Artículo de fecha 25-01-2017 de D. José Manuel Huidobro
Caballero de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén, Miembro de la Real Asociación de Hidalgos de España. Máster en Derecho Nobiliario, Heráldica y Genealogía (UNED). Autor de 57 libros y más de 1.000 artículos.
María Pacheco. Lidera la última resistencia de las Comunidades en Toledo
El 25 de octubre de 1521 María Pacheco se rinde, entregando Toledo en honrosas condiciones a las tropas de Carlos I de España y V de Alemania, con lo que termina la Guerra de las Comunidades de Castilla.
María era hija de Íñigo López de Mendoza y Quiñones (I Marqués de Mondéjar y II conde de Tendilla, conocido como el Gran Tendilla) y de Francisca Pacheco (hija de Juan Pacheco, I marqués de Villena). Nace en Granada, alrededor de 1496, donde su padre fue nombrado por los Reyes Católicos alcalde perpetuo de la Alhambra, en el palacio del sultán Yusuf II. Tuvo ocho hermanos, entre ellos Luis Hurtado de Mendoza y II Marqués de Mondejar; Francisco de Mendoza, obispo; Antonio de Mendoza, Virrey en las Indias, y Diego Hurtado de Mendoza, embajador y gran poeta.
De niña presenció los acontecimientos de la primera sublevación morisca en 1500, pues estuvo con su madre y hermanos pequeños viviendo entre ellos en una casa del Albaicín como prueba dada por su padre del cumplimiento de los pactos acordados. Educada junto con otros de sus hermanos en el ambiente renacentista culto y tolerante de pequeña corte que había en la casa paterna. María era docta en latín, griego, matemática, muy leída en la Sagrada Escritura y con conocimientos de letras e historia, «en extremo en la poesía». María Pacheco congenió, sobretodo, con el menor de sus hermanos (de padre y madre) el poeta, embajador, e historiador Diego Hurtado de Mendoza. Su madre murió ente 1506 y 1507, y su padre en el verano de 1515.
María adoptó el apellido materno para diferenciarse de otras dos hermanas, que se apellidaban Mendoza, con las que compartía el nombre: la mayor se casó con el soriano conde de Monteagudo y fue llamada «la Santa», y hubo otra María de Mendoza, hija natural de su padre en su segunda viudedad. Se desconoce la fecha de su nacimiento, aunque hay documentación donde se declara que en la fecha de su boda en Granada, con Juan de Padilla, el 18 de agosto de 1511, tenía quince años.
Juan Padilla era hijo del toledano Pedro López de Padilla y sobrino de Gutierre de Padilla, Comendador mayor de Calatrava, con quien el conde deseaba estrechar una alianza. El casamiento en Granada fue el 14 de agosto de 1511 y en el año de 1516 nace su único hijo, Pedro, que murió niño. Ese año falleció también el rey Fernando el Católico y es nombrado rey de Castilla y Aragón el futuro emperador Carlos I. El conde congenió muy bien con su yerno, al que quiso de corazón. Escribe el 11 de abril de 1513 en la Alhambra que «de aca no hay más que decir sino que el señor mi hijo Juan de Padilla esta aquí, que le quiero mas que a los otros».
En los escritos de la época, ella aparece como Doña María Pacheco, mientras que su marido recibe el trato de Juan de Padilla. En dicho acuerdo se le obliga a renunciar a sus derechos de herencia paterna a cambio de una dote de cuatro millones y medio de maravedíes.
Había quejas ante la evidente rapacidad de los flamencos que acompañaron a Carlos tras su desembarco en 1517, quejas ante el injusto reparto de los cargos y prebendas (Padilla no obtuvo la tenencia de Peña de Martos (Jaén) que le hubiera debido corresponder a la muerte de su tío el Comendador), quejas por los excesivos fondos solicitados por Carlos para pagar su marcha a Alemania y una evidente situación injusta. Padilla se unió en 1519 a Avalos y a Lasso de la Vega, promotores de las protestas toledanas. El pueblo toledano impidió el 16 de abril de 1520 que Avalos y Padilla, regidores de Toledo, acudieran a Santiago llamados por Carlos, y esa fecha se considera el inicio del movimiento de las Comunidades de Castilla.
La rebelión había sido provocada por el ataque a la independencia de las Cortes, y el deseo de los nobles de conservar esta independencia le dio, en parte, el carácter de un movimiento constitucional. Al recibir las malas nuevas sobre Villamar (Padilla fue hecho prisionero. Conducido al pueblo de Villalar, es decapitado al día siguiente. Junto con él fueron ajusticiados Juan Bravo y Francisco Maldonado.), María cayó en el lecho y luego se vistió de luto y cubrió su cabeza con un capuz. Es entonces cuando María entra realmente en la historia como enérgico soporte de la última resistencia de las Comunidades de Castilla en Toledo, ocupando el Alcázar con sus fieles el 28 de abril y dirigiendo, primero desde su casa y luego desde allí, la resistencia al emperador, colocando tropas en las puertas toledanas, mandando traer la artillería desde Yepes, implantando contribuciones y nombrando capitanes de las tropas comuneras toledanas. Lasso de la Vega y Avalos se inclinaban por capitular, pero ella logró evitar la rendición.
Desde al 15 de junio María Pacheco controló totalmente la situación en Toledo. Para mantener el orden María llegó a apuntar los cañones del Alcazar contra los toledanos y entrar el 6 de octubre en el Sagrario de la Catedral para, de rodillas, coger la plata que allí había para pagar a los soldados. Sandoval dice que en Toledo (tras la muerte de Padilla) iba enlutada por la calle, «para mover compasión traía a su hijo en una mula…». Con ira, mandó matar a los hermanos Aguirres, quienes se habían quedado los caudales que llevaban a Padilla. Sin embargo salvó al hijo del duque de Medina Sidonia, prisionero de los comuneros durante el asedio, dándole la libertad a cambio su promesa de que, al llegar a filas reales, liberara algunos prisioneros toledanos. María liberó a sus esclavos, renunció a las alcábalas que recibía de la ciudad de Toledo y vendió sus joyas para mantener la causa. Tras la rendición toledana, Juan de Zumel solo encontraría en su casa una pulsera y una gargantilla.
El 25 de octubre de 1521 los comuneros evacuaron el Alcazar toledano aunque conservaron sus armas y el control parcial de la ciudad. De hecho María fortificó y artilló su casa. Exceptuada en el perdón general del 1 de octubre de 1522 (287 fueron exceptuados del mismo y sufrieron una severa represión) y condenada a muerte en rebeldía en 1524, María subsiste con dificultades. Juan III de Portugal no hace caso de las peticiones de expulsión que le llegan desde Castilla, y tras tres meses de errar es ayudada por Diego de Sosa, arzobispo de Braga, y luego por el obispo de Oporto Pedro de Acosta. Vivió, delicada de salud, en la casa del dicho Pedro de Acosta que era el capellán mayor de la esposa de Carlos V,
Su familia intentó repetidamente lograr su perdón. Murió de un dolor de costado en marzo de 1531, fue enterrada en el altar de San Jeronimo (su padre tenía un monasterio jeronimo en Tendilla) de la catedral de Oporto y no le concedieron tras morir el traer su cuerpo junto al de su marido a Villalar, donde inicialmente estuvo enterrado. Cuenta un secretario que en Portugal tuvo, que durante su dolencia «cualquiera letrado (por «médico») que viniera a platicar con ella, había menester de venir bien apercibido, que en todo platicaba muy sotil e inteligentemente».
Publicado en el blog «Hidalgos en la Historia» cuyo blogmaster es D. J. Manuel Huidobro