solemnemente en 1832. Se cuenta que su padre, antes de morir, mandó su corona, su capa, su bastón de mando y un chaleco bordado en oro y plata para tal ocasión.

Fotos y reconocimientos regios cuelgan de las paredes de la casa del Rey Afroboliviano.
A Uchicho le sucedió Bonifaz, quien siguiendo la costumbre adoptó el apellido de sus patrones, Pinedo. Después sucederían los reyes José y Bonifacio, coronado en 1932, a quien todavía recuerdan los más ancianos de la zona.
El Rey Bonifacio presidía las fiestas de San Benito en Mururata, siendo llevado en andas por la respetuosa multitud negra. Iba vestido con lujosa ropa y todos los atributos de la realeza: corona, cetro, banda y capa bordada.
Estas celebraciones se realizaban con gran boato y todo el entusiasmo de que eran capaces los negros de Yungas. El Rey daba inicio a los bailes interpretando la “zemba”, provisto de un mortero y lanzando frases y exclamaciones laudatorias a su raza y la gente que le acompañaba. A continuación se bailaban el “tundiqui” y la “saya”, con el ritmo marcado por el “tam-tam” de los tambores africanos (2) .
Don Bonifacio Pinedo, que falleció en 1954, tuvo varias hijas, tratadas como princesas por la comunidad. La mayor, Aurora, se unió a Genaro, siendo los padres de cuatro varones: Julio (actual Rey), Justino, Hermenegildo y Gabriel, los tres últimos ya fallecidos.
Tumba donde reposan los restos del Rey Bonifacio en los alrrededores de Mururata.
Justino se unió a Marcelina Rey, quienes engendraron a Emiliana. Ésta, unida a Valentín Mendoza, trajo al mundo a Lisette (10 años), Alexander (8 años), Darlen (7 años) y Erika (5 años).
Don Julio Pinedo, nació en Mururata un 19 de febrero de 1942 y desde hace casi cincuenta años se encuentra unido en matrimonio a Angélica Larrea. Son los padres del Príncipe Rolando, el heredero, nacido el 30 de julio de 1994 (3).
Francisco M de las Heras con el Rey Julio y la Reina Angelica.
Llegamos a casa del Rey sin cita previa. En seguida fuimos recibidos por su esposa, la Reina Doña Angélica Larrea, que regenta en la planta baja de la vivienda un pequeño negocio de víveres y productos de uso doméstico. Por sus paredes lucen desgastados retratos de coronaciones reales. Don Julio, como campesino, se encontraba ausente, ocupado en las faenas agrícolas.
Mientras esperábamos la llegada del Rey, tuvimos ocasión de charlar con la Reina, sabedora del importante papel que juega su marido en la Comunidad Afro – boliviana. Doña Angélica, mujer inteligente, muy trabajadora y responsable, fue en dos ocasiones, a partir de 1997, alcaldesa de Mururata, y bajo su gestión se consiguió el agua potable y la construcción de la plaza pública, entre otros logros(4) .
Doña Angelica Larrea, Reina de los afro descendientes.
Doña Angélica ha dejado plasmada en un emotivo relato los instantes más significativos de su vida (5) , entre los que figuran los años vividos junto al Rey:
“Me hice joven y conocí al que ahora es mi esposo. Esto pasó en Coroico(6) un fin de semana, porque él iba algunos sábados a visitar a sus amigos y también a su abuelita. Mi marido es el mayor de los hermanos de mi finada suegra que murió hace mucho tiempo, cuando mi esposo tenía solamente dos años (…). Mi marido quería mucho a su abuela, porque después de la muerte de su madre, ella lo había criado y educado, por lo que su muerte fue muy dolorosa (….). Mientras enamoraba, no sabía que me iba a casar con un futuro Rey, eso ni pasaba por mi mente; hasta que llegó el día de mi matrimonio: todo fue muy bonito porque bailamos con la saya que es la música de nuestro pueblo y compartimos las costumbres de los afro-bolivianos. En aquella época, nuestra música no era conocida en ninguna parte, sólo la cantábamos en ocasiones especiales. Ahora ya están empezando a hacerla conocer en todas partes, incluso en el exterior. Eso es bueno, porque así saben que los afro-bolivianos, que la raza negra, existimos en este país y en el mundo. Pasó el tiempo y mi vida de casada fue tranquila trabajando junto con mi marido. Él es muy comprensivo y siempre me ha apoyado”.
Francisco M de las Heras con el Rey Afroboliviano.
El Príncipe heredero Rolando, de 17 años, es un chico muy despierto, que quiere dar lo mejor de sí mismo para bien de su pueblo. Está ilusionado con comenzar el año próximo sus estudios universitarios de ingeniería civil, para lo que tendrá que residir en La Paz. Con humildad me confiesa que siente una gran responsabilidad y un gran deseo por ser el digno continuador de su estirpe. La mejora de las condiciones de vida de su pueblo es su obsesión.
Finalmente, casi a la caída de la tarde, llega Don Julio Pinedo. Su condición de campesino no le quita ni un ápice de su porte digno y noble rango.



