POR EL DR. JOSÉ MARÍA DE MONTELLS Y GALÁN.

Quizá por festejar su cumpleaños, mi querido Alfredo Escudero y Díaz-Madroñero me regala una corbata sembrada de escudos heráldicos, que recibo con unción casi religiosa. Alfredo es así. Se va de vacaciones a Miami y se acuerda de mí. Me obsequia con lo que sabe que siempre me emociona. En estos días, lleva muy discretamente que en Valencia los amigos más íntimos le han hecho un homenaje, en el que pronunció el elogio, muy emotivo y sincero, el barón de Campo Olivar. La verdad es que se merece toda clase de reconocimientos. Hace poco el Príncipe David Bagratión le hizo merced del Gran Collar del Águila de Georgia y la Túnica Inconsútil, que no es cosa banal. No todo el mundo es merecedor de la máxima distinción de la dinastía más antigua de la Cristiandad, aunque mi camarada Alfredo no se envanezca de ello. Yo le conozco muy bien. Es desprendido, cordial, diligente, efusivo y sensible; un tipo humano irrepetible, un hermano de los de verdad, perennemente dispuesto a hacerte un favor, sea cual sea su naturaleza. Si yo tuviera que mostrarme orgulloso de algo, sería de ser su amigo.
Alfredo Escudero y Díaz-Madroñero.
En lo de la corbata ha acertado. Tengo una, con las armas de la Casa Real de Serbia, que me regaló el duque de Saint Bar. Y conservo otra, con maniquíes ecuestres. Por no mencionar las sembradas de lises o de cruces lazaristas. Lamentablemente asistimos al triunfo del sincorbatismo. Es consecuencia de la ideología del igualitarismo que nos quiere uniformar a todos sin compasión. Antes fue el sombrero, ahora es la corbata, la que se destierra en aras de una pretendida comodidad. Otra falsía de nuestro tiempo. Para mí tengo, que ir enseñando el gaznate no asegura el bienestar de nadie. Los pantalones vaqueros que se presentan como el súmmum de la comodidad, me resultan molestísimos con sus estrecheces. Así que soy decididamente partidario de la corbata y no considero que sea una prenda engorrosa o irritante. Una corbata añade estilo, elegancia, color y textura a la camisa. Su origen está en los pañuelos anudados al cuello que portaban en su rojo uniforme los mercenarios croatas en el siglo XVII. En ellos, se fijó Luis XIV; tanto que decidió incorporarlos a su guardia con el nombre de Royal Cravatte. Luego fue Lord Brummell quien difundió su uso en Inglaterra utilizando el almidón para mantener su rigidez y en 1827, Honoré de Balzac nada menos describía las veintidós maneras distintas de anudarse la corbata en L’Art De Se Mettre La Cravatte.
Corbata de lazo.
Su cambio de forma, volumen y colores fue constante. Desde las muy cursis y extravagantes corbatas de los incroyables de principios del XIX hasta las cintas de los sombreros de panamá que los estudiantes del Exeter College comenzaron a anudarse al cuello en 1880 como símbolo de diferenciación. El 25 de junio de 1880, se crea allí la primera corbata oficial del club con los colores correspondientes. La idea se propaga de forma inmediata por las otras universidades y colegios y las rayas copan la cima de la moda convirtiéndose en el aliado perfecto para diferenciar a cada uno. Si me apuran, a mí me gustan las corbatas de lazo, las mal llamadas pajaritas. Quizá porque cuando era muy joven, mi madre me regalo una verde, que fue la primera corbata que me puse y eso marca para toda la vida. Las tengo de todos los colores y de estampados diversos. Eso sí, no las he visto con escudos. Si las hay, tendré que surtirme de alguna. Las corbatas de lazo no pasan de moda, porque no lo han estado nunca, son una rareza del atuendo masculino de hoy.
John Wayne.
A John Wayne el famoso actor americano, le regalaron una corbata sembrada de coronas de duque. Clara alusión a su apodo de El Duque, con el que era conocido. Wayne, de nombre verdadero, Marion Robert Morrison, quiso proveerse, como otros cómicos de Hollywood, de unas armerías y los ingleses, quisieron endosarle, un escudo de plata, una cruz de sable, cargada de cuatro lises de oro, que corresponderían a su auténtico linaje, pero a Wayne la solución no le convenció. Prefirió unas armas de sable, la corona de duque de oro, siguiendo el simbolismo de la corbata. No estoy seguro de que detrás de todo esto, no estuviera Alfredo Escudero asesorando a la estrella del cine y regalando corbatas a troche y moche.