ESCRITORES RADICALES:

LA POESÍA TEXTUAL DE JOSÉ MARÍA DE MONTELLS POR FERNANDO MILLÁN

D. José María de Montells y Galán y esposa

D. José María de Montells y Galán y esposa

Entre las distintas fórmulas acreditadas por las Neovanguardias de años sesenta-setenta, la poesía textual (también conocida como poesía lenguaje), es la que menos atención y consideración ha recibido por parte de la crítica y los historiadores.

De hecho, frente a desarrollos como los de la poesía visual, el poema objeto, la performance o la poesía fonética, el género textual, presenta una concreción menos nítida, e incluso una diferenciación -al menos en apariencia- con la poesía discursiva, problemática. Sin embargo, la poesía textual tiene por extensión, innovación y radicalidad un protagonismo propio en la historia de la poesía de los últimos cuarenta años.

Poesía que frente a los modelos del discurso operantes (simbolista, realista, surrealista, etc…) basados en la preponderancia de la subjetividad personal que se vehicula en la escritura, pone al texto como un ente autónomo y auto-referente, producto de mecanismos objetivos o incluso automáticos (combinatorios, estadísticos, aleatorios…).

Uno de los poetas que han participado de forma destacada en esta historia textual, y a la vez, vivencial, es José María de Montells. Felipe Boso, adelantando en tantas cosas, ya habló a comienzos de los años setenta, de un “proceso de absolutización del lenguaje” entre los poetas españoles. El mismo había publicado en 1970 (en la colección santanderina de “La isla de los ratones”) su libro T de trama, en el que dio a conocer algunas producciones textuales, en apariencia poco radicales, pero en el fondo cargados de de una gran energía y potencia innovadora.

Los precedentes de la poesía textual, se encuentran en España, en algunas experiencias surrealistas, y en especial en algunos poemas de Chicharro o Brossa, aunque es Cirlot el que profundiza más, sobre todo con la utilización de fórmulas combinatorias de la Kábala. Sin embargo, no debemos olvidar que estos precedentes carecen de un componente definitivo para ser considerados poesía textual: No tienen conciencia de sus características autoreferentes.

En 1966, Julio Campal realizó también una serie de poemas que aunque tenían una base discursiva era extremadamente sintéticos, y les aplicó fórmulas combinatorias. Pero a este planteamiento Campal une la idea de que la re-combinación del texto original, es una intervención abierta no sólo para el autor, sino también para el lector. La idea de la autonomía del texto está aquí ya plenamente desarrollada. Montells La trayectoria de Montells dentro de la Neovanguardia en España, es nítida y sobresaliente, tanto en los aspectos públicos como en su propia producción poética.

Tras una etapa de vida pública en los setenta, en la que su labor como editor (de libros y revistas) fue fundamental, se ha mantenido después retirado de las actividades públicas. Entre 1970 en que aparece su primer libro La cabellera de Berenice, y 1980 en que ve la luz Onomástica copta, Montells publica A partir de la nada y otros poemas (1970), Aparato fúnebre (1971), Los materiales concretos (1974), y Cuatro retratos (1980). Permanece en silencio editorial hasta 1991 en que edita El castillo mordido por su cola, seguido de Tríptico desvelado en 1995. Y finalmente en el año 2001 la antología Summa artis, que recoge poemas de todos estos libros, así como de los inéditos Materiales N.O. aptos (1978), Epístolas nocturnas, Una confesión monumental y La cabeza contra el muro. Las características fundamentales de la poesía de Montells están ya claramente establecidas en sus primeros libros de comienzos de los años setenta, cuando el autor cuenta con apenas veinte años. El mismo ha separado en Summa artis, en poesía visual y en poesía discursiva toda su producción.

Dentro de la parte discursiva sobresale la poesía que con propiedad podemos calificar de textual. A ella pertenece el libro que hoy nos ocupa: La cabeza contra el muro. Varias características definen esta poesía textual de Montells: La apropiación, y la aleatoriedad, como técnicas compositivas; el mantenimiento de la sintaxis, la renuncia a las imágenes declaradamente surrealistas, y la reelaboración (Montells la califica de “sub-versión”) del discurso poético simbólico-realista, como cuestiones que podemos llamar de estilo.

