Para el Blog de la Casa Troncal de Los Doce Linajes de Soria; D. Rafael Portell Pasamonte, Vicerrector de la Academia de Genealogía, Nobleza y Armas de Alfonso XIII; nos remite este  interesantísimo artículo. 

Escudo de armas de D. Rafael Portell Pasamonte

Escudo de armas de D. Rafael Portell Pasamonte

CARLOS I DE ESPAÑA

 SUS AMANTES E HIJOS BASTARDOS

Rafael Portell Pasamonte.  Marzo 2015

 

  Confieso sinceramente que una de las figuras históricas que gozan de mi debilidad y que más admiro es el Emperador Carlos. No sabría decir porqué, tal vez por su sentido de Estado, tal vez por su grandeza y majestad o tal vez por su carisma, que se ha transmitido a través de los siglos hasta nuestros días.

  No cabe duda que fue un gran Rey y un gran Emperador, pero también, y no podemos olvidarlo, fue una persona humana y como tal estaba sujeto a todas las grandezas y miserias de tal condición.

    No voy a tratar en este artículo de su ámbito y aspecto político, ni militar, ni siquiera de estadista. Mucho se ha hablado ya de estos temas. Sabemos que le gustaba el lujo, el ceremonial, la buena comida y la buena bebida, la caza etc, en fin, la buena vida, y cómo no, las mujeres. Tuvo diversas amantes, antes y después del matrimonio, pero a diferencia de otros Reyes de la época no tuvo nunca favorita alguna.

Retrato del emperador Carlos  I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico, llamado «el César»

Retrato del emperador Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico, llamado «el César»

 Francisco I, Rey de Francia, que tantas guerras mantuvo con el Emperador, tuvo varias amantes oficiales, como Francisca de Foix, condesa de Chateaubriant. A ella le sucedió Ana de Pisseleu. Anteriormente Carlos VII mantuvo una relación amorosa y duradera con Agnes de Sorel. Enrique II con Diana de Poitiers, la cual fue oficiosamente la Reina de Francia hasta la muerte del Rey.

 En su vida amorosa hubo tres fases claramente diferenciadas: Su juventud, su matrimonio y su viudedad.

 No se tiene constancia de cuándo comenzaron sus escarceos amorosos, pero dado el ambiente liberal de la Corte en que nació y creció no sería de extrañar que sobre los 15 ó 16 años, quizás antes, tal vez con doncellas de la servidumbre y mujeres de la Corte, seguramente casadas y mayores que él.  

Germana de Foix

Germana de Foix

 Su primera amante conocida fue Juana María van der Gheyst, nacida hacia el año 1500, por lo tanto, poco más o menos de la misma edad que el Emperador.  Era hija de un afamado tejedor-tapicero, llamado Gilles Johan van der Gheynst y de Johanna van der Caye van Cocambi, residentes en la ciudad de Oudenarde, a tan solo 28 Km. de Gante, ciudad natal de Carlos V. Juana María era a la sazón dama de confianza de la esposa de Carlos de Lalaing, Señor de Montigny.

   Se conocieron, parece ser, entre los últimos meses de 1520 y los primeros de 1521, tras la Dieta de Worms, en la que Carlos se entrevistó con Lutero. No fueron unos amores que duraran mucho tiempo. Juana van der Gheynst murió el 15 de Diciembre de 1541.

    Fruto de estos amores nació el 18 de Enero de 1522, en la misma ciudad de Oudenarde, una niña, a la que se le puso el nombre de Margarita.  .

    Existe un cuadro pintado por Teodoro Canneell titulado “El Emperador Carlos V y su amante”, que puede contemplarse en el Museum vor Schoone Kunsten de Gante, donde aparece el Emperador contemplando el sueño de su hija recién nacida.

    Su educación se confió en un principio a un matrimonio de labriegos, los Douvrin. Más tarde fue confiada al cuidado de Margarita de Austria, hermana de Felipe «El Hermoso«, que era a la sazón gobernadora de los Países Bajos.  A petición de esta fue legitimada por el Emperador el 9 de Julio de 1529.

 Cuando en 1530 murió Margarita de Austria, la educación de la joven niña pasó a cargo de María, hermana del Emperador.

    Se educó, pues, en la corte de Manilas y tuvo una buena educación. Conocía  el francés, el italiano y el español, aunque nunca pudo aprender flamenco.

