Artículo de fecha 16-02-2016 de D. José Manuel Huidobro
Caballero de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén, Miembro de la Real Asociación de Hidalgos de España. Máster en Derecho Nobiliario, Heráldica y Genealogía (UNED). Autor de 55 libros y más de 700 artículos.
Alonso de Ribera Zambrana. Gobernador y Capitán General de Chile
Los historiadores le destacan sobre los demás gobernantes del siglo, por lo general corruptos y venales (Acuña, Meneses, Ustáriz), celebrando «sus dotes militares y el plan con que orientó la guerra de Arauco, aunque no puede ser alabado por sus escándalos, vida licenciosa y costumbres». Otros autores ponderan su política social hacia los indios, de los que se declararía su protector ante los encomenderos.
Alonso de Ribera
Hijo bastardo (más tarde legitimado, en 1600) del hidalgo y capitán Jorge de Ribera Zambrana y Dávalos (casado con doña Gracia de los Riós, de la que no tuvo sucesión) y de Ana Gómez de Montesinos y Pareja, fue hermano de Jorge y de Juan, también militares distinguidos en Flandes. Alonso nació en Úbeda (Jaén) en 1560 y falleció en Concepción (Chile) en 1617. Casó con la criolla Inés de Córdoba y Aguilera, sin el preceptivo permiso real. Obtuvo el hábito de Santiago, por Felipe III en 1609, al igual que también lo consiguieron sus dos hermanos.
Después de estudiar Matemática, Ribera se unió como soldado al ejército español de Flandes, donde inició una larga y exitosa carrera militar.
Desde 1583 participó en importantes contiendas en Francia junto a Alejandro Farnesio, duque de Parma. Además, integró la invencible Armada española de 1588 y las huestes del cardenal archiduque Alberto, gobernador de los Países Bajos.
En 1590 era alférez del MdC (Maestre de Campo) Alonso Idiáquez, pasando el siguiente a mandar una compañía del tercio de Alonso de Mendoza, reformada en 1596. A finales de 1597 recibió la compañía que fue de Luis de Velasco, ausente en España, que mandó hasta que, dos años después, y debido a su extensa trayectoria militar, le valió el reconocimiento del Rey Felipe III, y se le encomendó el gobierno y capitanía general de Chile, que llegaría a desempeñar en dos ocasiones: 1601 a 1605 y 1612 a 1617.
El nuevo Gobernador salió de Sevilla, en abril de 1600, con sólo 300 hombres. Llegando a América se entrevistó con el ex Gobernador Alonso de Sotomayor, quien le informó sobre las características de la Guerra de Arauco. Luego, se dirigió al Perú y finalmente llegó a Concepción (Chile) en febrero de 1601.
Ribera evaluó la situación del ejército, que él mismo describió: «Estaba esta gente tan mal disciplinada y simple en las cosas de la milicia que nunca tal pudiera imaginar ni me sería posible dallo a entender». Las medidas que tomó para remediar esta situación fueron varias: reorganizó a las tropas de infantería; impuso la disciplina militar; puso orden en los campamentos; se preocupó tanto del vestuario, de la alimentación y del pago de los soldados, como también del armamento, los animales y todo lo necesario para la guerra.
Estos esfuerzos fueron complementados con la creación, en 1604, de un ejército permanente de 1.500 hombres y con la adopción de una serie de medidas para asegurar el abastecimiento de las tropas dentro del mismo Reino.
Con una visión de estratega, Ribera planteó la necesidad de concentrar las fuerzas españolas en una línea fronteriza conformada por varios fuertes que, a medida que se fuera consolidando el dominio hispano, avanzaría hacia el Sur. En las campañas realizadas durante su primer gobierno, logró introducirse en territorio mapuche y construyó 19 fuertes, algunos de ellos provisorios.
Alonso Ribera es el responsable de la primera organización de la propiedad colonial en Santiago y sus alrededores. En agosto de 1603, designó a Ginés de Lillo para realizar una visita general de todas las tierras, la que implicó la medición de las propiedades particulares concedidas por los gobernadores y el Cabildo, y la fijación de los límites de estas, siempre en permanente litigio.
El Gobernador también se preocupó de la situación de los indígenas sometidos a régimen de encomienda, tratando de eliminar los abusos de que eran objeto por parte de los españoles. Por ejemplo, prohibió que los naturales cargasen en sillas de mano a las mujeres que iban a misa o de visita.
En 1603 reglamentó la labor indígena en las encomiendas, que restablecía el trabajo personal de los indígenas, pero con un sistema especial llamado demora: un tercio de los naturales de las minas trabajaban 8 meses, quedándole dos años y cuatro meses para dedicarse a sus actividades, antes de que les tocara retornar a las labores mineras.
Pero la actitud desenfadada del Gobernador, acostumbrado a la rica vida cortesana de Flandes, escandalizó a una sociedad colonial retraída y austera como la chilena. Ribera introdujo algunas prácticas sociales desconocidas para la época: los grandes banquetes, las fiestas, los juegos de naipes y otros prohibidos por el Rey, los trajes suntuosos y el novedoso tenedor en la mesa, así como la actitud galante del Gobernador hacia las muchachas del Reino.
Estas costumbres, sumadas al hecho de que Ribera se había casado con una criolla sin el permiso previo del Rey -requisito indispensable para los gobernadores y jueces, debido a la prohibición que existía al respecto-, motivaron severas acusaciones en contra suya que le costaron el desprestigio y el fin de su primer mandato en 1605. Tras dejar la gobernación, se trasladó a Córdoba con su familia, donde permaneció hasta 1612, cuando nuevamente asumió la gobernación de Chile.
El segundo mandato de Alonso de Ribera se puede resumir en dos hechos fundamentales: el establecimiento del sistema de guerra defensiva, planificado por el padre Luis de Valdivia -principal impulsor de su nueva designación- y la llegada de corsarios holandeses, descubridores del Cabo de Hornos.
Publicado en el blog «Hidalgos en la Historia» cuyo blogmaster es D. J. Manuel Huidobro