POR D. MANUEL LUIS RUÍZ DE BUCESTA Y ÁLVAREZ.

Parte del trabajo que, bajo el título ARMAS Y GENEALOGÍA DE LOS FERNÁNDEZ DE MIRANDA, fue publicado en el Boletín de la Academia Asturiana de Heráldica y Genealogía.

Cuentan las viejas leyendas que el primero de los de esta familia de Miranda que se recuerda fue un caballero de las tierras de este nombre en Asturias (1) y que, en cierta ocasión, cinco doncellas que eran trasladadas para hacer frente al tributo del traidor Mauregato, le pidieron ayuda y aquel, resuelto, cansado de ese pago injusto que se hacía, se abalanzó sobre aquellos que las custodiaban y a golpe de espada las liberó. Señalan también que el mismo Miranda pasó después a la Corte para trasladar este inconveniente a su Rey don Ramiro I de Asturias, quien tras escuchar sus quejas ordenó de inmediato un avance sobre las tierras de la media luna.
Llegados a las cercanías de Clavijo, acompañado de este Miranda, de los Ponces y otros muchos Caballeros de justa gloria, agruparon sus huestes con otros Caballeros del lugar, fuertes Señores que vivían en la rudeza de aquel angosto territorio y en sus abruptas montañas, aquellos quienes seguían al General Sancho Fernández, más adelante llamado el de Tejada, y muchos más, que sufriendo los ataques de una terna más fuerte y mejor armada, lograron vencer a los moros con la ayuda de nuestro Apóstol Santiago.
Los Miranda en Pravia.
Este momento mágico en que se lidera la segunda gran batalla de España, tras la primera reconquista en Covadonga que fue al frente de su antecesor en la corona el Rey  don Pelayo, hizo merecer a muchos de estos hombres, grandes glorias y privilegios. 
Los Miranda en Escoredo.
Dejando a un lado la historia tocante al citado Sancho de Tejada queremos detenernos un instante en estos Mirandas, una familia que por los siglos se extendió por España y por el mundo, llevando a cada nuevo lugar la imagen y representación de aquella lid.
Los Miranda en Los Cabos.

Tirso de Avilés, en su magnífica obra “Antigüedades y cosas memorables del Principado de Asturias” nos da cuenta de una cuestión más de estos de la familia de Miranda y también la razón de las sierpes que llevan por bordura en su escudo, pues según se dice:
… uno de este linaje alcanzó a ver una doncella encantada, en demasía hermosa, y en ciertos días del año se tornaba sierpe, en la cual huvo un hijo y una hija, y al cabo de algún tiempo supo él como se tornaba sierpe, y aguardola y ella por entender que él la havia visto en aquella figura, tomó los hijos debajo de los brazos y fuyó y pasando un río acaeció que se le cayó la hija, la qual casó con aquel…
Los Miranda en Calahorra ( La Rioja).
Pero nuestro genial Tirso de Avilés también nos traslada otras dos posibilidades legendarias con las que se pretendía justificar la presencia de las serpientes, y repite de nuevo que otros dicen:
… que las sierpes se pintan porque en Soto de los Ynfantes estaba una sierpe mui fiera que mataba a todos quantos por allí pasaban y un tal Miranda la mató y la puso por orla del escudo de dichas doncellas…
En cualquiera de los casos vemos que el fin y término del animal es en todos los casos la muerte, un hecho que además de fantástico y épico nos llama a creer que ese reptil, imagen indudable del mal, sucumbió ante la hombría y el arrojo de un caballero, motivo por el que vuelve a protagonizarse otro acto valeroso, uno más que da una vuelta atrás al retornar su presencia sobre tierras riojanas y concretamente a la misma batalla de Clavijo que apunta como origen del escudo de las cinco veneras que son sujetadas por el mismo número de doncellas en el campo colorado del escudo, y así nos lo revela:
…también quieren decir que lo de la sierpe fue que en la dicha batalla de Clavijo los moros por sus encantamientos hizieron unas sierpes mui fieras, que peleasen con los christianos y este de Miranda mató una de ellas…
Esta cita viene a reconocer el pensamiento de la época en el que los encantamientos, las brujerías y hechicerías eran signo y representación del maligno, cuando más, si le sumamos la presencia de la serpiente que es la figura común que describe al demonio, a maligno que quien lo destruya será enaltecido y objeto de halagos. 
