Armas del Vizconde de Ayala y Marqués de la Floresta

Armas del Vizconde de Ayala y Marqués de la Floresta

Artículo del Dr. D. Alfonso de Ceballos-Escalera y Gila, Vizconde de Ayala y Marqués de la Floresta. Publicado en los Cuadernos de Ayala, 44 (2010)

Cuadernos de Ayala cabecera 2

De la heráldica colonial: Las armas de la ciudad de Santa Isabel, en la Guinea española

  Dr. D. Alfonso de Ceballos-Escalera y Gila, Vizconde de Ayala

 

    Los españoles llevaron a los lugares que conquistaron y poblaron, a más de su fe cristiana y a más de sus instituciones políticas, también muchos de sus usos y costumbres, desde los sociales y religiosos, a los culinarios. Entre estos usos, hallamos desde los heráldicos y emblemáticos: las primeras concesiones son muy tempranas, así las hechas en las islas Canarias (conquistadas en el siglo XV), en Cuba, en Santo Domingo y en la Nueva España (donde proliferaron las armerías personales y cívicas, concedidas por los Reyes Católicos y su nieto el Emperador).

   El caso guineano que voy a examinar es, naturalmente, mucho más tardío, toda vez que la colonización hispana, oficialmente inaugurada por el brigadier Conde de Argelejo en 1778 -de resultas del Tratado de El Pardo-, no comenzó en realidad hasta que en 1843 una flotilla española al mando del capitán de fragata don Juan José de Lerena y Barry, reocupó las islas de Fernando Poo, y los islotes de Anobón, Elobey y Corisco, éstos dos últimos en la desembocadura del Muni. Y aún se demoraría hasta el año 1900 la posesión formal de los territorios guineanos continentales, entregados entonces por Francia.

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   La ciudad de Santa Isabel se llama actualmente Malabo, y es la capital de la República de Guinea Ecuatorial, a más de la población más importante de la isla de Fernando Poo, actualmente denominada Bioko. Fundada en 1827 por los británicos con el nombre de Port Clarence, será rebautizada Santa Isabel en 1843, y Malabo en 1973.

   Fue en 19 de septiembre de 1912 cuando don Francisco López Canto, delegado general del Comité de Defensa Agrícola de Fernando Poo, solicitó al Gobierno -desde su residencia de Barcelona- la concesión de un escudo de armas que identificase dicha ciudad de Santa Isabel, y su aprobación por real orden. Y un mes más tarde presentó nuevo escrito, en el que hacía varios comentarios y precisiones sobre el asunto(1).

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   La propuesta consistía en un escudo cortado. En el cuartel superior, las Armas de Portugal y España, acoladas y puestas entre dos cintas, en la superior las fechas de 1472 (descubrimiento de la isla por el lusitano Fernando Poo) y 1778 (cesión por Portugal a España); en la cinta inferior, los nombres de los monarcas que firmaron en 1778 el Tratado de El Pardo: Doña María I de Portugal y Don Carlos III de España. En el segundo cuartel, una vista del monte Santa Isabel (hoy denominado pico Basilé), entre palmeras y follaje. Notemos, porque el caso es pintoresco, que las armas portuguesas son las de la monarquía que había sido abolida en octubre de 1910, y no las de la República Portuguesa proclamada entonces y vigente en 1912.

   Por real orden de 16 de octubre de 1912, la solicitud fue remitida por el Ministerio de Estado al Gobierno General de los Territorios Españoles del Golfo de Guinea, que recabó la opinión de la Corporación municipal y de la Junta de Autoridades, que se opusieron al proyecto por incluir las armerías de Portugal que, en su opinión, nada hizo por estos Territorios.

