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LIBROS EN NAVIDAD

 Faltaría a la más elemental cortesía sino acusase recibo de tres libros que han iluminado mis horas en estos días presididos por algo de miedo y ansiedad, a causa de mi alborotada analítica. Vueltas las aguas a su cauce, me pongo a escribir por liberarme de las sombras.

 Primero fue el maravilloso poemario de mi dilecto amigo Raúl Herrero “Te mataré mientras vivas” publicado por Pregunta Ediciones en una pulcra y primorosa edición. Se trata de un libro sorprendente que reúne temperamento y ternura, mística y coraje, muy rico en hermosísimas metáforas que brillan en los textos como si fueran diamantes. Es un conjunto de poemas definitivos, únicos, que no podían ser escritos de otra manera. Unos poemas que llegan al corazón del lector en un pispás, sin intermediarios, contenidos en un libro lleno de sensibilidad y acierto, en el que no falta nada. Herrero es un poeta sofisticado que pone patas arriba la poesía tradicional utilizando el desconcierto, la donosura y una gracia muy suya, quizá surrealista. Cuanto más le leo, más me gusta.

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 Es ésta sin duda, otra obra redonda para apuntar al buen hacer de Raúl Herrero, un poeta esencial, un poeta las veinticuatro horas del día, un poeta enorme y sincero que escribe versos prodigiosos, originales y fantásticos.

 Luego llegó el trabajo “Amor al Libro” de mi admirado Francisco Peralto, un gran poeta, editor formidable e impresor riguroso, en el que se resume muy bien en poemas cortos, la vida del propio Peralto, dedicada a la letra y la palabra. Peralto es un escritor global que cultiva todos los géneros de la poesía, la poesía tradicional y la más vanguardista, la permutatoria, la fonetista, la visual, etc. Un grande de la literatura actual que dirige la editorial Corona del Sur de Málaga, una de las más importantes a la hora de hacer el obligado recuento de las obras poéticas vanguardistas. Su libro es una delicia.

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 Estos dos grandes poetas han sido acompañados por el tomo (un libro de casi mil páginas) de la correspondencia de Felipe Boso (1969-1983) imprescindible para conocer el desarrollo de la poesía experimental española, que ha publicado Ediciones La Bahía. Una edición muy rigurosa a cargo de Juan Antonio González Fuentes. Para mí, es una obra muy necesaria para fijar de una vez por todas, quién fue cada cual en la literatura radical de los años setenta. En ella estamos todos los que, de una u otra manera, formamos parte de aquella literatura extrema. En el libro aparecen desde AF Molina hasta Gradolí, pasado por Cela, Bouza, Mari Carmen de Celis o Millán.

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 A Felipe Boso le conocí personalmente en Bruselas en 1981, cuando vino desde Bonn, donde vivía, para recoger una antología de poesía experimental española que habíamos publicado en la revista Doña Berta. Era un tipo colosal. Simpático, culto, elegante y discreto. Enseguida conectamos. Yo quise publicar sus cosas, pero no pudo ser. No tuve dinero y no conseguí subvención alguna.

 Murió de un infarto dos años después. Una tragedia que vivimos en primera persona. Después de su fallecimiento, Fernando Millán le publicó “La palabra islas” en Metaphora. Boso ya había publicado “T de trama” que es una obra de primera magnitud en aquel romo panorama literario nacional. En el libro que comento se refleja la actividad de uno y otro en el desarrollo de la literatura experimental.

 En la galería fotográfica del final del tomo en la que se reproducen las efigies de los poetas que se cartearon con Boso, me veo y no me reconozco. Un jovencísimo principiante que sonríe a la cámara. Seguro que es una foto de la autoría de Fernando Millán que, por aquél entonces, no dejaba pasar una ocasión para inmortalizar a quien se le pusiera por delante.

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 He de añadir que no me han causado mala impresión mis cartas a Boso, ya que temía que fueran el bodrio de un majadero, pero su lectura me ha hecho reconciliarme con mi propia imagen de aquellos tiempos.

 En fin, la llegada a casa de estos textos y algunos otros, que no he leído todavía, han calmado de sobra mis ansiedades. Siempre me pasa. Los libros de poesía, todos los libros, tienen para mí el efecto de aliviarme de mis males. O sea, son un bálsamo de Fierabrás que jamás defrauda, al alcance, en su caso, de mi paupérrimo bolsillo.

 Como estoy escribiendo dos cosas a la vez, aprovechando la visita de las volubles musas, calculo que no publicaré nada del otro jueves hasta el año que viene. Así que aprovecho para desearos, a todos los que tenéis la bondad de leerme, una muy Feliz Navidad y que el próximo 2018 nos sea propicio. Dios lo quiera.