También nos encontramos con otras menciones sobre un posible origen imaginario de los de este linaje. En novelas como la “Historia fabulosa del distinguido Caballero Don Pelayo Infanzón de la Vega, Quixote de la Cantabria (2) ”, leemos a un autor que nos relata sobre la marcha de un paseo público que celebraban dos personajes de la obra, Don Gregorio y Don Pelayo, y que en el acto de una pregunta interrogó el primero a Don Pelayo sobre el concepto que tenían los Caballeros Montañeses de la Casa de Miranda, en suma, la suya propia, a lo cual respondió para que no ignore por más tiempo las excelencias de su casa y que no tuviese que preguntar a otro:
… la muy ilustre Casa de Miranda cuenta ya de antigüedad cerca de mil años a lo menos, a causa de que tuvo principio en uno de los ocho en que Mauregato y su sucesor inmediato Don Bermudo pagaron el infame feudo de cien doncellas al Rey Moro, cuyo convenio vergonzoso refieren más de dos historias…
Vemos que vuelve sobre el mismo origen de leyenda, tocando el famosísimo tributo de las cien doncellas y por ende, sobre las grandes hazañas contra los moros, porque añade:
… En uno, pues, de estos tristes años, que salían de las montañas los Moros llenos de alegría porque se llevaban joyas tan preciosas, al pasar por una aldea de las muchas que son cuna de Caballeros más que nobles salieron al tropel de la vanguardia y retaguardia Agarena unos cinco hermanos –y puntualiza- (mejor diría cinco Hércules, o cinco Aníbales), cuyos corazones valerosos se llenaron de enojo en un instante mismo, y enfurecidos porque les llevaban la mejor hacienda que producía aquel terreno, echaron mano cada uno de ellos a un bárgano o estaca, que con resolución gallarda arrancaron de un seto…
Es notorio que ese acto de arrojo al defender a sus mejores haciendas sólo con unos palos, enfrentándose con cualquier medio a un ejército temido sobre el que se creía -en aquel tiempo- que era difícil de vencer, era una acción más fuerte y valerosa. El ímpetu del Caballero que hace frente a un escuadrón de agarenos es lo que origina aquel título de la Ilustre Casa de Miranda. Esta recreación de defensa con un bárgano o estaca nos llama al recuerdo sobre el origen también legendario de Valdeosera y Tejada, donde Sancho Fernández, llamado el de Texada, también arrancaba en plena batalla –de Clavijo- una rama, en esta ocasión a un roble –que no tejo- para continuar la lid. La fiereza de estos cinco hermanos que nos relata en la novela fue tanta que se entraron como rabiosos lobos entre el esquadrón de las doncellas desgraciadas, matando y destrozando quantos Moros intentaban hacerles resistencia, de tal forma que tras grande acción eligieron cinco muy hermosas paisanas suyas con las cuales contrajeron matrimonio. Después de esto es cuando las gentes, que dice de buen entendimiento, llamaron a esta hazaña acción Miranda. Será entonces cuando los hermanos dividan la hacienda -que era libre- en partes iguales, siendo sus sucesores los que lograron casarse con ricas mayorazgas; de estos es de donde se dice que provienen muchas casas de Miranda, bien acaudaladas, pero también apunta acerca de las que no gozaron de tal fortuna, diciendo que pueden consolarse con saber que su primer origen fue igualmente honroso. A todo ello responde Don Gregorio, del linaje de los Mirandas que era, de la siguiente manera:
…se infiere sin remedio que los Mirandas traemos nuestro antiguo y esclarecido origen de la Montaña, y somos Montañeses muy legítimos. Entendiendo por Montaña todas las Asturias, sin duda alguna que son Montañeses los Mirandas,…, y esta es la gloria mayor que a favor suyo pueden tener los Mirandas todos,…,. Siempre estuve entendido de que los Mirandas descendíamos de Asturias…
Tomado el conjunto de piezas que forman el escudo vemos el reflejo de lo que nos dice este  personaje que escribió las hazañas de algunos linajes asturianos en cuanto a la descripción de las armas del linaje que tratamos, que son en campo de gules, cinco doncellas, que sujetan bajo su pecho una venera cada una, de oro, así también añade, bordura general con dos sierpes de sinople que entrecruzan cabeza y cola.
