Artículo de fecha 04-09-2015 de D. José Manuel Huidobro 

Caballero de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén, Miembro de la Real Asociación de Hidalgos de España. Máster en Derecho Nobiliario, Heráldica y Genealogía (UNED). Autor de 55 libros y más de 700 artículos.

Baldomero Espartero. De simple soldado, a general que pudo reinar

  Tras participar en la guerra de la Independencia, desde «soldado distinguido» (por sus estudios) hasta llegar a alcanzar el grado de coronel, acudió a la guerra de las colonias en el Perú. A su regreso participó en la primera guerra Carlista como general de las tropas Isabelinas y, por sus éxitos militares, fue recompensado con dos cruces laureadas de San Fernando, la gran cruz de Carlos III y el Toisón de Oro, Capitán General de los Ejércitos, y los títulos de Conde de Luchana, Duque de la Victoria, Duque de Morella, Vizconde de Banderas y, más tarde, con Amadeo I, el de «Príncipe de Vergara».

   Se introdujo en la política como diputado por Logroño; fue nombrado presidente del Consejo de Ministros en 1840 y cuando la reina regente María Cristina, después del motín de la Granja y el alzamiento de otras grandes ciudades en su contra, se exilió a Francia, se convirtió en regente de la corona de España durante la minoría de edad de Isabel II. Propuesto por Juan Prim para ser rey de España, rechazó tal honor.

   A lo largo de su vida obtuvo cinco títulos nobiliarios, entre ellos el de «Príncipe», reservado sólo al Príncipe de Asturias, y más de veinte condecoraciones. Según relató el mismo: «Por mis apellidos podía parecer noble o hidalgo, pero nada más lejos de la realidad. Mi padre era carretero de oficio y lo ejercía en su pequeño taller de Granátula, mi madre bastante tenía con sacar adelante a nueve hijos, hasta el momento, ya que yo era el último».

   Joaquín-Baldomero (Fernández) Espartero Álvarez de Toro, el menor de 9 hermanos, nació en Granátula (Ciudad Real) el 27 de febrero el año 1793 y falleció en Logroño el 8 de enero de 1879. Hijo de Manuel Antonio Fernández-Espartero y Cañadas, un artesano constructor de carruajes y pequeño hacendista acomodado, adoptó el segundo apellido de su padre. Su madre fue Josefa Vicenta Álvarez de Toro y Molina.

   Cursó estudios en la convento de dominicos de Almagro y en 1808, al estallar la Guerra de la Independencia (1808-1814), desestimó la carrera eclesiástica y tomó las armas alistándose en el Regimiento de infantería de Ciudad Real (de guarnición en Sevilla). Desde 1810 permaneció en el Cádiz sitiado por los franceses, donde se estaban desarrollando las Cortes constituyentes; allí realizó sus primeros estudios militares y entró en la Academia Militar de la Isla de León (San Fernando), en la que alcanzó el grado de subteniente.

Retrato de Baldomero Espartero

Retrato de Baldomero Espartero

Armas Grandes de Espartero

Armas Grandes de Espartero

  En 1815, ya teniente, embarcó en la expedición del general Morillo para defender el dominio español en las colonias americanas. Esto no le impidió, antes al contrario, jurar la Constitución en 1820, y aun se dice que escribió una poesía en conmemoración del evento: «En obsequio a tan próspera noticia El oprimido espíritu ensanchemos… / Trocad los ayes por sonoros vivas!».

  Entre 1815 y 1824 estuvo destinado en América, donde combatió contra los independentistas hasta que España perdió sus colonias en el continente; aunque no participó en la decisiva batalla de Ayacucho, en el futuro sus partidarios serían conocidos popularmente como los ayacuchos en recuerdo del pasado americano de Espartero y de la influencia que sobre sus ideas políticas tuvieron otros militares liberales de aquella campaña. Cuando regresó contrajo matrimonio el año 1827, en la Iglesia de La Redonda de Logroño, con María Jacinta Martínez de Sicilia y Santa Cruz, una rica heredera de Logroño, de la que no tuvo descendencia, por lo que dejó su fortuna a su sobrina Eladia, que le cuidó en sus últimos años.

