Felipe VI, ¿rey de Portugal?
28 de noviembre del 2016
Portugal, nuestro cercano vecino, tierra de grandes navegantes y descubridores, fue en el pasado una nación poderosa, que llegó a disputar a España la hegemonía en América (de ahí surgió Brasil). Fue monarquía hasta el año 1910, y su último rey, Manuel II, murió en el exilio.
En la actualidad, existe un candidato legítimo al trono de Portugal, que es Dom Duarte, de la Casa de Bragança, buen amigo de España, quien mantiene sus aspiraciones, aunque, evidentemente, las expectativas son bastante improbables.
Viene de alguna manera a cuento todo esto porque los reyes de España llegan hoy a Portugal, reanudando así los viajes de Estado, que llevaban más de 500 días interrumpidos debido al bloqueo político que ha sufrido España por la imposibilidad de formar Gobierno. Será la tercera visita de Estado, tras las realizadas a Francia y a México, en junio de 2015.
Digo que viene a cuento porque la figura de don Felipe y doña Letizia alcanzan una gran popularidad en el país vecino, donde, desde hace tiempo, son mirados con interés y con afecto. Conocen bastante bien su vida y su trayectoria actual. Esa expectación se fundamenta también en que, por distintos motivos, han visitado en numerosas ocasiones esa tierra, han pasado algunas cortas temporadas allí, y siempre han dado muestras de aprecio.
Aunque se trate de una referencia personal, tuvo buena oportunidad de comprobar el cariño popular hacia los reyes de España con ocasión del último libro que he publicado sobre ellos («Felipe y Letizia. La conquista del trono»). No solamente se lanzó una versión en portugués, que se vendió muy bien, sino que, con ese motivo, pude estar unos días en Lisboa, donde fui entrevistado por prácticamente todos los medios informativos: televisiones, radios, agencias, periódicos, revistas… muestra bien clara del interés que los portugueses tienen por Felipe y Letizia. Las preguntas que hacían, los temas que planteaban, lo ratificaron
Doy un paso más, aunque pueda resultar muy atrevido. No obstante la figura de Dom Duarte de Bragança, y sin ánimo de molestarle lo más mínimo, estoy convencido de que a muchos portugueses no les importaría nada que nuestro Felipe VI se convirtiera un día también en rey de Portugal, si ello fuera posible. Ya sé que se trata de una idea utópica y casi (no del todo) imposible. Pero me reafirmo en esa opinión.
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