La representación y significado de las armas es más sencilla si cabe que la de las sierpes, porque su origen es, en realidad, su esencia: el gules representando la sangre del campo de batalla, el arrojo del Caballero que luchaba inquebrantable por liberar al cristiano del horror que trajo el traidor; las cinco doncellas que vienen a representar aquellas que liberó cuando estaban cautivas y las veneras, que son el signo e imagen del nuevo patrón de España, Santiago, el mismo que se apareció en sueños a Ramiro I de Asturias, montado en un caballo blanco. 
Armas de los Miranda en Mondoñedo.

En ese sentido y llamando la atención sobre las armas de los Mirandas, hemos podido comprobar que los de este linaje generalmente usan de las mismas, no obstante lo anterior al cambiar de lugar es natural observar alguna variación, aunque de natural tendremos las cinco doncellas. En Asturias lo común es su disposición en sotuer, con las veneras bajo su pecho; en Navarra las hemos encontrado también en sotuer, si bien las veneras, en número de cuatro se colocan 1.2.1, intercaladas con las doncellas. En La Rioja, las hemos visto situadas en dos palos, substituyendo las veneras por un hábito y escondiendo bajo él sus manos. Pero sin duda, la diferencia más común con el primero -y posiblemente el originario- es la bordura de sierpes. Al trasladarnos a Calahorra (La Rioja) donde se ubica una nobilísima familia de Mirandas y cuya figura más destacada fue el Excmo. y Rvdmo Sr. D. Gaspar de Miranda y Argaiz, nos encontramos con que las serpientes han sido substituidas por unas cadenas, también dispuestas en bordura, aunque suponemos que en este caso quizás se haga representando algún acto heroico vinculado a la cercana Navarra. En cambio, en la ciudad de Soria, centro de la Casa Troncal de los Doce Linajes de Soria, hayamos un pequeño escudo de armas de los Mirandas que carece de toda presencia de borduras. Su imagen como el resto que venimos diciendo tiene las referidas cinco doncellas. Otros escudos de similar factura se encuentran en Cantabria, Lugo, León y un largo etcétera, en donde se ve el mismo número de damas dispuestas en el interior de alguno de los campos del escudo y que nos da clara noticia de esta familia. Una presencia de variación de las sierpes la encontramos en Sevilla, en la Casa de los Miranda, que es una vivienda de típico corte palaciano andaluz. Nos ofrece esa un escudo de armas de los de este apellido cuya alteración con la que reconocemos en Asturias es que han substituido las sierpes por dos grifos, animales míticos muy comunes del uso de los bestiarios, pero anotaremos que aún llama más la atención que esos animales presentan las cabezas entrecruzadas al igual que en las tierras de Pelayo.
Escudo de los Miranda en el Palacio de esta familia en Sevilla.
Otro ejemplo lo encontramos en el Palacio de los Cárdenas, en Andujar, un bello edificio de principios del siglo XVII, en cuyo interior contemplamos varios escudos correspondientes a don Manuel Francisco Cárdenas y Palomino y a su esposa doña María Francisca Eugenia Miranda-Gamboa, Condes de la Quintería, título adquirido por cesión del padre de ella don Eugenio José de Miranda y Gamboa, y que le había sido concedido por el Rey D. Felipe V. Junto a las armas que campean en la vivienda vemos un lema que dice: “Estas armas y blasón sierpe verde y doncellas con cinco veneras bellas”. 
Los Miranda de Pino de Pénagos

También en la cercana Cantabria, concretamente en el barrio de Pino en Pénagos, vemos otra muestra de las armas de Miranda, en este caso compaginadas con las de Agüero. Se trata de una casa palaciega conocida como de Miranda y de la que sabemos que en la primera mitad del siglo XVII ya la habitaba Pedro de Hernando Miranda. Del edificio diremos que destaca la presencia de la torre que es de sillería, y que eleva tres plantas culminando con cubierta a cuatro aguas. 
