Artículo original que nos remite para su publicación en el Blog de la Casa Troncal, de D. Rafael Portell Pasamonte, Vicerrector de la Academia Alfonso XIII.

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Armas de D. Rafael Portell por D. Carlos Navarro

 

S. M. el Rey Carlos III

 con motivo del III centenario de su nacimiento

(Desde Rey de España a su muerte)

I Parte

                                                                               Rafael Portell Pasamonte           

Noviembre de 2016

  Desde Nápoles acompañó a España al Rey, Leopoldo de Gregorio, marqués de  Esquilache, con el cargo de secretario de Despacho, sustituyendo a don Juan de Gaona y Portocarrero, no obstante, conservó a la mayoría de los ministros de Fernando VI. Por indicación de la reina levantó el destierro al marqués de la Ensenada, al que había destituido de todos sus cargos el anterior rey. También sacó de la cárcel de La Coruña a Melchor de Macanaz.

    Nada más llegar a la Corte, y por recomendación de su madre expulsó de España al cantante castrati Carlo Broschi ”Farinelli”, ya que este se había negado a acompañarla a su retiro de La Granja, cuando Fernando VI la expulsó de la corte. El comentario de Carlos III, no amante de la música, al dar la orden de expulsión fue “Los capones en la mesa”. Farinelli se retiró a vivir a  Bolonia donde vivió 20 años más a todo lujo.

Farinelli

Farinelli

    El 13 de Julio de 1760 hizo su entrada pública en Madrid, celebrándose grandes fiestas que duraron varios días. Los preparativos previos duraron varios días, erigiéndose en toda la carrera por donde iba a transitar la comitiva, varios arcos triunfales, adornos de fuentes y edificios públicos, columnas, estatuas e inscripciones, recordando las empresas, triunfos y acciones del Rey. Una gran cantidad de edificios privados fueron engalanadas sus fachadas por sus propietarios, compitiendo entre ellos, por la hermosa variedad de los adornos y colgantes. Toda la carrera estaba guardada por batallones de Guardias Españolas y Walonas.

   Los reyes iban una magnifica carroza de plata tirada por ocho caballos, adornados con preciosas guarniciones y escoltados a ambos lados por pajes con ricos uniformes bordados en oro. Les seguían, también en hermosas carrozas, el Príncipe de Asturias, los Infantes e Infantas y el Infante don Luis, hermano del Rey. Abrían la marcha la compañía de Alabarderos , con música de oboes y trompas, seguían escuadrones de Guardias de Corps y un número no preciso de carrozas, que portaban a las altas personalidades de Palacio, grandes de España, gentileshombres de cámara, damas de honor de la Reina por último cerrando la marcha los batallones de Guardias de Infantería española y walona.

Carroza Real

Carroza Real

   Salió la comitiva a las seis de la tarde por la «Puerta Verde» del Palacio del Buen Retiro, hacia en Prado de San Jerónimo, para, después, seguir por la calle  Alcalá, Puerta del Sol, calle Mayor, Platería, calle de Santa María, Puerta de Guadalajara, Plaza Mayor, calle de Atocha, Plazuela del Ángel, calle de las Carretas y Carrera de San Jerónimo hasta llegar al santuario donde estaba la antigua imagen de la Virgen de la Almudena, donde les esperaba el Cardenal Arzobispo de Toledo, que administro el agua bendita a Sus Majestades, Altezas, Mayordomos de Palacio y gentileshombres. Situados los asistentes en sus sitiales de entonó un solemne Te Deum, seguido de una Salve, siendo ya anochecido cuando terminaron las piadosas ceremonias.

   El regreso se hizo por la calle Platerías, calle de Santa María, Puerta de Guadalajara, Plaza Mayor, calle de Atocha, Plazuela del Ángel, calle de las Carretas y Carrera de San Jerónimo, hasta llegar al palacio del Buen Retiro. Todo el recorrido estaba completamente iluminado. Al llegar a Palacio vieron unos magníficos fuegos de artificio, que fueron del completo agrado del Rey. Terminados estos se dio por finalizada la jornada.

