DICTAMEN JURÍDICO. LA NOBLEZA NO TITULADA EN ESPAÑA
Real Asociación de Hidalgos de España
DICTAMEN JURÍDICO. LA NOBLEZA NO TITULADA EN ESPAÑA
Reproducimos a continuación el Sumario:
Y asimismo, las Conclusiones del mismo:
Real Asociación de Hidalgos de España
DICTAMEN JURÍDICO. LA NOBLEZA NO TITULADA EN ESPAÑA
Reproducimos a continuación el Sumario:
Y asimismo, las Conclusiones del mismo:
Presentación en Madrid del libro «El Vizcondado de Campo Grande»
El pasado día 2 de febrero, en el Centro Asturiano de Madrid, fue presentado el libro “El Vizcondado de Campo Grande”, del que es autora la Dra. Dª Carmen López Cerezano, y cuyo tema era además su discurso de ingreso en el Colegio Heráldico de España y de las Indias.
El acto era también un homenaje a don Ramón Gutiérrez y Álvarez de Tejera, V vizconde de Campo Grande, Consejero Magistral del Cuerpo de la Nobleza del Principado de Asturias, recientemente fallecido.
Fue presidido por don Valentín Martínez Otero, Presidente del Centro Asturiano, y por el marqués de Casa Real, Director del Colegio Heráldico, quien destacó entre otras muchas cosas, la magnífica labor que prestó a la Institución, D. Ramón Gutiérrez y Álvarez de Tejera, quién durante los años que ocupó el cargo de Consejero Magistral promovería un cambio y una adaptación de la nobleza asturiana al siglo XXI.
A continuación el marqués de Casa Real cedió la palabra a Manuel Rodríguez de Maribona y Dávila, Director de la Academia Asturiana de Heráldica y Genealogía, quien hizo una interesante presentación del libro, tratando diversos temas, como el del parentesco de Gaspar Melchor de Jovellanos con los vizcondes de Campo Grande, así como el de la relación de la heráldica de este prócer asturiano con la de las distintas líneas de esta importante familia. Manuel Maribona glosó también en torno a la figura de don Ramón Gutiérrez, vizconde de Campo Grande, valorando la gran amistad que los había unido durante muchos años. A continuación subrayó el ingente trabajo de la Dra. Dª Carmen López Cerezano, destacando especialmente los importantes fondos documentales que pudo consultar, entre los que se encontraban una carta del Emperador Carlos V, y que ha tenido el acierto de reproducir en el libro, junto con otros valiosos manuscritos.
Rodríguez de Maribona dio la palabra a la autora de la publicación, quien resaltó que los vizcondes de Campo Grande, pertenecen a una familia de antiquísimo y encumbrado linaje. Delineó con sumo detalle la línea agnaticia de la que procede el primer vizconde, como también señaló otras colaterales que resultan imprescindibles para conocer sobre esta importante casa.
La Dra. Dª Carmen López, que es licenciada en Farmacia, pudo desentrañar las ramas y filiaciones de este título asturiano, en presencia de varios miembros de la familia del vizconde de Campo Grande. Apuntó además datos desde el nacimiento de D. Ramón Campo Grande, en 1931, en el Castillo familiar de Blimea, hasta su defunción en Gijón el 14 de noviembre de 2014.
Seguidamente se sirvió un vino español, previo al cual, se le otorgó la medalla de Académico de Número del Colegio Heráldico de España y de las Indias, a la autora del libro, distinción que le fue impuesta por el Director del expresado Colegio, el Marqués de Casa Real, estando presente su Secretario General, el Sr. Rodríguez de Maribona.
Entre los asistentes acudieron numerosas personalidades destacando la presencia de la Embajadora de la República de Guatemala, del Dr. D. Luan Luna, de Dña. Alicia Viladomat, D. Óscar Gómez de Linares, Dña. Lolín de la Campa, Dña. Inés Fernández Muñiz, D. Rafael Portell, Dña. María Queipo de Llano y D. Alfredo Leonard, entre otros.
Libro de D. Tomás Rubio de Tejada y Fernández, recomendado por el Blog de la Casa Troncal de los Doce Linajes de Soria, para mayor conocimiento del Ilustre Solar de Tejada
http://www.solardetejada.es/asientos_elecciones.html
Libro editado por el Solar de Tejada titulado «Solar de Tejada, Asientos y Elecciones 1569 – 2008», de cuyo trabajo es autor Tomás Rubio de Tejada y Fernández. En él se recogen todos los Diviseros inscritos desde el día 14 de septiembre de 1569 hasta agosto de 2008, además de todas las Juntas de Gobierno y demás cargos, comprendidas entre dichas fechas.
El coste del libro es de 60 €, más los gastos de envío.
Podrá solicitarse a través del correo electrónico info@solardetejada.es o dirigiéndose a Solar de Tejada, apartado de correos 1138, 26080 Logroño, haciendo constar el número de ejemplares solicitados y la dirección donde desea ser recibidos.
También se han encuadernado, de esta misma edición, unos ejemplares en piel con el escudo grabado en la portada y cuyo coste es de 300 €, más gastos de envío.