   Sometido luego el proyecto de López Canto al Consejo de Vecinos, en esa reunión el reverendo padre Ramón Albanell, misionero corazonista y representante del Vicario Apostólico en el Consejo de Vecinos, presentó un estudio sobre el proyecto que fue aprobado por unanimidad de todos los concurrentes, haciendo memoria de que ya el Consejo de Vecinos había propuesto la adopción de un escudo hacia 1905. El informe del P. Albanell es bastante extenso, y en sus páginas se exponen los fundamentos filosóficos de todo emblema:

un escudo debe representar las cualidades morales y materiales de la persona o colectividad…, pero de tal manera que le sean peculiares, de suerte que a la persona o colectividad únicamente convengan con exclusión de las demás similares…

   Y para criticar el proyecto del señor López Canto (a quien el Consejo de Vecinos agradeció sin embargo su iniciativa), se oponía a la presencia de las armas de España y Portugal en el primer cuartel -por considerar que en todo caso representarían a toda la colonia de Guinea, y no solamente a la ciudad de Santa Isabel-, y a la presencia en el segundo cuartel de piñas y cocoteros -por considerar que no eran exclusivos de la ciudad-; mientras que hacía suya la idea de utilizar la representación topográfica de la bahía de Santa Isabel porque es tan típica de esta Capital que no hay en toda la bahía

[quiere decir golfo] de Biafra otra que se le parezca, y por eso debía incluirse en el nuevo escudo el mapa desde la punta Fernanda a la punta Cristina, e islotes Enríquez, más un ancla como recuerdo de la digna Marina española que por tantos años rigió esta Colonia en nombre de Su Magestad. Esto en cuanto a la parte material del símbolo; para la parte de las cualidades morales proponía el P. Albanell proponía la imagen de Santa Isabel, Reina de Hungría, proclamada muy poco antes divina patrona de la ciudad por el Santo Padre, acompañada de sus símbolos propios: la bolsa de las limosnas, la cruz de su paciencia y el cetro y corona principescos. Finalmente, el P. Albanell incluía un cuartel con la Bandera Nacional y las lises y cifra de la Reina Doña Isabel II, en cuyo reinado se colonizó la isla. Esta propuesta se describe y blasona así:

   Escudo medio partido y cortado. Primero, de azur con un cetro y una cruz puestos en aspa, y pendiente del centro una bolsa o escarcela; en punta, una corona de princesa (sic). Segundo, de gules con una faja de oro, y brochante un escusón oval de azur con tres lises de oro y la cifra “E II”. Tercero, la representación a modo de mapa de la bahía de Santa Isabel, de verde o sinople, en campo de plata y con ancla de azur. Y como escusón, una franja (sic) verde con el lema “FIDES” escrito en letras de oro.

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   También gustó el proyecto del P. Albanell al gobernador general don Ángel Barrera y Luyando, si bien éste opinó que deberían incluirse las Armas de España por tratarse de una colonia, a lo que el P. Albanell replicó que ninguna provincia española las tenía en sus armerías. Y en tal estado se remitió todo el expediente e informes a Madrid el 18 de abril de 1913.

   A los pocos meses de su arribo a Madrid, el ministro de Estado recabó el informe de la Real Academia de la Historia. La docta Corporación desechó los proyectos de López Canto y del P. Albanell porque ni el uno ni el otro entran en absoluto en las buenas reglas de la crítica heráldica, aunque las ideas que los inspiran y los recuerdos que quieren perpetuar sean en ambos dignas de todo encomio. Y, en su lugar, propuso al Gobierno un escudo de armas que incluía las representaciones del pico de Santa Isabel; de la cifra coronada de la Reina Doña Isabel II y de la Reina Santa Isabel de Hungría; y del puerto de la ciudad, más una bordura componada de Castilla y de León, y en el jefe de Borbón-Anjou como homenaje al Rey Carlos III. Un escudo de armas muy bien concebido y muy equilibrado, que se describe y blasona así:

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   Escudo cortado y medio partido. Primero, de plata con el pico de Santa Isabel al natural. Segundo, de azur con la cifra Y coronada, de oro. Tercero, de oro con ancla de sable entre ondas de plata y azur, y en jefe el lema BIAFRA en letras de sable. Bordura componada de Castilla y de León, y en el jefe de Borbón-Anjou. Timbrado de la Corona Real española, y rodeado por la punta de un listel verde con el lema FIDES en letras de oro.

   El boceto del dibujo representativo de estas armerías, fue dibujado por el académico y notable heraldista, nobiliarista y genealogista don Juan Moreno de Guerra(2), a quien presumimos autor de todo el proyecto. Poco después de la aprobación oficial, se hizo un nuevo dibujo, por cierto de gran calidad, realizado por el acreditado artista don Nicanor Manzano de los Ancos(3), quien percibió por su trabajo unos honorarios elevados: doscientas cincuenta pesetas.