   Su proclamación oficial como rey de España tuvo lugar en Madrid el sábado 19 de Julio de 1760, en la iglesia de San Jerónimo el Real. La misa la ofició el arzobispo de Toledo, conde de Teba, hermano del conde de Montijo, leyendo la fórmula don Pedro Colón de Larreategui, como decano del Consejo de Castilla. Carlos III juró con la mano puesta en los evangelios guardar y hacer guardar las leyes del reino. Al terminar esta ceremonia, siguió otra, en la que se reconocía a su hijo Carlos como Príncipe de Asturias.

Carlos III - Cazador

Carlos III – Cazador

   Suscribió el 15 de Agosto de 1761, el «Tercer Pacto de Familia«, con Francia, así llamado porque solo entraron en él los Borbones, que fue gestionado entre Grimaldi, embajador de España en París, y Choiseu. 

   A consecuencia de la firma de este Tratado y después de varios meses de choques verbales, Gran Bretaña declaró la guerra a España el 2 de Enero de 1762. Carlos III contestó a la misma con otra declaración de guerra, al citado país, por lo que se vio envuelto en la guerra de los Siete Años, y en la que se perdió frente a Inglaterra: La Martinica, la isla de Granada, Santa Lucia, San Vicente, Tabargo, La Habana y por último Manila. No obstante los ingleses no pudieron evitar que cayese en poder de los españoles la colonia portuguesa de Sacramento con un botín valorado en 4 millones de libras esterlinas.

   Por la paz de París del 10 de Febrero de 1763 tuvo lugar el fin de esta guerra, que supuso el fin de los reveses españoles.

   En este mismo año de 1763, el marqués de Esquilache creó la  Lotería Nacional.

   A consecuencia de una pragmática dictada el 10 de Marzo de 1766, estalló el llamado «Motín de Esquilache», que terminó con la sustitución del marqués por el conde de Aranda. El triunfo de la sublevación en Madrid fue seguido por el estallido de más de un centenar de tumultos en todo el país. Especialmente violento fue el motín de Zaragoza, o el del Guipúzcoa llamado «matxinada«. Las ciudades del litoral Mediterráneo como Barcelona o Valencia, mejor surtidas en víveres, no registraron más que pequeños conatos de disturbios, cortadas casi de raíz por el marqués de la Mina y el conde de Aranda.

   La  gobernación del consejo de Castilla pasó al conde de  Aranda, y las secretarías de Guerra y Hacienda, que ostentaba Esquilache pasaron, así mismo, a Gregorio Muniain y a Miguel Múzquiz, a la vez que Moñino era nombrado fiscal general del consejo.

   Carlos III regresó a Madrid el 1 de Diciembre de 1767, donde fue recibido con gran entusiasmo por una inmensa multitud.

   Por decretos firmados entre 1765 y 1778, se dictó la libertad de comercio con América.

   Acusados de complicidad en el motín de Esquilache, el 27 de Febrero de 1767, se firmó el decreto de expulsión de España y de las colonias de ultramar de los jesuitas.

   En 1768 fueron creados los alcaldes de barrio, con el fin de establecer unos cargos que permitieran un mayor control sobre la población.

   Entre 1767 y 1775, se realizó el proyecto de colonización de Sierra Morena, con inmigrantes procedentes de Alemania (unas 2.500 familias), encomendándose a Pablo de Olavide este proyecto, fundándose pueblos como La Carolina y la Carlota, llamados así en honor de Carlos III.

   En 1777, el conde de Floridablanca, fue nombrado Ministro de Estado y en 1782 se creó el Banco de San Carlos, para fomentar las operaciones mercantiles.