El Honorable Sr.D. Vitor Escudero de Campos, Caballero Honorario y Canciller del Capítulo de La Casa Troncal de los Doce Linajes de Soria en Portugal, nos remite esta noticia que publicamos
Academia Portuguesa de Ex-Líbris
Visita Cultural
à QUADRATIM Letterpress.
Venha ver e sentir imprimir um novo Ex-Líbris…
Conforme já anunciado e dando continuidade ao Programa Académico de 2015/2016, a Academia Portuguesa de Ex-Líbris, está a organizar uma Visita Cultural às instalações do Atelier da QUADRATIM, para conhecer as técnicas de impressão artesanal de Ex-Líbris.
In loco, seremos presenteados com uma breve introdução sobre as artes tipográficas, sobre o modo de funcionamento do estúdio, apreciando as máquinas, experimentando alguns processos de composição, de imposição e de impressão. E, teremos a oportunidade de ver os Mestres Artistas, a imprimir um novo e inédito Ex-Líbris, conhecendo, assim, todos os passos desta difícil fase do seu trabalho através de uma demonstração e impressão ao vivo. No final da visita e explicação teremos, ainda, tempo para um “Porto de Honra” que nos proporcionará o Convívio desejado à boa tertúlia e à troca ou permuta de Ex-Líbris.
Esta Visita terá lugar, entre as 16.00 e as 18.00 horas, do próximo Sábado, dia 20 de Fevereiro de 2016.
Cada um deverá ir pelos seus próprios meios de transporte. Apenas solicitamos que se inscrevam, por uma questão de logística e operacionalidade, através do e-mail: vitorescudero@gmail.com
A morada da QUADRATIM Letterpress é:
Rua Sá de Miranda, 63 -Vale de Milhaços – 2855-482 Corroios
Indicações para um passeio de sábado, à tarde, indo de Lisboa: ao terminar a Ponte 25 de Abril, saír na direcção de Almada, Zona Comercial (Almada Fórum). Seguir, depois, as placas com indicação Corroios. Em Corroios, tomar como ponto de referência a Piscina Municipal de Corroios. Subir a Rua da Piscina e virar à direita na rotunda, para a Quinta da Marialva. Passar pelos prédios coloridos e virar à esquerda na 2ª rua de vivendas.
Qualquer esclarecimento, em pleno percurso, podem contactar para 962838502 (Vânia) ou 916207421 (Luís Nunes), os Mestres Artistas que não irão receber.
Não Faltem! Todos Somos Poucos para Continuar a Academia Portuguesa de Ex-Líbris.
Sempre Dedicados, com Melhores Cumprimentos,
A Direcção
Fuente original del artículo: BLOG SALÓN DEL TRONO (que recomendamos encarecidamente a nuestros lectores)
http://salondeltrono.blogspot.com.es/2016/02/la-princesa-dona-leonor-condesa-de.html?spref=fb
Suponen algunos ayuntamientos gobernados por las huestes del separatismo de toda laya, que pueden modelar la Historia a su gusto. Su desvergüenza, rayana en lo ridículo, no parece alcanzar límites. Y ahora andan pidiendo que se le retiren a la Princesa de Asturias, doña Leonor, títulos como el de Princesa de Gerona, Condesa de Cervera y hasta les molesta que sea Princesa de Viana.
Yerran en sus grotescas peticiones, porque esos títulos no emanan de la soberanía local, sino de la corona desde tiempos medievales, y están refrendados por las leyes españolas y la Constitución de 1978; el marco legal que parecen empeñados en destruir en aras de lograr su absurda quimera.
Nuestra monarquía parlamentaria es una institución básica de nuestra democracia, lo que no es óbice para que conserve, como así ha de ser, el riquísimo patrimonio histórico heredado desde muchos siglos atrás.
Afirman los munícipes de Cervera (Provincia de Lérida), que la monarquía es algo «anacrónico y desfasado». Desde «Salón del Trono» creemos que más antigua es la mentira, que nació con el ser humano; y más desfasada la envidia, que no debiera existir en una sociedad de hombres libres.
He aquí, brevemente, la historia del Condado de Cervera:
El Condado de Cervera fue creado como título nobiliario por primera vez por el rey Pedro IV de Aragón en 1353, para su hijo y heredero, el infante infante Juan. Este título, propio de los herederos al trono de la Corona de Aragón, irá siempre unido al de Príncipe de Gerona desde 1414 compartiendo sus mismas vicisitudes.
Desde el 21 de enero de 1977, los títulos del heredero de la antigua Corona de Aragón, eran ostentados de hecho por el príncipe Felipe de Borbón, si bien el real decreto de nombramiento (RD 54/1977, BOE del 22 de enero de 1977) especifica de forma explícita el de «Príncipe de Asturias y otros títulos vinculados tradicionalmente al sucesor de la Corona de España».
En cuestión sucesoria, la Constitución española de 1978 (título II, art. 57.2) indica: El Príncipe heredero, desde su nacimiento o desde que se produzca el hecho que origine el llamamiento tendrá la dignidad de Príncipe de Asturias y los demás títulos vinculados tradicionalmente al sucesor de la Corona de España.
En 1996, en una visita oficial a Cervera, el entonces Príncipe Felipe de Borbón asumió el título en una ceremonia de homenaje popular. Desde los Decretos de Nueva Planta, a principios del siglo XVIII, es el primer heredero real que lo ostentaba, si bien no ha hecho uso público de él salvo en las ocasionales visitas a Cataluña y en la ceremonia de su boda.