   morir Fernando VII, se decantó por el apoyo a la causa de Isabel II y de la regente María Cristina, en virtud de sus convicciones constitucionales. Luchó contra la reacción absolutista en la Primera Guerra Carlista (1833-1840), en la que desempeñó un papel destacado: sus éxitos militares le llevaron de ascenso en ascenso hasta obtener el mando del ejército del Norte a raíz del motín de los sargentos de La Granja (1835). Rompió el cerco carlista de Bilbao venciendo en la batalla de Luchana (1836); por lo que la reina le recompensó con el título de conde de Luchana. Hombre extremadamente duro en el trato, valoraba la lealtad de sus compañeros de armas, tanto como la eficacia. Combatió en primera línea, fue herido en ocho ocasiones; su carácter altivo y exigente le nizo cometer excesos en la disciplina militar.

El "Abrazo de Vergara", entre Maroto y Espartero ante sus tropas

El «Abrazo de Vergara», entre Maroto y Espartero ante sus tropas

   En 1837 organizó la defensa de Madrid frente a la expedición de don Carlos, y presidió un fugaz gabinete gubernamental. Fomentó las divisiones entre los mandos carlistas, atrajo al general Rafael Maroto hacia conversaciones de paz que terminaron en el Convenio de Vergara (31 de julio de 1839), que puso fin a la primera Guerra Carlista y que sellaron ambos con el “Abrazo de Vergara”. Gracias a este logro, le fue otorgado el título de duque de la Victoria. Pacificó después el Maestrazgo, derrotando a Ramón Cabrera (1840).

   Espartero, colmado de honores y convertido en un ídolo nacional, dio paso a sus ambiciones políticas y puso su prestigio al servicio de sus ideales políticos liberales y progresistas. Se enfrentó al conservadurismo de María Cristina haciendo que ésta le nombrara presidente del Consejo de Ministros en 1840-1841; pero, ante la resistencia de la regente al programa liberal avanzado que defendía, exigió a ésta que abdicara e hizo que las Cortes le nombraran regente a él mismo (1841-1843).

   Completaba así la ascensión social que, desde un origen modestísimo, le había llevado a ser conde, duque, grande de España y, finalmente, regente. El «espadón» progresista se enemistó con muchos de sus partidarios, a causa de su modo de gobernar autoritario, personalista y militarista; en 1843 se vio obligado a disolver unas Cortes que se le habían vuelto hostiles.

Estatua ecuestre de Espartero (El Retiro/Madrid)

Estatua ecuestre de Espartero (El Retiro/Madrid)

   Un pronunciamiento conjunto de militares moderados y progresistas (encabezados por Narváez y Serrano) le arrebató el poder en aquel mismo año; pronto se declararía mayor de edad a Isabel II y comenzaría una década de predominio conservador. Espartero se exilió en Inglaterra, de donde regresó en 1849 para vivir retirado en Logroño.

   Ante el deterioro político del final de la década moderada (1844-54), las tendencias autoritarias de la reina y la hegemonía política de la minoría ultraconservadora, se produjo una nueva revolución en 1854, que llevó a Espartero a la presidencia del Gobierno; durante el siguiente «bienio progresista» (1854-56) avaló el reformismo de los liberales avanzados, pero no pudo evitar que se reprodujeran las mismas disensiones acerca de su liderazgo.

 De nuevo fue expulsado del poder por un pronunciamiento encabezado por su antiguo aliado, el general O’Donnell, tras el cual vino un nuevo periodo de ostracismo político de los progresistas, que Espartero contempló pasivamente desde su retiro de Logroño. Allí recibió, tras la revolución que destronó a Isabel II en 1868, la oferta del general Prim de hacerle elegir por las Cortes rey constitucional de España, oferta que rechazó por razones de salud. Tras la coronación de Amadeo de Saboya éste completó el encumbramiento honorífico de Espartero nombrándole príncipe de Vergara con tratamiento de alteza real.

 Publicado en el blog «Hidalgos en la Historia» cuyo blogmaster es D. J. Manuel Huidobro

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