POR D. JOSÉ LUIS SAMPEDRO ESCOLAR, NUMERARIO DE LA REAL ACADEMIA MATRITENSE DE HERÁLDICA Y GENEALOGÍA.
La ilustración que se reproduce en la entrada del Blog Doce Linajes de ayer. lunes 10 de junio, en la que aparece el escudo de España en vigor desde 1981 timbrando un texto constitucional, procede de una tan difundida como desafortunada composición elaborada al cumplirse el XX aniversario de la Carta Magna, en 1998, siendo Presidente del Congreso D. Federico Trillo Figueroa. Y calificamos de desafortunada esta composición porque resulta un torpe amaño, ya que induce a un error histórico (o, al menos, heráldico) a quien observa la fecha en que se firma el documento reproducido, 1978, al que se le altera una parte tan señalada como el escudo que lo encabeza.
El ejemplar manuscrito de la Constitución española de 1978 que firmó S.M. el Rey en el solemne acto de sancionar ese texto legal (para posibilitar su promulgación y entrada en vigor) se expone en el Palacio del Congreso de los Diputados, en Madrid, y es obra del pendolista D. Luis Moreno. Este volumen se suele mostrar abierto por la página donde S. M. firmó, (quedando así oculto el escudo que decora su página introductoria), pero la heráldica que encabeza el texto (y la que decora la encuadernación en piel del ejemplar) es la correspondiente al momento histórico en que se produjo el acto, 1978, es decir la versión del escudo de España creado en 1938 (Decreto nº. 470, de 2 de febrero de 1938), según la modificación producida en enero de 1977 (ya muerto Francisco Franco), que estuvo vigente hasta 1981 (Ley 33/1981, de 5 de octubre), bastante después de promulgada la Constitución de 1978.
Esta desgraciada anécdota viene a juntarse con un error más permanente e injustificado, el uso por parte del Congreso de las llamadas Armas Grandes de Carlos III en buena parte de su menaje, como vajillas o las servilletas de la cafetería. Si bien se trata de una hermosa composición heráldica con raigambre histórica plurisecular, que resultaría útil y apropiada para el uso de S.M. el Rey, de su Casa o de instituciones creadas por Carlos III, es absurda su presencia en el ajuar del actual Congreso de los diputados, Cámara colegisladora que no tiene ninguna relación funcional en 2013 con el ducado de Borgoña, con Flandes o con Tirol, por no poner más que algunos ejemplos de los escudos representados en ese blasón que hoy usa, a nuestro juicio, de manera abusiva, la Cámara Baja del reino de España.
Si todo ello puede parecer un asunto de importancia menor, no nos lo parece que hasta la Medalla de Oro del Congreso ostente estas armas tan inapropiadas de Carlos III, con los emblemas heráldicos italianos, belgas o austriacos que este monarca usaba por herencia dinástica, pero que en nada representan nuestros “Excelentísimos Señores Diputados” y sobre las cuales ninguna potestad legítima ostentan, como para permitir usarlas sobre su pecho a Dmitri Medvédev, anterior Presidente de la Federación Rusa, por ejemplo, condecorado en 2009 con esta alta distinción.