Artículo de fecha 28-03-2016 de D. José Manuel Huidobro
Caballero de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén, Miembro de la Real Asociación de Hidalgos de España. Máster en Derecho Nobiliario, Heráldica y Genealogía (UNED). Autor de 55 libros y más de 700 artículos.
Isaac Peral, marino e inventor. No era hidalgo, pero se comportó como tal
Isaac Peral y Caballero, hijo de militar y brillante marino, entró en el Colegio Naval Militar en 1865. Tras su paso por la institución, realizó el Curso de Estudios Superiores (al que sólo accedían los más brillantes alumnos de las Academias).
Tras varios destinos en diversas partes del mundo, fue nombrado profesor de Física y Matemáticas en la Escuela de Ampliación de Estudios de la Armada. Allí ideó el invento por el que sería conocido, aunque no fue ni mucho menos el único, el torpedero submarino. Apoyado por la reina Isabel II y denostado por muchos de sus compañeros y superiores, al final pudo ver su submarino construido y botado en el Arsenal de La Carraca en 1888.
Pasó todas las pruebas, pero a algunos le molestó el éxito, y su invento, único en el mundo, quedó olvidado, sin uso ni reconocimiento. Peral, desengañado, abandonó la Armada, y se dedicó desde entonces al ámbito empresarial, trabajando en nuevos proyectos relacionados, preferentemente, con la electricidad.
Isaac (Tomás José María Segundo) Peral y Caballero nació en Cartagena (Murcia) el 1 de junio de 1851, aunque su padre, condestable (sargento) del cuerpo de Artillería de la Armada, y más tarde capitán de Infantería de Marina, Juan Manuel Peral Torres (1821–1872), era natural de la isla de San Fernando (Cádiz), que casó con su madre Isabel Caballero Díaz (1821–1871), natural ella sí de Cartagena, en 1847. Sus abuelos paternos: D. Pedro Manuel Peral del Castillo, nacido en 1789 en Higueruela o Alpera (Albacete) capitán de Artillería de Marina y Doña María Josefa Torres Carreño, natural de San Fernando; abuelos maternos: Pascual y Josefa, y por padrinos: Tomás Caballero y Josefa Díaz. Tuvo una hermana (Isabel) y dos hermanos, alistados también, como él, en la Armada: Pedro (1849–1897), capitán de fragata que tuvo varias acciones destacadas recompensadas con melladas; y Manuel (1862–1900), al mando del cañonero Leite durante la batalla de Cavite (Filipinas) el 1 de mayo de 1898, al que se le formó consejo de guerra tras entregarse a los estadounidenses sin presentar combate.
El 22 de diciembre de 1859 su madre mandó una solicitud a la Reina Isabel II, la cual concedió al joven Isaac, de tan sólo ocho años, el título de aspirante de Marina y a utilizar el uniforme de la corporación, con el compromiso firme de ingresar en la Escuela Naval en cuanto alcanzara la edad pertinente (14 años). Así, siguiendo la tradición paterna, el 1 de julio de 1865 ingresa como aspirante (figura con el nº 6.916 en la obra “Real Compañía de Guardias Marinas y Colegio Naval Militar–Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes”), en el actualmente desaparecido Colegio Naval Militar de San Fernando, aplicándose en los estudios de las matemáticas, álgebra y geometría, por lo que sus compañeros lo llamaban el “profundo Isaac”. Además, estudió astronomía, la construcción naval, maniobra, pilotaje, historia naval, historia de España, mecánica, física y máquinas de vapor. El 26 de diciembre de 1866 se le otorga el grado de Guardiamarina de 2ª clase. Viajó como guardiamarina en un buque de vela desde Cádiz a Manila (Filipinas). En 1872 ascendió a alférez de navío y ese mismo año fue destinado a Cuba como segundo Comandante del cañonero Dardo, recibiendo una Cruz roja al mérito naval por la defensa de Nuevitas contra los insurrectos de Cuba.
En 1874 regresó a España y fue enviado a combatir en la Tercera Guerra Carlista, participando en algunos bombardeos y bloqueos de las localidades de Elanchove y Bermeo en la costa cantábrica. Continúo la campaña de cruceros hasta el 23 de octubre de1875, en que es desembarcado y destinado a la fragata Blanca y a la Numancia, como profesor instructor de guardias marinas, demostrando una vocación profunda por el saber y la investigación (resultado de ello fue la publicación de dos libros sobre astronomía).
