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ESPAÑA / HISTORIA
Alejandro Farnesio, el invicto «Rayo de la Guerra» de los Tercios Españoles
CÉSAR CERVERA / MADRID
Día 11/03/2015 – 08.37h
El sobrino de Felipe II consiguió recuperar para la causa española los apoyos de los nobles católicos en la interminable guerra que desangró a la Monarquía hispánica en Flandes. Su mayor victoria, el sitio de Amberes, ha pasado a la historia como un prodigio de la ingeniería militar
Con el talento militar del Gran Duque de Alba, el carisma de su amigo Don Juan de Austria y la capacidad diplomática de Luis de Requesens, Alejandro Farnesio congregaba todos los ingredientes necesarios para alcanzar la victoria española en los Países Bajos,donde varias provincias permanecían en rebelión contra su soberano, el Rey Felipe II, desde hacia una década. Solo la interferencia del Monarca, siempre involucrado en una infinidad de frentes, evitó que Farnesio pusiera punto final a una guerra que terminó desangrando al Imperio español. No en vano, además de un héroe de los Tercios Españoles, el hispano-italiano es considerado hoy como uno de los padres políticos de la nación belga.
Aunque fue tratado siempre como un pariente del Rey Felipe II, la sangre de Alejandro Farnesio no era excesivamente azul. Hijo de Octavio Farnesio, nieto del Papa Pablo III –que evidentemente había sido fruto de una relación prohibida–, y de Margarita de Austria, hija bastarda de Carlos I de España, Alejandro pasó su adolescencia en Madrid bajo invitación de su tío materno Felipe II.
Tras estudiar en Alcalá de Henares junto al infante Don Carlos –luego llamado «el Príncipe Maldito»– y de Don Juan de Austria, sus vínculos con la Corona hispánica quedaron fuertemente arraigados. Don Juan y su sobrino, de su misma edad, aprendieron el manejo de las armas juntos combatiendo entre sí a menudo.
Los cronistas destacan del hermanastro del Rey su extraordinaria elegancia y agilidad de movimientos en el combate. Alejandro, por su parte, disfrutaba asombrando a los presentes al combatir siempre semidesnudo, sin ningún tipo de protección. Su actuación como comandante –salvo cuando convenía ser templado– también se caracterizó por una exposición temeraria al combate físico en muchas ocasiones.
De Lepanto a la Guerra de Flandes
No obstante, las obligaciones con el ducado de su padre, Duque de Parma, le alejaron de la esfera hispánica hasta 1571.
Cuando su tío y gran amigo Don Juan de Austria fue puesto a la cabeza de la Santa Liga que pretendía hacer frente a la flota otomana en el Mediterráneo, el sobrino acudió a su lado. Se conocen pocos detalles del ejercicio de Alejandro Farnesio en Lepanto, pero consta que acompañó a Juan de Austria en la galera «La Real».
Probablemente, como bisoño en el combate y dadas las circunstancias de la lucha entre galeras, la integridad de Farnesio debió quedar expuesta repetidas veces, el propio Don Juan de Austria estuvo cerca de ser herido y por pocos metros no cruzó acero con el comandante turco. La experiencia del hispano-italiano debió ser similar puesto que las galeras dejaban escaso espacio para guarnecerse de las flechas turcas.