Portell-actual

Artículo de D. Rafael Portell Pasamonte, Vicerrector de la Academia Alfonso XIII y que recientemente ha añadido a sus reconocimientos, su ingreso en la REAL ORDEN DE ISABEL LA CATOLICA.

Original  remitido amablemente por su autor, para su publicación en el Blog de la Casa Troncal de los Doce Linajes de Soria.

TIERMES

Recuerdos de un pasado

Rafael Portell Pasamonte

Abril 2016

La primera vez que visite Tiermes fue en el verano del año 1979; la última hace poco más o menos 3 años y entre estas dos varias veces más. ¡¡¡ Que cambiado esta todo desde la primera a la última !!!. Hay un camino transitable en coche; hay un museo a la entrada del yacimiento; se han multiplicado las excavaciones, descubriendo habitaciones y almacenes antaño enterrados y no visibles, el castillo, antaño unos pocos ladrillos sueltos se ha desenterrado ofreciendo un magnifico aspecto. En fin casi no se parece en nada a lo que yo vi, hace ya más de 40 años.

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Tiermes, Termancia, Termes por todos esos nombres se conoce. También se la cita por Termantia y Termesum, denominaciones eruditas en latín. Está situada en la provincia de Soria cerca de los limites con la provincia de Guadalajara y perteneciente al termino municipal de Montejo de Tiermes, en la cabecera del valle del Duero y a una altitud superior a los 1200 metros. Hace tiempo que la vida humana huyó de este lugar, antaño floreciente población, ya citada por los historiadores Plinio, Tito Livio, Apiano y Ptolomeo entre otros. En el Diccionario geográfico de Madoz, tomo XIV, entrada Tiermes se dice: “Aquí la celebérrima Termes ó más bien Termantia…..”.

Sus orígenes son oscuros y nada puede afirmarse con autoridad, aunque los primeros datos parecen datar del Neolítico y que ya estaba completamente asentada  en el periodo celtibero.

Sus habitantes llamados “arévacos” descendían de los celtas, siendo una tribu de las más poderosas de los pueblos celtibéricos ulteriores que se extendían por la zona sur del rio Duero, es decir la parte más meridional de la actual provincia de Soria. Sus núcleos de población eran independientes unos de otros, se dedicaban a la agricultura cerealistica, a la ganadera lanar y a otras actividades de menor importancia. Era toscos, rústicos y valientes guerreros; para ellos era glorioso perecer en  combate, desdeñando la muerte accidental o por enfermedad. A los caídos en liza se les enterraba en cuevas labradas especialmente para sus cuerpos, siendo objetos veneración.

Cada núcleo de población estaba mandado por un jefe o “caudillo” auxiliado por una asamblea popular compuesta por los más adultos de la población.

La parte antigua o arévaca de la ciudad está situada en el extremo occidental de la colina y ofrece un aspecto de fortaleza inexpugnable, destacando un camino inclinado abierto en la roca que era el paso para la entrada y salida de la ciudad, la llamada “Puerta del Sol”. A su lado hay una serie de gradas excavadas en un enorme macizo de piedra arenisca, que le confieren un imponente aspecto; la longitud total de esta gradería es de unos 60 metros, con una altura media de 10 metros.

Por toda esta parte se encuentran una serie de cuevas o habitaciones labradas en la piedra, que servían de viviendas y de almacenes de víveres. En mi primera visita apenas se veían, completamente excavadas 4 ó 5, aunque un pastor cuyo nombre no recuerdo y que hacía las veces de guía, nos marcaba donde se encontraban cuevas completamente tapadas por la tierra. Curiosamente la forma del pastor de señalarnos la ubicación era tirar una piedra al lugar indicado y a fe que pocas veces fallaba. Lastima de no poder acordarme de su nombre.

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En esta misma parte occidental se encuentra una galería subterránea para la recogida de las aguas, estando provista de varios registros con salida a la superficie.

Tiermes ayudó a Numancia en su guerra contra los romanos, por lo que, en el año 141 a.C. fue sitiada por el cónsul Quinto Pompeyo, quien sufrió una gran derrota, por lo que este firmó un tratado con Tiermes, pero fue invalidado por el Senado romano, por existir clausulas desventajosas para Roma.

Poco después el cónsul Tito Didio, en el año 98 a.C. sentó su dominación sobre la ciudad arévaca mandando desalojar a los termesinos de sus antiguas viviendas y llevándolas a vivir a los llanos.

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El asentamiento romano fue casi exclusivamente militar y seguramente la primera obra que emprendieron debió ser el “Castrum”, dispersándose la nueva ciudad a sus pies. Su época de mayor esplendor debió de ser desde el Emperador Augusto hasta el Emperador Constantino, durante los cuales se levantaron los mayores y mejores edificios, entre ellos  dos foros, unas imponentes termas, un posible teatro, un acueducto y un desarrollo urbanístico adaptado a las características del emplazamiento de la ciudad sobre un farallón de arenisca rodeado de cortados, hoces fluviales y bosques.

Con el declinar del Imperio romano corrió, Tiermes, su misma suerte, languideciendo poco a poco. Sufrió los ataques de los invasores bárbaros,  y después la dominación árabe, a pesar de ello no dejó de existir pero cada vez con menos población y menos importancia.

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Aún en el siglo XV existía la parroquia de Tiermes, según queda atestiguado por unas actas de visitas  pastorales realizadas, que se encuentran en los archivos parroquiales de Manzanares.

Ya en el primer tercio del siglo XVI comenzó a despoblarse rápidamente y emigrar su población a cercanos pueblos. Ambrosio de Morales aseguró en una visita que hizo al lugar a finales del siglo XVI, que solo quedaban ruinas de que pueblo que quince siglos antes fue ciudad poderosa y de la cual  solo quedan unas ruinas de una de las termas y el castillo. Todos los demás fueron desapareciendo, saqueadas sus piedras por los habitantes de los pueblos cercanos.

Cada vez que visito Termancia no puedo menos que recordar los versos de Rodrigo Caro a las “Ruinas de Itálica

Estos, Fabio, ¡ay dolor!, que ves ahora

campos de soledad, mustio collado,

La Ermita de Santa María de Tiermes

Merece citación aparte la ermita que se encuentra en Tiermes.

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Está situada junto a los yacimientos. Es de estilo románico, con planta rectangular, de una sola nave, con ábside semicircular en su cabecera. Están fabricados sus muros en sillería.  Además tiene una galería porticada de cinco vanos, en donde se encuentra la puerta de entrada con arco de medio punto, cuyas bases se apoyan en columnas con capiteles tallados.

Su construcción data del siglo XII y fue destinada a iglesia parroquial.

Dentro de una hornacina, en la fachada sur y también en el interior del pórtico, se encuentran tres esculturas que portan cartelas con una inscripción en latín que dice:

“Dad y se os dará

 Domingo Martín me hizo

 Año de 1182”

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Todo el exterior del templo se encuentra rodeado de sarcófagos de la época visigoda y orientados de oeste a este; algunos de los cuales son antropomorfos.

El interior de la ermita está presidido por la imagen de la Virgen de Tiermes, emplazada actualmente en un altar barroco obra de Francisco Gonzalo, fechado en 1725.

A partir del siglo XVI y debido a la despoblación sufrida, la iglesia se transformó en ermita y puesta bajo la protección de Santa María de Tiermes. Dos veces al año se celebran romerias a esta ermita.