POR EL DR. JOSÉ MARÍA DE MONTELLS Y GALÁN.

De niño, cuando en el colegio jugábamos a indios y americanos, yo invariablemente elegía ser comanche o sioux y nunca quería hacer de coronel de Fort Apache o de vaquero de Wichita. No sé si es por mi desaforada querencia por lo exótico, pero jamás transigí. Fui Toro Sentado, la mar de a gusto. Tengo galopado mucho en la frontera de EEUU y Canadá, con mi tomahawk de goma presto para la lucha cuerpo a cuerpo. Incluso, ya en la madurez, me he sentido muy próximo a Maqua, el indio malo de “El último mohicano”, en la película de Michael Mann. Si yo fuese director de cine, haría una versión en la que Maqua, después de apiolarse al coronel Munro y a sus hijas, saliera triunfante. Cosas mías. Desconfío de la veracidad de Fenimore Cooper, un novelista mediocre aunque fuese admirado por Balzac.
Sitting Bull.
Sitting Bull fue jefe de la nación sioux y vencedor del petimetre de Custer en la batalla de Little Big Horn, lo que no es poco. Que un líder tribal, sin recursos ni armamento moderno doblegue al 7º regimiento de caballería de los EEUU no es cosa vana, es una proeza. Todo se debe a una visión que tuvo el jefe indio mientras bailaba la Danza del Sol en honor de Wakan Tanka, el Gran Espíritu o Manitú, la fuerza creadora del universo y de todo lo existente. Su general, Caballo Loco, que combatió en la batalla, no respetó los términos de la visión de Toro Sentado y por eso fueron después derrotados. El jefe sioux  previno a sus guerreros que no debían tomar las armas, ni los caballos, ni cualquier otro trofeo de los de Custer, porque de lo contrario sería su perdición. 
Refugiado en Canadá, de él escribió James Walsh: «No era el criminal que algunos informes describían. No era un hombre cruel. Era afable. No era deshonesto. Era honrado. Amaba a su gente y extendía su mano a cualquiera que correspondiese su amistad». Un tipo que al nacer, recibió como nombre de pila, el de Tejón Saltarín, no podía ser el villano que los americanos nos han vendido. Después de su estancia en Canadá, y una vez que se rindiera a los EEUU, fue confinado, aunque obtuvo el permiso del  Gobierno estadounidense para trabajar con Buffalo Bill en el circo de éste último. Murió en 1890, asesinado por unos policías nativos.
Toro Sentado y Búfalo Bill.
Alguna vez he pensado que la emblemática más propia de las naciones indias de Norteamérica, se expresaba en los tótem de madera,  popularizados por los filmes de Hollywood. El tótem es, generalmente un animal, aunque también puede ser un vegetal o un objeto inanimado, que en algunas culturas se toma como emblema de la tribu o del individuo y, se considera origen del clan. Los animales totémicos más comunes son el oso, el halcón, el pez, el bisonte y el tejón. Hay, pues, una evidente correlación entre la heráldica europea y la emblemática aborigen norteamericana, ya que ambas forman parte de un lenguaje codificado de símbolos que identifican un linaje o un clan.
Totem.
En nuestros días, me llevo la sorpresa de que la Autoridad Heráldica Canadiense ha registrado escudos para las naciones indias con cierta profusión y ello me reconforta. Una vez más, se demuestra que la heráldica sigue viva. La heráldica canadiense, todo hay que decirlo, es una de las más creativas e imaginativas de nuestra época. Me topo entonces con el escudo de la nación siksika, que es circular, como el utilizado por los indios, con un bisonte pasante y enfurecido, que da gloria verle. O el emblema de los indios hurones, también circular con una nutria por insignia principal. En Internet, he visto una bandera sioux, roja con las tiendas cónicas o tipis blancos dispuestos en círculo que representan un campamento tradicional, muy expresiva.
Armas de la Nación Siksikas.
Es, desde luego, todo un canto a la capacidad de la representación iconográfica de los emblemas heráldicos para expresar conceptos e ideas, con alegorías o signos identificativos que singularizan y distinguen a pueblos o individuos. Contrariamente a aquellos que sostienen que la Ciencia Heroica es cosa del pasado, la Autoridad Canadiense se empeña en señalar que es un camino que debemos recorrer aún en nuestro tiempo. Así sea.