ACTO DE AFIRMACIÓN CONSTITUCIONAL.
Organizado por la Sociedad Filantrópica de Milicianos Nacionales Veteranos, entidad nacida en 1839 bajo los auspicios del General Espartero, y en colaboración con la Junta Municipal del Distrito de Centro de Madrid, se ha celebrado en la Plaza Mayor el acto anual que conmemora los acontecimientos acontecidos en la Villa y Corte el día Siete de Julio de 1822, cuando la Milicia Nacional frustró el intento de derogar la Constitución para reponer a Fernando VII como monarca absoluto de España.
Tras la colocación de una corona de laurel efectuada por miembros de la Guardia Municipal vistiendo uniforme de gala, el presidente de la Sociedad convocante, José Luis Sampedro Escolar, pronunció una palabras en las que destacó diferentes fragmentos del mensaje dirigido a la Nación por el Rey Don Felipe VI el día de su Jura Constitucional, subrayando los pilares en los que se asienta el funcionamiento de la Monarquía parlamentaria.
PALABRAS PRONUNCIADAS POR DON JOSÉ LUIS SAMPEDRO ESCOLAR, PRESIDENTE DE LA SOCIEDAD FILANTRÓPICA DE MILICANOS NACIONALES VETRANOS, EN EL ACTO DE AFIRMACIÓN CONSTITUCIONAL EL SIETE DE JULIO DE 2014.
Amigos y compañeros de la Sociedad Filantrópica de Milicianos Nacionales Veteranos: nos reunimos un año más en este histórico lugar de Madrid para rendir homenaje a los Milicianos Nacionales que el Siete de julio de 1822 se opusieron heroicamente a quienes pretendían derogar la Constitución entonces vigente y restaurar el Absolutismo.
En nuestros días, en el año 2014, casi dos siglos después, debemos seguir su ejemplo defendiendo la Constitución frente a los que pretenden socavarla, sin respetar los cauces que la misma establece para su modificación. No será necesario defender la Constitución con piezas de artillería, como ocurrió en 1822, pues podemos mostrarnos optimistas al comparar nuestra situación con la de esa fecha por dos motivos importantes: de una parte, la opinión internacional es bien diferente a la que propició la intervención armada de las potencias de la Santa Alianza mediante la entrada en España de los Cien Mil hijos de San Luis para restaurar el Absolutismo. De otra, nuestro Rey, Don Felipe VI, está responsablemente comprometido con el espíritu Constitucional desde hace muchos años y así lo ha demostrado repetidas veces, la última, el 19 de junio pasado, el día de su Jura en las Cortes Generales, ante las que compareció autodenominándose sin ambages como un Rey constitucional, que, según sus palabras textuales, es un Rey que accede a la primera magistratura del Estado de acuerdo con una Constitución que fue refrendada por los españoles.
Un Rey que debe atenerse al ejercicio de las funciones que constitucionalmente le han sido encomendadas y, por ello, ser símbolo de la unidad y permanencia del Estado, asumir su más alta representación y arbitrar y moderar el funcionamiento regular de las instituciones.
Un Rey, en fin, que ha de respetar también el principio de separación de poderes y, por tanto, cumplir las leyes aprobadas por las Cortes Generales, colaborar con el Gobierno de la Nación -a quien corresponde la dirección de la política nacional- y respetar en todo momento la independencia del Poder Judicial.
La independencia de la Corona, su neutralidad política y su vocación integradora ante las diferentes opciones ideológicas, le permiten contribuir a la estabilidad de nuestro sistema político, facilitar el equilibrio con los demás órganos constitucionales y territoriales, favorecer el ordenado funcionamiento del Estado y ser cauce para la cohesión entre los españoles. Todos ellos, valores políticos esenciales para la convivencia, para la organización y desarrollo de nuestra vida colectiva.
Añadió más adelante Su Majestad: Aspiramos a una España en la que se puedan alcanzar acuerdos entre las fuerzas políticas sobre las materias y en los momentos en que así lo aconseje el interés general.
Coincidimos también con nuestro Rey cuando dice: Deseamos una España en la que los ciudadanos recuperen y mantengan la confianza en sus instituciones y una sociedad basada en el civismo y en la tolerancia, en la honestidad y en el rigor, siempre con una mentalidad abierta y con un espíritu solidario. Y deseamos, en fin, una España en la que no se rompan nunca los puentes del entendimiento, que es uno de los principios inspiradores de nuestro espíritu constitucional.
En esa España, unida y diversa, basada en la igualdad de los españoles, en la solidaridad entre sus pueblos y en el respeto a la ley, cabemos todos; caben todos los sentimientos y sensibilidades, caben todas las formas de sentirse español.
Don Felipe VI nos propone que trabajemos todos juntos, cada uno con su propia personalidad y enriqueciendo la colectiva; hagámoslo con lealtad, en torno a los nuevos objetivos comunes que nos plantea el siglo XXI. Porque una nación no es sólo su historia, es también un proyecto integrador, sentido y compartido por todos, que mire hacia el futuro.
Nuestra Historia nos enseña que los grandes avances de España se han producido cuando hemos evolucionado y nos hemos adaptado a la realidad de cada tiempo; cuando hemos renunciado al conformismo o a la resignación y hemos sido capaces de levantar la vista y mirar más allá -y por encima- de nosotros mismos; cuando hemos sido capaces de compartir una visión renovada de nuestros intereses y objetivos comunes.
Tenemos un gran País; Somos una gran Nación, creamos y confiemos en ella.
Poco podemos añadir a palabras tan claras y tajantes. La Providencia nos ha dotado en 2014 de un Rey, Don Felipe, bien distinto a aquél que se sentaba en el trono en 1822. Colaboremos con Él con la lealtad que sus palabras merecen y digamos:
¡VIVA LA CONSTITUCIÓN! ¡VIVA EL REY! ¡VIVA ESPAÑA!