Doña Leonor, Princesa de Asturias, Princesa de Gerona, Princesa de Viana, Duquesa de Montblanch, Condesa de Cervera y Señora de Balaguer
El 19 de junio de 2014 accedió al trono tras la abdicación de su padre, don Juan Carlos I, con el nombre de Felipe VI, por lo que su hija, doña Leonor de Borbón, heredó todos los títulos vinculados al heredero de la Corona y que antes pertenecían a su padre.
D. Alfredo López Ares, colaborador habitual del Blog, nos remite este interesante enlace, para su publicación en el Blog de la Casa Troncal de los Doce Linajes de Soria.
Fuente:
500 Aniversario.
Toro, la batalla en la que Fernando el Católico empezó a forjar España con sangre
Medio milenio después de la muerte del monarca, recordamos la contienda que cambió el destino de la Península y analizamos el último libro de Fernando M. Laínez sobre este personaje.
De tres a seis horas. Ese escaso tiempo fue el que duró la contienda que, en 1476, cambió el devenir de la Península Ibérica: la sucedida en Peleagonzalo, un pequeño pueblo cerca de la ciudad de Toro –Zamora– el 1 de marzo. Aquel día, las tropas de Fernando el Católico consiguieron acabar con las huestes del monarca de Portugal, Alfonso V. Un hombre que –mediante el matrimonio con la hija del fallecido rey de Castilla (Juana la Beltraneja, de apenas 12 años) y las armas- buscaba unificar ambos reinos bajo su real cetro. Sin embargo, y a pesar de que la lucha fue de lo más igualada, tras esa lluviosa jornada el luso fue derrotado y se vio obligado a retirarse a su cuartel general, renunciar a sus deseos de expandirse hacia el este y admitir a Isabel y Fernando como los nuevos monarcas de Castilla y Aragón.
En su día, la batalla de Toro ayudó a forjar la futura España al allanar el camino a los futuros Reyes Católicos hacia el trono y garantizar, así, la unión de Castilla y Aragón. Es por ello que hoy, un día antes del 500 aniversario de la muerte del monarca español (quien dejó este mundo el 23 de enero de 1516) queremos recordar cómo se sucedió. A su vez, la historia de esta contienda es una de las que –en los próximos días- se podrá leer en «Fernando el Católico. Crónica de un reinado» (editado por «Edaf»), el último libro del periodista y divulgador histórico Fernando Martínez Laínez. «En el libro he intentado dar una visión de la vida de Fernando a través de sus acciones, huyendo de interpretaciones psicológicas discutibles. Por eso me he atenido a relatar los hechos de su reinado en forma de crónica, dejando que el lector reconozca al personaje a través de sus actos, con sus aciertos y sus yerros, que también los tuvo, y algunos (como la expulsión de los judíos) graves. Pero en la balanza final, el resultado de sus obras supera con mucho a los errores», explica el autor en declaraciones a ABC.
El problema sucesorio
El origen de la batalla de Toro se remonta hasta el 21 de febrero de 1462. Fue ese día en el que el mundo vio nacer a Juana, la hija del entonces rey de Castilla Enrique IV. Aquel alumbramiento, en principio feliz, trajo consigo grandes dolores de cabeza para el monarca castellano. Y es que, al llevar años y años demostrando su impotencia (no había forma de que engendrara un retoño), muchos negaron que fuera el padre de la pequeña. Por el contrario, las malas lenguas (fomentadas por el ingenio español) atribuyeron su paternidad a uno de sus amigos personales, Beltrán de la Cueva. Además de hacer que la niña se ganase un curioso sobrenombre (la Beltraneja, por razones evidentes) el rumor atribuyó unos cuernos al soberano del tamaño de los de un morlaco de levante. Este hecho terminó de motivar a varios nobles que, intereses personales mediante, alegaron que el sucesor del entronado debería ser su hermano pequeño, Alfonso, y no aquella pequeña bastarda.
La situación terminó de complicarse cuando Alfonso murió. En ese momento, y sin un sucesor varón al que apoyar, los nobles que no querían ver a la Beltraneja ascender al trono de Castilla pusieron sus ojos sobre Isabel –la futura Católica- también hermana de Enrique y, hasta ese momento, en un segundo plano por ser mujer. Hay que decir que la adolescente demostró su tenacidad, perseverancia y su carácter decidido, pues logró que Enrique la nombrase su sucesora en 1468 durante el tratado de los Toros de Guisando. Un documento en que se señalaba, además, que la joven solo podría contraer matrimonio con el consentimiento de su hermano. El trato quedó sellado… o eso creía el hombre de la corona, pues la joven Princesa de Asturias, pasándose por el arco del triunfo aquel papelote y la autoridad de su familiar, se casó en secreto con Fernando de Aragón para que, cuando ambos se hiciesen con el poder, sus reinos quedasen unidos.