Como contraposición a esta similitud que venimos tratando tenemos el ejemplo de la Casa Miranda en Burgos, un edificio señorial que es una de las joyas arquitectónicas españolas del siglo XVI. Mandada construir por el burgalés don Francisco de Miranda y Salón, quien había pasado una gran parte de su vida en Roma. Esta magnífica construcción, de la cual se cree que fue su artífice Juan de Vallejo, agrupa una gran variedad de estilos. Se empleó en su construcción piedra en la planta baja y ladrillo en las superiores, sin faltar –por supuesto- en el conjunto general, las armas de su titular, las cuales pese a llevar el apellido Miranda, no presenta a las citadas doncellas.
Pero es en el Principado de Asturias donde se aglutina el mayor conjunto heráldico de los de este apellido y aunque repartidas por todo el territorio es en la zona centro donde podemos mayor número encontramos. También hemos podido corroborar que frente a los modelos observamos en los diferentes lugares de España, será en Asturias donde añadirán otro elemento más al escudo, en este caso hablamos del león. Este animal se dispone y sitúa en el escudo, acolado, de manera que lo que vemos sobresalir es su cabeza coronada, como también las garras de sus cuatro patas. Sobre esta pieza nos aclaran su presencia cuando dicen:
… El león colorado se pinta porque un Lope González de Miranda, que llamaron el bueno, fue casado con Dª Leonor Ponce de León, hija o descendiente de un rey de León, que por ser hombre valeroso y noble se la dieron por mujer…
En consecuencia con lo antedicho vemos que los Mirandas han venido usando las mismas armas e incluso han transmitido a través de los siglos su imagen sin apenas variación. En la vieja Asturias conocemos de la mano de Miguel de Salazar sobre la presencia de un Pedro de Miranda, fundador que fue del monasterio de Belmonte de Miranda, un tal Pedro de Ávalos Miranda quien dicen que era Conde de Tineo; años mas tarde surge la conocida casa de Miranda en tierras de Valdecarzana cuya titularidad correspondía a Álvaro Díaz de Miranda, posteriormente le sucede Sancho de Miranda, caballero a la sazón de la Orden de Santiago y Señor, a su vez, de la Torre de Villanueva de Grado. 
Armas de los Fernández de Miranda en la villa de Grado.
En Grado destacaron sobremanera los Mirandas, dueños que fueron del Coto de Valdecarzana y marqueses de ese nombre, los mismos que relacionaron y vincularon con las familias de mayor y más esclarecida nobleza en el Principado de Asturias. Allí, en Grado, en el centro de la localidad podemos contemplar actualmente la casa palacio de Miranda-Valdecarzana, en cuyo frontis de la entrada de acceso campean las armas plenas con la bordura de sierpes. 
En esta misma localidad también es donde nos aparecen varias familias afines a estos y que añadieron o utilizaron el mismo de Miranda. Aquí vemos a los Fernández de Miranda, los Díaz-Miranda y los propios Miranda. Aunque casi podríamos asegurar que todos ellos pertenecieron o tuvieron un nexo común,  lo que sí es notorio es que se relacionaron en torno a los antiguos gremios y linajes de Grado, que era un estamento que exigía entre las normas para su acceso, el ser descendiente y dependiente del linaje y gremio de dentro de esta villa de Grado, y que los que allí accedieran debían gozar al menos
… de los oficios y libertades que gozan los que son descendientes y caso lo fuera para goçar habían de vivir y ser vecino de esta villa…
Casa-Palacio de los Fernández de Miranda en Grado.

En un documento (3)fechado en 1597, que obra en el Archivo Histórico Municipal de Grado, nos encontramos con la peculiaridad de que para acceder a los citados Gremios además debía de acreditarse previamente el pertenecer a uno de los diez linajes. La relación casi completa nos la da Don Álvaro Fernández de Miranda en su obra “Grado y su Concejo” (4), que además nos dice que las familias agraciadas venían en costumbre de elegir Oficios de justicia; su elección se formalizaba con cinco de la villa y otras tantas del Concejo, añadía que de seis de ellas descienden más o menos directamente las de Valdés, Arias, Flórez (de Santianes), Prado (de Sama) y Fernández de Grado (después Fernández de Miranda), y continúa, y otra de igual apellido que representa hoy el Conde de Revillagigedo. 