 El 29 de Febrero de 1536 contrajo matrimonio, en Nápoles, con Alejandro de Médicis, duque de Florencia, hombre mayor para ella pues tenía casi 30 años de edad, ya que había nacido en 1510. Era hijo de Lorenzo II de Médicis y de una esclava nubia, además era sobrino del papa Clemente VII. Poco duró este matrimonio pues Alejandro moriría asesinado el 6 de Enero de 1537.  

   Al poco de enviudar fue solicitada en matrimonio por Cosme de Médicis, a lo que se opuso el Emperador.

 Contrajo nuevo matrimonio con Octavio Farnesio, nacido el 9 de Octubre de 1524 e hijo de Pedro Luis, Duque de Parma y Piacenza. Las razones de Estado de este matrimonio fueron las de complacer al papa Pablo III, ya que Octavio era nieto suyo.

 Los esponsales se celebraron en Roma, el 4 de Noviembre de 1538.

 A este matrimonio se opuso rotunda, aunque inútilmente, Margarita. Durante el resto de su vida, se jactó de no haber pronunciado el «si», el día de la boda, habiéndose presentado a la ceremonia nupcial vestida aún con el luto de su anterior esposo. Octavio falleció el 21 de Septiembre de 1586.

 En el testamento del Emperador redactado en Bruselas el 6 de Junio de 1554 se refiere a Margarita en estos términos: “Item, por cuanto estando en estas partes de Flandes, antes que me casase ni desposase, huve una hija natural que se llama Madama Margarita”.

 En Septiembre de 1559, Felipe II, la designó gobernadora de los Países Bajos. En este cargo intentó una política de concordia entre el rey y aquel territorio, fracasando en el intento, por lo que fue relevada en Agosto de 1567 por el duque de Alba, retirándose a vivir a Italia, en el reino de Nápoles.

    Coincidiendo con una nueva estancia temporal de Margarita en los Países Bajos, en 1580, Felipe II intentó convencerla para nombrarla nuevamente gobernadora de estas tierras, manteniendo a Alejandro de Farnesio como Capital General, pero ella se negó tajantemente a tal propuesta.

    Murió en Ortona, ducado de Parma (Italia) el 18 de Enero de 1586, siendo enterrada en la Iglesia de San Sixto, igualmente de Parma.

    Fue madre de dos mellizos, nacidos en 1545, Carlos, muerto plena infancia, y el famoso Alejandro de Farnesio, compañero en su juventud de juegos y estudios del Príncipe don Carlos y de don Juan de Austria. .

    También por estos años conoció el Emperador a una bella dama italiana llamada Ursolina de la Peña, o de la Penna, conocida con los sobrenombres de “La Bella di Perugia” y “La Bella Pennina, por su extraordinaria hermosura

    Llegó a la corte imperial de Bruselas en el año 1522 acompañada de su marido, pero enviudó al poco tiempo.

    El Emperador se interesó por Ursolina y según dicen algunos documentos, “Tuvo conversación con ella”, pero esta conversación debió de ser tan íntima, tan íntima que quedó embarazada.

 A poco regresó a Italia, donde tuvo una hija llamada Tadea. Falleció Ursolina pocos años más tarde, se cree que envenenada.

    Tadea nació en Bolonia (Italia) en el año 1523 y hacia ella se interesó bastante el Emperador, pero nunca fue reconocida oficialmente como su hija.

    Se conocieron personalmente cuando Carlos V estuvo en Italia en el año 1536.

   Contrajo matrimonio alrededor del año 1562 con Sinibaldo de Copeschi.

  Cuando Carlos V supo que había contraído matrimonio le mandó 3.000 escudos como regalo de bodas, al mismo tiempo que le manifestaba su disgusto por haberlo hecho sin su autorización. Enviudó pronto, viviendo a partir de entonces muy recogida en Roma.

    En el año 1562 envió una carta a Felipe II solicitándole que reconociera su condición de hija del Emperador, pero parece ser que el Rey hizo caso omiso a la carta, quizás asustado por el número de hermanastros que poco a poco iba descubriendo.  

    Se desconoce con exactitud la fecha de su muerte.

    También en el año 1522, en los Países Bajos, tuvo otra hija natural llamada Juana.  Se ignora el nombre de la madre pero se sabe que era una modesta mujer del entorno del conde de Nassau.

