Artículo original que nos remite para su publicación en el Blog de la Casa Troncal, de D. Rafael Portell Pasamonte, Vicerrector de la Academia Alfonso XIII.
Armas de D. Rafael Portell por D. Carlos Navarro
S. M. el Rey Carlos III
con motivo del III centenario de su nacimiento
(Desde su nacimiento a su coronación como Rey de Nápoles)
Rafael Portell Pasamonte
Octubre de 2016
A punto de dar a luz la Reina Isabel de Farnesio, segunda esposa del Rey Felipe V el 19 de Septiembre de 1715 se comunicó la orden de quienes serían los asistentes al cuarto de la reina el día del parto, al objeto de ejercer como testigos del evento
Las personas designadas fueron las siguientes:
Los Presidentes de los Consejos
Los Consejeros de Estado
Los Jefes de ambas casas reales
El Comisario general de Cruzada
El Cardenal Giudice (Francesco del)
Los obispos de Osma y de Cádiz
El Patriarca de las Indias Occidentales (Carlos Borja Centellas y Ponce de León)
Los duques de Joberano, de Arcos, de Veragua,
del Araco, de Pópoli y de Santo Aignan, que a la sazón era el embajador francés
Los marqueses de Bedmar, de Santa Cruz, de Montealegre,
de Almonacid, de Mejorada, de Grimaldi y de Villena
Los condes de Frigiliana, de Santisteban, de San Esteban de Gormaz y de Monterrey y don Manuel Vadillo y Velasco.
Nació nuestro personaje en el antiguo Alcázar Real de Madrid, el 20 de Enero de 1716, siendo el último rey nacido en este edificio y el primer hijo que tenia Felipe V con su segunda esposa.
La reina fue atendida en el parto por madame Copené, que ejerció de comadrona, estando reunidos en la antecámara los médicos españoles, entre ellos José Cervi, médico de cámara de S. M., y además estaban médicos franceses e italianos. Felipe V acudió esa misma tarde al santuario de la Virgen de Atocha a dar gracias por el feliz suceso.
El mismo día de su nacimiento, y de forma privada recibió en la cámara de la reina las aguas bautismales actuando de oficiante don Carlos de Borja, cardenal patriarca de las Indias.
El 23 de Enero de 1716 se nombraron como lavanderas del recién nació a María de Soria e Isabel López.
Su primera nodriza fue Laura Picatoste, de Parma y que fue traída expresamente por la reina Isabel de Farnesio. El 26 de Enero se le asignó a Ana María Martínez de Prado como asistenta de nodriza y el día 29 se nombró a Manuela Lete como acunadora. además, el 3 de Febrero siguiente se le designó una barrendera de cámara llamada María San Juan. También fueron nodrizas suyas Isabel Ramírez de Cañizares y María García que fue nombrada para dicho oficio el 6 de Junio de 1716, como ama de repuesto, sin que esta última le llegase a dar el pecho a su alteza,
Como era costumbre el 9 de Febrero la reina salió con el infante recién nacido a la misma capilla de palacio para oír misa de parida.
El Infante Carlos fue bautizado públicamente y con toda solemnidad en la iglesia de San Jerónimo el Real, de Madrid, el 25 de Agosto de 1716, por el arzobispo de Toledo Francisco de Valero y Sosa, siendo sus padrinos su tía abuela la reina Mariana de Neoburgo, representada por la Camarera Mayor, condesa de Altamira, y su abuelo el duque de Parma, representado por el duque de Atri.
El 4 de Febrero de 1718 fue destetado y entregado al cuidado de las mujeres en cumplimiento de la rigurosa etiqueta palaciega. Su asistencia y educación le fueron encomendadas a María Antonia de Salcedo, marquesa de Montehermoso, que ya había sido aya de Luis I. Felipe V le concedió por tal motivo los títulos de marquesa de Montehermoso con el vizcondado previo de Viguria.
La infancia del joven infante transcurrió casi toda ella en los Reales Sitios de San Ildefonso, en La Granja (Segovia). Donde tuvo como preceptores a Joseph Arnaud, que le enseñó caligrafía. Desde Valsain, con fecha 12 de Agosto de 1720, escribió su primera carta a sus padres, estando redactada en francés. El padre Ignacio Laubrusel, fue el encargado de enseñarle las primeras letras. Recibió clases de geografía, historia sagrada y profana, táctica y náutica. Dominaba el francés y los dialectos florentino, lombardo y napolitano habiendo recibido clases de alemán. El castellano lo aprendió de su aya y de su servidumbre personal. Creció con un carácter dulce y manso, con gran afición al estudio, dando muestras de inteligencia y buenos sentimientos, sabiendo ganarse la simpatía de cuantos le trataban.