Del mencionado documento obtenemos diversa información y de uno de sus interrogatorios vemos que se procedía de la misma manera que en las justificaciones de hidalguía, iniciándolo uno de los citados Gremios -el que hacía la función de Fiscal- y tras ello se personaban diversas personas en calidad de testigos. En este caso el peticionario requería formar parte de uno de ellos, así dice:
… mandaba dar traslado a Luis Fernández de Grado como a uno de los dos linajes …
Para este el solicitante era Gonzalo García de Santo Dolfo, el mismo que presentó como testigos a Luis Fernández, Juan López, Martín Fernández de Grado Trasquilón, Pedro de Qualla de Santo Dolfo, Pedro de Valdés, Gómez González, Fr. Santo Pelayo y a Martín Fernández de Prado. El primero en llamar fue el citado Martín Fernández de Grado Trasquilón, escribano y vecino de la villa de Grado, testigo de aproximadamente ochenta años y que declaraba que ese Gonzalo era descendiente y depende del linaje y gremio de dentro de esta villa de Grado; continuaba más adelante atestiguando que ese era a su vez padre de Alonso Fernández quien ya gozaba de las libertades de los gremios. La respuesta final fue dada por Luis Fernández de Grado, como personero e procurador general de esta villa e concejo, que cerró el  interrogatorio negando su acceso como descendiente de los Ilustres Gremios y Linajes de Grado al peticionario diciendo:
…cerca del pedimento que ante vuestra merced hizo Gonzalo García de Santodolfo disciendo ser descendiente de los gremios y linajes de esta villa e como tal debe de gozar de los oficios, libertades e franquezas que gozan los descendientes del dho gremio según él mas
[…] se relata en el dho pedimento a que me refiero. Digo al dho Gonzalo García ser de los del dho gremio, ni el y sus descendientes,…, [no haber] gozado de los oficios y libertades que gozan los que son descendientes y caso lo fuera para gozar habían de vivir y ser vecino de ésta villa como lo son los que gozan de los dhos oficios y libertades y ansi no se le debe de conceder a que goce de las dhas libertades y oficios y se debe de dar por ninguno su pedimento que pido en justicia para ello,…,.
Dña.María del Carmen Miranda de Grado y Valdés.
Estos Fernández de Grado que nos encontramos como miembros efectivos de los Ilustres Gremios y Linajes de Grado, son los mismos que más adelante modificaron el apellido, pasando a conocerse como Fernández de Miranda o Fernández-Miranda, cambio que se produjo por la unión o vínculo matrimonial con uno de aquel apellido y que conocemos dentro del primer matrimonio de la genealogía de estos. Se trataría por supuesto de una modificación que generalmente tiene su objeto y razón de ser en la continuidad de un apellido que se consideraba de mayor o mejor abolengo, aunque también y en realidad no debemos de olvidar que en muchas ocasiones ese uso es por causa de obligaciones contraídas en los acuerdos matrimoniales y mediante los cuales convenían de alguna obligación para mantener o disponer de una dote.
Los Fernández de Miranda -antes Fernández de Grado- gozaban de privilegio en la antigua iglesia, que era románica del segundo periodo, y cuya fundación se remontaba al último cuarto siglo XII. Tenían en su interior sepultura, de la que sabemos por el citado Álvaro Fernández de Miranda que lucía una inscripción latina. Permanecieron en el citado lugar de Grado y siguieron pintando por armas las cinco doncellas. 
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(1) En algunas ocasiones hemos leído que fue un tal Alvar Fernández de Miranda.
(2)Ribero y Larrea, Alonso Bernardo. Historia fabulosa del distinguido Caballero Don Pelayo Infanzón de la Vega, Quixote de Cantabria. Tomo II. Imprenta de la Viuda de Ibarra. Madrid MDCCLXXXXIII. Este Alonso Bernardo, autor de la obra fue Cura de Ontalvilla y despoblado Ontariego en el Obispado de Segovia.
(3)Caja 1 – Legajos – Carpeta, s/n.
(4)Fernández de Miranda, Álvaro. Grado y su Concejo. Imprenta provincial. 1982.