 Fue ingresada en el Convento de las Agustinas de Madrigal de las Altas Torres hacia el mes de Julio de 1522.

 El 28 de Marzo de 1524 la madre abadesa del Convento de las Agustinas, doña María de Aragón, que era hija natural de Fernando “El Católico”  escribió una carta al conde Nassau que, entre otras cosas, decía:

  “Yo he querido escribir y hacer saber a vuestra merced cómo la señora doña Juana, está muy linda y muy grande; que para la poca edad que tiene, es maravillosa del cuerpo que tiene, y suéltase ya un poquito a andar, de un mes acá, trayéndola de los bracitos. Parécese cada día mucho más al Emperador, mi señor, que yo recibo gloria de verla. Y su madre, besa, mil veces las manos de vuestra merced”.

 Murió en el citado convento en  el año 1530.

 Hay un cuadro en dicho convento que representa a una novicia, acompañado de una cartela que dice:

    “Doña Juana de Austria, hija natural del Emperador Carlos V. Murió novicia”. 

    En el mes de Mayo de 1526, el Emperador contrajo matrimonio con Isabel de Portugal, hija del rey portugués Manuel I  «El Afortunado» y de su segunda esposa María, hija a su vez, de los Reyes Católicos.

    Isabel había nacido el 24 de Octubre de 1503, en el Palacio Real de Lisboa.

    Era rubia, esbelta, de ojos verdes y frente despejada; el pelo muy rubio y abundante, En lo moral se la cita como «mansa, retraída, honesta, callada, devota y discreta». Nunca exteriorizaba sus pensamientos y sobre todo sus debilidades.

 El Emperador encontró en ella una magnifica colaboradora a la que hizo participar en las tareas de gobierno, siendo nombrada lugarteniente del rey, primeramente en Castilla y posteriormente en Aragón.

    Impuso una gran austeridad en la corte. Comía sola y en silencio, con tres damas arrodilladas junto a su mesa, encargadas de alcanzarle los alimentos.

    En sus partos se ponía un velo en el rostro para que nadie pudiera observar sus muecas de dolor, al mismo tiempo que ordenaba que apagasen las luces.  

    Carlos V estuvo profundamente enamorado de ella, a pesar del poco tiempo que estuvieron viviendo juntos debido a los muchos y constantes viajes del Emperador. Que se sepa, y parece ser con toda seguridad que es cierto, nunca le fue infiel.

    Tuvieron cinco hijos, de los cuales solo sobrevivieron tres, más dos abortos que sufrió la Emperatriz.

    Isabel de Portugal murió el 1 de Mayo de 1539, en el Alcázar de Toledo según unos autores o en el palacio de Ayala o Fuensalida según otros, de resultas de un mal parto y consiguiente aborto: un niño que, sin llegar a saberse si viviría, fue bautizado apresuradamente, instantes antes de morir.

    En este parto la Emperatriz sólo fue atendida por una comadrona, doña Quirce de Toledo, la cual solicitó retiradamente la presencia de los médicos reales Ruiz y Ontiveros, a lo que se opuso la parturienta.

    Carlos I no quiso ver el cadáver de Isabel, trasladándose al monasterio de Santa María de Sisla en Toledo, con la sola compañía de su confesor.

    Entre los años 1539 y 1545 no se le conocen a Carlos V, ningún amorío, pero el Emperador, a pesar del amor que había sentido por su bella esposa, no era como su descendiente Carlos III de España, que al enviudar de María Amalia de Sajonia, no se le conocieron “ni amantes ni favoritas”, y como confesó a un cortesano cuando la sangre le bullía, se acostaba desnudo en el duro y frío suelo hasta que se le pasasen los ardores.  

    Entre los meses de Abril y Agosto de 1545, el Emperador Carlos, conoció a una mujer rubia, muy hermosa, de escultural figura, alegre de espíritu y que cantaba muy bien, que llegó a ser la más conocida de sus amantes. Esta mujer se llamaba Bárbara Blomberg.

Barbara Blomberg

Bárbara Blomberg

    ¿Quién era realmente Bárbara Blomberg?. Hasta el siglo XVII no se mencionó nunca su nombre. Parece ser que Famiano Strada fue el primero en darle este nombre  a raíz de una confidencia dada por el Cardenal de la Cueva, que a su vez lo había oído de labios de la Infanta Isabel Clara Eugenia. En una reciente obra del hispanista Bennasar dedicada a don Juan de Austria, este autor la califica como una vulgar prostituta. Puede ser o no cierta esta afirmación, pero lo que si es cierto que tanto Carlos V como Felipe II la tuvieron completamente vigilada y controlada.    