Los problemas se resolvieron «felizmente» para Isabel y Fernando en diciembre de 1474 cuando –algunos dicen que envenenado, otros que por causas naturales- Enrique IV dejó este mundo. El trono recayó entonces en manos de su hermana, quien –tras demostrar el pesar por su muerte con el clásico traje blanco de luto real- se sentó al fin en el trono de Castilla. Al menos hasta 1475, ya que fue entonces cuando los partidarios de la Beltraneja (entre los que se destacaban, por ejemplo, el marqués de Villena, Alfonso Carillo o el Gran Maestre de la Orden de Calatrava) volvieron a la carga con el objetivo de lograr el trono para la pequeña. Para conseguir su objetivo organizaron una boda real entre Alfonso V, soberano de Portugal, y la niña presuntamente bastarda. Ambos, por cierto, tío y sobrina.
Con este enlace, pretendían forjar una fuerte alianza mediante la cual el luso –que superaba en una treintena de años a la chica- defendiera con sus tropas los intereses dinásticos de Juana. La coalición se materializó bajo promesa de futuro matrimonio (había que esperar la bendición de la Iglesia para celebrarlo) en 1475 y, ese mismo año, el rey cruzó la frontera con un ejército de 20.000 hombres dispuestos a llegar a Burgos y acosar, desde allí, a Fernando e Isabel. Sin embargo, el valor le duró el poco tiempo que tardó en percatarse de que el soberano de Aragón había iniciado una recluta urgente de soldados y que no eran pocas las ciudades que renegaban de la Beltraneja. Cuando estas noticias llegaron hasta sus oídos, decidió ser cauto, detener su avance y ubicar su cuartel general en Toro, una pequeña ciudad de Zamora que podía ser defendida de forma sencilla.
Una retirada errónea
Movimiento de tropas va, batalla viene, Alfonso V logró reunir allá por febrero de 1476 en Toro un potente ejército formado aproximadamente por 3.500 jinetes y unos 20.000 infantes. A este contingente se sumó, el 9 de ese mismo mes, el infante Juan –hijo del monarca- con unos 8.000 peones y entre 1.000 y 2.000 caballeros. Estos, eso sí, algo menos curtidos que los de su padre. Al parecer, contar con este gran contingente de combatientes enardeció al prometido de la Beltraneja, quien decidió salir de las seguras murallas de la ciudad para cercar Zamora, donde Fernando se hallaba pertrechado con –según la mayoría de las fuentes- unos 2.500 militares sobre jamelgos y unos 20.000 infantes. Su objetivo no era otro que conquistar la plaza (que se hallaba entre su cuartel y Portugal) y girar posteriormente hasta Burgos, donde los franceses le habían prometido unirse a él para luchar contra Aragón y Castilla.
En las semanas siguientes, sin embargo, los lusos -ya fuera por una causa o por otra- no se decidieron a asaltar la ciudad. «El 17 de febrero de ese mismo año, el rey portugués se puso en marcha con su ejército para tomar Zamora, en cuyo castillo resistían todavía sus partidarios. Acudieron para cerrarle el paso a esa ciudad las tropas que habían sitiado Burgos, mandadas por el Infante Enrique de Aragón y su primo el duque de Villahermosa. El rey de Portugal, al que se unió el Arzobispo Carrillo con 500 lanzas de su ejército privado, se movió con mucha lentitud y perdió varias semanas sin decidirse a atacar
El 1 de marzo después de que sus tropas pasasen todo tipo de penurias, Alfonso determinó que lo mejor era detener el asedio a Zamora, recoger el petate, y cobijarse de nuevo entre los muros de Toro. Así pues, ordenó a sus militares desmontar el campamento y marcharse a toda prisa hasta su cuartel general. Según calculaba el monarca, su contingente podría realizar la marcha en unas cuatro horas, un breve período en el que Fernando no tendría tiempo de armar a sus huestes para salir en su busca. Sin embargo, el aragonés tardó mucho menos de lo esperado en organizar una fuerza para perseguir a su enemigo cuando, tras llegar el alba, se percató de que no quedaba ni un alma en los alrededores de la urbe.
A los pocos minutos, Fernando envió a unos 300 caballeros al mando de Álvaro de Mendoza con órdenes de hostigar la retaguardia de Alfonso. Una vez preparado, él también salió en persona de Zamora con el objetivo de presentar batalla al portugués. «El rey aragonés fue tras el portugués y le dio alcance a una legua de Toro, hostigando a su retaguardia. Las tropas portuguesas cruzaban un desfiladero y Fernando forzó a sus enemigos a entablar batalla en una llanura cercana. Las fuerzas en presencia eran bastante desiguales. Los portugueses contaban con unos 10.000 peones, 3.500 jinetes y alguna artillería. Fernando solo tenía 3.000 peones y 2.000 caballos», determina el experto español.
Despliegue fernandino
Fernando y Enrique decidieron darse de bofetadas, después de semanas jugando al pilla-pilla, aquel 1 de marzo de 1476 cerca de la zamorana ciudad de Toro, hogar del monarca partidario de la Beltraneja. El lugar concreto fue el pueblo de Peleagonzalo, a 11 kilómetros aproximadamente de la urbe principal. Una región, por cierto, bastante escueta en lo que se refiere a pobladores, aunque de gran riqueza en agricultura. «Son los campos fértiles, la tierra fresca y abundante […] el número de los moradores no es grande, y aunque su asiento es llano [Toro] es famosa por sus muros y castillos», explica el cronista Juan de Mariana. El mediodía se aventuraba cuando sus majestades portuguesa y aragonesa hicieron formar a sus contingentes a voz en grito. La contienda, como se dijo posteriormente, decidiría en buena medida el destino de la Península.