   El nombramiento del nuevo ministro casi coincidió con la guerra de Independencia de los Estados Unidos, España, entró en el conflicto en el año 1779 a favor de los independentistas americanos, al igual que Francia.  Aunque se quiso tomar y recuperar Gibraltar bloqueándola por mar, fue vano el intento.

   En el año 1782, Bernardo de Gálvez reconquistó la península de Florida apoderándose de la ciudad de Pensacola. Este mismo año también se recuperó la isla de Menorca.

   Con la firma de la «Paz de Versalles» el 30 de Enero de 1783, se ponía fin a la guerra de España y Francia contra Gran Bretaña y el reconocimiento de la independencia de las colonias americanas. Al mismo tiempo  reconocía a España los territorios ganados durante la guerra.

   Proclamó a la Inmaculada Concepción como Patrona de España.

   El 24 de Noviembre de 1788, el hijo preferido del Rey y por el que más amor sentía,  fallecía, en El Escorial como consecuencia de unas viruelas malignas que había contraído. Cuando Carlos III tuvo conocimiento de la muerte, exclamó: «Murió Gabriel, poco puedo vivir yo». En efecto, antes de un mes, falleció a las doce cuarenta y cinco de la madrugada del día 14 de Diciembre de 1788.

Infante Don Gabriel

Infante Don Gabriel

 PERFIL HUMANO.

   Físicamente era de mediana estatura y constitución fuerte, la espalda algo curvada, los hombros ligeramente caídos, y la nariz monumental. Fue de carácter afable y campechano y su afición favorita era la caza, tanto es así que consideraba día perdido aquel en que no iba a cazar. Solamente no cazaba dos días en Semana Santa.

  No le gustaba la música, ni el leer en exceso. Tampoco le gustaba jugar a las cartas. 

  Tuvo un intenso sentido familiar, portándose como un marido ejemplar.

  Cuando murió su esposa, no volvió a contraer nuevas nupcias ni, que se sepa, tuvo favoritas, concubinas ni amantes, habiendo comentado el mismo que cuando los deseos carnales le aparecían, para superarlos, se acostaba desnudo sobre frio suelo, lo que le calmaba.

  Tenía un rígido sentido del deber, siendo persona muy metódica en sus costumbres rayanas en la rutina.

  También era extraordinariamente religioso.

  Fue el mejor prototipo del despotismo ilustrado en la España del siglo XVIII.

  A pesar de las virtudes que tenía y de lo mucho que hizo por el progreso de España, fue un monarca poco popular.

 

   ENFERMEDAD, MUERTE Y ENTIERRO DE CARLOS III

   El día 6 de Diciembre de 1788, estando en El Escorial, empezó a sentirse indispuesto, reconocido por los médicos, estos le diagnosticaron calentura inflamatoria, sin darle mayor importancia, pero aconsejaron que se trasladase a Madrid, donde el clima era más benigno, y por primera vez, desde la creación de la Orden, se suspendió el capitulo anual de la Real Orden de Carlos III.

  Como se agravase el estado del egregio paciente fueron trasladados al Palacio Real, los cuerpos de San Isidro y de Santa María de la Cabeza, y se envió a Alcalá a por el de San Diego, haciéndose a la vez innumerables rogativas en los templos. En la noche del viernes al sábado, su temperatura sufrió un fuerte incremento, al mismo tiempo que, sumido en un sopor, su pecho quedaba profundamente congestionado. A la vista de estos síntomas, los medico aconsejaron que se le administrasen los Santos Sacramentos. A las once de la mañana, el Patriarca don Antonio de Sentmenat, que era a la vez el Capellán Mayor, le administró el Viático. con la solemnidad que correspondía el acto, con la asistencia de las personas reales, los jefes de palacio, grandes de España, gentileshombres de cámara, mayordomos de semana, la rea capilla en pleno, guardias de corps, alabarderos y otras personas distinguidas de la Corte.

