Artículo de fecha 26-06-2015 de D. José Manuel Huidobro 

Caballero de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén, Miembro de la Real Asociación de Hidalgos de España. Máster en Derecho Nobiliario, Heráldica y Genealogía (UNED). Autor de 55 libros y más de 700 artículos.

 Nicolás de Ovando. Colonización de América y el origen de las Encomiendas

 Gobernador y estadista extremeño, considerado el iniciador de la obra colonizadora de España en América. Tras ostentar el título de Comendador de Lares, en premio a su labor como Gobernador de las Islas y Tierra Firme entre 1502 y 1509, la Corona le concedió el máximo título de Comendador Mayor de Alcántara. 

   Nicolás de Ovando era hijo del capitán Diego (de Cáceres) Ovando, que descendía de uno de los conquistadores cristianos a quienes el rey de León diera la ciudad cacereña tras ser tomada a los árabes, y de su primera mujer Isabel Flores de las Varillas Gutierrez, Dama de la Reina Isabel I de Castilla. Fue gobernador y administrador colonial de La Española desde 1502 hasta 1509, sucediendo en el cargo a Francisco de Bobadilla. Nació en Brozas, Cáceres, hacia 1460 y falleció en  Sevilla en mayo de 1511.

Retrato de "Fray" Nicolás de Ovando

Retrato de «Fray» Nicolás de Ovando

  Perteneció a una encumbrada familia hidalga extremeña; fue criado en Cáceres y educado en un ambiente de intensa religiosidad. Ingresó en la Orden Militar de Alcántara para dedicarse al servicio de la Iglesia y de la Corona, detentada por Isabel la Católica, de quien fue un leal y fervoroso partidario. En 1478 obtuvo la encomienda de Lares, una de las más importantes concedidas a la Orden de Alcántara. Fue uno de los diez hombres designados por los Reyes Católicos para acompañar al Príncipe Don Juan en la Corte de Almazán.

   Este cargo lo conservaría hasta 1497, fecha de la muerte del Príncipe. En lo sucesivo, Ovando se concentró en la supervisión de todos los asuntos internos relacionados con la Orden de Alcántara, cuyo Maestrazgo pasó definitivamente en 1494 a depender de la Corona de Castilla. En su condición de estrecho colaborador de los Reyes Católicos se le nombró dos veces visitador de la Orden a la que pertenecía y, posteriormente, se le encargó la reconstrucción de la ciudad de Alcántara, semi-destruida por la Guerra de Sucesión castellana.

   Nicolás de Ovando fue nombrado Gobernador de las Islas y Tierra Firme el 3 de septiembre de 1501, en sustitución del juez pesquisador Francisco de Bobadilla, quien poco antes había depuesto de dicho cargo a Cristóbal Colón. Con la llegada de Ovando a La Española comenzó el período de auténtico asentamiento y colonización de los españoles en las Antillas. La flota que lo condujo al Nuevo Mundo zarpó de Sanlúcar de Barrameda el 13 de febrero de 1502. Esta poderosa escuadra al mando de Antonio de Torres estuvo compuesta por treinta y dos naves y llevaba a bordo 2.500 personas, entre ellas, fray Bartolomé de las Casas. La flota llegó a Santo Domingo el 5 de abril.

   Apenas asumió el cargo, Ovando hizo el juicio de residencia a Bobadilla y ordenó su embarque a España en la misma flota en la que él había arribado. Ovando tuvo que lidiar con la costumbre de los colonos españoles que encontró en la isla de vivir desperdigados entre las poblaciones indígenas e, inmediatamente, dispuso que éstos trasladaran sus residencias a cualquiera de las nuevas urbes que se fueran fundando. A aquéllos que se mostraron más reacios a convertirse en vecinos se les envió de vuelta a España. De este modo se impuso con éxito la política centralizadora a los conquistadores y colonos españoles.

  El siguiente objetivo de Ovando fue acelerar el proceso de asentamientos urbanos con el que se esperaba garantizar una colonización acorde con las normas centralizadoras de la Corona. Para lograrlo se adoptó el modelo castellano de la Baja Edad Media de hacer calles anchas, rectilíneas y perpendiculares. Así en 1502 se reconstruyó la ciudad de Santo Domingo después de que un huracán la destruyese.

   Pacificó la Española venciendo a los caciques rebeldes. Por estas acciones militares ha sido acusado de excesiva severidad, sobre todo por la ejecución de Anacaona y varios caciques. Como resumen de su actuación en la isla Española se podrí­a decir que llegó en 1502 a un lugar en completo caos social, polí­tico y militar y cuando volvió a España en 1509 la dejó pacificada, con una nueva  y eficaz administración basado en el modelo castellano y una próspera economía.

   La afluencia masiva de españoles a las Antillas y la necesidad de obtener una mano de obra que trabajara intensa y permanentemente en la agricultura no fue del agrado de los nativos y muchos de ellos prefirieron huir a los montes. Ante esta actitud, los colonos plantearon a la Corona que los indios les fueran repartidos. El 20 de diciembre de 1503, la reina Isabel firmaba una Real Provisión legalizando los repartimientos de indios en favor de los españoles. Con este documento nació la institución de la encomienda, que fue llamada en un principio «repartimiento». La Corona confiaba cierto número de indígenas a los colonos españoles, convirtiéndolos de esta forma en encomenderos.

  Entre 1503 y 1505, el Gobernador Ovando generalizó los repartos de indios en la isla La Española, hecho que permitió que se desarrollara a gran escala no sólo la agricultura, sino la extracción aurífera a costa de la explotación de esta mano de obra. La labor colonizadora de Ovando fue evaluada en la época como innovadora y positiva, a pesar de las críticas de Bartolomé de las Casas que acusaba al gobernador de haber promovido la destrucción de las Indias. El 9 de julio de 1509, Nicolás de Ovando fue sustituido por Diego Colón en la Gobernación de las Indias. La Española contaba ya con más de 3.000 vecinos en unas quince villas pobladas.

   Hacia 1508, culminada la época de fundación de ciudades, Ovando se orientó hacia la exploración del resto de las Antillas. Esta iniciativa permitió que la expedición de Sebastián de Ocampo confirmara definitivamente la insularidad de Cuba.

   Este regresó a España y fue premiado por los Reyes Católicos con la concesión del título de Comendador Mayor de la Orden de Alcántara. Murió el 29 de mayo de 1511 en medio de una Junta Capitular de la referida orden.

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   El escudo ovandino

  El símbolo personal de Nicolás de Ovando lleva los apellidos de su padre y de su madre: Ovando, Mogollón y Flores, Gutiérrez. Acolada, la cruz de Alcántara.

    El apellido Ovando, situado en el primer cuartel del blasón, es, en campo de plata, una cruz floronada de gules, angulada de cuatro veneras de lo mismo.

    En el segundo cuartel está situado el apellido Flores: De azur, cinco flores de lis puestas en aspa con bordura de gules, cargada con ocho aspas de oro.

    En el tercer cuartel el apellido Mogollón. En campo de oro, dos osos pasantes de sable, bordura de gules, cargada con ocho aspas de oro.

    En el cuarto cuartel, Gutiérrez: En campo de oro, un castillo cargado con cinco hojas de higuera de sinople, dos en el homenaje central y tres en el cuerpo.

Publicado en el blog «Hidalgos en la Historia» cuyo blogmaster es D. J. Manuel Huidobro

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