Don Fernando formó en el campo de batalla con tres cuerpos de ejército. El primero, ubicado en el centro, era dirigido por él mismo. Este grupo contaba con la «guardia mayor» del propio monarca (su guardia real), así como –según corrobora Laínez- las milicias de Salamanca, Zamora, Ciudad Rodrigo, Medina del Campo, Valladolid y Olmedo. Además de todos estos combatientes, destacaba la presencia del Mayordomo mayor (un cargo de suma importancia para la época) Enrique Enríquez y los hombres del Conde de Lemos, procedentes de Galicia. Aquella era la fuerza principal de militares a pie, la que, llegado el momento, debería aguantar el grueso del duro combate que se iba a suceder.
El flanco derecho del ejército de Fernando estaba formado por siete escuadrones (la mayoría de ellos de jinetes ligeros) dirigidos respectivamente por Álvaro de Mendoza, Alfonso de Fonseca (obispo de Ávila), Pedro de Guzmán, Bernal Francés, Pedro de Velasco, Vasco de Vívero y Pedro de Ledesma (oficial al mando de los zamoranos, quienes eran reconocibles gracias a su rojo estandarte). Finalmente, en el ala izquierda destacaban (además de los correspondientes combatientes a pie), los caballeros pesados del contingente. Todos ellos, divididos en tres grupos de combate a las órdenes del cardenal González de Mendoza, el duque de Alba y el almirante de Castilla Alonso Enríquez.
El despliegue portugués
Alfonso, de forma similar a Fernando, dividió a sus hombres en tres fuerzas principales. La primera, la del centro, era comandada por él y contaba, además, con una serie de ilustres caballeros castellanos que apoyaban los intereses de la Beltraneja. En palabras de Hernando del Pulgar –cronista de los Reyes Católicos- el luso hizo formar a los combatientes ubicados en esta zona (la mayoría infantes) en cuatro grupos. «En la batalla suya iba el Conde de Lenle, é Pereyra, su guarda mayor con sus genes, e muchos caballeros y escuderos», explica el contemporáneo de los monarcas. A su vez, entre las filas formaba Duarte de Almeida, alférez portugués encargado de portar el estandarte real hasta la muerte.
A su izquierda (frente al ala derecha fernandina) se encontraba el infante Juan. Este comandaba a sus huestes propias entre las que destacaban unos 800 jinetes pesados. La élite del contingente, según explica del Pulgar en sus textos. Con él, siempre en palabras del cronista, se hallaba el Obispo de Évora con «gran número de espingardas e otro tipo de artillería». Finalmente, el flanco ubicado a la diestra del monarca luso se hallaba formado, principalmente, por tropas castellanas contrarias a Isabel y dirigidas por –entre otros- el Arzobispo de Toledo (Alfonso Carrillo), quien solía decir sobre Isabel lo siguiente: «La quité de la rueca y le di un cetro. Ahora le quitaré el cetro y la volveré a la rueca». Su presencia, aunque pueda parecer baladí, era de soberana importancia, pues no en vano el populacho solía decir que, quien le tuviera de su lado, ganaría la guerra.
La primera carga
Dicen las crónicas que la batalla comenzó cuando la noche comenzaba a cernirse sobre los contendientes y la lluvia caía de forma constante sobre la tierra. La primera carga corrió a cargo de los fernandinos. La realizaron una parte de los jinetes ligeros del flanco derecho al mando de Álvaro de Mendoza. Así pues, unos 300 caballeros se lanzaron con bravura contra ocho centenares de peones portugueses (todos ellos dirigidos por el príncipe Juan) entre los que se destacaban varias decenas de arcabuceros. Después de que varios atacantes cayeran muertos al ser recibidos con una lluvia de pólvora, comenzó la contienda a lanza y espada. El baile de aceros, que se podría decir. Sin embargo, no pasó mucho tiempo hasta que los hombres a caballo se percataron de que su número era demasiado escaso para hacer huir a sus contrarios.
«Como enjambre de abejas se estrella contra una pared de piedra, así cayeron los 300 caballeros ligeros de Álvaro de Mendoza sobre los 800 peones que regía el príncipe don Juan. Así, al adelantarse aquella incontrastable masa de hierro, de donde salían, al propio tiempo, mortíferos tiros de pólvora, en ella se estrellaron los caballeros ligeros de Castilla», explica el historiador del S.XIX Fernando Fulgosio en su obra «Crónica de la provincia de Zamora». Así pues, aquellos caballeros que habían hostigado la retaguardia del ejército portugués durante varias horas no tuvieron más remedio que retirarse con el objetivo de volver a reagruparse en la retaguardia. La primera acometida embraveció a los lusos. Pero, no desmotivó al centro comandado por Fernando, que se lanzó a la carga para enfrentarse a los hombres dirigidos por Alfonso V.