    Bárbara Blomberg, nació en Ratisbona en 1525. Era hija de Wolfgang Blomberg y de Sibila Lohman, familia de burgueses alemanes.

    Fruto de sus relaciones amorosas nació, igualmente el más famoso de los hijos naturales de Carlos V: Juan de Austria. Cuando Bárbara tuvo a su hijo, el 25 Febrero de 1547, el Emperador dispuso que este se educase en España lejos de su madre, asignando a Bárbara una pensión anual de 200 florines.

    Bajo la protección de María de Austria, hermana del Emperador, contrajo matrimonio en Flandes en 1548, con Jerónimo Piramo Kegell, comisario del ejército del Emperador en la corte de María de Hungría en Bruselas, y de quien tuvo dos hijos; uno de los cuales se ahogó en un barril de agua en el año 1569; el otro utilizando el apellido Pyramus sirvió en el ejército español en los Países Bajos. llegando al grado de coronel y casó con la baronesa de Saint-Martín.

    Desde que enviudó en Junio de 1569, y gracias a su desahogo económico, puesto que Felipe II a instancias de Juan de Austria, decidió pasarle una pensión de 4.944 florines anuales, más todo el personal de servidumbre, llevó una vida muy desordenada, viviendo sucesivamente en Amberes, en Gante y en Luxemburgo. Son conocidos los informes elaborados por agentes del Rey  en los que se expone la facilidad que poseía Bárbara de cambiar de amante, amén de su amistad con la propietaria de una mancebía en Amberes.

 Tal era su vida de turbulenta que llegó a ser muy comprometedora para su hijo, cuando este fue enviado como gobernador a los Países Bajos. Por ello en Marzo de 1577, Juan de Austria decretó entonces que se marchase a España.

    Doña Magdalena de Ulloa, ya viuda de don Luis Quijada, recibió a Bárbara en el puerto de Laredo, el día 13 de Marzo del citado año, prodigándola toda clase de atenciones, y cubriendo todos sus gastos al principio de su llegada y, después, administrando los envíos de dinero que hacía su hijo regularmente para atender a su madre.

    Los marqueses de la Mota, hermanos de doña Magdalena, la alojaron en el castillo de su villa en San Cebrián de Mazote (Valladolid).

    Desde su llegada a España, la “Madame” como se la conocía se dedicó a recorrer los diversos pueblos de Trasmiera. Estos recorridos y su presencia en distintos lugares de la Merindad han quedado registrados en diversas actas de aquella época en las que se reflejaba su nombre. En el pueblo de Ambrosero existe un barrio denominado “La Madama”, quizás en recuerdo de este personaje.

    La muerte de don Juan de Austria la sorprendió en su nueva residencia del convento de Santa María la Real, en la misma villa de San Cebrián. Más tarde Felipe II le concedió una pensión de 3.000 ducados anuales.

    Se trasladó posteriormente a Colindres (Santander) donde vivió en una casa que había pertenecido al antiguo secretario de don Juan de Austria, Escobedo.

    Más tarde se retiró a Ambrosero, a la casa del aposentador Juan de Mazateve, donde y hasta su muerte, llevó una existencia retirada, manteniéndose de las rentas que su hijo le había asignado y de la pensión que le había otorgado Felipe II.

    Murió en Colindres en 1598.

    En su testamento dejó ordenado que celebrasen su entierro en la iglesia de San Sebastián en el monasterio de Montehano:

     “hasta que la voluntad del Rey, nuestro señor, sea servido de trasladarlo a otra parte”.

    Fue enterrada en el convento de Padre capuchinos Divina Pastora de la villa de Escalante, en la provincia de Santander, cerca de las marismas de Santoña.

    En su tumba y bordeando la lapida están escritas unas palabras de su testamento:

    “Encomiendo mi ánima, como tengo dicho a nuestro Señor Jesucristo, que la crió y la redimió por su preciosa sangre”.

    Don Agustín de Alvarado, uno de sus testamentarios, dirigió al Rey Felipe III una carta, rogándole que de la pensión de 3.000 escudos que tenía asignada en vida, se cubriesen los gastos de enterramiento, la celebración de una misa perpetua por su alma y la satisfacción de algunas deudas.