A los seis años se concertó su compromiso matrimonial con Felipa Isabel, princesa de Beaujolais, quinta hija del duque de Orleáns, regente de Francia que acababa de cumplir ocho años. La noticia se celebró en San Ildefonso con fastos y luminarias, aunque este matrimonio nunca se llevó a efecto.
En el mes de Abril de 1723 se le impuso el collar del Toisón de Oro, en unión de sus hermanos don Fernando y don Felipe, en la Capilla Real de palacio el 29 de Mayo siguiente.
Al cumplir los siete años se le separó de las mujeres y se le puso casa aparte, nombrándose ayo suyo al duque de San Pedro, y teniente de ayo a don Francisco Antonio de Aguirre, hijo de la marquesa de Montehermoso, que por tal motivo cesó en su cargo. Componían la casa de don Carlos, aparte del ayo y del teniente de ayo citados, un gentilhombre de manga, ujieres de cámara y de saleta, dos ayudas de cámara, dos mozos de cámara, dos mozos de guardarropa, un médico, don Francisco Buencore; un mozo de retrete, un mozo de furrería y varios barrenderos. En total dieciséis personas, sin contar los mozos de caballería al cuidado de los caballos del Infante. En los objetos de plata de su uso, fueron grabadas sus armas, que eran exactamente iguales que las de su hermano Fernando, pero sin la insignia de San Juan.
El 9 de Diciembre de 1724, tras la muerte, el 21 de Octubre de 1723, de Cosme III, gran duque de Toscana, el Emperador austríaco expidió la investidura eventual a favor de don Carlos a tenor del tratado de la Cuádruple Alianza.
En Enero de 1728, tuvo lugar un suceso que no se borraría jamás de la mente del Infante Carlos. Se encontraba la familia real residiendo en el Palacio de El Pardo, donde Carlos salía todos los días a cazar, costumbre que no abandonaría nunca. Una tarde le preguntó a su madre por la salud de su padre el Rey, que sufría un nuevo ataque de melancolía. La reina le indicó que podía pasar un instante a besarle la mano. Carlos pasó a la cámara donde vio a su padre medio incorporado en el lecho, recostado sobre almohadones. Al acercarse, pudo comprobar el aspecto del monarca: los cabellos largos y en desorden, la barba de varios días, en los brazos y en las manos se apreciaban señales de mordeduras, las ropas sucias y revueltas, el rostro desencajado con ojeras y un decaimiento general. El dialogo fue corto y al cabo de unos minutos de silencio, su madre le hizo indicaciones para que se despidiera.
En el invierno de 1729 partió con su padres hacia Badajoz, donde se efectuaron las bodas de sus hermanos Fernando y Mariana, con los hijos del monarca portugués, desde aquí marchó a Sevilla, por orden de su madre que quería alejarlo de la corte. Residió en la ciudad andaluza hasta el año 1734.
Por el Tratado de La Haya, de 1731, le fueron reconocidos sus derechos a los ducados de Parma, Piacenza y Toscana, con la cláusula de que aquellos estados serian independientes del Imperio y a la muerte del duque Antonio de Farnesio, Carlos, tuvo que marchar a Italia a tomar posesión de los citados ducados.
A tal fin se señalaron los servidores que, desde España, debían acompañarle y constituir su Casa Ducal, nombrándose al conde de Santisteban, como Ayo y Mayordomo Mayor; a don José Miranda, como Gentilhombre; el marqués de Villafuente, don Manuel Larrea y don Francisco Chacoro, como Ayudas de Cámara, y, por último, como Caballerizo Mayor de Campo fue nombrado don Juan Garycoechea. El día 25 de Octubre de 1731 salió, don Carlos, con destino a sus nuevas posesiones italianas acompañado de su séquito español.
Se tardó dos meses largos en hacer el viaje desde Sevilla a Liorna, (nombre tradicional en castellano de la ciudad de Livorno), donde desembarcaron el 27 de Diciembre, para continuar hasta Parma y donde los parmesanos le recibieron con grandes muestras de cariño.