Mientras el contingente central corría para repartir espadazos entre los lusos, los oficiales del flanco izquierdo se movilizaron para cubrir la retirada de Mendoza y tratar de hacer huir al hijo de Alfonso. El príncipe no se quedó mirando el bello paisaje, sino que le puso arrestos y envió más combatientes para tratar de superar por ese lado a sus contrarios y envolver, así, a Fernando. «Los españoles eran con los que más fuerza reñían pues, habiendo acudido el duque de Alba y el cardenal en ayuda de Álvaro de Mendoza, violes con rabia el Arzobispo de Toledo y contra ellos envió, yendo por último él también, a cuantos tenía en derredor», completa el historiador español en su obra. En este lado del campo de batalla la lid, por lo tanto, se generalizó.
El sangriento combate central
Minutos después comenzó el combate entre las fuerzas centrales, cada una dirigida por su rey. Apenas existen datos sobre esta lucha más allá de que lo sangrienta que fue. Al menos, así lo explica del Pulgar en sus crónicas: «Quebradas las lanzas, vinieron al combate de las espadas. E todos revueltos unos con otros, sonaban los golpes de las armas y el estruendo del artillería e las voces; unos nombrando su apellido, otros gimiendo sus llagas e caldas, otros demandando ayuda, otros reprehendiendo los que veían negligentes en pelear, y esforzándolos que le peleasen. E porque entre los castellanos e portugueses había la vieja qüestion sobre la fuerza y el esfuerzo de las personas, cada uno por su parte se disponía a la muerte por alcanzar la vitoria». El caos se extendió por el campo de batalla cuando, además, el ala derecha entró también en la lid.
A pesar de la escasa información que existe sobre esta parte de la contienda, sí se conoce que, en el centro de la batalla, se vivió un combate singular entre un soldado fernandino, Vaca de Sotomayor, y Duarte de Alemeida. El primero luchó contra el luso con el objetivo de arrebatarle el estandarte real –un severo agravio para el bando que perdía la insignia-. En este combate singular el alférez perdió el brazo derecho debido a un terrible tajo del español. Sin embargo, asió aquel trapo con la mano izquierda para evitar que cayera en poder de su enemigo. En ese momento se sucedió uno de los actos de valor del día cuando –según cuenta la leyenda- el militar del ejército de Fernando le cortó también su extremidad siniestra. Al no poder agarrar el palo, lo cogió con sus dientes. Con todo, no pudo evitar que se lo arrebatasen.
No obstante, el estandarte real portugués no duró mucho tiempo en manos de los hombres de Fernando, pues fue recuperado por las tropas del infante Juan. «Viendo los portugueses su estandarte en manos ajenas, al punto acudieron en pro de Almeida, y todos combatieron tan fiera y señudamente, que la enseña quedó hecha pedazos», añade Fulgosio. A día de hoy, se desconoce qué fue del portaestandarte portugués. Algunos historiadores afirman que fue hecho prisionero, mientras que otros determinan que cayó muerto ante la espada de los hispanos. Fulgosio, por su parte, aboga por la segunda teoría, mientras que del Pulgar afirma en sus escritos que logró sobrevivir y fue trasladado hasta Zamora. Para su desgracia, de nada le sirvió a Duarte combatir de forma tan determinante pues, en las seis horas que duró la lecha bajo la potente lluvia, sus compañeros fueron perdiendo cada vez más y más terreno ante los isabelinos.
El pollo salva el honor del gallo
Tras las horas y horas de lucha. Tras un combate en el que cada bando se afanó en acabar con su enemigo para ganar un trono para su monarca, la batalla terminó cuando Alfonso V, viendo que el centro de su ejército había empezado a huir hacia el cuartel que habían instalado en Toro, dio media vuelta y tocó a retirada. La huida se generalizó entonces en el flanco izquierdo y el centro luso, donde había sido imposible resistir el envite de los fernandinos. Aquella fuga por las bravas fue desastrosa, pues muchos soldados se vieron obligados a pasar a través de las aguas del Duero y, debido al barro, tropezaron y se fueron al otro mundo ahogándose. Y es que, para entonces la noche era cerrada y poco se veía más allá de la luz ofrecida por una antorcha. Las aspiraciones del luso tocaron así a su fin. Los textos de la época afirman, incluso, que muchos de ellos salieron en una gigantesca estampada al creer que su líder había perecido en batalla.
Mientras el rey portugués se retiraba, su hijo aún tuvo tiempo de desbaratar el flanco izquierdo fernandino con sus caballeros causando una considerable molestia al ejército atacante. Sin embargo, y al igual que le pasó a Almeida, su esfuerzo no sirvió de mucho ya que, cuando se percató de que su padrehabía salido por piernas, poco pudo hacer. Aunque eso sí, se mantuvo estoico en la posición que había conquistado durante algún tiempo. «Visto que la gente del rey su padre era vencida y desbaratada, pensando en separar algunos de los que iban huyendo, subióse sobre un cabezo en donde tañendo las trompetas e faciendo fuegos e recogiendo a su gente estuvo quedo con su batalla en el campo y no consintió de ella salir a ninguno», añade del Pulgar. Su heroicidad no fue pasada por alto por Fernando, quien –en una carta a Isabel- señaló que, si no hubiese sido por él, Alfonso habría caído presa de sus soldados: «Si no viniera el pollo, preso fuera el gallo».