    Hasta  el año 1958 no se sabia con exactitud el lugar de su enterramiento, que descubrió el monje franciscano Juan José Mieg. 

    Hablar de don Juan de Austria con todo su detalle excede con mucho el espacio que pueda tener este artículo. Se han escrito cientos de biografías de este personaje, querido y respetado en su época, y cuya fama y valor fueron tan valorados antes y ahora.

    La primera biografía detallada que se conoce fue escrita en 1627 por Lorenzo van der Hammen. En el siglo XIX se publicó una muy buena biografía titulada “Don Juan de Austria” , Londres 1883 cuyo autor fue Sir William Stirling-Maxwell. Otra excelente obra es “Don Juan de Austria, politíco e innovador”, escrita por Carlos Ibañez de Ibero, marqués de Mulhacén, – Madrid 1944.

Don Juan de Austria

Don Juan de Austria

    Nació, don Juan, en Ratisbona el 25 de Febrero de 1547, siendo bautizado con el nombre de Jerónimo.

    Muy pequeño fue trasladado, por Francisco Massy «Francisquín» y su esposa Ana de Medina a Leganés, comunicándoseles que era hijo bastardo de un señor muy principal, y que tenían que tratarle como a hijo propio, a cambio de 50 ducados anuales. En este pueblo  tenía la cura de almas Bernabé Vela, que no se cuidó en absoluto de su educación, por lo que tenía que ir a la escuela al cercano pueblo de Getafe.

    En el año 1554, Carlos V, que había sabido de la deficiente educación que recibía, encomendó su custodia y educación a don Luis Méndez de Quesada, mayordomo del Emperador y a su esposa Magdalena de Ulloa, quienes le educaron en su castillo de Villagarcía de Campos.

    En este mismo año, en un codicilo del testamento de Carlos I, con fecha 6 de Junio de 1554, se decía:

    “por quanto estando yo en Alemania, después que emviudé. hube un hijo natural de una muger soltera, el que se llama Gerónimo”, añadiendo “que pudiéndose buenamente enderezar que de su libre y espontánea voluntad el tomase hábito en alguna religión de frailes reformados, a lo cual se encamine, sin hacerle para ello premio ni extorsión alguna. Y no pudiendo esto guiar así, y queriendo él más seguir la vida y estando seglar…. treinta mil ducados en el reyno de Nápoles”.

    De la vida que llevó don Juan en Villagarcía se sabe poco, pero, sin duda, le pusieron buenos maestros, entre ellos el capellán Guillen Prieto, doctor por Salamanca, y el escudero don Juan Galarza. Doña Magdalena, a la que don Juan siempre llamó tía, le inculcó el espíritu de caridad, encargándole de repartir limosnas entre los pobres.

    En el año 1558  fue presentado a su padre en el Monasterio de Yuste como un paje. Carlos I se cuidó de asegurar el porvenir de don Juan, recomendando a Felipe II que lo tuviera siempre como hermano.

    No se sabe bien cuales fueron las causas por las que el Emperador le reconoció como hijo. El 21 de Octubre de 1556, en el pueblo de Cabezón, cercano a Valladolid, Carlos V conoció a su nieto el Príncipe Carlos hijo de Felipe II, que había nacido el 8 de Julio de 1545, es decir un año y medio antes que Juan de Austria, por tanto de edades similares. Al emperador no le agradó ni el aspecto ni el temperamento orgulloso de su nieto. ¿Pudo esta entrevista hacer aflorar íntimos sentimientos del Emperador hacia su hijo, que bien podía ser su nieto y despertar en él una ternura paterna?

    Lo cierto es que Felipe II, cumpliendo el testamento de su padre, le reconoció como hermano en la llamada «Entrevista de la Espina».

    En efecto, el 28 de Septiembre de 1559 tuvo lugar en las inmediaciones del monasterio de la Espina, lugar cercano a Valladolid el primer encuentro de Felipe II y de don Juan. Se quiso dar a la entrevista de los dos hermanos un carácter de encuentro fortuito, bajo el pretexto de sendas partidas de caza. A tal efecto salió Felipe II de Valladolid, mientras don Juan, por aquel entonces Jerónimo, lo hacia del palacio de doña Magdalena de Ulloa en Villagarcía de Campos. El encuentro se efectuó entre la torre de los montañeros y los muros del convento. En presencia de don Luis Quijada y del duque de Alba, Felipe II abrazó a su hermano y le descubrió lo alto de su procedencia.

