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LA NUEVA NOVELA DE PÉREZ REVERTE

 Confieso que Falcó me ha durado menos que un chicle a la puerta de un colegio. No he leído el libro, lo he devorado. Me ha gustado mucho. Desde Alatriste, no me había interesado tanto una trama de Pérez Reverte. Falcó es una excelente novela de aventuras. Pienso que, como las andanzas del capitán de los Tercios, perdurará en el tiempo, máxime si, como se anuncia, se publicarán más episodios de este anti-héroe revertiano.

 Porque si algo distingue la literatura de Pérez Reverte es su afición a presentarnos personajes nada edificantes, amorales, descreídos y desafiantes, verdaderos anti-héroes muy cabreados con el mundo. Algo así como trasuntos del autor, pero a lo bestia y eso, es lo que menos me convence. Para Pérez Reverte los patriotas, la gente honesta, los idealistas, son siempre unos majaderos.

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 En honor a la verdad debo decir que, no me gusta nada el Olimpo donde se ha instalado el autor, siempre menospreciando a unos o a otros, esa actitud equidistante tan suya, esa agresividad impostada, esa posición de estar por encima del bien y del mal, todas esas cosas, en suma, tan estrambóticas a las que nos tiene acostumbrados. Me malicio que, en el fondo, es toda una trampa, bien urdida, eso sí, porque el autor es un tipo inteligente.

 A estas alturas, decir, como ha señalado muy enfáticamente Pérez Reverte, contestando una pregunta relacionada con su novela que, los falangistas que mataron a Lorca no se diferencian en nada de los comunistas que asesinaron a Muñoz Seca es estrambótico y torticero, cuando no oportunista, ya que está absolutamente documentado que el fusilamiento de Lorca fue un ajuste de cuentas familiar, con la inclusión de un personaje de la Ceda, Ruiz Alonso, el padre de tres famosas actrices de la posguerra, que le tenía particular inquina. Los falangistas (los hermanos Rosales) trataron de salvarle.

 En Falcó, Pérez Reverte también enseña la patita antihistórica que le caracteriza. Para el autor, todos quieren fusilar a José Antonio Primo de Rivera, desde Franco a los rusos, los alemanes, los republicanos de toda laya y mucha más gente, que no recuerdo. O sea, que no está implicado el moro Muza, de puro milagro. El asunto tiene mucho de inverosímil, con el objetivo no declarado, pero evidente, de que el perverso Generalísimo se lleve la culpa de no rescatar al preso de Alicante, pese a que la Historia diga lo contrario. Me apena este recurso narrativo que consiste en ensuciar a todos. Supongo que será para seguir en el machito literario, pero en mi modesta opinión, no lo necesita. Pérez Reverte es un gran escritor. Eso debería bastarle.