A pesar de que Fernando logró hacer huir a Alfonso, el que Juan mantuviera el territorio y ambos bandos sufrieran un similar número de bajas (aproximadamente 400 castellanas y 900 lusas) hizo que el resultado fuera muy parejo sobre el campo de batalla. Sin embargo, el futuro rey católico tuvo la habilidad de enviar decenas de emisarios con misivas proclamando su victoria. El movimiento propagandístico surtió efecto y, a las pocas jornadas, toda Castilla y Aragón sabían que el monarca luso había huido del campo de batalla para salvar su vida. Con todo, e independientemente de los muertos y los mensajes, la verdad es que esta contienda marcó el principio del fin de las aspiraciones de Alfonso de arrebatar el trono a Isabel. Y es que, con el paso de los meses, todos los nobles díscolos que habían acudido a su región buscando la ayuda del portugués acabaron abandonando a la Beltraneja. El huido, por su parte, vio su fuerza mermada y, finalmente, renunció a subir sus reales al trono hispano en 1479 mediante el tratado de Alcáçovas.
NOTAS DE D. ALFREDO LÓPEZ ARES AL ARTÍCULO ANTERIOR:
El tratado de Alcáçovas-Toledo se centraba en dos aspectos: 1) cláusulas relativas a acuerdos matrimoniales y de sucesión y 2) un acuerdo de paz perpétua entre Portugal y España.
En cuanto a lo segundo, el convenio incluía algunas regulaciones en torno a la navegación por el Atlántico, de manera que no hubiese discrepancias futuras en el dominio de las rutas atlánticas. Concretamente, se adjudicó a los reyes de Portugal todas las tierras descubiertas y cuantas se hallasen en adelante «de las islas de Canaria para abajo contra Guinea», con la única excepción de las propias islas Canarias que quedaban para Castilla.
De esa manera, los monarcas españoles reconocieron la supremacía portuguesa en África y se comprometieron a no enviar expediciones hacia aquellas zonas sin el consentimiento de los reyes de Portugal.
Se sentó un precedente para futuras negociaciones entre España y Portugal, cuyo punto más alto fue el acuerdo logrado en Tordesillas en 1494.
Tratado de Alcáçovas
Interesante artículo, sobre la situación histórico-lingüística en Baleares, publicado en el diario Balear y que nos cede su autor D. Cosme Bernat para su publicación en el blog de la Casa Troncal de los Doce Linajes de Soria.
Fuente: http://www.diariobalear.es/?p=28731
HABLAN LOS JÓVENES: NUESTRA HISTORIA MANIPULADA POR FILÓLOGOS
Lunes 1 de febrero 2016, autor: D. Cosme Bernat
El otro día leyendo un artículo del presidente del Circulo Balear, Jorge Campos, coincidió justamente con una clase que tuve de catalán sobre el mismo tema que el artículo
La historia sobre nuestros orígenes ha sido manipulada año tras año, y hasta llegar al punto de que mucha gente ya no dice ser ‘mallorquín’ sino ‘catalán de Mallorca’ y esta obsesión de ser lo que uno no es, es lo que impera día a día en las clases de nuestros colegios de Baleares.
En el año 1229 el rey Jaime I desembarcó en Santa Ponça camino a lo que hoy conocemos como Palma de Mallorca, a Mallorca llegaron casi 30.000 personas de las cuales solo un 25% procedían de los condados catalanes, es decir, vinieron tantos catalanes como occitanos, como muy bien dijo Jorge Campos en su artículo, esta información es perfectamente refutable por muchos libros, empezando por el libro del repartimiento de Mallorca, el ‘llibre dels fets” del rey Jaime I o libros de historiadores, y no filólogos, de hoy en día como ‘la verdadera historia de las Islas Baleares’ publicado por la FN Circulo Balear.
Estos hechos son los que cientos de historiadores dicen y además lo verifican pero por cuestiones puramente económicas se dice otra cosa en las aulas y en los medios de comunicación, por ejemplo,
El otro día cuando estaba en clase de catalán, eran las 8 de la mañana y teníamos que ver el tema de las 4 gran crónicas empezando por la del rey Jaime I. Os vos a enumerar los puntos de manipulación catalanista, esta prueba es totalmente empírica:
Primer punto de manipulación: “el rey Jaime I es catalán”. El rey Jaime I nació en Montpellier y aquello no formaba parte de los condados catalanes.
Segundo punto de manipulación: “la corona catalano-aragonesa”. La corona catalano-aragonesa no existía, en todo caso la Corona de Aragón.
Tercer punto de manipulación: “vinieron catalanes a conquistarnos y a repoblar”.
Tal y como Jorge Campos dijo en su artículo, el 25% eran catalanes pues eran una minoría, por lo tanto no se puede decir que vinieron catalanes porque no sólo vinieron catalanes, también vinieron portugueses, navarros, pisanos…
Cuarto punto de manipulación: “nos trajeron la lengua catalana”. Totalmente falso, en 1229 la palabra catalán como lengua hablada en Cataluña no existía, por dos motivos, el primero porque Cataluña ni existía y el segundo porque la palabra catalán tampoco existía.
Finalizando este artículo saquen ustedes, estimados lectores, sus conclusiones, la mía está clara, vivimos en un mundo donde el interés económico está desgraciadamente por encima del ético y del moral.