    El siguiente día 2 de Octubre tenía lugar en Valladolid el reconocimiento oficial ante la corte.

   La primera merced que le hizo Felipe II fue ceñirle espada y echarle al cuello el Toisón de Oro, en el Monasterio de San Pedro de la Espina. Después lo trasladó a la corte, donde se le dio el nombre Juan de Austria, asignándole casa propia, aparte del Palacio Real y el tratamiento de Excelencia. (no así el de Alteza, que no recibió nunca pese a sus continuas peticiones).

    De este modo, en ceremonias públicas don Juan se colocaba detrás de la familia real, pero delante de los Grandes de España. No obstante, en privado, donde no existían los protocolos, era considerado como un miembro más de la familia.

    En el año 1561 pasó a estudiar en la Universidad de Alcalá de Henares junto al príncipe Carlos y Alejandro de Farnesio. Felipe II, en un principio, pensó en dedicarle a la vida religiosa pero cambió más tarde de parecer.

 Terminó sus estudios en Alcalá en 1564, trasladándose nuevamente a la corte, trabando amistad con Doña Ana de Mendoza, duquesa de Éboli.

 En 1568 fue nombrado capitán general de los Mares, y Felipe II le confió el mando de las galeras del Mediterráneo con la misión de escoltar la flota de Indias y de limpiar este mar de piratas, para lo cual marchó a Cartagena para tomar el mando de la escuadra. En dicha ciudad le esperaban: don Luis de Requeséns, don Juan de Cardona y don Gil de Andrade, con los que tuvo un consejo.

   Al año siguiente su hermano le puso al frente del gobierno del reino de Granada, con misión especial de resolver las diferencias entre el marqués de Mondejar, capitán general de Granada y el marqués de los Vélez, que entorpecían el desarrollo de las operaciones militares contra los sublevados moriscos. Tomó el mando de las tropas ocupando la plaza de Galera con lo que concluyó la guerra. Acto seguido dispersó a los moriscos por toda Castilla, regresando a continuación a Madrid.

    En la Santa Liga, formada por España, Venecia y la Santa Sede, para enfrentarse a los turcos, y con el apoyo decidido del papa Pío V, Juan de Austria fue nombrado Capitán General de la flota que partió de Messina en Septiembre de 1571. La flota llegó al Golfo de Corinto el 6 de Octubre, teniendo lugar la Batalla de Lepanto al día siguiente, con el resultado de una gran victoria para las tropas aliadas. Juan de Austria fue aclamado como un héroe, al mismo tiempo que su talento político impidió que los venecianos firmaran una paz por separado con los otomanos.

    El 5 de Marzo de 1576 murió de manera imprevista el gobernador de Flandes, don Luis de Requeséns. Felipe II envió a Flandes a don Juan de Austria, que en un principio se resistió a aceptar el nombramiento, pero la idea de lograr la pacificación y con ella el aumentar su prestigio personal, acabaron decidiéndole a aceptar el cargo. Cuando llegó a Flandes el 4 de Noviembre de 1576, la situación era en extremo delicada, ya que los tercios españoles, a  los que hacia tiempo que no se les pagaba, habían saqueado Amberes, causando más de 7.000 muertes. El 12 de Octubre de 1577, de acuerdo con las instrucciones de Felipe II, firmó el Edicto Eterno, por el que se acordaba la retirada de los tercios españoles, pero como también incluía la restauración del catolicismo fue rechazado por Guillermo de Orange, que no solo se negó a firmarlo, sino que tramó maquinaciones para asesinar a don Juan de Austria. Este tuvo que huir de Bruselas, refugiándose en Namur, llamando a los pocos días nuevamente a los tercios que se habían acantonado en Italia.

 Murió el 1 de Octubre de 1578 en su campamento de Bouge – Namur, a causa del tabardillo o tifús exantemático. Antes de morir, encargó a su confesor que pidiera  al rey que su cuerpo yaciera junto a los de su padre el Emperador.

