La Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) volvió a denunciar este verano que el derroche de alimentos ha vuelto a crecer el último año.
El hecho de que cada día mueran de hambre en el mundo 25.000 personas es algo que no podemos ni debemos ignorar. A ello hay que sumarle los 815 millones de personas que sufren desnutrición. Hoy, las imágenes de niños famélicos en Etiopía no se cuelan en nuestros salones a través de los informativos, simplemente dejaron de ser noticia de tanto repetirlas.
Las cifras de los últimos informes de la FAO son esclarecedoras: 165 millones de niños (uno de cada cuatro menores de cinco años) están malnutridos y nunca alcanzarán su potencial físico y cognitivo. Por otro lado, 1.400 millones de personas sufren sobrepeso y alrededor de un tercio de ellas son obesas. Son dos datos dolorosos de un mundo mal repartido. Se conmemoró el día 16 el Día Mundial de la Alimentación, por otro, el día 17, se dedicó a la Erradicación de la Pobreza.
Desde San Lázaro, ante el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, queremos destacar el papel del voluntariado social como herramienta fundamental para luchar contra la miseria.  Aprovechando la conmemoración de estos dos días pedimos a la Comunidad Internacional un mayor control ante el derroche de alimentos por parte de los países desarrollados del norte.
En la lucha contra el mal no se encuentra cuartel ni día de descanso y es esta forma del mismo el que ha encontrado enemigo en la caridad a la Orden Hospitalaria que cada año supera las expectativas abarcando más centros asistenciales de índole religiosa católica donde hacer pleno el voto de caridad contraído por sus caballeros y voluntarios por bien del prójimo y la humanidad hoy en peligro por la secularización y la indolencia ante la miseria entre iguales. Es por ello que toda ayuda es poca donde esta forma de mal parece medrar entre nosotros cual cruel conquista que no sólo acabaría con nuestra sociedad sino que tarde o temprano seríamos todos pasto o daños colaterales del mismo.
La caridad cristiana es el arma definitiva en esta cruenta batalla donde todos estamos llamados a filas, a militar de una u otra forma en el frente que son los comedores y centros asistenciales, último bastión donde aún resiste la humanidad, la caballerosidad y la entrega desinteresada como vehículo de salvación.
Comienza una nueva campaña donde TODA AYUDA ES POCA.