El hidalgo en el teatro español. El caballero de Olmedo, de Lope de Vega

Por Miguel Ángel Hermida y Jiménez

Caballero del Linaje Chancilleres de la Casa Troncal de los Doce Linajes de Soria. Miembro del Instituto Internacional de Genealogía y Heráldica. Licenciado en Historia. Archivero y documentalista del Centro de Documentación Teatral, INAEM, Ministerio de Cultura y Deporte.

“Que de noche le mataron,

al Caballero,

la gala de Medina,

la flor de Olmedo”

Esta coplilla que se popularizó durante los siglos XVI y XVII en Castilla, la cual era recitada en calles y plazas en recuerdo de unos sucesos acaecidos al iniciarse la decimosexta centuria, resume el argumento de la genial tragicomedia escrita por Félix Lope de Vega y Carpio, que recogió lo que esta copla recuerda, una historia sobre cierto caballero asesinado en las proximidades de Olmedo. El caballero de Olmedo fue escrita por Lope en 1620 y es, sin duda, una de las obras cumbre del teatro español, además de ser una de las obras más representativas y representadas de su autor. Una historia de hidalgos, de amor, celos, honor y crimen, la cual se desarrolla en Castilla, entre las villas de Medina del Campo y Olmedo, siendo su espacio temporal el reinado de Juan II. 

Lope de Vega nos presenta la tragedia protagonizada por el galán don Alonso Manrique, un joven hidalgo, un caballero de Olmedo, que conoce en la villa de Medina a la joven doña Inés, la hija mayor del hidalgo don Pedro. Un amor que el joven galán pretende avivar con la ayuda de su criado Tello y por medio de las malas artes ofrecidas por Fabia, una alcahueta de Medina que realiza “trabajos” para conseguir acercar a los amantes. Don Rodrigo, pretendiente de doña Inés y personaje antagonista de don Alonso, es derrotado por este en duelo y lances taurinos. Además de ser humillado, don Rodrigo es también rechazado por la joven Inés.

La venganza cobarde de don Rodrigo tiene lugar durante la noche, en una noche del mes de mayo, en las cercanías de Olmedo. Amparados por la oscuridad y aprovechando la soledad del camino, don Fernando, compañero y amigo de don Rodrigo mata de un disparo a don Alonso. Como castigo a su delito los asesinos serán condenados por el propio rey a morir decapitados.

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El argumento de la obra de Lope de Vega tiene su referencia histórica en los sucesos acaecidos el dos de noviembre de 1521 en las cercanías de Olmedo y de los que la coplilla popular se hacía eco: el asesinato de don Juan Vivero, caballero de Santiago, por orden del también hidalgo don Miguel Ruiz a manos de uno de sus esclavos, un tal Pedro “El Negro”, no se sabe si por un asunto de unos galgos, por temas amorosos o por rivalidades y venganzas políticas entre partidarios del emperador Carlos y comuneros. Este acontecimiento fue recogido por Alonso López de Haro en el Nobiliario genealógico de los reyes y títulos de España, Libro IX, capítulo VII. Un linaje, el de los Vivero, originario de Santa Marta de Ortigueira, en el Reino de Galicia, señores de Castronuevo y Alcaraz. La genealogía de este linaje se conserva en el expediente de Juan Vivero, caballero de Santiago y nieto del también caballero de Santiago y del mismo nombre asesinado en Olmedo. Además de los datos aportados por los testigos en el expediente de la Orden de Santiago, una completísima genealogía de este noble linaje fue recogida por López de Haro en su obra:

Juan de Vivero casó con María de Soto y tuvieron por descendencia a Alonso Pérez de Vivero quien casó con Inés de Guzmán, los cuales tuvieron descendencia. Hijo de este matrimonio fue Gil Vivero y Dávila que casó con la portuguesa María Coutiño de cuyo matrimonio nació Rodrigo de Vivero que casó con María de Silva y Dávila, padres que fueron de Juan de Vivero y Silva, caballero de Santiago, el histórico caballero de Olmedo. 

 

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La descripción de las armas del linaje Vivero es como sigue:

“En campo de oro tres matas de ortigas de su color, en cada una siete hojas sobre unas rocas de mar de su color sobre ondas azules y blancas”

Pero volvamos a la obra de Lope y la descripción que en ella hace de la sociedad estamental, descripción que ofrece al espectador una visión personal y estereotipada, e incluso idealizada, de los grupos sociales castellanos de su época. Así, el estamento nobiliario aparece representado por hidalgos que aman, dirimen sus diferencias y las resuelven unas veces haciendo gala de nobleza y honor, otras veces alejándose de su condición por medio de la venganza cobarde. El pueblo llano es descrito por Lope a través del personaje de Tello, criado de don Alonso, el gracioso de las comedias barrocas, amigo y compañero de su amo; y por el personaje de Fabia la alcahueta, personaje servil, interesada e ignorante. Respecto al estamento eclesiástico es citado en numerosas ocasiones durante la obra si bien ningún personaje del clero aparece en la misma. Por encima de todos, el rey, señor de todos sus vasallos, que administra justicia, premia a los buenos y castiga a los malos. Sin duda, una visión acorde con la ideología del momento. 

Los hidalgos que presenta Lope en El caballero de Olmedo encarnan los diferentes valores y virtudes del hidalgo, conforme con su calidad, o la ausencia de estos, lo que les acerca a comportamientos y valores más propios de villanos. Don Pedro representa los principios del hidalgo, de un hombre maduro y de un padre preocupado por proteger la honra de sus hijas, de casarlas bien, conforme a su condición de nobles y a su situación económica acomodada. El personaje de don Fernando es un personaje secundario, un joven hidalgo que pretende a la hija menor de don Pedro, siendo correspondido en su amor. Acompaña a don Rodrigo en sus andanzas y participa en el crimen cobarde, el asesinato de don Alonso Manrique.  Los otros dos hidalgos que protagonizan esta tragedia castellana son personajes característicos de la dramaturgia barroca: el galán representado por don Alonso Manrique, joven hidalgo castellano, caballero de una de las órdenes militares, culto bachiller, diligente gestor de los intereses de su linaje al encargarse de las gestiones de tratos de la cuadra de su padre en la feria de Medina; encarna los valores más elevados y nobles: la valentía, el honor, la gallardía, la piedad. Frente a este paradigma de la honra Lope presenta a su antagonista, don Rodrigo; también hidalgo pero que pese a intentar elevarse hacia la virtud termina fracasando en todas sus empresas, ya sea la consecución del amor de doña Inés, la victoria en combate singular; en duelo contra su rival don Alonso, también en la demostración de habilidad como jinete frente a los toros que lancea junto a su rival el cual, si no era suficiente, salvará la vida a don Rodrigo. Este, finalmente, resolverá su rivalidad demostrando su odio y cobardía al asesinar de forma vil a su oponente. 

¿Son los personajes antagonistas de la obra de Lope dos visiones del hidalgo en el siglo XVII? ¿Dos situaciones que nos muestran lo mejor y lo peor del hombre intemporal? ¿Se trata en realidad de idealizaciones y estereotipos, de simples figuras literarias?  Lope puso su visión sobre estas cuestiones en boca de don Alonso y, por medio de unos bellísimos versos, el gran dramaturgo expresa el anhelo del más elevado sentimiento de un hidalgo del siglo XVII ante el destino incierto, un anhelo de victoria del honor frente a la infamia y la cobardía.

“Pero ya no puede ser 

que don Rodrigo me envidie, 

pues hoy la vida me debe; 

que esta deuda no permite 

que un caballero tan noble 

en ningún tiempo la olvide”