  La salud del rey se fue agravando a medida que transcurría el día, por lo que a las cinco de la tarde, habiéndolo pedido expresamente el Rey, se le dio la Santa Unción. Acto seguido Carlos III formalizó el testamento cerrado, que ya tenía dispuesto, ante el conde de Floridablanca, a quien le dijo, viéndole sus ojos bañados en lagrimas ”¿Qué creías, que yo había de ser eterno? Es preciso que paguemos todos el debido tributo”, pidiéndole que no se embalsamase su cuerpo y que fuera enterrado junto a su mujer. A continuación recibió de Monseñor Vincenti, Nuncio de S.S., la Bendición Papal.

  Murió a las doce y cuarenta minutos de la madrugada del 14 de Diciembre de 1788, siete días antes de cumplir setenta y tres años. Durante todas su enfermedad y hasta su muerte no permitió que estuviese a su lado nadie más que su ayuda de cámara, Almerico Pini.

  El cuerpo fue entregado al Sumiller de Corps, Marqués de Valdecarzana, para que dispusiera lo correspondiente en la Real Cámara, hasta entregar el cadáver al Mayordomo Mayor, Marqués de Santa Cruz, quien era el designado para disponer y presidir el entierro del que fue en vida Carlos III.

  En presencia del Marqués de Valdecarzana, amortajaron al Real difunto, los gentileshombres de cámara de S.M.: el Marqués de Cogolludo, el Marqués de Villadarias, el Duque de Montellano y el Duque de Granada de Ega, que se hallaban en servidumbre en esos momentos, siendo ayudados por nueve Ayudas de Cámara. Vistieron a S.M. con traje de gran gala, poniéndoles las bandas y collares de las Ordenes del Espíritu Santo, San Jenaro, Constantiniana, Toisón de Oro y la de Carlos III y revestido con los mantos de la del Espíritu Santo, San Jenaro y Carlos III.

  Una vez amortajado el cadáver fue colocado en una caja de plomo, y esta, a su vez, puesta dentro de otra de madera forrada en paño de oro.

Sarcófago de Carlos III

Sarcófago de Carlos III

  A las cinco y cuarto de la tarde del domingo fue conducido desde el dormitorio mortuorio a la sala de vestir, donde en presencia de don Pedro López de Lerana, del Consejo de Estado, Secretario del Despacho Universal de Hacienda  y Notario Mayor de los Reinos de Castilla y León, se hizo entrega formal al Marqués de Santa Cruz, que esperaba acompañado de los Grandes y Gentileshombres, que condujeron el cadáver al Salón de Embajadores, en el cual se habían dispuesto siete altares y colocado en una cama situada sobre una tarima ricamente alfombrada.

  En ese momento los monteros de Espinosa, se pusieron en guardia, asimismo los Mayordomos de Semana, los Reales Guardias de Corps, también velaron el Real cuerpo. El Príncipe de Maserano, Capitán de los Guardias de Corps no se separó ni un momento del Regio cuerpo desde la entrega hasta que fue depositado en el Monasterio de El Escorial.

  Después fue expuesto al público durante tres días, durante los cuales no dejaron de celebrarse misas en los seis altares menores. El martes día 16 continuó la celebración de misas rezadas y un Oficio de difuntos, que cantó la Real Capilla, celebrando el Arzobispo de Corinto, Nuncio de Su Santidad en España.

  Concluidos los Oficios se formó Capitulo de la Orden del Toisón, con los ocho Caballeros que estaban presentes y el Grefier, Conde de Castellblanco. El más antiguo de los Caballeros quitó de encima del ataúd el Collar, que tenia como Jefe y Soberano S.M. el Rey. A continuación se ejecutó lo mismo con el Collar de la Orden de Carlos III, por ocho Caballeros Grandes Cruces. Ambos Collares se entregaron al Guardajoyas de S. M.. El resto de los Collares que estaban encima del féretro, se quitaron sin ceremonia alguna por no haber presentes Caballeros de dichas Ordenes.

                                                                                          Continuará…….