A poco de llegar a Parma, contrajo las viruelas, con gran susto de toda la Corte, debido a ser una enfermedad, en aquel tiempo con gran tasa de mortalidad, pero afortunadamente resulto ser benigna, pudiendo recuperarse prontamente. Una vez repuesto de su enfermedad emprendió, el día 3 de Marzo, camino en dirección a Florencia, donde reinaba el último descendiente de los Médicis, en Gran Duque Juan Gastón. Según se había pactado, a su muerte, la Toscana, pasaría a Carlos, que quiso visitarle y de paso conocer sus futuros dominios.
A Florencia llegó el 9 de Marzo de 1732, haciendo su entrada pública a caballo, recibiendo las aclamaciones y honores de un príncipe heredero de estos Estados. Fue conducido al palacio Pitti, donde le esperaba la Electriz Palatina, doña Ana Luisa María, hermana del Gran Duque. Esta princesa, después de demostrarle la satisfacción que tenía por verle, le condujo a los aposentos del Gran Duque, quién, a pesar de estar postrado en cama, le recibió y abrazó con el mayor gusto y ternura.
Poco después, el 24 de Junio, marchó en nombre del Gran Duque y como su sucesor inmediato, a recibir el homenaje de los castillos y villas, según la costumbre anual de estos Estados. Con este ceremonial quedaron asegurados sus derechos. En Florencia residió siete meses, alojándose en el majestuoso palacio Pitti, mandado edificar en 1458, por el banquero Luca Pitti, al cabo de los cuales regresó a Parma el 6 de Octubre. El día 8 entre las cuatro y cinco de la tarde hizo su entrada triunfal, a caballo, en la ciudad, que le recibió con gran entusiasmo.
Estando en Parma conoció a Bernardo Tanucci, que era a la sazón profesor de la universidad de Pisa. Tanucci fue para el joven Carlos un gran maestro, que moldeó su pensamiento político en las ideas del despotismo ilustrado.
El Primer Pacto de Familia, se firmó el 7 de Noviembre de 1733 entre los Reyes Felipe V de España y Luis XV de Francia, por el cual se aliaron, ambos monarcas, para ayudar a Estanislao de Polonia, por parte francesa y recuperar el Reino de Nápoles y Sicilia para España, dominios que estaban en poder austriaco.
Recuperado el Reino de Nápoles, Felipe V, nombró a su hijo Carlos, generalísimo de sus ejércitos en Italia el 20 de Enero de 1734, pero, no obstante, dada la juventud y la inexperiencia de este, puso a su lado a José Carrillo de Albornoz y Montiel, conde de Montemar, que era quién efectivamente dirigía el ejército. El 4 de Febrero partió de la Toscana en dirección a Nápoles, vistiendo por primera vez uniforme de capitán general. El papa Clemente XII dio su consentimiento para que las tropas españolas cruzaran los Estados Pontificios. Mientras tanto, la escuadra, mandada por el conde de Clavijo, tomaba las isla de Ischia y Prócida. El 28 de Marzo penetraba, el 28 de Marzo, en Nápoles por la puerta de San Germán.
El 12 de Abril llegó a Aversa, donde la Diputación de Nápoles acudió a darle las llaves de la ciudad y a hacerle juramento de fidelidad. Carlos hizo su entrada pública en la ciudad de Nápoles el 10 de Mayo, por la Puerta Capuana, llamada así por estar orientadas a Capua.
El sábado, día 15, llegó a Nápoles un correo extraordinario, despachado en Aranjuez, con la noticia de que el rey Felipe V declaraba «soberano legítimo del reino de las Dos Sicilias» al infante don Carlos.
Los austriacos se refugiaron en Bitonto, pequeña ciudad próxima al puerto de Bari, donde fueron completamente derrotados por el conde de Montemar, el 25 de Mayo de 1734, perdiendo los austriacos unos 5.000 hombres entre muertos, heridos y prisioneros. Fueron hechos prisioneros Radoski, que mandaba la infantería y el marqués de San Vicente, que lo era de la Caballería. Por esta victoria, Carlos, concedió al conde de Montemar el título de duque de Bitonto. La rendición de Capua el 24 de Noviembre, puso fin a la conquista de Nápoles asegurándole la posesión del trono.
Fue coronado rey de Nápoles el 1 Julio del mismo de 1734, en Palermo, como Carlos VII de las Dos Sicilias, después de renunciar a sus ducados de Toscana, Piacenza y Parma. El territorio de la corona napolitana tenia aproximadamente la mitad de Italia con una extensión aproximada de 200 leguas cuadradas y una población de unos cinco millones de personas.