El reputado escritor soriano, D. Ángel Almazán de Gracia, en el año 2014 escribió este «CUENTO PARA NIÑOS» sobre LOS DOCE LINAJES DE SORIA que reproducimos.
D. Ángel Almazán relata:
«Lo escribí tras dar una charla a unos escolares del colegio de los Doce Linajes en la Barriada (barrio de Soria), posteriormente lo pubiqué el texto en la web soriana SORIAYMAS en http://www.soriaymas.com/ver.asp?tipo=articulo&id=1138., para sus dos profesoras se lo diesen.
Este cuento es una adaptación literaria, muy cortita, de lo que les conté a los escolares… Y me acuerdo de una anécdota: les decía que la esposa de Alfonso VIII era hermana de Ricardo Corazón de León, el rey victorioso de la historia de Robin Hood , y pregunté si sabían quien era Robin Hood… Y alzaron varios la mano… «Sí,sí… yo lo sé… ¡Es un zorro!», me contestó el primero que se decidió a hablar.. Y claro, me reí… porque para ellos la referencia que tenían era la película de Walt Disney….»
Un cuento….de Soria
Hace mucho tiempo, en la Edad Media, una época en la que Soria era un pequeño pueblo, vinieron aquí gentes del norte de España –navarros, riojanos, vascos, aragoneses, leoneses y gallegos- a repoblar el lugar y convertir Soria en una pequeña ciudad, con su enorme castillo y una gran muralla de cuatro kilómetros que protegía a sus habitantes.
Se agruparon en barrios, alrededor de las iglesias, y al frente de los barrios había un señor y luego lo fue su hijo, y después su nieto, y más tarde su tataranieto… formando así doce linajes.
Y érase que los reyes de Castilla murieron y el niño que tenían, que era muy pequeño y usaba todavía chupete, los caballeros castellanos lo trajeron a Soria para que lo guardase el jefe del linaje de los Santacruz.
Pero había un rey malo, el rey de León, que quería quedarse con el reino de Castilla y, para ello, tenía que apoderarse del rey niño, que se llamaba Alfonso VIII, y entonces vino a Soria a por él, pero los jefes de los doce linajes ocultaron al rey niño, y un caballero lo montó una noche en su caballo y se lo llevó a su castillo, en San Esteban de Gormaz, y al día siguiente a otro castillo, en Atienza, para que el rey malo no lo cogiera.