Sin título-1

MONARQUÍA Y PROGRESO.

 El sistema monárquico europeo es el resultado de un largo proceso histórico basado en la experiencia y los resultados y no en la razón filosófica o la utopía ideológica.

 La monarquía surge como remedio al fracaso de las repúblicas que, llegado a un punto, impiden el progreso. Así ocurrió en GRECIA, donde las ciudades republicanas terminaron siendo absorbidas por el imperio de ALEJANDRO MAGNO, que llevó a la cumbre del desarrollo al mundo antiguo. El Imperio creó un espacio mundial de libre circulación que superaba las fronteras de cada polis.

 Con la republica Romana pasó lo mismo. AUGUSTO la sustituyó por el Imperio creando por segunda vez un mundo global más propicio para los trabajadores, las empresas y los negocios.

 La Iglesia Católica, el Imperio Español y el Imperio Británico fueron sistemas de progreso que perfeccionaron la helenización y la romanización y ampliaron el mundo, superaron la Edad Media y Moderna y nos llevaron a la contemporaneidad, la democracia, el bienestar y los derechos humanos. Este progreso se vio interrumpido por las invasiones bárbaras primero y los sistemas republicanos después.

 Los bárbaros suponen resistencias tribales al concepto de civilización global, de ciudadanos del mundo. Las repúblicas surgen en los periodos de crisis como un intento insolidario de buscar el bienestar a nivel personal, local y de Nación. Muchas ciudades se convirtieron en repúblicas en la Edad Media, ferozmente enfrentadas entre sí.

 Las repúblicas nacionales que surgieron en la Edad Contemporánea lo hicieron de una forma revolucionaria, sangrienta, genocida y destructiva.

 La república Francesa de 1789 fue la que inició esta reacción al progreso. Fue la República del Terror de Robespierre la primera que inauguró el terrorismo de Estado con su Comité de Salud Pública. La Reina María Antonieta fue su primera víctima de la guillotina, su asesinato abrió la puerta a los asesinatos en masa, a la sed insaciable de sangre, hasta que terminó con los mismos que la inventaron y aplicaron en el cadalso.

 La consecuencia del sistema republicano es que siempre acaba con un tirano llevando al exterminio y al fracaso a su propio pueblo. Esta es una ley Histórica que no tiene ninguna excepción. En este caso fue la reacción termidoriano de Napoleón, un monstruo de la revolución francesa, responsable directo de 6 millones de asesinatos en Europa y África. Ganó muchas batallas, pero perdió todas las guerras, dejando abandonados a su fatal suerte dos de sus ejércitos en Egipto y Rusia. Lo que más lamentó este carnicero revolucionario no es los seis millones de personas que mató, sino el millón de caballos que maltrató hasta la muerte. Sus cuerpos de caballería eran detectados por el enemigo a diez kilómetros de distancia por el hedor que desprendía su falta de higiene.

 La republica soviética de 1917 se inspiró en la francesa. También empezó asesinando al Zar Nicolás II y de toda la Familia Imperial, lo que abrió la puerta al asesinato de 30 millones de rusos cuando se impuso otro tirano como Lenin. Después llegó la republica Alemana de Weimar, que acabó con el Káiser, y que terminó, como no puede ser de otra forma, con el tirano de turno, que en este caso se llamaba Hitler, ejecutando a 6 millones de judíos y provocando la II Guerra Mundial con 50 millones de víctimas, la mitad civiles, 8 de los cuales fueron alemanas.

 La lista de las repúblicas que terminaron con monarquías para acabar imponiendo tiranos y provocando la ruina, el desastre y grandes genocidios es interminable porque todas las que existen en la actualidad lo han hecho.

 EEUU, después de proclamar la república, exterminó a los indios y sufrió su mayor matanza humana en la Guerra de Secesión, a diferencia de Australia, Canadá y Nueva Zelanda que siguieron fieles al Imperio Británico.

 En Camboya la república terminó con la tercera parte de su población. El comunista POL POT asesinó a todo el que tenía algo de cultura para imponer su razón filosófica.

 La II república española intentó asesinar a todos los católicos y burgueses para dinamizar la revolución comunista, pero sólo llegaron a 70.000 asesinatos porque perdieron la guerra civil que provocaron ellos mismos. Si la hubieran ganado habrían superado las cifras de Pol Pot en Camboya.

 En China el tirano de turno que se impuso con la República se llamaba Mao Tse Tung, que asesinó a unos 50 millones de chinos por motivos políticos. Con su Revolución Cultural borró de la memoria histórica a una de las civilizaciones más importantes de la humanidad.

 Lo que nos cuenta la realidad histórica actual es que los países más demócratas, justos y progresistas del mundo son aquellos que no han pasado por una experiencia republicana, como Noruega, Suecia, Dinamarca, Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Mónaco, Reino Unido, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Japón. Un Rey es la mejor vacuna contra los tiranos.

 Cuanto más larga y profunda ha sido la experiencia republicana de un pueblo, más tarado ha quedado para el progreso y el desarrollo. Ese es el problema de los sudamericanos, africanos y comunistas.

 El Reino de España tuvo dos breves repúblicas que acabaron en las más grandes masacres de su historia y en la ruina total. Bastó una I República de un año en 1873 para provocar una gravísima crisis que dejó secuelas. Y la II República, que duró seis años, fue la protagonista de la más grande masacre, robo y saqueo que se ha perpetrado en nuestro país en su dilatada historia.

 El problema que siguen arrastrando los españoles para seguir en su camino de progreso es el deterioro de su autoestima y de su memoria histórica por los desastres que causaron y el veneno ideológico que inyectaron esas dos breves pero cruentas repúblicas.

 *written by Casa Real de España