POR EL DR. JOSÉ MARÍA DE MONTELLS Y GALÁN.
Leo en Crónicas Heráldicas, una reflexión de mi querido y admirado amigo José Juan Carrión Rangel, sobre las similitudes de la nueva uniformidad de la Orden de San Lázaro y el uniforme de actos sociales del Ejército de Tierra, en el que subyace la velada afirmación, a todas luces errónea, de que la caballería lazarista ha pretendido copiar la indumentaria militar de nuestro Ejército, para hacerse pasar por lo que no es ni pretendemos ser los que militamos en la Religión de la Cruz Verde. No somos militares, somos lazaristas y como tales, tenemos un uniforme distintivo, que nos singulariza frente a las demás corporaciones o grupos y nos distingue.
Para ilustrar su aserto, publica mi amigo, una foto del Gran Maestre, don Carlos Gereda de Borbón, vestido con el nuevo uniforme imponiendo la banda de Gran Cruz en la Orden a un general del Ejército, ataviado con su uniforme militar. Los dos uniformes se dan un aire de familia, pero no se parecen, ni tienen nada en común. El general en cuestión (y también los militares presentes en el acto de investidura) tuvo claro que no se pretendía con el uso del uniforme de la Religión de la Cruz Verde, jugar al equívoco ni mucho menos, disfrazarse de militares. Me choca, tan solo, que Carrión Rangel sea más papista que el Papa.
El Gran Maestre impone la banda de la Gran Cruz al General Serrano Rioja.
Tampoco es muy feliz meternos en el mismo saco de otras organizaciones, cuyos uniformes son calcados del que utiliza el estamento castrense. Con frecuencia se olvida que la milicia lazarista mantiene su condición de Orden militar, ganada en las Cruzadas y que no abdica de ella, en estos tiempos en que lo marcial no está de moda. Es por tanto, lícito que la Orden se dote de un uniforme de corte o influencia militar, debidamente diferenciado de otros uniformes al uso, que pueden inducir a error.
No está en la voluntad de la Orden imitar a nadie. Naturalmente, mi amigo está en su derecho al pensar que el lazarismo tiene como objetivo mimetizarse con el Ejército, pero como yo conozco todo el asunto y los motivos que se han tenido para elegir la nueva uniformidad, estoy en condiciones de negar taxativamente la suposición de Carrión Rangel. Un uniforme que tiene al negro como color principal, por recordar el luto que supuso a la Cristiandad, la pérdida de los Santos Lugares, no parece que tenga por oculto empeño, la confusión con la uniformidad de nuestro glorioso Ejército. Eso creo.
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