KRISTINA DE NORUEGA (Bergen, Noruega 1234-Sevilla, Castilla 1264) en SORIA, la princesa nórdica que murió de melancolía.
Kristina era hija del Rey Haakon IV de Noruega y en el contexto de las políticas matrimoniales de los reinos medievales se concertó su enlace con el infante Felipe de Castilla, hermano del rey Alfonso X el Sabio.
En el verano de 1257 viaja por mar hacia Castilla haciendo escala en Inglaterra pero la piratería que merodeaba por aquel entonces en el Golfo de Vizcaya hace que pase a Francia y desde allí su viaje continúa a pie y caballo, entrará en España por Gerona, cien caballeros escoltan a la princesa…
El rey Jaime I al recibirla cae rendido, llega a proponer matrimonio a la joven walkiria. Pero Kristina había dado su palabra. Continúa su viaje.
La primera escala en el reino de Castilla de la princesa nórdica, de la que todas las crónicas alaban su exquisita belleza, sus cabellos dorados y el azul intenso de sus ojos, se sitúa en SORIA, donde le recibirá con gran boato el infante don Luís, hermano pequeño del Rey Alfonso. La princesa reposará unos días en la ciudad, fatigada del viaje, antes de dirigirse a Burgos para contraer los esponsales en Las Huelgas.
En SORIA la belleza de la princesa noruega impacta a todos los cortesanos y comienza la leyenda.
Pero no hubo final feliz.
La princesa murió joven y tan sólo a los cuatro años de su llegada a Castilla… La añoranza de su tierra y sus verdes fiordos, la melancolía y quizá el descuido y falta de atención de su esposo, más atento a la política del reino que a su joven y delicada consorte hicieron el resto.
La infanta KRISTINA murió en Sevilla pero fue enterrada en Covarrubias (Burgos) y duerme el sueño eterno en un magnífico sepulcro gótico adornado con los colores de la bandera de Noruega y nunca le faltan visitantes y flores de su país de nacimiento donde es una figura histórica muy querida.
No hace muchos años se levantó en Covarrubias una estatua en su honor y a pocos kilómetros se ha edificado una ermita dedicada a San Olav, patrón de Noruega, para cumplir la promesa que le fue hecha por su esposo y que quedó sin efecto tras su temprana muerte.
En el sepulcro se encontraron los restos de ricos ropajes incorruptos con restos de bordados de oro y piedras preciosas y joyas… y un pergamino con versos de amor.
Cuentan también las crónicas que tras su muerte las doncellas solteras que ansiaban encontrar un amor verdadero acudían al sepulcro de Kristina a pedir su ayuda para encontrarlo y suplicar también que su matrimonio fuera más dichoso que el de la princesa que vino del lejano norte.
El alma se serena contemplando su sepulcro.