Un Caballero Sanjuanista , miembro de la Unión de la Nobleza del Antiguo Reino de Mallorca, nos remite este interesante artículo al que dedicamos la entrada de hoy.
Me tomo la libertad de aprovechar el espacio que de manera inmerecida me reserva este blog, para plantear unas brevísimas notas que, sin importunar al lector, espero le permitan, si así lo desea, acercarse a la naturaleza y características de la nobleza del Reino de Mallorca, tan distinta, en sus orígenes y características, a la del resto de los otrora reinos hispánicos reducidos hoy, merced a no sé qué regulación autonómica, a la condición de «Estado Español» en detrimento de la, al parecer, verdadera y única nación.
Dejando de lado la población existente con anterioridad a la conquista de la Ciudad de Palma por el Rey Jaime I en 1229, porque hablar de la nobleza en Mallorca es hablar, en buena medida, de la nobleza de Palma, la «Ciutat» por excelencia, la división estamental de la sociedad del reino se organiza, al menos hasta el Siglo XVIII, en tres brazos: El Brazo Noble, el Eclesiástico y el Real (perteneciendo a este último el estado general de la Ciudad y el resto de habitantes de la Isla).
Por lo que respecta al brazo noble que ahora nos ocupa, viene éste integrado por los Nobles (o «Dons» en función de su tratamiento protocolario exclusivo hasta el siglo XVIII) que constituyen el escalafón superior del estamento noble, formado por las viejas familias pertencientes a la nobleza de inmemorial; Los caballeros y donceles; y finalmente los ciudadanos militares (todos ellos con tratamiento de «Magnífichs»)(1).
La ciudadanía militar integra no sólo a aquellos beneficiarios de «real título», concesionarios de tal condición y sus descendientes agnados, sino también a aquellos otros (ciudadanos de grado) quienes por su condición profesional accedían también al estamento privilegiado, con algunas peculiaridades. Con razón manifiesta el síndico personero de la Ciudad en 1784 que «le parece a la Ciudad que no hay fundamento sólido para determinar hoy todos los individuos que componen la clase de ciudadanos Militares y Honrados de este reino, sin exponerse al riesgo de perjudicar a alguno en un asunto de tanta consequencia»(2).
Con posterioridad, ya en el siglo XVII, mediante la alianza nobiliaria promovida por el comandante general Marqués de Casafuerte para evitar las ya habituales y sangrientas trifulcas promovidas por los bandos nobiliarios de Ciutat, nace el concepto de «ses Nou Cases» (las nueve Casas), integradas por las nueve familias de la más antigua nobleza de la capital del Reino, siendo inicialmente en opinión del actual conde de Zavellá (por orden alfabético) los Berga, Cotoner (marqueses de Ariany), Dameto (marqueses de Bellpuig), Salas, Sureda (marqueses de Vivot), Sureda de Sant Martí (marqueses de Villafranca), Togores (condes de Ayamans), Verí y Zaforteza (marqueses del Verger y de Santa María de Formiguera)(3). Tanta fue la importancia de estas familias nobles de Mallorca y tanto el poder que consiguieron, enlazando constantemente entre sí, cosa que aún hoy hacen, que todavía hoy en día cuando alguien se las da de importante en Palma se le dice que «éste se cree que es de ses Nou Cases».
Tras siglos de inmutabilidad de las antiguas familias de Mallorca, se introduce desde mediados del S.XVIII la figura del «hidalgo» ajena hasta entonces al Reino de Mallorca, como consecuencia de la nueva planta decretada para los infortunados reinos integrantes de la Corona de Aragón, y de la interpretación analógica y extensiva dada a la pragmática del brevísimo Luis I de 1724, al disponer mediante Real Cédula «en que se espresan los títulos de nobleza que hay en el Reyno de Valencia» que «se estimen y tengan por hidalgos a los generosos, caballeros, nobles y ciudadanos de inmemorial».
Los hidalgos, integrantes de este nuevo y nobilitante estrato social compuesto de ciudadanos militares y opulentos miembros de la mano mayor foránea enriquecidos por afortunados enlaces matrimoniales y la constitución de grandes fideicomisos, constituyen la primera y única renovación en el panorama social de Mallorca, aparte de las lógicas promociones de determinados individuos o familias, desde la Conquista y antes de la desaparición estamental acontecida en el siglo XIX.
(1) El Conde de Zavellá: «Senyor a Mallorca, un concepte heterogeni» en Estudis Baleàrics nº 34, septiembre de 1989.
(2) José Ramis d’Ayreflor Sureda: «Alistamiento Noble de Mallorca», 1911. pg. 558. Cabe reseñar que el Alistamiento Noble de 1762 no es tal, sino un mero alistamiento militar de sujetos aptos ante la perspectiva bélica contra Inglaterra.
(3) Bartomeu Bestard: «La alianza nobiliaria de Ses Nou Cases» en Diario de Mallorca, 19 de octubre de 2008.