LEYENDAS «Mi antepasada la Varona de Castilla era el terror de los árabes»
Rodrigo María Varona relata la historia de la brava María Pérez, de Villanañe, que venció a Alfonso el Batallador y llegó a ser señora de 40 villas
El escudo de los Varona esculpido en piedra ante la Torre-Palacio familiar en Villanañe de Valdegovía (Álava) luce las barras de Aragón en diagonal, recordando que fueron ganadas como trofeo. El detalle podría pasar inadvertido para algunos si la estatua heráldica no mostrara el busto de una mujer, con armadura y celada y una espada rota en la mano: María Pérez, la Varona de Castilla.
«Hay muy pocas mujeres, en su época, que llegaran a tener su poder», afirma Rodrigo María Varona al contar la historia de su antepasada, que ha pasado de padres a hijos a lo largo de 27 generaciones. «Todas las leyendas tienen parte histórica y parte aumentada», advierte. La que cambió el apellido de su familia y marcó a sus herederos, «está basada en hechos reales».
El relato del actual señor de la Torre-Palacio de los Varona se remonta a los últimos años del siglo XI y primeros del XII en los que María Pérez vivió allí junto a sus hermanos Alvar y Gómez. La familia, partidaria de Doña Urraca de Castilla y su hijo Alfonso VII en su lucha contra Alfonso I el Batallador, había sido llamada a tomar las armas y María se empeñó en acompañar a sus hermanos en la batalla, haciéndose pasar por un guerrero más.
Las tropas castellanas y aragonesas se enfrentaron en Soria, en los campos de Barahona. Según la leyenda, al anochecer y en la confusión del combate, María se apartó de sus hermanos y fue a encontrarse con el mismo Alfonso el Batallador. «Ella le dio batalla y le venció», a pesar de que en la lucha se le quebró la espada, según narra Varona.
La mujer llevó preso al rey aragonés ante Alfonso VII y éste al descubrir su identidad y admirado por su hazaña, le dijo: «Habéis obrado, no como débil mujer, sino como fuerte varón y debéis llamaros Varona, vos y vuestros descendientes y en memoria de esta hazaña usaréis las armas de Aragón». Y para recordar el suceso, se dice que el monarca mandó que los campos también se intitularan de Varona (Barahona).
Su descendiente apunta que en el escudo se añadieron a las barras «ocho espejos como las ocho mujeres ilustres de la historia» a las que ya se sumaba esta mujer de armas tomar.
«Era el terror de los árabes», asegura Varona. Les arrebató plazas como Toro, Torquemada o Dueñas y «llegó a ser señora de 40 villas en Castilla», subraya.
«La Varona de Castilla» contrajo matrimonio con el infante don Vela, hermano de tres reyes de Aragón: Pedro I, Alfonso I y Ramiro El Monje. De este enlace nació Rodrigo Varona, el primero de la estirpe. «Desde entonces todos los descendientes nos llamamos Rodrigo, con un nombre adicional», señala el actual residente de la torre, reconvertida en Casa-Museo.
María Pérez se retiró en los últimos años de su vida, ya viuda, al Monasterio de San Salvador de Oña, donde reposan sus restos.
Con ella se perdió el apellido Pérez del almirante visigodo Ruy Pérez que mandó construir la Torre en Villanañe allá por el año 680. En esta fortificación se dice que descansó Don Pelayo tras la Batalla de Guadalete (711) y preparó la Reconquista. «Ha servido de paso seguro para todas las grandes rutas», señala Varona recordando por ejemplo la ruta de la sal o el antiguo itinerario del Camino de Santiago que pasaba por Álava.
Emparentada con los Salazar, Mendoza, Velasco, Saravia, Rueda o Manrique, entre otros históricos apellidos, la familia contó entre sus miembros con primeras autoridades en Italia, Flandes o América. Sus recuerdos, como el crucifijo donado a un Varona por Don Juan de Austria tras la batalla de Lepanto, se han ido acumulando con el paso del tiempo en la Casa Torre que hoy se muestra a los visitantes.
«Somos una de las pocas familias que hemos conservado siempre nuestro hogar», subraya con orgullo su actual residente, de 66 años, que también presume de mantener sus habitaciones con papeles pintados de los siglos XVII-XVIII. «Los Varona siempre hemos tenido inquietudes», añade Rodrigo antes de apuntar que su casa fue «la segunda vivienda de España que tuvo luz eléctrica» y una de las primeras en contar con teléfono.
La Torre-Palacio de los Varona es una de las 15 casas que permanecen abiertas en invierno en el pequeño pueblo de Villanañe, que llega a contar con un centenar de personas los fines de semana. El valle de Valdegovía, con unos 1.000 habitantes, «es una de las zonas más desconocidas de España, pese a que aquí tenemos mucha historia de todas las épocas», remarca Varona. Afortunadamente, dice, «hoy se está volviendo a dar al valle la importancia que tuvo».
«De la ilustre doncella, que llamaron varona»
Lope de Vega dedicó una comedia a La Varona Castellana, una octava en la Jerusalén Conquistada y otra en la segunda parte de Filomena a la leyenda de la Varona de Castilla. De esta última son los famosos versos: «De la ilustre doncella, que llamaron Varona, que al Rey aragonés prendió arrogante, origen del linaje Barahona».
En 1848, Rafael Monje publicó la historia de La Varona Castellana en el Semanario Pintoresco Español basándose en una genealogía panegírica compuesta en 1715 por un religioso agustino de la familia Varona. Su relato, de tinte romántico, incorporaba detalles de la batalla, así como del final de María Pérez en el monasterio de Oña, donde falleció «después de cumplidos los 63 años de su edad y ocho de reclusión edificante». Reproducía además una inscripción trazada en un arco del claustro: «Aquí yace, en paz la muy ilustre y valerosa capitana María Pérez, conquistadora de reinos y provincias; las guerras por la espada la granjearon el timbre de Varón, que adquirió femenil Varona».