La apropiación en sus distintas variantes (collage, ready made, detournement, etc…) es la fórmula clave del arte del siglo XX. En su origen fue una respuesta de amor-odio ante el desarrollo de los objetos y productos de producción industrial. Después pasó a ser una forma de identificación entre el objeto y su icono, y por lo tanto la utilización de las codificaciones impuestas por las sociedades industriales avanzadas.

Objetivamente considerado, el texto que se produce a partir de la manipulación del poema apropiado es en realidad un sub-texto, y seguramente por ello, Montells llama a estas producciones subversiones. Pero aquí es necesario adoptar un nuevo punto de vista: La existencia, en sí misma, siempre se ha considerado en Occidente como algo superior a la no existencia. En las sociedades postindustriales, por el contrario, la sobreabundancia, superpoblación, masificación y demás fenómenos de nueva planta, nos señalan que necesitamos nuevas escalas de valores. Las categorías utilizadas tradicionalmente por la crítica no se pueden aplicar de forma mecánica a las nuevas producciones.

El texto no es verdad ni mentira. Tampoco es realidad ni ficción, por lo menos en el sentido más tradicional de estos conceptos. El texto es una invención dada, preexistente y abierta, sobre la que la doble intervención autor-lector (también lector-autor) re-elabora y re-escribe los materiales que pueden dar lugar a una nueva codificación. Por eso ningún texto es inocente.

Porque su propia existencia pone en marcha el mecanismo antiliteral: No hay escritura sin interpretante…Y la interpretación tiende a ser sentimiento, esto es pasión. Y donde hay pasión hay pecado. El catolicismo español, al prohibir la lectura personal de las Sagradas Escrituras, actuaba con una lógica implacable. Lo mismo que el budismo al poner en el nirvana la felicidad, o el quietismo, de nuestro Miguel de Molinos al concebir a dios como inmovilidad. En el siglo XX, el positivismo lógico, y sobre todo Wittgenstein han marcado los límites de lo decible y de lo indecible: “De lo que no se puede hablar, es obligado callar”. Pero ninguna coerción, anatema, amenaza o descalificación puede imponer silencio a los seres humanos: Para muchos, el lenguaje es la manifestación básica de un ser vivo, frente al silencio, que es un remedo de la muerte.

Sobre todo, desde que la escritura se ofreció al individuo como una forma de ampliar ilimitadamente su propia conciencia. Por eso, en el siglo XX, los poetas han respondido a Wittgenstein con la escritura, afirmando en la práctica que de “lo que no se puede hablar, es obligado escribir”. Montells, en algunos periodos de su trayectoria como poeta, ha dejado de publicar, pero nunca de escribir. Ahora tenemos ocasión de conocer sus producciones inéditas, en unas condiciones si no favorables, al menos no radicalmente contrarias a las aportaciones más innovadoras de la poesía del siglo XX. Confiemos en que estas circunstancias se mantengan por mucho tiempo para disfrute de todos, y triunfo de la justicia histórica.

→ Este artículo se publicó en su primera versión como prólogo del libro de José María Montells “La cabeza contra el muro y otros poemas”, Biblioteca Golpe de dados, Libros del innombrable, Zaragoza 2002

9788495399311

Datos del libro

Nº de páginas: 52 págs.

Editorial: LIBROS DEL INNOMBRABLE

Lengua: CASTELLANO

Encuadernación: Tapa blanda

ISBN: 9788495399311

Año edición: 2002

Lengua: CASTELLANO

Prólogo de Fernando Millán Montells se refugia en el octavo día de la semana, en el año de los múltiples meses añadidos, en el balcón de los días bisiestos con molares infantiles, con bigotes planchados. En la cabaña peluda, cada cabello es un punto, una coma, un signo de admiración o de interrogación, una vocal, una consonante de todos los alfabetos posibles, signos y letras inventados, sueños de signos o letras inventados. Antonio Fernández Molina José María Montells crea en sus poemas una adecuada unión entre la expresión directa y coloquial y el uso de un cuidado lenguaje con pinceladas de barroquismo, barroquismo que es una vía de conocimiento de la realidad más que una forma de expresión. Todos sus libros de poesía tradicional o narrativa están teñidos de nostálgica evocación, de un melancólico telón de fondo sobre el que se va recortando la desesperanzada experiencia del poeta. Alfonso López Gradolí