El 20 de abril de 1877 Isaac Peral se casa en Cádiz con Carmen Cencio y Rodríguez (1855–1945), de 21 años de edad, hija del médico y alcalde de San Fernando, Antonio Cencio Romero, teniendo nueve hijos.
El 21 de julio de 1880 asciende al grado de Teniente de Navío, embarcándose en Cartagena con destino a Filipinas. Al caer enfermo, en 1882 regresó a San Fernando para trabajar como profesor en la Academia de Ampliación de Estudios de la Armada (en la Capitanía naval de San Fernando), donde al poco tiempo se hace cargo de la cátedra de Física-Matemáticas, da clases de Química y Alemán y durante esos años de docencia inicia su investigación sobre la navegación submarina, continuando los trabajos del catalán Narciso Monturiol y otros, aunque fue acusado de plagio por esto.
Durante toda su carrera militar en la Marina, Isaac Peral se había preocupado por tratar de resolver el problema de la defensa de la nación frente a las modernas máquinas de guerra con que contaban otros países. Su invento, el sumergible torpedero era, en efecto, el arma de guerra perfecta, que nada tenía que ver con el de Monturiol, creador de un sumergible de madera (el Ictineo o barco-pez). Su idea era la de un submarino propulsado eléctricamente, frente a la propulsión manual o por vapor, y que incorporase un sistema para disparar torpedos bajo el mar.
El 23 de octubre de 1887 se inició la construcción del sumergible. Se realizaron varias pruebas, desde finales de 1888 hasta 1890, con informes favorables. La propulsión se obtenía de dos motores eléctricos de 30 caballos cada uno; la energía la suministraba una batería de 613 elementos que pesaba 30 toneladas. Incorporaba además un tubo lanzatorpedos, tres torpedos, periscopio, un sofisticado «aparato de profundidades», que permitía al submarino navegar en inmersión a la cota de profundidad deseada por su comandante y mantener el trimado (estabilidad) del buque en todo momento, incluso tras el lanzamiento de los torpedos, a partir de un doble sistema de hélices. Y todos los mecanismos necesarios para navegar en inmersión hacia el rumbo prefijado.
La Comisión Técnica nombrada al efecto avaló el éxito de las pruebas del primer submarino de la historia. Sin embargo, oscuros intereses nunca aclarados motivaron que las autoridades del momento desecharan el invento (a finales de 1890, la Armada dictaminó la anulación del proyecto del submarino) y alentaran una campaña de desprestigio y vilipendio contra la persona del inventor, pero éste no quiso vender la patente de su invento a potencias extranjeras, rechazando todas las ofertas, comportándose como un «verdadero hidalgo».
La llamada “cuestión Peral” provocó, además de las polémicas políticas en la prensa, la paralización de la construcción de un segundo submarino que hubiera solucionado las deficiencias ofensivas del primero. Desengañado de la Marina, Isaac Peral tras 26 años y haber servido en 32 buques diferentes, se vio obligado a pedir y obtiene, el 5 de noviembre de 1891, la licencia absoluta de la Armada, para intentar aclarar a la opinión pública la verdad de lo sucedido, al mismo tiempo que emprende una fracasada carrera política en el Puerto de Santa María y, posteriormente, negocios privados relacionados con los acumuladores eléctricos, estableciéndose en Madrid. Su obra, en materia eléctrica, fue continuada por Tudor, que adquirió su innovadora batería y la comercializó por todo el mundo.
El 22 de mayo de 1895 Isaac Peral y Caballero falleció tempranamente de meningitis a los 44 años, después de ser operado de urgencia en Berlín por un tumor cerebral. Enterrado en el cementerio de la Almudena (Madrid), sus restos fueron trasladados en 1911 a Cartagena y en 1927 se inhumaron definitivamente en el Panteón de Hombres Ilustres de Cartagena. Su olvidado submarino, que estuvo muchos años en el Arsenal de la Carraca, fue trasladado a la Base de Submarinos de Cartagena en 1928 para años después, en 1965, reubicarlo en el Paseo del Muelle de esta ciudad.
Publicado en el blog «Hidalgos en la Historia» cuyo blogmaster es D. J. Manuel Huidobro