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   Finalmente, en vista de dichos informes sobre las tres propuestas presentadas, el Marqués de Lema, ministro de Estado, propuso al Rey en 2 de febrero de 1914 la aprobación del escudo de armas propuesto por la Real Academia de la Historia, que el monarca llevó a efecto mediante real orden.

  El escudo municipal de Santa Isabel permaneció vigente hasta algunos años después de la independencia de la desde 1964 denominada Provincia de Fernando Poo, ocurrida el 12 de octubre de 1968. En los turbulentos días republicanos mudó el timbre por la corona mural, y se suprimió -no siempre- el escudete de Borbón-Anjou en el jefe de la bordura; tras el triunfo de Franco, la corona volvió a mudarse, para adoptar la real abierta clásica de aquel régimen. Así figura en varios sellos de correos de la época, dos en particular: el emitido el Día del Sello de 1956, y el que formaba parte de la conocida serie de los escudos de armas de las Provincias españolas, emitida por la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre en 1963. También en las insignias -gorra, palas, placa- de la Policía Municipal de la ciudad.

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   Cuando en 1973 se modificó toda la toponimia de la isla de Fernando Poo para adaptarla a la lengua bubi, la ciudad de Santa Isabel tomó el nombre de Malabo, él último rey bubi de la isla, muerto en 1937; y su escudo municipal, aunque conservó curiosamente la corona real franquista y la disposición de sus tres cuarteles y de su bordura, sustituyó todos los elementos españoles por otros locales, y pasó a blasonarse así:

   Escudo cortado y medio partido. Primero, la isla vista desde el mar, con dos barcos y un gran pez cetáceo, todo al natural. Segundo, representación naturalista de cocoteros y piñas. Tercero, una lanza-arpón y un bastón de autoridad, puestos en aspa, y sobre ellos un trofeo de armas indígenas. Bordura componada con diversos frutos isleños, al natural.

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   Creo que no hará falta señalar al lector heraldista que esta nueva versión de las armas de la ciudad, tan colorista y tan naturalista, no es nada afortunada, ni tampoco sigue las pautas de presentación propias del sistema heráldico.

NOTAS

   1)Casi todo cuanto se expone en estas páginas consta en el expediente administrativo que hoy se conserva en el Archivo General de la Administración, en Alcalá de Henares (Madrid), grupo de fondos de África, fondo (15)04, caja G-795.

   2) Don Juan Moreno de Guerra y Alonso Cróquer, que a partir de 1917 fue Conde de Casa Lasquetty, nació en Puerto Real (Cádiz) el 28 de julio de 1878. En 1896 ingresó en la toledana Academia de Infantería, y tras su ascenso a teniente fue destinado a Ceuta. Tras muchos años de servicios se retiró con el empleo de comandante en 1913, y aquel mismo año fue electo académico correspondiente de la Real Academia de la Historia en su villa natal. Precisamente en 1912 había iniciado sus numerosas publicaciones con el estudio Reseña genealógica del apellido Auñón; al año siguiente publica Relación de los caballeros cadetes de las Compañías de Guardias Marinas, uno de sus principales trabajos; y en 1917 su celebrada Guía de la Grandeza. Fue fundador y asiduo colaborador de la Revista de Historia y Genealogía Española, en sus dos etapas, y de la Guía Nobiliaria de España en dos tomos (1931-1932). En los años de 1932-1933, el Diario de Málaga publicó su estudio Los Corregidores de Málaga (1487-1836). Fue asesinado por las milicias izquierdistas en Paracuellos del Jarama (Madrid) el 7 de noviembre de 1936.

   3) Nicanor Manzano de los Ancos nació en Nambroca (Toledo) el 10 de enero de 1847, y fue un acreditado calígrafo y profesor de enseñanza privada, especialmente dedicado a la producción de certificaciones de nobleza y armas. También lo fue su hijo don Juan Manzano López (Madrid, 1875), premiado en varias exposiciones nacionales de Bellas Artes. Manuel RICO SINOBAS, Diccionario de calígrafos españoles (Madrid, 1903), pág. 243.