POR EL DR. JOSÉ MARÍA DE MONTELLS Y GALÁN.

Con todo esto de la abdicación de SM el Rey no he tenido tiempo de escribir nada sobre la final de la Champion, que vi por televisión como tanto otros. No soy demasiado aficionado al futbol y para ser sincero, me dejó mal sabor de boca. Por mí, deberían haber triunfado los dos equipos. Tanto el Atlético como el Madrid hicieron méritos semejantes para ganar la copa. Si uno fue la pasión, el otro fue la fe. Me cautivaron ambos. No es que me haya convertido en forofo por arte de birlibirloque, sigo sin apasionarme, si bien la final me distrajese un tanto, de tal manera que pensé en la ocasión, que Madrid debería tener más equipos. Dos o tres son pocos para una ciudad tan grande.
Lola Flores junto al mítico César.
No siempre Madrid tuvo solo dos equipos punteros. En la capital de España proliferaron diversos clubes, hoy desaparecidos. Así, que yo recuerde, el Racing, el Iberia, el Español, el Hispania, el Nacional o la Real Sociedad Gimnástica Española, por decir unos cuantos. Había muchos más. Con especial cariño, rememoro al Plus Ultra, a cuyos partidos (los domingos por la mañana en el Bernabéu o en el campo de Arturo Soria) me llevaba mi padre y donde pude ver jugando a grandes futbolistas que luego triunfarían en el Real Madrid. 
Emblema del Plus Ultra.
Por aquellas calendas, era yo un joven imberbe, mi ídolo favorito era César, un jugador y entrenador que había conseguido llevar al Elche a Primera en dos temporadas. Por supuesto, nada comparable a lo de ahora. Antes se admiraba a los jugadores sobresalientes, hoy se les idolatra y no es para tanto. Cierto es que el deporte siempre manda un mensaje positivo, pero resulta chocante que la sociedad encumbre futbolistas cuando carece de otros referentes superiores. Sinceramente, creo que hay entre nosotros formidables ejemplos de heroísmo, de conductas virtuosas, como para poner las cosas en su sitio. Pese a ello, algo tendrá el fútbol, que no consigo identificar, que cuando juega la selección, la calle se puebla de banderas nacionales, sin timidez alguna. Ocurrió en el pasado mundial y pasará con el de Brasil, demostrando que el patriotismo, el amor a nuestro país y sus símbolos, no es cosa partidista o del pasado.
Una alineación del Plus Ultra.
Por situar al club de mis primeros amores, añadir que nacida en 1930, la Agrupación Deportiva Plus Ultra pasó por distintas categoría inferiores, hasta el 20 de septiembre de 1943, fecha en la que se inscribe en la Federación Castellana. La entidad, fundada por los empleados de la aseguradora del mismo nombre y presidida por Antonio Borrachero Casas desde 1943, suscribe un acuerdo de filiación con el Real Madrid C.F. en 1947 y se convierte gracias a ello en proveedor de grandes jugadores como Zárraga, Mateos, Grosso, Casado o Miguel Muñoz. Transitando por diversas etapas, el club atraviesa períodos de gloria, en los que está a punto de ascender a Primera. El 19 de marzo de 1966, fallece el presidente, don Antonio Borrachero, con más de dos décadas al frente de la entidad deportiva. La  junta directiva encabezada por don José María Troncoso Sagredo decidió concederle el título de presidente de honor y el antiguo Velódromo de Ciudad Lineal pasó a ser denominado Estadio Antonio Borrachero. 
La última tentativa de ascenso llegó en el período 1967/1968, siendo eliminado por poco, por el Alavés: 2-1 en Vitoria y 2-2 en Madrid. En junio de 1972, la Compañía Anónima de Seguros Generales Plus Ultra se incorporó al grupo de empresas del Banco de Vizcaya y el soporte económico de la entidad aseguradora, quedó por tanto suprimido. Ante esta situación, el Plus Ultra se vio abocado a la desaparición o a cambiar de dueño, alternativa esta última que adquiere su más cruda realidad cuando el Real Madrid C.F.,  bajo el mandato de don Santiago Bernabéu, decide hacerse con sus derechos federativos, el 21 de julio de 1972 y cambiar el nombre de la sociedad pasando a quedar registrada como Castilla Club de Fútbol, por no nombrarle Madrid B, que es en definitiva lo que es. Así desapareció el Plus Ultra y el otro día frente a la tele, le eché de menos. 
Escudo del Racing de Madrid.
El futbol, más que un espectáculo de masas, es hoy un gran negocio y me extraña que no haya habido empresarios millonarios que se animasen a resucitar algún club histórico madrileño. Me dirán que subsiste el Rayo Vallecano, fundado en 1924, pero sigo pensando que en la ciudad de Madrid, la capital del Reino, caben más clubes que podrían llegar ¿por qué no? a la final de Champion. En Londres, sin más lejos, hay cuatro o cinco equipos de primera categoría. 
La verdad es que, sin gran entusiasmo futbolístico, me consuelo con coleccionar los emblemas de los equipos desaparecidos, lo que se llama heráldica deportiva, aunque en puridad tenga poco de Ciencia Heroica. Los escudos de los clubes de fútbol, en su inmensa mayoría, han sido diseñados por aficionados y no pasan de meros logotipos, en ocasiones, horribles. Ya se sabe que en España a estas cosas no se les concede importancia. Así, el escudo del Plus Ultra fue el mismo que el de la entidad aseguradora, con el añadido de un balón a modo de corona. El uniforme, camiseta azul, pantalón blanco. El del Racing de Madrid, uno muy futbolero, con los palos rojinegros de su camiseta. El de la Gimnástica de Madrid, la repanocha de colorines rojo y gualda, pese a que su vestimenta era albinegra. Lo mío, que podría confundirse con una enfermedad, bien pudiera resumirse en pura morriña de los tiempos idos.