Doña Argentina Esther Posse de Posse, conocida como “Negrita”, nació en San Miguel de Tucumán el 9 de enero de 1919. Hija del Dr. Nicanor Posse, hacendado, político, pionero de la aviación argentina, y de doña Zulema Sancho Miñano, dama de exquisitas cualidades morales, recordada también por su belleza. 
Casó en la Iglesia Catedral de su ciudad natal el 22 de junio de 1938, con su pariente don Ricardo Posse, importante empresario y hacendado; deportista destacado en su juventud en las prácticas del tiro y del automovilismo. 
Negrita, había heredado de su madre la belleza física y de sus abuelos, la fina inteligencia para llevar adelante con firmeza, pero a la vez con ternura y dedicación, una numerosa familia, quién tuvo en ella un oriente o guía inspiradora. 
En todos los avatares de la vida, supo enarbolar sus principios cristianos con la pasión de aquellos que creen en la doctrina de Cristo. En ello dedicó muchos años de prédica ejemplar en La Acción Católica Argentina y en la parroquia del Corazón de María. Tanto allí como en los distintos círculos sociales que frecuentó, se le reconocía ese innato don de gentes que le permitía hablar con el menesteroso o encumbrado con un idioma común, sin diferencias. 

Su sonrisa franca brindaba calma y ponía paz, allí donde surgían divisiones. Tenía un real sentido de la justicia y su juicio, siempre equilibrado, ponía mesura cuando era necesario hacerlo. 
En su matrimonio ejemplar, en la crianza de sus 10 hijos, en su vida privada, la coherencia en el recto obrar fueron una constante. 
Fue una mujer amada y respetada por propios y extraños. Murió en paz con su Dios y sus semejantes, dejando tras de si, una estela de realizaciones. 
Marcha al encuentro de su creador con un alma limpia y sus manos desbordantes de bondad, que supo sembrar a cada paso que dio en su vida. 
Los últimos años, la enfermedad la mantuvo postrada; a pesar del dolor y los pesares, nunca dejó de ser optimista, ni perdió su buen humor; aconsejando, guiando, dando ejemplo permanente de cómo una fe inquebrantable, apoyada en el Señor, todo lo puede.
EL recuerdo agradecido de sus diez hijos, treinta y seis nietos y cuarenta y nueve bisnietos, y de todos aquellos que tuvieron la dicha de conocerla, la mantendrán siempre viva en la memoria para las siguientes generaciones.
Honor a ella, bien amada HIJA DE JESUCRISTO.