El Papa Francisco recibió el pasado día 5 en la Sala Clementina a trescientos miembros de la familia Habsburgo venidos a Roma en ocasión del Jubileo de la Misericordia.
“Me alegra recibiros con motivo de la peregrinación jubilar que habéis efectuado como familia –dijo el Santo Padre- Deseo hacer hincapié en este aspecto, ya que la familia, en sentido amplio, con la riqueza de sus lazos y sus variedades, es un valor para volver a descubrir en nuestro tiempo”.
“En esta feliz circunstancia –prosiguió- recordáis de forma especial al beato Carlos de Austria, que precisamente hace cien años ascendía al trono. Su presencia espiritual entre vosotros hace que la familia de los Habsburgo no mire al pasado con nostalgia, sino que, por el contrario, sea una presencia activa en el hoy de la historia, con sus desafíos y sus necesidades. De hecho, algunos de vosotros desempeñan papeles de primer orden en las organizaciones de solidaridad y promoción humana y cultural, así como en el apoyo al proyecto de Europa como una casa común asentada en valores humanos y cristianos”.
Francisco manifestó también su alegría porque entre las nuevas generaciones de los Habsburgo han madurado vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. “Doy gracias con vosotros al Señor –afirmó- y veo una nueva confirmación del hecho de que la familia cristiana es el primer terreno en el que las semillas de las vocaciones – ¡a partir de la conyugal, que es una verdadera vocación! – pueden germinar y crecer”.
“Carlos de Austria fue ante todo un buen padre de familia, y como tal, un servidor de la vida y de la paz –recordó- Había conocido la guerra, porque fue soldado raso al comienzo de la Primera Guerra Mundial. Asumió el reino en 1916, y sensible a la voz del Papa Benedicto XV, hizo todo cuanto estaba en su mano por la paz, a costa de ser incomprendido y ridiculizado. También en esto nos da un ejemplo más actual que nunca y podemos invocarlo como intercesor para obtener de Dios la paz para la humanidad·.
“Os doy las gracias de todo corazón por vuestra visita y os aseguro que acompañaré con la oración el camino de vuestra familia. Y vosotros también, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Gracias!”, finalizó el Pontífice.