POR EL DR. JOSÉ MARÍA DE MONTELLS Y GALÁN.

He estado rebuscando en el caos de mi biblioteca, donde los libros ocupan estanterías y anaqueles por duplicado, el libro que publiqué hace ya muchos años al Príncipe Felipe de Araucania, pero no lo he encontrado. No es que no esté, es que vaya Vd. a saber dónde se encuentra. Lo seguiré buscando con fervor. Todo porque me llega la noticia del fallecimiento el pasado 5 de Enero, de  Philippe Boiry d´Araucanie, un héroe romántico.
Escudo de Armas de Araucania y Patagonia.
Le conocí con motivo de la edición de su libro y me impresionó de aquella su discreción y sus buenas maneras. Era un hombre educado, amable y muy culto. Nacido en París en 1927, fue periodista de profesión, fundando en la década de los cincuenta la primera agencia de relaciones públicas de Europa Occidental, donde gestaría su Doctrina Europea de las Relaciones Públicas. En 1980 participó muy activamente en de la fundación de la Universidad de Ciencias de la Comunicación, de Levallois-Perret, Francia. Poeta e historiador ha publicado numerosas obras de mérito, muy valoradas en el país vecino. Condecorado con la Legión de Honor por su contribución a la Resistencia, contrajo matrimonio en dos ocasiones; en 1950 con Jacqueline-Dominique Marquain, fallecida en 1978, y en 1996 con Elisabeth de Chavigny, de quien enviudara en 2006. Por su especial empeño fui testigo de esta última boda por poderes. Boiry ostentó los títulos de príncipe de Aucas, duque de Kialeou y conde de Alsena, inherentes a los monarcas del Reino de la Araucanía y la Patagonia, monarquía constitucional fundada en 1860 por el aventurero francés Orélie Antoine de Tounens en territorio mapuche. Tras la muerte de Aquiles I, segundo monarca de la Casa de Tounens, este fue sucedido por el Dr. Antoine Hippolyte Cros y a éste, su hija  Laure Thérèse Cros. A la muerte de la princesa Laure Thérèse, le sucedió su hijo, Jacques Alexandre Antoine Bernard; quien en 1951 habría abdicado en favor de Philippe Paul Alexandre Henri Boiry, Felipe I de Araucanía y Patagonia, según se consigna en el  documento de abdicación y transmisión de del título, de fecha 12 de Mayo de 1951. 
Felipe de Araucania bajo un retrato de su antepasado lejano.
Todo esto no sería más que una anécdota quimérica tan de mi gusto, si no fuera porque los mapuches reconocieron a Felipe de Araucania, como su Señor natural en 1989, en el transcurso de su visita al Cono Sur, para escándalo  de algunos y las protestas de argentinos y chilenos. 
Pese a que el Reino de Aurelio Antonio I dejó de existir y ya sólo es un recuerdo histórico, el pueblo Mapuche ha preservado su identidad cultural y su propia tradición. Boiry participó y ayudó a facilitar la representación de la nación mapuche en diversos órganos de la ONU, incluyendo la UNPO (Organización de Naciones y Pueblos No representados) y promovió el respeto de los derechos histórico-jurídicos inherentes al pueblo mapuche. En su calidad de experto en relaciones públicas, ayudó, no sólo a poner la agenda indígena en la comunidad internacional, sino a través de sus entrevistas a la prensa y en los mensajes de Año Nuevo, dirigidos a los mapuches, contribuyó a educar a la opinión pública sobre los derechos jurídicos que asisten al pueblo mapuche. Creó con sus pocos recursos un museo dedicado a los Reyes de Araucania, en Chourgnac, en la casa natal de Aurelio Antonio I, donde al jubilarse había instalado su residencia.
Pasador con las miniaturas de las Órdenes Reales.

Cuando visitó Madrid, me sorprendió su encendida defensa de la colonización española tan respetuosa con los pueblos aborígenes y su acerba visión crítica de los gobiernos de Chile y Argentina, que después de la emancipación, sometieron a los mapuches a una política de asimilación y destrucción de sus tradiciones y lengua.  Durante su estancia, tuvo la generosidad de concederme la encomienda de la Orden de la Corona de Acero, una de las principales distinciones araucanas que mucho agradecí porque sellaba de alguna manera mi vinculación a un episodio histórico tan poco conocido como atrayente. Nos hemos carteado mucho hasta que sus misivas se han espaciado en el tiempo. Me consta que era un hombre entregado a su causa imposible. Quijotesco e idealista. 
El nuevo Rey, Antoine IV.
El príncipe ha  muerto en La Cheze, en el pueblo de Chourgnac d’Ans, donde naciese el creador de la dinastía araucana, en el Perigord de Francia. Tenía 87 años.  Poco después de su fallecimiento, su «testamento político» fue revelado por Jean-Michel di Parasiliti de Para, Presidente del Consejo del Reino, y Klaus-Peter Pohland, Vice Canciller de la Casa Real. En su testamento político, el príncipe establecía un Consejo de Regencia bajo la jefatura del Barón Philippe de Lavalette, que finalmente ha elegido sucesor en la persona del presidente del Consejo del Reino que reinará con el nombre áulico de Antoine IV. 
Me aseguran que los mapuches presentes en las exequias cumplieron con la tradición monárquica: El Rey ha muerto… ¡¡¡ Viva el Rey!!!