“Hace muy poco escribí en el Blog cruz de sinople sobre la naturaleza de mi dolencia y el respeto que siento hacia la visita de la Parca. Un cáncer no es cosa baladí; en pleno tratamiento de radioterapia no las tengo todas conmigo, pese al buen diagnóstico con el que me animan los médicos. Pienso que estamos en manos de Dios y que él dispone de nosotros, aunque jamás me hubiera pasado por la imaginación que la muerte se llevaría a mi gran y buen amigo Francisco Manuel de las Heras y Borrero, antes que a mí. cuando recibí la noticia, apenas podía creérmela y se me llenaron los ojos de lágrimas”.
Francisco Manuel era un hombre lleno de vida y de proyectos, un caballero en toda la extensión de la palabra, un excelente escritor que, sin ser lazarista, había colaborado con “Atavis et Armis” desde los inicios de nuestra revista con varios artículos de gran interés y profundidad que están en la memoria de todos. Doctor en Derecho, Vice-Representante de la Unión Europea en Uganda, Caballero de la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén y de la Soberana Orden de Malta, Caballero de la Orden Constantiniana de San Jorge, Infanzón de Illescas y Señor de Tejada, entre otras muchas entidades.
De las Heras era un autor exigente, al que yo publiqué en 1994, su obra todavía vigente, “Apuntes sobre instituciones nobiliarias en España”, un tratado exhaustivo sobre las corporaciones caballerescas en nuestra Patria de gran calado académico.
Después de aquello, estuvimos mucho tiempo sin vernos y le recobré en la Republica Dominicana, donde ejercía su oficio de diplomático de la Unión Europea con acierto y dedicación. En él, la diplomacia no era una profesión, sino una actitud ante la vida. Tolerante y bondadoso, defendía enérgicamente sus posiciones, sin acritud alguna, escuchando siempre al oponente con hidalga consideración.
Esa educada contención era una notable característica de su carácter que yo le he envidiado mucho. Uno se exalta con cierta facilidad lo que me hace odioso a ojos del que me conoce poco.
Francisco Manuel de las Heras en animada charla con José María de Montells. |
Mucho más tarde, en 2010, prologué su biografía sobre Carlos Hugo, a pesar de mi conocido anti-carlismo autogestionario, interesantísima, publicada por el Colegio Heráldico de España y de las Indias.
Su otra gran obra, “Un pretendiente desconocido: Carlos de Habsburgo, el otro candidato de Franco” me ha parecido siempre una aportación de primera magnitud para el conocimiento cabal de nuestro tradicionalismo histórico.
Ha sido un amigo leal, honesto y va a dejar un vacío enorme en todos aquellos que le quisimos y admiramos. Su gran creación personal ha sido la recuperación y refundación de la Casa Troncal de los Doce Linajes de Soria (de la que en la actualidad era Presidente de su Diputación) una corporación caballeresca que en un muy poco tiempo ha conseguido el reconocimiento del mundo nobiliario. Ha fallecido un 30 de Julio en Sevilla, recién llegado de Kampala, donde residía por razones profesionales. La muerte, esa gran engañadora ha jugado al despiste, disfrazando los síntomas de la malaria hasta que ya era tarde. He rogado al Señor que acoja en su seno toda su bonhomía. Y he enviado a sus hijas y a su esposa Mary Loli, un beso emocionado.
Dios, por la intercesión de San Lázaro, le tenga en su gloria.