Concesión de la Cruz de Ordem do Mérito al Presidente de la Nobilis Academia Sancti Ambrosii Martyris.
Braga (Portugal ), 29 de enero de 2016.
Con motivo de la séptima Gala Jantar de Reis – Cena Real en el hermoso entorno del Santuario de Bom Jesus en Braga , S.A.R. Dom Duarte Pio de Bragança, Jefe de la Casa Real de Portugal ha adjudicado a la Cruz de Mérito Orden del Mérito de la Real Casa Portuguesa Presidente de Nobilis Academia Sancti Ambrosii Martyris barón Angelo Musa.
Contribución actual, así S.E. Dr. Carlos Evaristo , secretario de la Casa Real de Portugal, también S.A.R. Príncipe Davit Bagrationi, Jefe de la Casa Real de Georgia, un grupo de oficiales del Ejército de los Estados Unidos de América y el ejército británico , así como personalidades de la política.
Nuestro estimado y honorable Caballero Hijodalgo Canciller de la Casa Troncal de los Doce Linajes de Soria, D. Alfredo Escudero y Díaz-Madroñero (y Canciller del Capítulo de La Casa Troncal en Valencia), amablemente nos hace llegar esta noticia para su publicación
Fuentes: http://www.royalhouseofgeorgia.ge/es/news y nota de D. José Mª Boluda
INTERCAMBIO DE HONORES entre la Casa Real de Georgia y la Real Casa de Portugal
Braga, Portugal.
31 de enero 2016.
Su Alteza Real el Príncipe Davit, el príncipe heredero y Jefe de la Casa Real de Georgia y Heredero de los Tronos históricos de Georgia (Diputado de Honor de la Casa Troncal de los Doce Linajes de Soria), fue recibido en el magnífico «Jantar dos Reis» por Su Alteza Real Don Duarte Pio, el duque de Braganza, Jefe de la Casa Real de Portugal y heredero del trono portugués, durante su visita real a Portugal.
Durante los días 30 y 31 de enero S.A.R. el Príncipe Davit, ha tenido una intensa actividad en tierras de Portugal donde mantuvo una reunión con las Asociaciones Monárquicas Portuguesas en el Castillo de Ourem. En nombre de S.A.R. el Duque de Bragança, el Príncipe, fue recibido a la entrada del Castillo por el Marqués de Riomayor y por Carlos Evaristo pudiendo departir con muchos de los allí congregados y compartiendo y presidiendo una agradable cena que le fue ofrecida.
A la mañana siguiente, S.A.R. tuvo ocasión de visitar el Santuario de Fatima y de rezar por la Paz del mundo ante la Virgen de Fatima conociendo su historia que le fue explicada por el Sr. Carlos Evaristo al finalizar la misma el Príncipe ofreció un cirio en nombre de todas las familias georgianas.
Posteriormente se traslado a la ciudad de Braga en donde fue recibido en el Ayuntamiento de la Ciudad por el Alcalde y Corporación Municipal, girando visita al histórico edificio del mismo y firmando en el Libro de Oro. Ya por la tarde tuvo lugar una encuentro privado con S.A.R. el Duque de Bragança, Jefe de la Casa Real Portuguesa, y mas tarde se volvieron a encontrar para presidir una ceremonia de entrega de condecoraciones .
La reunión fue muy interesante y de gran contenido monárquico y en ella participaron representaciones Italianas, inglesas, españolas y alemanas. Finalmente y ya por la noche ambos Príncipes , fueron invitados a presidir la cena “ Jantar dos Reis” que cada año organiza la Ciudad de Braga y que aúna la gastronomía bragacense y sus magníficos Vinhos Verdes con el reconocimiento que las distintas Familias Reales Europeas hacen a la bellísima Ciudad de Braga y que contó con una multitudinaria asistencia.
El banquete al que asistieron más de 500 invitados se celebró en la espléndida columnata del Santuario del Buen Jesús en Braga.
Los dos Jefes de Casas Reales estuvieron acompañados por sus respectivos cancilleres que encabezaban las delegaciones portuguesa y georgianas.
Durante una visita memorable a Portugal, El Príncipe Davit quedó impresionado con la hospitalidad de sus anfitriones portugueses y la belleza de los lugares que visitó con la delegación real.
Con el fin de conmemorar esta visita histórica e importante, y como muestra de su gratitud y afecto, el príncipe heredero Pescante entregó su anfitrión Dom Duarte Pío, con el más alto honor de la Casa Real de Georgia: el Gran Collar de la Orden del Águila de Georgia y la Túnica sin fisuras de Nuestro Señor Jesucristo, correspondiendo el duque de Braganza con la concesión al Príncipe Davit del Gran Collar de la Orden del Mérito.
Asimismo y en un gesto que significa su reconocimiento personal, el príncipe heredero de Georgia regaló al duque de Braganza un icono del siglo XIX de su propia colección personal.
El intercambio de honores entre las dos casas reales consolida una relación histórica de cordialidad y mutua amistad, que se remonta a muchos años.
Ambos Príncipes fueron largamente aplaudidos durante la cena en sus intervenciones, cerrando así unas jornadas de gran interés para todos los que allí asistieron