    El cadáver, armado y con el Toisón de Oro, calzas bordadas, botas y espuelas, fue puesto en unas andas y llevado hasta las puertas de Namur, donde le tomaron los hombres del Consejo de Estado y los de Cámara de Su Excelencia, que lo llevaron hasta la catedral, donde fue expuesto al lado del Evangelio.

 El maestre de campo don Gabriel Niño fue el encargado por el rey de traer los restos hasta el monasterio de Parraces. Su cuerpo fue desmembrado en partes y traído en bolsas de cuero, a lomos de mulas, hasta España. En Parraces los recibió el obispo de Ávila, don Busto de Villegas, que los condujo con gran pompa hasta el Monasterio de El Escorial, donde fueron sepultados el 19 de Mayo de 1579, comprobándose que faltaban restos del cráneo y algunas falanges de los dedos.

    Sus entrañas, sin embargo, quedaron enterradas en Namur, junto al altar mayor de la catedral de Saint Aubain.

    Tiempo más tarde su cadáver fue trasladado al Panteón de Infantes. La estatua yacente de su túmulo, de tamaño natural, vestida con arnés y adornada con el collar del Toisón, con la espada entre las manos, fue modelada por Ponzano y ejecutada, en mármol blanco por el escultor italiano Giuseppe Galeotti. Ocupa ella sola una pequeña salita. Al autor de estas líneas, que ha estado muchas veces en el Monasterio, le impresiona cada vez que se encuentra delante de su mausoleo..

   También Don Juan de Austria tuvo varias amantes, entre ellas están:

    Diana de Falangola. Señora de Sorrento. Con ella tuvo a Juana, nacida en Nápoles el 11 de Septiembre de 1573. Contrajo matrimonio en Palermo en el mes de Julio de 1603 con Francisco Branciforte, Príncipe de Pietraoersi y Conde de Mazarino. Juana falleció el 7 de Febrero de 1630.

    María de Mendoza, dama de honor de la princesa doña Juana de Austria. Sus  relaciones comenzaron hacia 1567, acabando sus días en un convento.

    Tuvieron a Ana de Austria, que nació en el año 1547. Fue cuidada por doña Magdalena de Ulloa en su palacio de Villagarcía de Campos. Al morir don Juan de Austria, don Alejandro Farnesio descubrió el secreto a Felipe II, quien  concedió a doña Ana el apellido Austria y el tratamiento de Excelencia.

    Hacia el año 1591 el vicario de las monjas de Madrigal, fray Miguel de los Santos, desterrado por haber sido partidario del prior de Crato, soliviantó los ánimos de doña Ana y por medio de hábiles engaños la hizo creer predestinada por Dios a esposa del llamado «pastelero de Madrigal», Gabriel de Espinosa, y al que se pretendía hacer pasar por el rey Sebastián de Portugal.

    Doña Ana cayó en el engaño y convencida de que Gabriel de Espinosa era el verdadero don  Sebastián  le envió joyas y cruzó con él alguna correspondencia de tipo amoroso y político.

 Descubierta la trampa fueron ejecutados fray Miguel y Gabriel de Espinosa, mientras doña Juana fue trasladada a un monasterio de Ávila, donde se la castigó a reclusión en su celda durante cuatro años y a ayunar todos los viernes a pan y agua, perdiendo, además, el tratamiento de «Excelencia».

Al poco tiempo se le levantó el castigo siendo llevada al monasterio de las Huelgas, en Burgos donde  fue elegida abadesa perpetua. Murió alrededor del año 1630. 

    Y por último don Juan de Austria tuvo como amante a Zenobia Zaragoza. Tuvieron relaciones desde los años 1570 a 1575. Engendraron un hijo que nació en 1574 y murió muy  joven,

    El Emperador Carlos V, que no despreció los places del lecho, tuvo una vida amorosa no demasiado intensa para su posición y poderío, máxime si tenemos en cuenta las costumbres licenciosas de las Cortes europeas de la época. A Enrique IV de Francia se le conocieron cincuenta y seis amantes, sin contar aquellas que no pudieron ser reconocidas.

    Si exceptuamos el profundo amor que sintió por la Emperatriz, no fue un hombre fácil de enamorarse. Sus relaciones amorosas con la misma amante duraron poco, lo máximo uno o dos años, yo me inclino a pensar que fue hasta que estas se quedaron embarazadas o poco más y no sabemos con exactitud si estuvo realmente enamorado de ellas o tan solo fue una atracción física pasajera.