El Principe Orlando con Francisco M de las Heras.

Le comuniqué el apoyo y solidaridad de Su Majestad Tedjini I, Emperador de Wagadou-Ghana, quien expresamente me había encomendado notificarle la concesión de una dignidad de la Imperial Casa, que Don Julio, de inmediato, acepta gradecido.

Se muestra con nosotros muy atento y cordial. Sabe escuchar, sabe administrar sus silencios, y cuando habla encuentra la palabra justa y oportuna. Me dice que la Parroquia y la Comunidad le están construyendo unas oficinas donde poder atender con cierto decoro las visitas de personalidades, que con mayor frecuencia cada día recibe. Quiere permanecer al lado de su pueblo, donde vivieron sus antepasados. Acepta su responsabilidad de Rey de los Negros Bolivianos y lo que esto significa social y políticamente. Es muy consciente del papel que la actual Constitución de 2009 reconoce a las instituciones tradicionales de la Comunidad Afro – boliviana. Hablamos de proyectos e iniciativas.

Iglesia de Mururata.
La tarde sigue avanzando. Tememos el regreso a La Paz por esas carreteras y caminos que, salvo a mis dos acompañantes bolivianos, infunden pavor a cualquier mortal.
Me despido de la Familia Real Afro-boliviana. Quedamos en que seguiremos manteniendo el contacto. El Príncipe Orlando me da su correo electrónico, es un experto comunicador en todas las redes sociales.
“¿Cuándo volverá por aquí?”, me pregunta el Rey. “Cada vez que su Majestad lo requiera”, le contesto.
Iniciamos nuestro regreso. A los pocos metros, con un sol cada vez más debilitado, el “cuatro por cuatro” había dejado difuminada la silueta de Mururata…”Ciudad Real de Mururata”, musitamos en nuestro interior.

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(1)Mario Montaño Aragón, “Guia Etnográfica Lingüística de Bolivia”, Editorial Don Bosco, La Paz, Bolivia, 1992. Capítulo “La Familia Negra en Bolivia”, página 238.
(2)Mario Montaño Aragón, “Guia Etnográfica Lingüística de Bolivia”, Editorial Don Bisco, La Paz, Bolivia, 1992. Capítulo “La Familia Negra en Bolivia”, páginas 247 – 248.
(3)Todos estos datos genealógicos de la familia del Rey Julio Pinedo me fueron comunicados por la Reina Angélica en la conversación que mantuvimos el 24 de octubre de 2011 en Mururata.
(4)Yolanda Zeballos y Álvaro Cisneros, “Los Instantes de mi vida”, Ministerio de Desarrollo y Planificación, Viceministerio de Asuntos de Género, Generacionales y Familia. Capítulo “La Reina de los Yungas, Angélica Larrea”, página 33.
(5)Yolanda Zeballos y Álvaro Cisneros, “Los Instantes de mi vida”, Ministerio de Desarrollo y Planificación, Viceministerio de Asuntos de Género, Generacionales y Familia. Capítulo “La Reina de los Yungas, Angélica Larrea”, páginas 31 – 32.
(6)Mururata depende administrativamente de Coroico, primer destino turístico de Los Yungas, de quien dista 16 kilómetros.